1º LIBRO - Realidad y Ficción
Poco después de que Kyo alcanzase la autopista Bayshore que conducía a Tokio a través de la costa, se preguntó qué tal le iría a Raijin. Por una parte, quería dar media vuelta y luchar junto a él, pero sabía que llevar el pergamino a un lugar en el que estuviese a salvo era más importante que nada, era su responsabilidad. Sin embargo, su preocupación disminuyó cuando divisó a lo lejos dos figuras que corrían en dirección contraria por el arcén. Eran Yako y Sam.
Nada más verlo, ambos se pararon en seco con caras de sorpresa y alivio.
—¡Hey, menos mal que estás bien! —saltó Yako, dándole un abrazo.
—Cuánto me alegro de veros —suspiró Kyo—. Hola, Sammy.
—Estás horrible —contestó este—. Será mejor que vuelvas a la ciudad cuanto antes, he mandado a uno de los cuervos para avisar a tu abuelo que ya vas para allá, te estará esperando en el tramo final.
—Bien —asintió con firmeza—. Daos prisa, Raijin está solo con esos cuatro.
Sus compañeros volvieron a emprender la marcha enseguida, Kyo por un lado y los otros dos por otro.
* * * *
Pipi estaba con varios de sus subordinados en lo alto de la Torre de Tokio todavía. Estos lo miraban en silencio, esperando, mientras él oteaba el horizonte de norte a sur, quieto y callado. Su ojo izquierdo brillaba de luz verde oscuro, con gran intensidad, y había momentos en que esta daba leves parpadeos.
No estaba la SRS entera, que constaba de ocho miembros, con todos los elementos menos el Fuego, el cual los abandonó hace un año por razones complicadas.
Pipi era el Dobutsu y el más mayor de su SRS. Le seguía Yagami, iris Shokubutsu de 36 años, y Effie, iris Den de 34. Yagami y Effie habían sido miembros de la SRS desde que eran pequeños, cuando Hideki aún la lideraba y Pipi y Neuval aún eran adolescentes. Yagami era un hombre japonés muy alto y delgado, siempre iba vestido al estilo heavy metal porque era aficionado a esta música, muñequera de pinchos, melena larga de un castaño gris… pero su rostro siempre se mostraba risueño y amable, así como su forma de ser, rasgo típico que compartía con otros Shokubutsu como Yako.
A pesar de que Effie era su íntima amiga desde niños, pues se habían criado juntos, ella era un poco lo contrario. A veces era un poco caótica, acelerada, nerviosa, un rasgo típico de algunos Den, que, por ejemplo, no compartía con Raijin, pues Raijin tenía el rasgo de la calma estática antes de la tormenta. Era una mujer de orígenes escoceses, pero pertenecía a un clan natural del Monte Zou y había nacido y crecido allí, siendo la mediana de siete hermanos. Ocho, si contara con Yagami, que fue acogido. Effie tenía un cabello cobrizo y largo, rapado por los laterales, decorado con un par de trenzas, y tenía brazos musculosos, además de una cicatriz en la barbilla. Era ruda, pero, al igual que sus compañeros, una magnífica iris, siempre bienhumorada.
Aunque Yagami y Effie tenían tanta antigüedad como Pipi en la SRS, rechazaron desempeñar los altos cargos. Por eso, el siguiente miembro, Waine, era la Segunda al mando, una iris Suna de 24 años de origen hindú. Se podía esperar que una Segunda al mando destacase a simple vista, pero Waine se mostraba como una mujer silenciosa, recatada, aparentemente dócil e inamovible, como una roca que no hacía nada, pero que, cuando alguien menos se lo esperase, se convertía en un afilado cristal.
Después estaba Haru, un iris Fuu de 20 años, que era además cantante y guitarrista de un grupo de música famoso de Japón, solo que ahora no estaba ahí con ellos participando en esta ayuda, porque solía ser un chico bastante pasota, como la brisa que pasaba de largo e iba libre de un lado a otro.
La siguiente, Sakura, era una iris Sui de 16 años, una gal muy coqueta y presumida, que ya bien fluía fácilmente entre su entorno, ya bien se volvía fría como el hielo.
Luego estaba Eddie, iris Hosha de 15 años, afroamericano y natural de Chicago, un muchacho de energía incansable, siempre riendo alegre y emitiendo buena onda a su alrededor, aunque a veces daba la sensación de que lo fingía.
Por último, estaba Jannik, un iris Yami, y a pesar de su muy corta edad y de su reciente ingreso en la SRS, desempeñaba el cargo de Guardián. Era un niño especial.
Como este era un encargo sencillo, además de Haru, tampoco estaban Yagami ni Jannik participando, por tener otros asuntos más importantes. De modo que Pipi estaba ahora con cuatro de sus siete compañeros.
Cuando la luz del ojo de Pipi pareció dar su último parpadeo, se volvió hacia sus compañeros.
—Ya he localizado a todos —les dijo—. Ya están en movimiento, todos van en dirección a Yokohama, tal y como Raijin había predicho. Tenemos que frenarles el paso y comenzar el duelo. Sakura —miró a la chica, la cual estaba mascando chicle y jugando con un mechón de pelo—, y Effie, id hacia el distrito de Shinjuku, por allí andan el Viento y la Oscuridad de la MRS.
Nada más acabar la frase, las dos desaparecieron del lugar en un abrir y cerrar de ojos.
—Waine y Eddie, hacia Meguro, por allí está la Arena —prosiguió Pipi.
—Yeah! —celebró Eddie, y desapareció con Waine.
—Y yo, a por los dos idiotas de antes —se dijo Pipi, yéndose por la misma dirección por la que huyeron antes la Radiación y la Electricidad de la MRS después de que Neuval los espantara sin querer.
* * * *
Ya entrada la noche, una figura se adentró en el jardín de la casa de los Vernoux. Anduvo hacia el porche y abrió la puerta con cuidado de no hacer ningún ruido. Todas las luces estaban apagadas y no se oía ni una mosca, así que, tras asegurarse de que no había nadie por el primer piso, subió al segundo con discreción.
Primero se fue a su habitación, y al abrir la puerta vio a Hana dormida en la cama, con el teléfono inalámbrico entre sus brazos. Neuval sonrió levemente y se acercó a ella, arrodillándose junto a la cama. Cogió el teléfono de sus manos y lo dejó sobre la mesilla. Seguidamente, le acarició el rostro y le dio un beso en la frente. Después de taparla bien con la manta, salió de la habitación y se fue a la de Yenkis. Lo vio ahí profundamente dormido en su cama, con los auriculares puestos y su guitarra reposando al lado. Volvió a sonreír, negando con la cabeza, y cerró la puerta.
Se quedó un momento quieto en el pasillo y dio un suspiro. Dirigió la mirada hacia la habitación del final, cuya puerta estaba abierta y se podía ver la cama de Cleven vacía. Bajó la cabeza, apesadumbrado. Entonces regresó al piso de abajo y caminó hacia su despacho para coger lo que necesitaba. Se iba a ir de allí unos días, o el tiempo que fuese necesario hasta que Alvion dejase de buscarlo o bien hasta que el tema del juicio quedase zanjado.
Lo último que quería era involucrar a Hana y a Yenkis en todo aquel lío en el que se había metido. Así que Neuval iba a quedarse en la casa de su madre. También podía ir a la de Lao, pero así era más fácil que Alvion lo encontrara, ya que Lao y Alvion se llevaban muy bien. Eran muy buenos amigos por la cantidad de años que Lao había trabajado para él, y Neuval tampoco quería poner a Lao en una situación incómoda con Alvion. Sí, la casa de su madre era la mejor opción, porque Ming Jie nunca permitiría la entrada de nadie en su casa que viniera para perjudicar o molestar a Neuval. Ella era su más fiel defensora, incluso ante el mismísimo Alvion Zou.
Al cruzar el pequeño vestíbulo, se paró frente a la puerta de su despacho y se fijó en que el papelito seguía pillado entre esta y el marco a cinco centímetros del suelo. Pero eso no era todo. Abrió la puerta y se metió dentro, y lo primero que hizo, más que nada por costumbre, fue mirar al suelo, justo debajo de una pequeña mesa sobre la cual había unos libros y unos papeles, pegada a la pared junto a la puerta. Al lado había una papelera, y entonces se agachó y la apartó.
—No puede ser... —resopló, y miró a un lado, entornando los ojos—. Yenkis...
Por supuesto que no iba a emplear un mecanismo de seguridad tan simple como lo del papelito, es más, este era para que quien quería entrar a escondidas reparase en él y sólo en él, y así pasaría desapercibido el segundo mecanismo.
Neuval era consciente de que su hijo pequeño era demasiado inteligente, lo cual era motivo de orgullo, pero a veces también era un gran fastidio. Antes solía programar a Hoti, la inteligencia artificial que había creado e instalado en su casa, para bloquear la puerta de su despacho y requerir una contraseña para entrar, pero hace unos pocos años Yenkis acabó averiguando el modo de manipular la configuración de Hoti, por mucho que Neuval le pusiera mecanismos anti-manipulación de terceras personas. Por tanto, Yenkis llegó a ser capaz de entrar en su despacho una vez sin que Hoti se lo impidiera, de modo que usar a Hoti era inútil contra Yenkis. Lo mismo pasaba con cualquier otro mecanismo de cerradura.
Por eso, Neuval ya no la usaba para bloquear el acceso a su despacho. En vez de eso, instaló otro mecanismo de seguridad, más rudimentario, más mecánico y discreto, que ni Yenkis ni nadie pudiera evitar activar nada más abrir la puerta. Solo que esta vez, no era para bloquear el acceso, sino para dejar una señal si alguien había entrado. Con esta forma, Neuval no quería impedir que Yenkis quebrantara la norma, sino saber cuándo y cuántas veces lo hacía. De ahí que hiciera, aparte, la trampa del papelito, lo suficientemente visible para que el niño la viera y pensara que era la única que había.
El mecanismo secreto estaba conectado a las bisagras de la puerta. Había montado un pequeño circuito eléctrico con un hilo de cobre tan fino que no se veía, que conectaba las bisagras con un pequeño aparato oculto en un cajón de una de las estanterías. Al abrir la puerta, las bisagras giraban, reconectando el hilo de cobre cortado y cerrando así el circuito. El aparato tenía cinco diminutas bombillas, y se encendía una cada vez que la puerta había sido abierta. Ahora mismo, debería haber una encendida, de ahora mismo, de cuando él había abierto la puerta. Pero había dos luces encendidas, lo que indicaba que ese día la puerta del despacho se había abierto dos veces.
Hana por supuesto que estaba descartada como la causante, porque Neuval sabía que ella cumplía las normas de su casa y de la empresa a rajatabla. Ella era incapaz de hacer algo que pudiera defraudarlo. También, porque ella no habría vuelto a poner el papelito en su sitio; no lo habría visto ahí abajo, para empezar. No había otro causante posible. Y Neuval ya se estaba masajeando las sienes, procurando estar calmado.
A ver, uno tenía que ser extremadamente iluso si pensaba que podía ser más listo que Neuval. Él no era famoso en la Asociación sólo porque tuviera el mayor nivel de poder demostrado en un iris. Esa sólo era una de las tres razones. La segunda razón, era porque él, ya de pequeño, había demostrado tener un cociente intelectual cercano o incluso igual al de los Zou, de casi 240. Era un genio de la Física y de la Tecnología, también políglota, y tenía una capacidad ilimitada de memoria eidética selectiva. Sabía cómo construir un avión, un barco, un cohete espacial, cualquier vehículo, ordenador, satélite, aparato, máquina, arma... con los ojos cerrados. Es más, todas las armas insólitas y aparatos de comunicación que usaba la Asociación eran de su marca, de su cabeza. La tercera razón de su fama era... por decirlo sutilmente... su peculiar personalidad. Su verdadera forma de ser, para ser exactos. Muy distinta a la de un serio empresario, o la de un padre disciplinado, o la de un ciudadano educado.
«Quién me iba a decir que tener un hijo con mi misma inteligencia y arrogante curiosidad iba a ser tan fastidioso...» pensó, «El problema no es la inteligencia, porque Lex también lo ha sido siempre, pero él no me daba tantos problemas como Yenkis, porque afortunadamente Lex ha heredado la férrea sensatez de Katya y del maestro Hideki. El problema es esa enfermiza obsesión con descubrir secretos y misterios y meter las narices donde no lo llaman... misma manía que comparte con Cleven y conmigo... y con mi hermana... Ay, Monique, ojalá estuvieras aquí, riéndote de mí» suspiró con dolorosa nostalgia.
Para asegurarse, se fue hacia su ordenador y lo encendió rápidamente. Esperaba ver algún cambio, tenía la sospecha de que su hijo había usado su ordenador, sin embargo, frunció el ceño al ver que todo estaba tal cual. Sus archivos confidenciales seguían ahí y bajo contraseña, era imposible que Yenkis la supiese. Pensó que a lo mejor habría entrado ahí para ver lo que tenía, y al no poder acceder a los contenidos, lo había dejado. Eso le tranquilizó un poco, pero en el fondo sentía que el niño había hecho algo más que mirar.
En fin, no tenía tiempo, dejó el tema para otro momento y apagó el ordenador. Cogió de uno de sus cajones el portátil, que sólo usaba para trabajar cada vez que estaba fuera, lo metió en una cartera negra y se fue.
* * * *
Cleven empezó a oír unos extraños y lejanos ruidos que la despertaron de golpe. Se incorporó sobre la cama y miró el reloj. Era de madrugada, y le fastidió bastante haberse despertado tan pronto. Se fue enfadada hacia la ventana de su habitación y se asomó al exterior para ver qué estaba pasando. Desde ahí podía ver gran parte de la extensión del Parque Yoyogi. Un pequeño estruendo producido en una zona boscosa la hizo mirar allá con susto. Entre la oscura espesura de los árboles, donde no había farolas, oyó unas voces y vio que las ramas de todos aquellos árboles se agitaban fuertemente durante un momento.
—¿Qué está...? —murmuró sorprendida.
Sin embargo, se quedó muda cuando vio lo que parecían ser cuatro personas saliendo disparadas de entre los árboles y perderse de vista al otro lado del inmenso parque. Cleven volvió a meterse dentro y se vistió a toda prisa. Después de ponerse las botas sin abrochar, salió del hotel rápidamente en dirección al parque, intrigada.
Sakura y Effie, de la SRS, ya habían dado con el Viento y la Oscuridad de la MRS y ahora estaban en mitad de la lucha en el mismísimo Parque Yoyogi. Los habían encontrado en Shinjuku, como dijo Pipi, pero habían decidido trasladar la batalla a un lugar que no fuera la calle y donde a esas horas no solía haber nadie. En ese momento, los dos de la MRS se habían escondido por alguna parte de un bosquecillo, que al lado tenía un paseo que bordeaba el estanque. Sakura posó los pies en el suelo tras haber saltado desde un lugar lejano y a su lado se posó Effie, que empezó a ojear la zona con atención, mientras su compañera se limitaba a lamer un chupa-chups y a juguetear con un mechón de su pelo.
Sakura iba al mismo instituto que Cleven, mismo curso pero diferente clase. La verdad es que Cleven nunca había tratado con ella, más que nada porque Sakura era la típica chica popular de instituto, una gal muy presumida siempre maquillada y a la moda, con una cuidada melena castaña con un mechón teñido de rosa, y Cleven no solía tratar con ese tipo de chicas. Nakuru sí había tratado con ella, si bien con discreción y de forma casual, por la simple razón de que se conocían desde la infancia, desde que comenzaron a trabajar en la Asociación en sus RS aliadas. Raven también conocía a Sakura, pero porque Raven también era una gal y desde que vino a estudiar a Tokio se había hecho amiga de las demás gals del instituto.
Sakura, que se convirtió a los 6 años cuando presenció el asesinato de su abuela a manos de la mafia japonesa, era una Sui aún en nivel -chan, pero sería un gran error juzgarla a primera vista. La SRS se convirtió en una de las más prestigiosas de la Asociación cuando estaba dirigida por Hideki Saehara como Líder y por Emiliya Smirkova como Segunda. Por supuesto, Cleven no tenía ni idea –o no se acordaba– de que sus dos abuelos maternos fueron dos iris muy famosos. Nada más creía que fueron una simple enfermera de origen ruso y un maestro marcial japonés dueño de un dojo. Pipi heredó el liderazgo de la SRS tras la muerte de ambos, antes de que Cleven naciera, y siguió siendo una RS de gran prestigio. Por eso, que un iris fuera integrado en ella como miembro decía mucho de ese iris. Pipi no elegiría a uno cualquiera.
Lo mismo pasaba con Effie, que fue elegida por el propio Hideki hace muchos años, cuando era pequeña, a pesar de que dominaba el mismo elemento que él. Tener dos iris del mismo elemento en una RS no entraba en la norma, pero no estaba totalmente prohibido. Effie se proclamaba escocesa porque su origen genealógico provenía de allí, pero la verdad es que ella era una habitante del Monte Zou. Su familia, o clan, llevaba más de un siglo viviendo dentro de las tierras Zou, así que ella se crio allí, y la mayor parte de sus familiares eran monjes y guardianes del Monte. Effie era la única de su generación familiar que se había convertido en iris, cuando de pequeña presenció la muerte injusta de su abuelo.
Los dos miembros de la MRS se habían sentado a descansar junto a un árbol y entre unos arbustos. Eran un hombre y un chico joven. El hombre estaba con la vista clavada en sus enemigas, a las que veía bien desde su escondite, mientras el chico se chupaba un corte que se había hecho en una mano.
—¿Cómo es posible que nos hayan hecho un ataque sorpresa? —masculló el joven—. ¿Quiénes son?
—Son de la SRS —contestó el otro con rabia—. Joder, deben de estar trabajando con la KRS. Desde que el Líder nos dio la señal de que ya tenía el pergamino, al poco rato nos han impedido ir hacia donde está él.
—Lo que quiere decir que la KRS ya sabía lo de nuestro plan de capturar al chico que lleva su pergamino —entendió.
—Incluso sabían que estábamos divididos y que nos íbamos a reunir cuando el Líder obtuviese nuestro objetivo. Cabrones... Si le han pedido ayuda a la SRS, quiere decir que la KRS ha ido a por nuestro Líder. ¿Seguirá teniendo el pergamino?
—Eso ya no importa ahora, tenemos que deshacernos de esas dos. ¿Creo un campo de vacío?
—No —lo detuvo cuando este ya había empezado a levantar las manos—. Ellas esperan un ataque por nuestra parte, conocen nuestros elementos, puede que ya sepan cómo reaccionar a eso. Además, necesitas mi ayuda para luchar contra ellas, y al igual que ellas, yo no puedo hacer nada sin luz ni aire. Esperaremos a que bajen la guardia y atacamos, no saben dónde estamos.
Effie dejó de escudriñar el bosquecillo y se acercó a su compañera.
—Sui-chan, voy a adentrarme ahí y haré que esos dos salgan por aquí —le dijo en voz baja—. Cuando lo hagan, usa el agua del estanque para...
—Sí, sí, sí... —le interrumpió, cansina, haciendo aspavientos—. Date prisa, la humedad de este lugar me estropea las puntas del pelo.
La escocesa negó con la cabeza y se apresuró a realizar su hazaña. Pero antes de desaparecer entre la maleza, su compañera la llamó.
—¡Denjin-san!
—¿¡Qué!? —saltó ella, dándose la vuelta, alarmada, pensando que la chica había visto a sus enemigos.
—¿Crees que esta falda me hace el culo gordo... —preguntó, girando la cabeza para mirarse el trasero—... o más bien respingón?
Effie puso una cara de loca increíble y se le hincharon algunas venas de sus musculosos brazos.
—¡Siempre igual! ¿¡Quieres dejar de preguntar tonterías!? ¡No puedo más contigo!
—Ahora... —le susurró el Viento de la MRS a su compañero de la Oscuridad.
Sakura sonrió astuta mientras Effie seguía despotricando contra ella, pues en ese momento sus oponentes salieron al descubierto, a punto de atacar a Effie por la espalda. No obstante, la gal, dejándose el chupa-chups en la boca, estiró los brazos y los empezó a subir. Las verdosas aguas del estanque comenzaron a elevarse y a formar una ola impresionante a sus espaldas y, con una sacudida de los brazos, mandó toda la masa de agua directa a ellos.
Los dos de la MRS, incluso Effie, se quedaron paralizados al ver lo que se les venía encima, y entonces la ola se estampó contra ellos, inundándolo todo, aunque la única que no se mojó fue Sakura. Cuando el nivel del agua disminuyó al desparramarse por los alrededores, Effie se levantó del suelo con tambaleos y escupiendo agua como una descosida, asqueada, aún perpleja por lo ocurrido.
—¿A qué esperas, bruta? —le gritó Sakura tan campante, señalándole tras ella.
—¿Eh? —se extrañó, recuperando el aire, y se dio la vuelta.
Entendió enseguida lo que pasaba, los dos de la MRS estaban en ese momento indefensos, afectados por el impacto de la ola, así que Effie no perdió ni un segundo y generó una descarga eléctrica hacia ellos usando el suelo mojado, puesto que estaban a una considerable distancia, y les dio de lleno. Sakura había secado el suelo que pisaba para que no le diese a ella también. Ambos miembros de la MRS soltaron un gemido de dolor al recibir la descarga, que, estando empapados, era más efectiva. Cuando Effie cesó su ataque, el hombre del elemento Viento se recuperó antes que su compañero e, incorporándose con mucha dificultad, le clavó una mirada fiera.
—Ayayay... —se alarmó la mujer, viéndolo venir, y corrió hacia Sakura, la agarró del brazo y se alejaron de la zona rápidamente.
—¿Por qué huimos? —se molestó la chica.
—Ese tipo es el Viento, tenemos que tener muchísimo cuidado con él —le explicó—. Lo he cabreado bastante, así que no dudará en ir a por nosotros.
—No vuela, ¿verdad? —quiso saber.
—No, volar es una capacidad del máximo nivel, y bien sabemos que sólo existe un Fuujin en el mundo. Será mejor que no nos pongamos mucho en su campo de visión o nos cortará a pedazos. No podrán moverse bien hasta dentro de un rato, así que aprovechemos para escondernos nosotras. Por cierto, ¿cómo te ha dado tiempo para atacar? No me digas que te lo esperabas.
—Pues sí —afirmó con tono presumido—. Sabía que saldrían, cuando creyeran que bajábamos la guardia. Era lo lógico. Como estaban acorralados en ese bosque, lo único que podían hacer era atacar en el momento oportuno para cambiar de zona.
—¿Por eso me has hecho la pregunta de la faldita? —farfulló, y ella le hizo el signo de la victoria con la mano, soltando una risita—. Eres una florecilla insoportable, "hermanita" —bufó mientras se adentraban en una amplia zona de columpios, rodeada de más árboles.
Cleven llegó hasta el paseo que bordeaba el estanque y se sorprendió al verlo todo inundado. Miró hacia el estanque, y luego hacia su alrededor. No había nadie, y se preguntó qué estaba pasando, por lo que siguió andando, empeñada en descubrir algo.
* * * *
En el solitario y abandonado Templo Tsukino, rodeado de bosques y bajo la débil luz de la luna, el Líder de la MRS seguía inmovilizando a Raijin, apretando su cuello con un brazo y con el otro sujetando sus muñecas. El rubio ya pensó en probar a descargar su electricidad, pero el Líder ya había pensado en ello antes de sujetarlo; si lo hacía, al menor chasquido que oyera, el Líder de la MRS lo enterraría bajo tierra sin darle tiempo.
—Vas a pagar por habernos hundido el plan, mocoso —le susurró este.
—¿Creías que no íbamos a hacer nada al respecto? —replicó Raijin.
—¡Creía que seríais más lógicos! Sobre todo tú, don iris perfecto. ¿Qué uso le dais a vuestro pergamino? Solamente el Líder de una RS tiene derecho a aprender su Técnica y a usarla. ¡Pero vosotros no tenéis Líder! ¡Ni siquiera Fuujin le ha cedido el cargo a nadie de vuestra RS! Tenéis un pergamino con una Técnica que nadie usa, guardado todo el tiempo en algún lugar, acumulando polvo. ¡Es un puto desperdicio! Lo más racional es darle uso a las cosas que dan una utilidad productiva a nuestro trabajo, ¿vas a decirme que no piensas igual?
—Tienes razón, yo sólo veo las cosas con la razón y la lógica, ¡y por eso respeto las normas de la Asociación, que dictan que un Líder no puede aprender más de una Técnica! Sólo quieres un aumento de poder para destacar en la Asociación y conseguir más prestigio.
—¡Para cumplir con éxito más misiones contra los humanos criminales!
—¡La norma de que los iris sólo pueden aprender una única Técnica y de que solamente pueden hacerlo los Líderes está por una razón, Akira! —se hartó Raijin—. ¡No es como aprender dos técnicas de lucha o de cómo freír un huevo en la sartén! ¡Son técnicas espaciotemporales que juegan con las leyes del espacio y el tiempo! ¿¡Te crees que Denzel va a dejar que un iris manipule estas leyes más de lo que tiene permitido!? ¡Confórmate con tu maldita Técnica!
—Si Denzel tiene un problema con eso, ya me encargaré de discutirlo con él, ¡pero tú deberías haberte quedado al margen! Entérate de una vez del lugar en el que estás en realidad, mocoso. El lugar en el que Fuujin os dejó —se rio—. Vuestra RS se ha vuelto la más débil de todas. Hay rivalidades en vuestro grupo, ¿me equivoco? —Raijin, al oír eso, recordó las numerosas escenas que había vivido peleándose con Drasik—. Vuestro Segundo al mando está atado a la abstinencia por culpa de las sospechas del Gobierno. —Recordó que el viejo Lao estaba muy cerca de caer en la lista de sospechosos del Gobierno—. Tenéis a un novato poco experto que es prácticamente la sustitución de su gemelo. —Recordó a Kyo—. Y el pilar que os sostenía a todos se ha esfumado. —Recordó a Fuujin—. Por no hablar de esos dos compañeros vuestros que se marcharon, dejándoos sin otros dos elementos. Y uno de ellos... lleva años acumulando la peor de las famas entre los rumores de la Asociación. —Raijin cerró los ojos ante esa última mención, y apretó los puños—. Reconócelo, tu RS está muy mal.
Raijin se quedó un momento en silencio, agarrando el brazo de Akira con fuerza, mientras sentía las miradas burlonas de los demás encima de él.
—Puede... —murmuró—… que haya peleas entre nosotros, pero cuando tenemos que trabajar en grupo, lo hacemos a la perfección. Puede que uno de nosotros esté amenazado por las sospechas del Gobierno, pero es nuestro mayor veterano, con más experiencia que tú y que yo juntos en burlar esas sospechas. Puede que Ka-chan sea un novato, pero lo que pensáis de él no es más que una mera subestimación, lo cual os acaba de demostrar hace un rato. Y puede que ya no tengamos a nuestro Líder y que ninguno de nosotros pueda sustituirlo, ¡pero no le necesitamos! ¡Nos las arreglamos bien sin él!
—Y eso te conviene, ¿no? —siguió burlándose Akira—. Porque tengo entendido que tú y Fuujin no os lleváis bien... ¿no es así? Me pregunto si se tratará de algo del trabajo que habéis compartido durante tantos años... o si se trata de algo personal entre tú y él.
—¿¡Cuándo vas a callarte!? —saltó Raijin.
—Te molesta que te saquen los trapos sucios de las pocas cosas buenas que te quedan, ¿eh? —sonrió, apretándole más el cuello.
—Irónico, que tú hables de tener trapos sucios —se oyó una voz de repente en el lugar.
Todos dieron un sobresalto y miraron a su alrededor, buscando a alguien entre las sombras.
—Vaya... —resopló el Líder con fastidio, aunque sonreía—. ¿Quién andará por ahí?
«Ya era hora» pensó Raijin.
—No os tolero que os metáis con los miembros de mi familia —se oyó otra voz distinta, desde otro punto.
—Hay dos... —gruñó el Dobutsu de la MRS—. ¡Dad la cara!
—¿Miembros de tu familia? —preguntó el Líder, y miró a Raijin con cierta extrañeza, pero luego sonrió—. No... Claro, Raijin no tiene familia —volvió a mirar hacia las sombras, dirigiéndose a la segunda voz—. Tú debes de ser el nieto de Alvion, ¿verdad? Qué novedad veros a vos involucrado en una pelea de iris, mi Señor Yako.
—No me llames así, Akira —le advirtió Yako, todavía escondido por ahí.
—Tranquilo, joven Zou, era una broma —se rio despreocupado—. Te faltarían años para poder llegarle a Alvion a la suela de los zapatos. Si elegiste ser un iris normal como nosotros, significa que te puedo golpear tu cara bonita de igual a igual, ¿no?
—¡Akira, ¿qué haces?! —se alarmó su Dobutsu—. ¡No provoques a Yako! ¿¡Quieres que nos mate a todos de un pestañeo!? ¡Aunque no haya aprendido a manejar su poder de Zou, eso no significa que no tenga dentro un poder supremo y que lo use contra nosotros sin control!
—No digas estupideces —terció su Líder—. Los Zou son incapaces de matar o herir gravemente a un iris, nos ven como a sus hijos. Sean desertores o no —añadió.
—Pero Alvion nos castigará si atacamos a su nieto.
—No lo hará. El anciano siempre respeta las normas. Si su nieto ha decidido ser un iris más, a él y a nosotros nos respetará por igual, y respetará nuestras peleas. ¿¡Me estás oyendo, Yako!? —alzó la voz, mirando en derredor—. ¡No creas que voy a frenarme sólo porque seas un Zou! ¡No eres más que un crío desagradecido! Tu abuelo es el hombre más noble, generoso y bondadoso que ha pisado la tierra y estás peleado con él por un estúpido capricho.
—Cuidado con lo que dices, Akira —intervino Raijin en defensa de su amigo.
—No finjas que no entiendes lo que digo, Raijin —le espetó este—. Tu querido amigo es el único Zou que quedará cuando Alvion muera. Es el único que podrá seguir protegiéndonos y salvándonos, pero no lo hará, por la simple razón de que "no le apetece" ser un Señor de los Iris. Deshonra a su abuelo y con ello nos deshonra a todos, que somos casi tres millones de iris.
—Él tiene su derecho a elegir su propia vida —insistió Raijin.
—¿A qué precio? Alvion ya tiene 110 años y el pobre tiene que seguir sosteniendo solo a toda la Asociación porque no tiene a nadie que le sustituya y ayude. No conozco a nadie en este mundo que lleve sobre sus hombros una carga tan grande, y aun así nunca le he oído quejarse. El anciano ha dedicado toda su vida a vagar por el mundo salvando y ayudando a la gente, incluso a quienes no lo merecen. ¿Y qué obtiene a cambio? Muere su mujer humana porque no puede vivir tanto como él, asesinan a su propio hijo en su propia casa y después su nieto le da la espalda. ¿Yako quiere ser un iris igual a nosotros? Bien por él, pero el hecho de ser el único iris que no respeta a Alvion, eso ya no le hace igual a nosotros. Puede que algunos nos saltemos las normas del anciano de vez en cuando y puede que a veces no aguantemos lo estricto y gruñón que es. Pero no hay iris que en el fondo no sienta adoración por él. Y absoluta gratitud. Excepto tu amigo. Que encima es de su sangre.
—Lo que mi amigo tiene con Alvion es un asunto familiar y personal más complejo de lo que crees, en el que ni tú ni nadie tiene que opinar nada —siseó Raijin, hartándose.
—Lo curioso, Raijin, es que estés tú hablando por él, y él lleve todo este rato callado. ¿Sabes por qué? Porque Yako sabe que tengo razón y este tema le remuerde la conciencia.
Antes de que Raijin pudiera contestar a eso, para sorpresa de todos se oyó un fuerte ruido de entre los árboles y Yako apareció de repente encima de Akira, con las manos apoyadas en sus hombros y los pies en alto. Con un fuerte impulso, Yako empujó al Líder de la MRS hacia abajo y enterró la mitad de su cuerpo en la tierra con ayuda de raíces subterráneas. Al mismo tiempo, el Sui y el Dobutsu soltaron por fin a Raijin, desconcertados, y el rubio quedó libre. Mientras Yako daba una pirueta y volvía a posar los pies en el suelo junto a ellos, los otros dos hombres de la MRS se cayeron de culo sobre la hierba por el breve temblor que se produjo, y la chica dio un paso atrás con sobresalto. Raijin se frotó el cuello dolorido y miró al Líder enterrado de cintura para abajo, el cual no mostraba estar tan impresionado como sus compañeros.
—Jojo, qué listo, te has quedado en silencio todo el tiempo para pillarme con la guardia bajada. Sí, menudo discurso os he soltado, ¿eh? Muy bien, Shokubutsu-chan.
—Shokubutsujin-san —le corrigió Yako tranquilamente—. Primero os burlasteis de nuestro novato Ka-chan y luego de nuestro Denjin-sama —señaló a Raijin—. Y tú, amago de Líder, has hablado además muy mal de nuestro Kajin-san y de nuestro Fuujin-sama. Ya te has burlado bastante de mi familia.
—¿Vas a llorar, Shokubutsu-chan? —siguió burlándose Akira, intentando sacar los brazos de la tierra, pero las raíces que su adversario estaba dominando eran muy fuertes.
—Hay algo que tienes que entender, iris —le espetó Yako.
Esta vez, la voz de Yako sonó algo más profunda de lo normal, ligeramente distorsionada, y miró a Akira ahí abajo frente a sus pies con postura firme. De repente, la tierra, el aire y todos los alrededores comenzaron a emitir una leve vibración escalofriante. Cada átomo, cada molécula. Incluso las pequeñas piedras junto a los pies de Yako empezaron a levitar un poco y a erosionarse poco a poco.
—Uff... —resopló Raijin, alejándose unos pasos de su amigo, notando esa insoportable sobrecarga de energía inundando todo el ambiente.
—En esta vida, las cosas siempre pueden dar un giro inesperado —le explicó Yako al Líder.
Akira procuró mantenerse sereno, pero empezó a ponerse nervioso cuando la luz verde del ojo izquierdo del chico, la de su iris Planta, dejó de brillar. En su lugar, los dos ojos de Yako brillaron juntos, de una sobrecogedora luz dorada.
—Tengo toda una vida por delante para cambiar de opinión, Akira. Si eso sucediera... te convendría no llevarte mal con tu futuro jefe. ¿No crees?
El Líder de la MRS apretó una sonrisa arrogante pero no se atrevió a contestarle. En ese momento Yako era como una sombra en contraste con la poderosa luz de sus dos ojos, que brillaban como dos soles, estremecedor. Todo el ambiente seguía vibrando y ni siquiera era la millonésima parte de su poder Zou. Era como un aura divina. Los demás miembros de la MRS estaban paralizados, temerosos de que tuviera intenciones de matarlos por estar demasiado cabreado. Sin embargo, Akira tenía razón, para un Zou era imposible matar o incluso hacer daños graves a un iris.
Ni siquiera hacía falta. Yako tan sólo se estaba burlando de ellos. Solamente pretendía asustarlos y lo estaba haciendo para reírse de ellos. Eso lo delató cuando sus ojos dejaron de brillar y su rostro dejó de ser aterrador, y dibujó su sonrisa simpática de siempre. Todos los alrededores dejaron de vibrar y el resto por fin pudo recuperar la respiración.
—Es divertido cuando tembláis de miedo con un par de sencillos trucos Zou, ¿pero zanjamos este duelo o no? —suspiró Yako felizmente.
—Qué callado estás ahora, Akira —corroboró Raijin.
—¡N... No tenéis nada que hacer! —exclamó el Dobutsu de la MRS, nervioso—. El resto de los nuestros no tardarán en llegar y seréis menor en número.
—Permíteme objetar —intervino Sam, apareciendo detrás de Raijin, mirando con desdén a su semejante—. Nuestros aliados ya se están encargando de ellos.
Oír eso sí que no agradó nada al Líder de la MRS, el cual encogió el rostro en una expresión furiosa.
—Bueno... —forzó una sonrisa de nuevo—. Pues no nos queda otra que ganar este duelo, supongo.
Repentinamente, el Líder se zambulló dentro de la tierra como si esta se lo hubiese tragado, y con ese movimiento todos se pusieron en guardia.
—Conque esas tenemos... —sonrió Yako, y también se sumergió en la dura tierra como si de agua se tratase, sin dejar rastro, para ir a atacarle.
Tras esto, Sam fue el segundo en atacar. De un salto se fue directo hacia el Dobutsu de la MRS y el impacto los llevó a meterse entre la espesura del bosque. Al mismo tiempo, el Sui feo, que al parecer ya estaba preparado porque Raijin vio que tras él tenía ya una masa de agua del lago que había cerca meciéndose de un lado a otro entre los árboles, empleó unos extraños movimientos de brazos y manos que hicieron que una especie de cuerdas de agua se dirigieran hacia Raijin. Este tuvo que dar un salto para esquivarlas y se posó en uno de los tejados del templo, sin embargo, le sorprendió una bola de fuego que iba directa a él, y rodó sobre su cuerpo, salvándose por los pelos.
—¡Ka-chan, vigila tu cabeza! —le advirtió el Sui a su joven compañera, mientras seguía maniobrando con el agua desde su sitio.
La chica miró hacia arriba de golpe y abrió los ojos con alarma al ver cómo una carga eléctrica se formaba y crecía en el cielo. Saltó a un lado a tiempo antes de que el rayo creado por Raijin la rozase, aunque el impacto de este contra el suelo levantó escombros y uno de ellos le golpeó en la espalda, y el estruendo casi los dejó sordos a ella y a su compañero. Pese a ello, volvió a ponerse en pie y así siguieron con la lucha, ella y el Sui contra Raijin. Por otra parte, Sam contra su similar, dándose zarpazos y mordiscos en el bosque, y Yako y Akira removiendo las entrañas del subsuelo, provocando de vez en cuando breves seísmos y saliendo varias veces a la superficie para liarse a puñetazos e intentar amordazarse el uno al otro con la ayuda de las ramas y raíces de los árboles.
* * * *
Mientras tanto, en un pequeño solar en obras, en medio de un barrio en construcción de Tokio...
—¡Vamos a enfriarte un poco esos humos! —exclamó Eddie, abrazando por la espalda a su enemigo.
El Suna, elemento Arena de la MRS, se sorprendió por el ataque inesperado del chico, que apareció tras él desde un banco de niebla artificial. Antes de poder moverse, empezó a tiritar del insoportable frío que sentía en todo su cuerpo. Al ser un Hosha, Eddie podía manipular la radiación y temperatura de cualquier cosa. Con 15 años, era un chico en el primer año de la secundaria superior, igualmente iba al mismo instituto que los otros. Natural de Chicago y de padres interraciales, de pequeño vio morir a su hermana mayor, y por ciertas razones de seguridad, no pudo ser acogido por ninguna RS del continente americano, y fue acogido por Pipi en la SRS de Tokio, único Líder que por aquel entonces aceptó cargar con su problema de seguridad internacional.
—¡La próxima vez te lo pensarás antes de atacar a mi Segunda, justo cuando estábamos trasladando la pelea a este lugar sin humanos para hacer un duelo justo, cobarde! —sonrió el chico, victorioso, cuando su contrincante se quedó sin fuerzas para seguir manteniendo su dominio sobre la arena.
Waine, la Segunda al mando de la SRS y mano derecha de Pipi, también era una Suna, y aprovechó ese momento para salir de las arenas movedizas en las que aquel contrincante la había hundido hacía un rato. La mujer se elevó con las piernas envueltas en un torbellino de arena, como una sirena del desierto de tez morena y cabello caoba, y envolvió también con ella el cuerpo de su adversario. Siempre con un semblante sereno y dócil, Waine apenas pestañeó cuando cerró sus puños, y las arenas que cubrían al otro Suna se transformaron en una coraza de cristales, inmovilizándolo.
No obstante, el enemigo aprovechó un segundo para dar una sacudida de su brazo al aire, y levantó una ola violenta de polvo y arena que Eddie se comió entera. Seguidamente, se las arregló para quebrar su prisión de cristal en mil pedazos y ponerse a cubierto entre las vigas y ladrillos del edificio a medio construir que tenían al lado. La mujer corrió hacia su joven compañero, que no paraba de escupir arena, toser y frotarse los ojos, y le intentó ayudar a quitársela.
—Maldito... —masculló Eddie, rabioso, y la luz azul oscuro de su ojo intensificó su brillo, y a los pocos segundos el lugar quedó cubierto por una espesa niebla—. Está ahí —le señaló a su compañera hacia su derecha.
Waine se puso en pie de un salto y corrió hacia donde le había indicado, sin embargo, se dio de bruces con su oponente, que por culpa de la niebla parecía estar perdido, y ambos comenzaron una lucha cuerpo a cuerpo. En cuanto Eddie se librase de los restos de arena y polvo que se había tragado, iría a ayudar a Waine. Siendo dos contra uno, la pelea no iba a durar mucho.
* * * *
—¡No me lo puedo creer! —gruñó la mujer de la Electricidad de la MRS cuando ella y su compañero se escondieron entre los coches de un aparcamiento público, rodeado de altos edificios de oficinas, a esas horas vacíos y oscuros—. ¡A eso se refería con "me habéis ahorrado dos búsquedas"!
—Tenían planeado de antemano ir a por nosotros —masculló el hombre—. ¡Te dije que no fuéramos a rendir cuentas con esa niña punk de la KRS! Ahora el Líder de la SRS lo ha tenido más fácil para localizarnos.
—Los nuestros deben de estar en la misma situación que nosotros. La KRS y la SRS están trabajando juntas en esto, sabían que nuestro Líder iba a conseguir el pergamino esta noche.
—Ssh... —la calló de pronto, y se asomó un poco por encima del capó de un Toyota—. Ahí viene.
Pipi se adentró en el aparcamiento a paso lento y con una actitud bastante despreocupada. Miraba a un lado y a otro, buscándolos. Los dos de la MRS se preguntaron cómo podía ir tan tranquilo, como si ignorase la posibilidad de que lo pudieran atacar, aún mayor estando completamente al descubierto.
—Salid, ratitas... Os quiero ver la colita... —canturreó Pipi, imitando la voz de Robert de Niro, su actor favorito, pero en su idioma natal—. Salid, salid, salid...
Los dos de la MRS no entendieron lo que decía porque estaba hablando en español, aun así la mujer supo que se estaba burlando de ellos descaradamente.
—Se va a comer su chulería —farfulló la mujer con rabia—. Provócale una hipotermia.
—Sería inútil con un Dobutsu, usaría la característica de un animal que pudiese soportar bajas temperaturas, como los osos polares. Créeme, ya lo he visto antes. Tiene ventaja sobre mi elemento.
—¡Tú tienes el puto elemento más peligroso que existe después del Yami! —protestó ella.
—¿¡Qué coño quieres, que lo fría con una explosión nuclear y le derrita la piel y los huesos!? ¡Es un duelo entre iris, Paola, no vamos a matar a un terrorista humano!
—¡Pues atacaré yo! —gruñó ella, preparándose para lanzar una descarga eléctrica.
Sin embargo, Pipi comenzó a olisquear el aire igual que un perro sabueso, y al verlo, el hombre de la MRS le metió prisa a su compañera antes de que diese con sus olores.
—¡Abogado! —exclamó Pipi, dirigiendo la mirada justo hacia donde se encontraban.
—¡Mierda! —exclamó el hombre, escondiéndose.
En ese instante, la mujer apuntó con sus manos cargadas hacia su oponente y lanzó el ataque. Pipi sonrió y se apartó a tiempo, con lo cual el ataque fue a parar a la esquina de uno de los edificios y provocó un pequeño destrozo. La mujer soltó un juramento, pero su compañero ya estaba preparado, a los pocos segundos creó un espeso campo de niebla.
—¿¡Qué haces!? —saltó la mujer—. ¡Así no veo a un palmo de mis narices!
—Pero yo sí —replicó—. Sígueme, sé dónde está.
—¡Él también lo sabe, sólo tiene que seguir nuestro olor!
—¡Da igual! Tenemos que acabar con él de una maldita vez.
Su compañera soltó un gruñido cuando este salió escopetado a meterse entre la niebla, y se apresuró a seguirlo. Aquellos dos no eran muy pacientes, lo cual era una gran desventaja; siendo tan impulsivos sólo los llevaría a meter la pata, hecho que Pipi conocía e iba aprovechar. Sabía lo que iban a hacer, y estaba preparado.
Poco después de que Kyo alcanzase la autopista Bayshore que conducía a Tokio a través de la costa, se preguntó qué tal le iría a Raijin. Por una parte, quería dar media vuelta y luchar junto a él, pero sabía que llevar el pergamino a un lugar en el que estuviese a salvo era más importante que nada, era su responsabilidad. Sin embargo, su preocupación disminuyó cuando divisó a lo lejos dos figuras que corrían en dirección contraria por el arcén. Eran Yako y Sam.
Nada más verlo, ambos se pararon en seco con caras de sorpresa y alivio.
—¡Hey, menos mal que estás bien! —saltó Yako, dándole un abrazo.
—Cuánto me alegro de veros —suspiró Kyo—. Hola, Sammy.
—Estás horrible —contestó este—. Será mejor que vuelvas a la ciudad cuanto antes, he mandado a uno de los cuervos para avisar a tu abuelo que ya vas para allá, te estará esperando en el tramo final.
—Bien —asintió con firmeza—. Daos prisa, Raijin está solo con esos cuatro.
Sus compañeros volvieron a emprender la marcha enseguida, Kyo por un lado y los otros dos por otro.
* * * *
Pipi estaba con varios de sus subordinados en lo alto de la Torre de Tokio todavía. Estos lo miraban en silencio, esperando, mientras él oteaba el horizonte de norte a sur, quieto y callado. Su ojo izquierdo brillaba de luz verde oscuro, con gran intensidad, y había momentos en que esta daba leves parpadeos.
No estaba la SRS entera, que constaba de ocho miembros, con todos los elementos menos el Fuego, el cual los abandonó hace un año por razones complicadas.
Pipi era el Dobutsu y el más mayor de su SRS. Le seguía Yagami, iris Shokubutsu de 36 años, y Effie, iris Den de 34. Yagami y Effie habían sido miembros de la SRS desde que eran pequeños, cuando Hideki aún la lideraba y Pipi y Neuval aún eran adolescentes. Yagami era un hombre japonés muy alto y delgado, siempre iba vestido al estilo heavy metal porque era aficionado a esta música, muñequera de pinchos, melena larga de un castaño gris… pero su rostro siempre se mostraba risueño y amable, así como su forma de ser, rasgo típico que compartía con otros Shokubutsu como Yako.
A pesar de que Effie era su íntima amiga desde niños, pues se habían criado juntos, ella era un poco lo contrario. A veces era un poco caótica, acelerada, nerviosa, un rasgo típico de algunos Den, que, por ejemplo, no compartía con Raijin, pues Raijin tenía el rasgo de la calma estática antes de la tormenta. Era una mujer de orígenes escoceses, pero pertenecía a un clan natural del Monte Zou y había nacido y crecido allí, siendo la mediana de siete hermanos. Ocho, si contara con Yagami, que fue acogido. Effie tenía un cabello cobrizo y largo, rapado por los laterales, decorado con un par de trenzas, y tenía brazos musculosos, además de una cicatriz en la barbilla. Era ruda, pero, al igual que sus compañeros, una magnífica iris, siempre bienhumorada.
Aunque Yagami y Effie tenían tanta antigüedad como Pipi en la SRS, rechazaron desempeñar los altos cargos. Por eso, el siguiente miembro, Waine, era la Segunda al mando, una iris Suna de 24 años de origen hindú. Se podía esperar que una Segunda al mando destacase a simple vista, pero Waine se mostraba como una mujer silenciosa, recatada, aparentemente dócil e inamovible, como una roca que no hacía nada, pero que, cuando alguien menos se lo esperase, se convertía en un afilado cristal.
Después estaba Haru, un iris Fuu de 20 años, que era además cantante y guitarrista de un grupo de música famoso de Japón, solo que ahora no estaba ahí con ellos participando en esta ayuda, porque solía ser un chico bastante pasota, como la brisa que pasaba de largo e iba libre de un lado a otro.
La siguiente, Sakura, era una iris Sui de 16 años, una gal muy coqueta y presumida, que ya bien fluía fácilmente entre su entorno, ya bien se volvía fría como el hielo.
Luego estaba Eddie, iris Hosha de 15 años, afroamericano y natural de Chicago, un muchacho de energía incansable, siempre riendo alegre y emitiendo buena onda a su alrededor, aunque a veces daba la sensación de que lo fingía.
Por último, estaba Jannik, un iris Yami, y a pesar de su muy corta edad y de su reciente ingreso en la SRS, desempeñaba el cargo de Guardián. Era un niño especial.
Como este era un encargo sencillo, además de Haru, tampoco estaban Yagami ni Jannik participando, por tener otros asuntos más importantes. De modo que Pipi estaba ahora con cuatro de sus siete compañeros.
Cuando la luz del ojo de Pipi pareció dar su último parpadeo, se volvió hacia sus compañeros.
—Ya he localizado a todos —les dijo—. Ya están en movimiento, todos van en dirección a Yokohama, tal y como Raijin había predicho. Tenemos que frenarles el paso y comenzar el duelo. Sakura —miró a la chica, la cual estaba mascando chicle y jugando con un mechón de pelo—, y Effie, id hacia el distrito de Shinjuku, por allí andan el Viento y la Oscuridad de la MRS.
Nada más acabar la frase, las dos desaparecieron del lugar en un abrir y cerrar de ojos.
—Waine y Eddie, hacia Meguro, por allí está la Arena —prosiguió Pipi.
—Yeah! —celebró Eddie, y desapareció con Waine.
—Y yo, a por los dos idiotas de antes —se dijo Pipi, yéndose por la misma dirección por la que huyeron antes la Radiación y la Electricidad de la MRS después de que Neuval los espantara sin querer.
* * * *
Ya entrada la noche, una figura se adentró en el jardín de la casa de los Vernoux. Anduvo hacia el porche y abrió la puerta con cuidado de no hacer ningún ruido. Todas las luces estaban apagadas y no se oía ni una mosca, así que, tras asegurarse de que no había nadie por el primer piso, subió al segundo con discreción.
Primero se fue a su habitación, y al abrir la puerta vio a Hana dormida en la cama, con el teléfono inalámbrico entre sus brazos. Neuval sonrió levemente y se acercó a ella, arrodillándose junto a la cama. Cogió el teléfono de sus manos y lo dejó sobre la mesilla. Seguidamente, le acarició el rostro y le dio un beso en la frente. Después de taparla bien con la manta, salió de la habitación y se fue a la de Yenkis. Lo vio ahí profundamente dormido en su cama, con los auriculares puestos y su guitarra reposando al lado. Volvió a sonreír, negando con la cabeza, y cerró la puerta.
Se quedó un momento quieto en el pasillo y dio un suspiro. Dirigió la mirada hacia la habitación del final, cuya puerta estaba abierta y se podía ver la cama de Cleven vacía. Bajó la cabeza, apesadumbrado. Entonces regresó al piso de abajo y caminó hacia su despacho para coger lo que necesitaba. Se iba a ir de allí unos días, o el tiempo que fuese necesario hasta que Alvion dejase de buscarlo o bien hasta que el tema del juicio quedase zanjado.
Lo último que quería era involucrar a Hana y a Yenkis en todo aquel lío en el que se había metido. Así que Neuval iba a quedarse en la casa de su madre. También podía ir a la de Lao, pero así era más fácil que Alvion lo encontrara, ya que Lao y Alvion se llevaban muy bien. Eran muy buenos amigos por la cantidad de años que Lao había trabajado para él, y Neuval tampoco quería poner a Lao en una situación incómoda con Alvion. Sí, la casa de su madre era la mejor opción, porque Ming Jie nunca permitiría la entrada de nadie en su casa que viniera para perjudicar o molestar a Neuval. Ella era su más fiel defensora, incluso ante el mismísimo Alvion Zou.
Al cruzar el pequeño vestíbulo, se paró frente a la puerta de su despacho y se fijó en que el papelito seguía pillado entre esta y el marco a cinco centímetros del suelo. Pero eso no era todo. Abrió la puerta y se metió dentro, y lo primero que hizo, más que nada por costumbre, fue mirar al suelo, justo debajo de una pequeña mesa sobre la cual había unos libros y unos papeles, pegada a la pared junto a la puerta. Al lado había una papelera, y entonces se agachó y la apartó.
—No puede ser... —resopló, y miró a un lado, entornando los ojos—. Yenkis...
Por supuesto que no iba a emplear un mecanismo de seguridad tan simple como lo del papelito, es más, este era para que quien quería entrar a escondidas reparase en él y sólo en él, y así pasaría desapercibido el segundo mecanismo.
Neuval era consciente de que su hijo pequeño era demasiado inteligente, lo cual era motivo de orgullo, pero a veces también era un gran fastidio. Antes solía programar a Hoti, la inteligencia artificial que había creado e instalado en su casa, para bloquear la puerta de su despacho y requerir una contraseña para entrar, pero hace unos pocos años Yenkis acabó averiguando el modo de manipular la configuración de Hoti, por mucho que Neuval le pusiera mecanismos anti-manipulación de terceras personas. Por tanto, Yenkis llegó a ser capaz de entrar en su despacho una vez sin que Hoti se lo impidiera, de modo que usar a Hoti era inútil contra Yenkis. Lo mismo pasaba con cualquier otro mecanismo de cerradura.
Por eso, Neuval ya no la usaba para bloquear el acceso a su despacho. En vez de eso, instaló otro mecanismo de seguridad, más rudimentario, más mecánico y discreto, que ni Yenkis ni nadie pudiera evitar activar nada más abrir la puerta. Solo que esta vez, no era para bloquear el acceso, sino para dejar una señal si alguien había entrado. Con esta forma, Neuval no quería impedir que Yenkis quebrantara la norma, sino saber cuándo y cuántas veces lo hacía. De ahí que hiciera, aparte, la trampa del papelito, lo suficientemente visible para que el niño la viera y pensara que era la única que había.
El mecanismo secreto estaba conectado a las bisagras de la puerta. Había montado un pequeño circuito eléctrico con un hilo de cobre tan fino que no se veía, que conectaba las bisagras con un pequeño aparato oculto en un cajón de una de las estanterías. Al abrir la puerta, las bisagras giraban, reconectando el hilo de cobre cortado y cerrando así el circuito. El aparato tenía cinco diminutas bombillas, y se encendía una cada vez que la puerta había sido abierta. Ahora mismo, debería haber una encendida, de ahora mismo, de cuando él había abierto la puerta. Pero había dos luces encendidas, lo que indicaba que ese día la puerta del despacho se había abierto dos veces.
Hana por supuesto que estaba descartada como la causante, porque Neuval sabía que ella cumplía las normas de su casa y de la empresa a rajatabla. Ella era incapaz de hacer algo que pudiera defraudarlo. También, porque ella no habría vuelto a poner el papelito en su sitio; no lo habría visto ahí abajo, para empezar. No había otro causante posible. Y Neuval ya se estaba masajeando las sienes, procurando estar calmado.
A ver, uno tenía que ser extremadamente iluso si pensaba que podía ser más listo que Neuval. Él no era famoso en la Asociación sólo porque tuviera el mayor nivel de poder demostrado en un iris. Esa sólo era una de las tres razones. La segunda razón, era porque él, ya de pequeño, había demostrado tener un cociente intelectual cercano o incluso igual al de los Zou, de casi 240. Era un genio de la Física y de la Tecnología, también políglota, y tenía una capacidad ilimitada de memoria eidética selectiva. Sabía cómo construir un avión, un barco, un cohete espacial, cualquier vehículo, ordenador, satélite, aparato, máquina, arma... con los ojos cerrados. Es más, todas las armas insólitas y aparatos de comunicación que usaba la Asociación eran de su marca, de su cabeza. La tercera razón de su fama era... por decirlo sutilmente... su peculiar personalidad. Su verdadera forma de ser, para ser exactos. Muy distinta a la de un serio empresario, o la de un padre disciplinado, o la de un ciudadano educado.
«Quién me iba a decir que tener un hijo con mi misma inteligencia y arrogante curiosidad iba a ser tan fastidioso...» pensó, «El problema no es la inteligencia, porque Lex también lo ha sido siempre, pero él no me daba tantos problemas como Yenkis, porque afortunadamente Lex ha heredado la férrea sensatez de Katya y del maestro Hideki. El problema es esa enfermiza obsesión con descubrir secretos y misterios y meter las narices donde no lo llaman... misma manía que comparte con Cleven y conmigo... y con mi hermana... Ay, Monique, ojalá estuvieras aquí, riéndote de mí» suspiró con dolorosa nostalgia.
Para asegurarse, se fue hacia su ordenador y lo encendió rápidamente. Esperaba ver algún cambio, tenía la sospecha de que su hijo había usado su ordenador, sin embargo, frunció el ceño al ver que todo estaba tal cual. Sus archivos confidenciales seguían ahí y bajo contraseña, era imposible que Yenkis la supiese. Pensó que a lo mejor habría entrado ahí para ver lo que tenía, y al no poder acceder a los contenidos, lo había dejado. Eso le tranquilizó un poco, pero en el fondo sentía que el niño había hecho algo más que mirar.
En fin, no tenía tiempo, dejó el tema para otro momento y apagó el ordenador. Cogió de uno de sus cajones el portátil, que sólo usaba para trabajar cada vez que estaba fuera, lo metió en una cartera negra y se fue.
* * * *
Cleven empezó a oír unos extraños y lejanos ruidos que la despertaron de golpe. Se incorporó sobre la cama y miró el reloj. Era de madrugada, y le fastidió bastante haberse despertado tan pronto. Se fue enfadada hacia la ventana de su habitación y se asomó al exterior para ver qué estaba pasando. Desde ahí podía ver gran parte de la extensión del Parque Yoyogi. Un pequeño estruendo producido en una zona boscosa la hizo mirar allá con susto. Entre la oscura espesura de los árboles, donde no había farolas, oyó unas voces y vio que las ramas de todos aquellos árboles se agitaban fuertemente durante un momento.
—¿Qué está...? —murmuró sorprendida.
Sin embargo, se quedó muda cuando vio lo que parecían ser cuatro personas saliendo disparadas de entre los árboles y perderse de vista al otro lado del inmenso parque. Cleven volvió a meterse dentro y se vistió a toda prisa. Después de ponerse las botas sin abrochar, salió del hotel rápidamente en dirección al parque, intrigada.
Sakura y Effie, de la SRS, ya habían dado con el Viento y la Oscuridad de la MRS y ahora estaban en mitad de la lucha en el mismísimo Parque Yoyogi. Los habían encontrado en Shinjuku, como dijo Pipi, pero habían decidido trasladar la batalla a un lugar que no fuera la calle y donde a esas horas no solía haber nadie. En ese momento, los dos de la MRS se habían escondido por alguna parte de un bosquecillo, que al lado tenía un paseo que bordeaba el estanque. Sakura posó los pies en el suelo tras haber saltado desde un lugar lejano y a su lado se posó Effie, que empezó a ojear la zona con atención, mientras su compañera se limitaba a lamer un chupa-chups y a juguetear con un mechón de su pelo.
Sakura iba al mismo instituto que Cleven, mismo curso pero diferente clase. La verdad es que Cleven nunca había tratado con ella, más que nada porque Sakura era la típica chica popular de instituto, una gal muy presumida siempre maquillada y a la moda, con una cuidada melena castaña con un mechón teñido de rosa, y Cleven no solía tratar con ese tipo de chicas. Nakuru sí había tratado con ella, si bien con discreción y de forma casual, por la simple razón de que se conocían desde la infancia, desde que comenzaron a trabajar en la Asociación en sus RS aliadas. Raven también conocía a Sakura, pero porque Raven también era una gal y desde que vino a estudiar a Tokio se había hecho amiga de las demás gals del instituto.
Sakura, que se convirtió a los 6 años cuando presenció el asesinato de su abuela a manos de la mafia japonesa, era una Sui aún en nivel -chan, pero sería un gran error juzgarla a primera vista. La SRS se convirtió en una de las más prestigiosas de la Asociación cuando estaba dirigida por Hideki Saehara como Líder y por Emiliya Smirkova como Segunda. Por supuesto, Cleven no tenía ni idea –o no se acordaba– de que sus dos abuelos maternos fueron dos iris muy famosos. Nada más creía que fueron una simple enfermera de origen ruso y un maestro marcial japonés dueño de un dojo. Pipi heredó el liderazgo de la SRS tras la muerte de ambos, antes de que Cleven naciera, y siguió siendo una RS de gran prestigio. Por eso, que un iris fuera integrado en ella como miembro decía mucho de ese iris. Pipi no elegiría a uno cualquiera.
Lo mismo pasaba con Effie, que fue elegida por el propio Hideki hace muchos años, cuando era pequeña, a pesar de que dominaba el mismo elemento que él. Tener dos iris del mismo elemento en una RS no entraba en la norma, pero no estaba totalmente prohibido. Effie se proclamaba escocesa porque su origen genealógico provenía de allí, pero la verdad es que ella era una habitante del Monte Zou. Su familia, o clan, llevaba más de un siglo viviendo dentro de las tierras Zou, así que ella se crio allí, y la mayor parte de sus familiares eran monjes y guardianes del Monte. Effie era la única de su generación familiar que se había convertido en iris, cuando de pequeña presenció la muerte injusta de su abuelo.
Los dos miembros de la MRS se habían sentado a descansar junto a un árbol y entre unos arbustos. Eran un hombre y un chico joven. El hombre estaba con la vista clavada en sus enemigas, a las que veía bien desde su escondite, mientras el chico se chupaba un corte que se había hecho en una mano.
—¿Cómo es posible que nos hayan hecho un ataque sorpresa? —masculló el joven—. ¿Quiénes son?
—Son de la SRS —contestó el otro con rabia—. Joder, deben de estar trabajando con la KRS. Desde que el Líder nos dio la señal de que ya tenía el pergamino, al poco rato nos han impedido ir hacia donde está él.
—Lo que quiere decir que la KRS ya sabía lo de nuestro plan de capturar al chico que lleva su pergamino —entendió.
—Incluso sabían que estábamos divididos y que nos íbamos a reunir cuando el Líder obtuviese nuestro objetivo. Cabrones... Si le han pedido ayuda a la SRS, quiere decir que la KRS ha ido a por nuestro Líder. ¿Seguirá teniendo el pergamino?
—Eso ya no importa ahora, tenemos que deshacernos de esas dos. ¿Creo un campo de vacío?
—No —lo detuvo cuando este ya había empezado a levantar las manos—. Ellas esperan un ataque por nuestra parte, conocen nuestros elementos, puede que ya sepan cómo reaccionar a eso. Además, necesitas mi ayuda para luchar contra ellas, y al igual que ellas, yo no puedo hacer nada sin luz ni aire. Esperaremos a que bajen la guardia y atacamos, no saben dónde estamos.
Effie dejó de escudriñar el bosquecillo y se acercó a su compañera.
—Sui-chan, voy a adentrarme ahí y haré que esos dos salgan por aquí —le dijo en voz baja—. Cuando lo hagan, usa el agua del estanque para...
—Sí, sí, sí... —le interrumpió, cansina, haciendo aspavientos—. Date prisa, la humedad de este lugar me estropea las puntas del pelo.
La escocesa negó con la cabeza y se apresuró a realizar su hazaña. Pero antes de desaparecer entre la maleza, su compañera la llamó.
—¡Denjin-san!
—¿¡Qué!? —saltó ella, dándose la vuelta, alarmada, pensando que la chica había visto a sus enemigos.
—¿Crees que esta falda me hace el culo gordo... —preguntó, girando la cabeza para mirarse el trasero—... o más bien respingón?
Effie puso una cara de loca increíble y se le hincharon algunas venas de sus musculosos brazos.
—¡Siempre igual! ¿¡Quieres dejar de preguntar tonterías!? ¡No puedo más contigo!
—Ahora... —le susurró el Viento de la MRS a su compañero de la Oscuridad.
Sakura sonrió astuta mientras Effie seguía despotricando contra ella, pues en ese momento sus oponentes salieron al descubierto, a punto de atacar a Effie por la espalda. No obstante, la gal, dejándose el chupa-chups en la boca, estiró los brazos y los empezó a subir. Las verdosas aguas del estanque comenzaron a elevarse y a formar una ola impresionante a sus espaldas y, con una sacudida de los brazos, mandó toda la masa de agua directa a ellos.
Los dos de la MRS, incluso Effie, se quedaron paralizados al ver lo que se les venía encima, y entonces la ola se estampó contra ellos, inundándolo todo, aunque la única que no se mojó fue Sakura. Cuando el nivel del agua disminuyó al desparramarse por los alrededores, Effie se levantó del suelo con tambaleos y escupiendo agua como una descosida, asqueada, aún perpleja por lo ocurrido.
—¿A qué esperas, bruta? —le gritó Sakura tan campante, señalándole tras ella.
—¿Eh? —se extrañó, recuperando el aire, y se dio la vuelta.
Entendió enseguida lo que pasaba, los dos de la MRS estaban en ese momento indefensos, afectados por el impacto de la ola, así que Effie no perdió ni un segundo y generó una descarga eléctrica hacia ellos usando el suelo mojado, puesto que estaban a una considerable distancia, y les dio de lleno. Sakura había secado el suelo que pisaba para que no le diese a ella también. Ambos miembros de la MRS soltaron un gemido de dolor al recibir la descarga, que, estando empapados, era más efectiva. Cuando Effie cesó su ataque, el hombre del elemento Viento se recuperó antes que su compañero e, incorporándose con mucha dificultad, le clavó una mirada fiera.
—Ayayay... —se alarmó la mujer, viéndolo venir, y corrió hacia Sakura, la agarró del brazo y se alejaron de la zona rápidamente.
—¿Por qué huimos? —se molestó la chica.
—Ese tipo es el Viento, tenemos que tener muchísimo cuidado con él —le explicó—. Lo he cabreado bastante, así que no dudará en ir a por nosotros.
—No vuela, ¿verdad? —quiso saber.
—No, volar es una capacidad del máximo nivel, y bien sabemos que sólo existe un Fuujin en el mundo. Será mejor que no nos pongamos mucho en su campo de visión o nos cortará a pedazos. No podrán moverse bien hasta dentro de un rato, así que aprovechemos para escondernos nosotras. Por cierto, ¿cómo te ha dado tiempo para atacar? No me digas que te lo esperabas.
—Pues sí —afirmó con tono presumido—. Sabía que saldrían, cuando creyeran que bajábamos la guardia. Era lo lógico. Como estaban acorralados en ese bosque, lo único que podían hacer era atacar en el momento oportuno para cambiar de zona.
—¿Por eso me has hecho la pregunta de la faldita? —farfulló, y ella le hizo el signo de la victoria con la mano, soltando una risita—. Eres una florecilla insoportable, "hermanita" —bufó mientras se adentraban en una amplia zona de columpios, rodeada de más árboles.
Cleven llegó hasta el paseo que bordeaba el estanque y se sorprendió al verlo todo inundado. Miró hacia el estanque, y luego hacia su alrededor. No había nadie, y se preguntó qué estaba pasando, por lo que siguió andando, empeñada en descubrir algo.
* * * *
En el solitario y abandonado Templo Tsukino, rodeado de bosques y bajo la débil luz de la luna, el Líder de la MRS seguía inmovilizando a Raijin, apretando su cuello con un brazo y con el otro sujetando sus muñecas. El rubio ya pensó en probar a descargar su electricidad, pero el Líder ya había pensado en ello antes de sujetarlo; si lo hacía, al menor chasquido que oyera, el Líder de la MRS lo enterraría bajo tierra sin darle tiempo.
—Vas a pagar por habernos hundido el plan, mocoso —le susurró este.
—¿Creías que no íbamos a hacer nada al respecto? —replicó Raijin.
—¡Creía que seríais más lógicos! Sobre todo tú, don iris perfecto. ¿Qué uso le dais a vuestro pergamino? Solamente el Líder de una RS tiene derecho a aprender su Técnica y a usarla. ¡Pero vosotros no tenéis Líder! ¡Ni siquiera Fuujin le ha cedido el cargo a nadie de vuestra RS! Tenéis un pergamino con una Técnica que nadie usa, guardado todo el tiempo en algún lugar, acumulando polvo. ¡Es un puto desperdicio! Lo más racional es darle uso a las cosas que dan una utilidad productiva a nuestro trabajo, ¿vas a decirme que no piensas igual?
—Tienes razón, yo sólo veo las cosas con la razón y la lógica, ¡y por eso respeto las normas de la Asociación, que dictan que un Líder no puede aprender más de una Técnica! Sólo quieres un aumento de poder para destacar en la Asociación y conseguir más prestigio.
—¡Para cumplir con éxito más misiones contra los humanos criminales!
—¡La norma de que los iris sólo pueden aprender una única Técnica y de que solamente pueden hacerlo los Líderes está por una razón, Akira! —se hartó Raijin—. ¡No es como aprender dos técnicas de lucha o de cómo freír un huevo en la sartén! ¡Son técnicas espaciotemporales que juegan con las leyes del espacio y el tiempo! ¿¡Te crees que Denzel va a dejar que un iris manipule estas leyes más de lo que tiene permitido!? ¡Confórmate con tu maldita Técnica!
—Si Denzel tiene un problema con eso, ya me encargaré de discutirlo con él, ¡pero tú deberías haberte quedado al margen! Entérate de una vez del lugar en el que estás en realidad, mocoso. El lugar en el que Fuujin os dejó —se rio—. Vuestra RS se ha vuelto la más débil de todas. Hay rivalidades en vuestro grupo, ¿me equivoco? —Raijin, al oír eso, recordó las numerosas escenas que había vivido peleándose con Drasik—. Vuestro Segundo al mando está atado a la abstinencia por culpa de las sospechas del Gobierno. —Recordó que el viejo Lao estaba muy cerca de caer en la lista de sospechosos del Gobierno—. Tenéis a un novato poco experto que es prácticamente la sustitución de su gemelo. —Recordó a Kyo—. Y el pilar que os sostenía a todos se ha esfumado. —Recordó a Fuujin—. Por no hablar de esos dos compañeros vuestros que se marcharon, dejándoos sin otros dos elementos. Y uno de ellos... lleva años acumulando la peor de las famas entre los rumores de la Asociación. —Raijin cerró los ojos ante esa última mención, y apretó los puños—. Reconócelo, tu RS está muy mal.
Raijin se quedó un momento en silencio, agarrando el brazo de Akira con fuerza, mientras sentía las miradas burlonas de los demás encima de él.
—Puede... —murmuró—… que haya peleas entre nosotros, pero cuando tenemos que trabajar en grupo, lo hacemos a la perfección. Puede que uno de nosotros esté amenazado por las sospechas del Gobierno, pero es nuestro mayor veterano, con más experiencia que tú y que yo juntos en burlar esas sospechas. Puede que Ka-chan sea un novato, pero lo que pensáis de él no es más que una mera subestimación, lo cual os acaba de demostrar hace un rato. Y puede que ya no tengamos a nuestro Líder y que ninguno de nosotros pueda sustituirlo, ¡pero no le necesitamos! ¡Nos las arreglamos bien sin él!
—Y eso te conviene, ¿no? —siguió burlándose Akira—. Porque tengo entendido que tú y Fuujin no os lleváis bien... ¿no es así? Me pregunto si se tratará de algo del trabajo que habéis compartido durante tantos años... o si se trata de algo personal entre tú y él.
—¿¡Cuándo vas a callarte!? —saltó Raijin.
—Te molesta que te saquen los trapos sucios de las pocas cosas buenas que te quedan, ¿eh? —sonrió, apretándole más el cuello.
—Irónico, que tú hables de tener trapos sucios —se oyó una voz de repente en el lugar.
Todos dieron un sobresalto y miraron a su alrededor, buscando a alguien entre las sombras.
—Vaya... —resopló el Líder con fastidio, aunque sonreía—. ¿Quién andará por ahí?
«Ya era hora» pensó Raijin.
—No os tolero que os metáis con los miembros de mi familia —se oyó otra voz distinta, desde otro punto.
—Hay dos... —gruñó el Dobutsu de la MRS—. ¡Dad la cara!
—¿Miembros de tu familia? —preguntó el Líder, y miró a Raijin con cierta extrañeza, pero luego sonrió—. No... Claro, Raijin no tiene familia —volvió a mirar hacia las sombras, dirigiéndose a la segunda voz—. Tú debes de ser el nieto de Alvion, ¿verdad? Qué novedad veros a vos involucrado en una pelea de iris, mi Señor Yako.
—No me llames así, Akira —le advirtió Yako, todavía escondido por ahí.
—Tranquilo, joven Zou, era una broma —se rio despreocupado—. Te faltarían años para poder llegarle a Alvion a la suela de los zapatos. Si elegiste ser un iris normal como nosotros, significa que te puedo golpear tu cara bonita de igual a igual, ¿no?
—¡Akira, ¿qué haces?! —se alarmó su Dobutsu—. ¡No provoques a Yako! ¿¡Quieres que nos mate a todos de un pestañeo!? ¡Aunque no haya aprendido a manejar su poder de Zou, eso no significa que no tenga dentro un poder supremo y que lo use contra nosotros sin control!
—No digas estupideces —terció su Líder—. Los Zou son incapaces de matar o herir gravemente a un iris, nos ven como a sus hijos. Sean desertores o no —añadió.
—Pero Alvion nos castigará si atacamos a su nieto.
—No lo hará. El anciano siempre respeta las normas. Si su nieto ha decidido ser un iris más, a él y a nosotros nos respetará por igual, y respetará nuestras peleas. ¿¡Me estás oyendo, Yako!? —alzó la voz, mirando en derredor—. ¡No creas que voy a frenarme sólo porque seas un Zou! ¡No eres más que un crío desagradecido! Tu abuelo es el hombre más noble, generoso y bondadoso que ha pisado la tierra y estás peleado con él por un estúpido capricho.
—Cuidado con lo que dices, Akira —intervino Raijin en defensa de su amigo.
—No finjas que no entiendes lo que digo, Raijin —le espetó este—. Tu querido amigo es el único Zou que quedará cuando Alvion muera. Es el único que podrá seguir protegiéndonos y salvándonos, pero no lo hará, por la simple razón de que "no le apetece" ser un Señor de los Iris. Deshonra a su abuelo y con ello nos deshonra a todos, que somos casi tres millones de iris.
—Él tiene su derecho a elegir su propia vida —insistió Raijin.
—¿A qué precio? Alvion ya tiene 110 años y el pobre tiene que seguir sosteniendo solo a toda la Asociación porque no tiene a nadie que le sustituya y ayude. No conozco a nadie en este mundo que lleve sobre sus hombros una carga tan grande, y aun así nunca le he oído quejarse. El anciano ha dedicado toda su vida a vagar por el mundo salvando y ayudando a la gente, incluso a quienes no lo merecen. ¿Y qué obtiene a cambio? Muere su mujer humana porque no puede vivir tanto como él, asesinan a su propio hijo en su propia casa y después su nieto le da la espalda. ¿Yako quiere ser un iris igual a nosotros? Bien por él, pero el hecho de ser el único iris que no respeta a Alvion, eso ya no le hace igual a nosotros. Puede que algunos nos saltemos las normas del anciano de vez en cuando y puede que a veces no aguantemos lo estricto y gruñón que es. Pero no hay iris que en el fondo no sienta adoración por él. Y absoluta gratitud. Excepto tu amigo. Que encima es de su sangre.
—Lo que mi amigo tiene con Alvion es un asunto familiar y personal más complejo de lo que crees, en el que ni tú ni nadie tiene que opinar nada —siseó Raijin, hartándose.
—Lo curioso, Raijin, es que estés tú hablando por él, y él lleve todo este rato callado. ¿Sabes por qué? Porque Yako sabe que tengo razón y este tema le remuerde la conciencia.
Antes de que Raijin pudiera contestar a eso, para sorpresa de todos se oyó un fuerte ruido de entre los árboles y Yako apareció de repente encima de Akira, con las manos apoyadas en sus hombros y los pies en alto. Con un fuerte impulso, Yako empujó al Líder de la MRS hacia abajo y enterró la mitad de su cuerpo en la tierra con ayuda de raíces subterráneas. Al mismo tiempo, el Sui y el Dobutsu soltaron por fin a Raijin, desconcertados, y el rubio quedó libre. Mientras Yako daba una pirueta y volvía a posar los pies en el suelo junto a ellos, los otros dos hombres de la MRS se cayeron de culo sobre la hierba por el breve temblor que se produjo, y la chica dio un paso atrás con sobresalto. Raijin se frotó el cuello dolorido y miró al Líder enterrado de cintura para abajo, el cual no mostraba estar tan impresionado como sus compañeros.
—Jojo, qué listo, te has quedado en silencio todo el tiempo para pillarme con la guardia bajada. Sí, menudo discurso os he soltado, ¿eh? Muy bien, Shokubutsu-chan.
—Shokubutsujin-san —le corrigió Yako tranquilamente—. Primero os burlasteis de nuestro novato Ka-chan y luego de nuestro Denjin-sama —señaló a Raijin—. Y tú, amago de Líder, has hablado además muy mal de nuestro Kajin-san y de nuestro Fuujin-sama. Ya te has burlado bastante de mi familia.
—¿Vas a llorar, Shokubutsu-chan? —siguió burlándose Akira, intentando sacar los brazos de la tierra, pero las raíces que su adversario estaba dominando eran muy fuertes.
—Hay algo que tienes que entender, iris —le espetó Yako.
Esta vez, la voz de Yako sonó algo más profunda de lo normal, ligeramente distorsionada, y miró a Akira ahí abajo frente a sus pies con postura firme. De repente, la tierra, el aire y todos los alrededores comenzaron a emitir una leve vibración escalofriante. Cada átomo, cada molécula. Incluso las pequeñas piedras junto a los pies de Yako empezaron a levitar un poco y a erosionarse poco a poco.
—Uff... —resopló Raijin, alejándose unos pasos de su amigo, notando esa insoportable sobrecarga de energía inundando todo el ambiente.
—En esta vida, las cosas siempre pueden dar un giro inesperado —le explicó Yako al Líder.
Akira procuró mantenerse sereno, pero empezó a ponerse nervioso cuando la luz verde del ojo izquierdo del chico, la de su iris Planta, dejó de brillar. En su lugar, los dos ojos de Yako brillaron juntos, de una sobrecogedora luz dorada.
—Tengo toda una vida por delante para cambiar de opinión, Akira. Si eso sucediera... te convendría no llevarte mal con tu futuro jefe. ¿No crees?
El Líder de la MRS apretó una sonrisa arrogante pero no se atrevió a contestarle. En ese momento Yako era como una sombra en contraste con la poderosa luz de sus dos ojos, que brillaban como dos soles, estremecedor. Todo el ambiente seguía vibrando y ni siquiera era la millonésima parte de su poder Zou. Era como un aura divina. Los demás miembros de la MRS estaban paralizados, temerosos de que tuviera intenciones de matarlos por estar demasiado cabreado. Sin embargo, Akira tenía razón, para un Zou era imposible matar o incluso hacer daños graves a un iris.
Ni siquiera hacía falta. Yako tan sólo se estaba burlando de ellos. Solamente pretendía asustarlos y lo estaba haciendo para reírse de ellos. Eso lo delató cuando sus ojos dejaron de brillar y su rostro dejó de ser aterrador, y dibujó su sonrisa simpática de siempre. Todos los alrededores dejaron de vibrar y el resto por fin pudo recuperar la respiración.
—Es divertido cuando tembláis de miedo con un par de sencillos trucos Zou, ¿pero zanjamos este duelo o no? —suspiró Yako felizmente.
—Qué callado estás ahora, Akira —corroboró Raijin.
—¡N... No tenéis nada que hacer! —exclamó el Dobutsu de la MRS, nervioso—. El resto de los nuestros no tardarán en llegar y seréis menor en número.
—Permíteme objetar —intervino Sam, apareciendo detrás de Raijin, mirando con desdén a su semejante—. Nuestros aliados ya se están encargando de ellos.
Oír eso sí que no agradó nada al Líder de la MRS, el cual encogió el rostro en una expresión furiosa.
—Bueno... —forzó una sonrisa de nuevo—. Pues no nos queda otra que ganar este duelo, supongo.
Repentinamente, el Líder se zambulló dentro de la tierra como si esta se lo hubiese tragado, y con ese movimiento todos se pusieron en guardia.
—Conque esas tenemos... —sonrió Yako, y también se sumergió en la dura tierra como si de agua se tratase, sin dejar rastro, para ir a atacarle.
Tras esto, Sam fue el segundo en atacar. De un salto se fue directo hacia el Dobutsu de la MRS y el impacto los llevó a meterse entre la espesura del bosque. Al mismo tiempo, el Sui feo, que al parecer ya estaba preparado porque Raijin vio que tras él tenía ya una masa de agua del lago que había cerca meciéndose de un lado a otro entre los árboles, empleó unos extraños movimientos de brazos y manos que hicieron que una especie de cuerdas de agua se dirigieran hacia Raijin. Este tuvo que dar un salto para esquivarlas y se posó en uno de los tejados del templo, sin embargo, le sorprendió una bola de fuego que iba directa a él, y rodó sobre su cuerpo, salvándose por los pelos.
—¡Ka-chan, vigila tu cabeza! —le advirtió el Sui a su joven compañera, mientras seguía maniobrando con el agua desde su sitio.
La chica miró hacia arriba de golpe y abrió los ojos con alarma al ver cómo una carga eléctrica se formaba y crecía en el cielo. Saltó a un lado a tiempo antes de que el rayo creado por Raijin la rozase, aunque el impacto de este contra el suelo levantó escombros y uno de ellos le golpeó en la espalda, y el estruendo casi los dejó sordos a ella y a su compañero. Pese a ello, volvió a ponerse en pie y así siguieron con la lucha, ella y el Sui contra Raijin. Por otra parte, Sam contra su similar, dándose zarpazos y mordiscos en el bosque, y Yako y Akira removiendo las entrañas del subsuelo, provocando de vez en cuando breves seísmos y saliendo varias veces a la superficie para liarse a puñetazos e intentar amordazarse el uno al otro con la ayuda de las ramas y raíces de los árboles.
* * * *
Mientras tanto, en un pequeño solar en obras, en medio de un barrio en construcción de Tokio...
—¡Vamos a enfriarte un poco esos humos! —exclamó Eddie, abrazando por la espalda a su enemigo.
El Suna, elemento Arena de la MRS, se sorprendió por el ataque inesperado del chico, que apareció tras él desde un banco de niebla artificial. Antes de poder moverse, empezó a tiritar del insoportable frío que sentía en todo su cuerpo. Al ser un Hosha, Eddie podía manipular la radiación y temperatura de cualquier cosa. Con 15 años, era un chico en el primer año de la secundaria superior, igualmente iba al mismo instituto que los otros. Natural de Chicago y de padres interraciales, de pequeño vio morir a su hermana mayor, y por ciertas razones de seguridad, no pudo ser acogido por ninguna RS del continente americano, y fue acogido por Pipi en la SRS de Tokio, único Líder que por aquel entonces aceptó cargar con su problema de seguridad internacional.
—¡La próxima vez te lo pensarás antes de atacar a mi Segunda, justo cuando estábamos trasladando la pelea a este lugar sin humanos para hacer un duelo justo, cobarde! —sonrió el chico, victorioso, cuando su contrincante se quedó sin fuerzas para seguir manteniendo su dominio sobre la arena.
Waine, la Segunda al mando de la SRS y mano derecha de Pipi, también era una Suna, y aprovechó ese momento para salir de las arenas movedizas en las que aquel contrincante la había hundido hacía un rato. La mujer se elevó con las piernas envueltas en un torbellino de arena, como una sirena del desierto de tez morena y cabello caoba, y envolvió también con ella el cuerpo de su adversario. Siempre con un semblante sereno y dócil, Waine apenas pestañeó cuando cerró sus puños, y las arenas que cubrían al otro Suna se transformaron en una coraza de cristales, inmovilizándolo.
No obstante, el enemigo aprovechó un segundo para dar una sacudida de su brazo al aire, y levantó una ola violenta de polvo y arena que Eddie se comió entera. Seguidamente, se las arregló para quebrar su prisión de cristal en mil pedazos y ponerse a cubierto entre las vigas y ladrillos del edificio a medio construir que tenían al lado. La mujer corrió hacia su joven compañero, que no paraba de escupir arena, toser y frotarse los ojos, y le intentó ayudar a quitársela.
—Maldito... —masculló Eddie, rabioso, y la luz azul oscuro de su ojo intensificó su brillo, y a los pocos segundos el lugar quedó cubierto por una espesa niebla—. Está ahí —le señaló a su compañera hacia su derecha.
Waine se puso en pie de un salto y corrió hacia donde le había indicado, sin embargo, se dio de bruces con su oponente, que por culpa de la niebla parecía estar perdido, y ambos comenzaron una lucha cuerpo a cuerpo. En cuanto Eddie se librase de los restos de arena y polvo que se había tragado, iría a ayudar a Waine. Siendo dos contra uno, la pelea no iba a durar mucho.
* * * *
—¡No me lo puedo creer! —gruñó la mujer de la Electricidad de la MRS cuando ella y su compañero se escondieron entre los coches de un aparcamiento público, rodeado de altos edificios de oficinas, a esas horas vacíos y oscuros—. ¡A eso se refería con "me habéis ahorrado dos búsquedas"!
—Tenían planeado de antemano ir a por nosotros —masculló el hombre—. ¡Te dije que no fuéramos a rendir cuentas con esa niña punk de la KRS! Ahora el Líder de la SRS lo ha tenido más fácil para localizarnos.
—Los nuestros deben de estar en la misma situación que nosotros. La KRS y la SRS están trabajando juntas en esto, sabían que nuestro Líder iba a conseguir el pergamino esta noche.
—Ssh... —la calló de pronto, y se asomó un poco por encima del capó de un Toyota—. Ahí viene.
Pipi se adentró en el aparcamiento a paso lento y con una actitud bastante despreocupada. Miraba a un lado y a otro, buscándolos. Los dos de la MRS se preguntaron cómo podía ir tan tranquilo, como si ignorase la posibilidad de que lo pudieran atacar, aún mayor estando completamente al descubierto.
—Salid, ratitas... Os quiero ver la colita... —canturreó Pipi, imitando la voz de Robert de Niro, su actor favorito, pero en su idioma natal—. Salid, salid, salid...
Los dos de la MRS no entendieron lo que decía porque estaba hablando en español, aun así la mujer supo que se estaba burlando de ellos descaradamente.
—Se va a comer su chulería —farfulló la mujer con rabia—. Provócale una hipotermia.
—Sería inútil con un Dobutsu, usaría la característica de un animal que pudiese soportar bajas temperaturas, como los osos polares. Créeme, ya lo he visto antes. Tiene ventaja sobre mi elemento.
—¡Tú tienes el puto elemento más peligroso que existe después del Yami! —protestó ella.
—¿¡Qué coño quieres, que lo fría con una explosión nuclear y le derrita la piel y los huesos!? ¡Es un duelo entre iris, Paola, no vamos a matar a un terrorista humano!
—¡Pues atacaré yo! —gruñó ella, preparándose para lanzar una descarga eléctrica.
Sin embargo, Pipi comenzó a olisquear el aire igual que un perro sabueso, y al verlo, el hombre de la MRS le metió prisa a su compañera antes de que diese con sus olores.
—¡Abogado! —exclamó Pipi, dirigiendo la mirada justo hacia donde se encontraban.
—¡Mierda! —exclamó el hombre, escondiéndose.
En ese instante, la mujer apuntó con sus manos cargadas hacia su oponente y lanzó el ataque. Pipi sonrió y se apartó a tiempo, con lo cual el ataque fue a parar a la esquina de uno de los edificios y provocó un pequeño destrozo. La mujer soltó un juramento, pero su compañero ya estaba preparado, a los pocos segundos creó un espeso campo de niebla.
—¿¡Qué haces!? —saltó la mujer—. ¡Así no veo a un palmo de mis narices!
—Pero yo sí —replicó—. Sígueme, sé dónde está.
—¡Él también lo sabe, sólo tiene que seguir nuestro olor!
—¡Da igual! Tenemos que acabar con él de una maldita vez.
Su compañera soltó un gruñido cuando este salió escopetado a meterse entre la niebla, y se apresuró a seguirlo. Aquellos dos no eran muy pacientes, lo cual era una gran desventaja; siendo tan impulsivos sólo los llevaría a meter la pata, hecho que Pipi conocía e iba aprovechar. Sabía lo que iban a hacer, y estaba preparado.
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