Seguidores

1º LIBRO - Realidad y Ficción





20.
El intercambio del pergamino

Corriendo entre la espesura, rodeado de oscuridad, Kyo fue esquivando con destreza todo obstáculo del camino, que podía divisar gracias a la luz roja que emitía su ojo izquierdo, la cual iluminaba lo suficiente. Cuatro personas iban detrás de él, más lejos, pero que no tardarían en alcanzarlo.

Kyo estaba nervioso. Era la primera vez que se enfrentaba a algo así, lo único que tenía en mente era asegurarse de que el pergamino siguiese seguro en su bolsillo interno del abrigo, y la réplica metida en la mochila, donde también llevaba sus libros del instituto, ya que todo había empezado nada más salir de allí y además seguía con el uniforme puesto; hecho una pena, pero aún le abrigaba. Los sonidos de la noche, pájaros y demás animales nocturnos era lo único que oía, además de sus pasos sobre la tierra.

Inesperadamente, no vio una raíz que sobresalía del suelo y tropezó con ella, cayendo al suelo con brusquedad. Volvió a levantarse lo más rápido que pudo y miró hacia atrás, con la intención de asegurarse de que sus perseguidores seguían lo suficientemente lejos como para que le diese tiempo a llegar al templo. Después, mirando al frente, divisó las pequeñas luces de su destino ya a pocas decenas de metros, así que antes de emprender la marcha, decidió iluminar más el camino para evitar otro traspié.

Con sólo levantar un poco las manos con las palmas hacia arriba, concentró parte de su energía sobre ellas y no tardaron en generarse dos bolas de fuego, cuya luz permitió tener una visión más clara de los alrededores.

Sabía que esto no era más que un enfrentamiento de rivalidad contra otra RS, pero precisamente por ser un asunto mucho más inofensivo que una misión real contra terroristas, no podía defraudar a sus compañeros con una tarea que era relativamente sencilla. Si no era capaz de proteger un objeto que pertenecía a su RS, ¿qué diría eso de él como iris? ¿O qué diría eso de la fuerza y eficacia de la KRS? Caería en vergüenza, una RS que antaño había sido de las mejores del mundo.

Además, la presión sobre Kyo era mucho más grande que sobre la mayoría de los iris. Su abuelo, el viejo Kei Lian Lao, era el iris más veterano de la Asociación, con récord histórico de 57 años de servicio, y también, había sido calificado como la persona más fuerte del mundo. Su tío, Neuval, que a ojos de la Asociación también era un Lao, se había convertido en el iris más poderoso de la historia y en el Líder más famoso y aclamado. Y su hermano gemelo, Yousuke, que fue iris desde los 6 años hasta los 15, había demostrado estar a la altura del apellido Lao también, a pesar de que muriera el año pasado en medio de una terrible misión. 


Todo comenzó con el viejo Lao, y con los padres de Katya.

El viejo Lao tampoco tuvo unos inicios fáciles. Nada más nacer, fue abandonado junto a su hermano gemelo a las puertas de un orfanato en Hong Kong. Era más o menos la época de la Segunda Guerra Mundial, y crecer en un orfanato en ese tiempo era un proceso de supervivencia más. Lao jamás supo lo que era tener padres, ni un hogar, ni sentirse seguro durante más de una hora seguida. Pero fue un niño feliz, porque tenía a su inseparable hermano. Hasta que lo vio morir a manos de unos criminales cuando tenían 10 años. Se convirtió en iris, y Agatha lo llevó al Monte Zou. Allí, el pequeño Lao conoció a Alvion, quien a sus ojos fue lo más parecido a un padre que tuvo. Le cambió la vida.

Cuando Lao empezó su año de entrenamiento en el Monte Zou a los 10 años, fue cuando conoció a Hideki Saehara, un niño japonés un par de años más joven que él, pero todo un prodigio. Se hicieron mejores amigos. Pero Hideki terminó su entrenamiento medio año antes que él y tuvo que regresar a Japón. Lao terminó su entrenamiento seis meses después, y comenzó a trabajar en la HRS de Hong Kong, labrándose una vida llena de emocionantes misiones, victorias, aumento de poder y reconocimiento ante el resto de la Asociación. Por lo visto, Hideki también estuvo logrando lo mismo en su país.

No fue hasta años después cuando Lao y Hideki se reencontraron. Entonces, Lao ya tenía 22 años, estaba casado con su adorada Ming Jie, humana, y con un bebé en camino al que llamarían Sai. Igualmente, Hideki también estaba casado, pero con una iris, natural de Rusia, Emiliya Smirkova, la cual se había vuelto una legendaria joven iris igual a ellos dos, y además, también estaban con una bebé en camino, a la que llamarían Ekaterina, con su diminutivo Katya.

Hideki estaba en mitad de proceso de convertirse en el Líder de su propia RS, la SRS de Tokio, y Emiliya iba a ser su Segunda. Estaban reclutando miembros, y cuando se lo propuso a su viejo y querido amigo, Lao no dudó en cambiarse de RS y convertirse, así, en el Guardián de la SRS de aquel entonces. A pesar de que Lao siguió viviendo en Hong Kong y de que Hideki y su SRS vivían en Tokio, se las arreglaron para trabajar juntos aunque fuera desde la distancia la mayor parte del tiempo.

Diez años después de aquello, todo iba sobre ruedas. La SRS de Tokio se había convertido en una de las mejores RS del mundo, por no decir la mejor, con un expediente récord de misiones cumplidas. La única dificultad con la que Lao, Hideki y Emiliya tenían que lidiar, era con la de proteger a sus familias, ya que Lao tenía a su mujer Ming Jie y a su hijo Sai humanos, y Hideki y Emiliya tenían a su hija Katya humana. Y aun así, ninguna amenaza era rival para los tres mejores iris de la Asociación. 

Entonces, un día de verano, Lao se encontraba haciendo ejercicio en la calle cuando pasó al lado de un callejón oscuro y sucio. Y la más oportuna de las casualidades hizo que llegara a divisar, de reojo, un reflejo de luz, como la de un vidrio o cristal. Y también, la clara melena enmarañada de un niño extranjero junto a un contenedor de basura, con un trozo de cristal en una mano, a punto de hacerse algo que horripiló a Lao lo suficientemente a tiempo para detenerlo. En un primer momento, lo confundió con una niña, pero porque en ese entonces Neuval tenía el cabello muy largo, y su rostro, a pesar de la suciedad, era como el de un ángel de ojos plateados. 

Sus primeros momentos con él no fueron nada fáciles, pues aquel Neuval de 10 años era casi como un animal salvaje, violento, hostil, traumatizado, siempre a la defensiva. Lao no se rindió con él, especialmente cuando descubrió que era un pequeño iris que no había recibido ningún tratamiento. Necesitó varios días para ganarse su confianza, además de pasar por un terrible suceso.

Para finales de verano, Lao y Ming Jie ya habían adoptado a Neuval, quien por primera vez en su vida conoció lo que era ser feliz y tener una familia de verdad. Sai y él conectaron enseguida y se convirtieron en auténticos hermanos. Pero primero, Neuval tuvo que hacer su año de entrenamiento en el Monte Zou, y allí conoció a Pipi, otro niño iris de su misma edad, que acabó convirtiéndose en su mejor amigo. Ambos se convirtieron en iris oficiales con 12 años, y fueron acogidos juntos en la SRS de Hideki. A partir de entonces, Neuval comenzó a trabajar en la Asociación junto con Lao, y junto con Pipi, admirando a Hideki como su Líder y maestro, y a Emiliya también.

No obstante, no fue hasta los 17 años cuando Neuval conoció en persona a la hija de Hideki y de Emiliya. Se enamoró perdidamente de ella. Y ganarse su corazón fue su misión más difícil, porque en aquel entonces Katya lo odiaba y tenía varios motivos. Las cosas cambiaron un año después, tras una drástica misión. Muchas cosas sucedieron. 

Al final, los Lao se mudaron a Japón, y la vida de todos tuvo su época dorada: Neuval y Katya acabaron juntos, estudiaron sus respectivas carreras en la universidad, se casaron con 20 años, una edad temprana pero no demasiado rara en esos tiempos, aunque hubo una razón mayor, que era la inesperada pero deseada llegada de Lex, un nacimiento que llenó a ambas familias Lao y Saehara de alegría, pues nada hizo más felices al viejo Lao, a Hideki y a Emiliya que tener un nieto en común. Poco después, Sai, el hermano de Neuval, también se casó y tuvo a Mei Ling. Y además, Neuval y Lao fundaron juntos la empresa Hoteitsuba.

Sin embargo, ninguna época feliz dura para siempre. Algunos años después, cuando Sai estaba esperando el nacimiento de sus hijos gemelos Kyosuke y Yousuke, y Neuval y Katya estaban esperando el nacimiento de Cleven, unos viejos enemigos de la SRS, los peores terroristas humanos con los que la Asociación había lidiado, acabaron con la vida de Hideki y de Emiliya en medio de una misión contra ellos. Fue un golpe extremadamente duro para todos. Neuval ya llevaba los años anteriores planeando crear su propia RS y convertirse en el Líder. Aquella tragedia fue lo que al final le empujó a hacerlo realidad. Tal como Hideki quería, Pipi, el mejor amigo de Neuval, heredó el liderazgo de la SRS, y entonces Neuval creó la KRS, en la que fue integrando a nuevos iris poco a poco. Yako… Drasik… Sam… Nakuru… Raijin… y algunos más.

La siguiente tragedia vino seis años después, cuando los mismos enemigos de antes, para hacerle al viejo Lao el peor de los daños, acabaron con la vida de su hijo Sai, a pesar de que era un simple humano inocente. El pequeño Yousuke de 6 años presenció esta muerte de su padre y se convirtió en iris. Neuval empezó a tener graves problemas con su iris. Perder a sus maestros y suegros Hideki y Emiliya, y después a su hermano Sai, comenzó a hacer grave mella en él, a romper algo muy peligroso dentro de él.

¿Qué se podía esperar cuando, tres años después de perder a su hermano, Neuval perdió de la forma más inesperada a Katya, a manos de unos completos desconocidos misteriosos? La mitad de Japón acabó arrasada y destruida por un terrorífico poder sobrehumano sin igual que Neuval desató cuando quedó cegado por la ira. Suficiente para que Denzel y Agatha se vieran obligados a detener el tiempo en todo el Sistema Solar, para que sólo Alvion y unos pocos autorizados de la Asociación pudieran seguir moviéndose y arreglar toda aquella destrucción. Denzel y Agatha no devolvieron el tiempo a su movimiento hasta que todo quedó como estaba, de modo que los humanos, el resto del mundo, jamás se enteró o no recordó nada sobre la destrucción que provocó Neuval. Y él recibió tratamiento urgente para recuperar la cordura. Una vez se estabilizó, decidió su exilio.

La KRS y la SRS no existirían de no ser por el viejo Lao, por Hideki y por Emiliya. Los tres habían creado una gran familia, tanto humana como de iris. Ahora, sólo quedaban trozos sueltos de ella. El viejo Lao había perdido a sus mejores amigos, a su hijo biológico, lo que encima provocó su divorcio con Ming Jie, y luego a su nuera Katya, y después a uno de sus nietos… incluso había perdido a Neuval, figurativamente hablando. Era quien más había perdido, y, sin embargo, quien más en pie permanecía.

Y Kyo no quería ser menos.


Kyo había sido, como su hermana Mei Ling, un humano normal y corriente toda su vida, pero directamente ligado a los iris y a la vida de la Asociación desde que nació. El destino había querido que ahora él se convirtiera en iris porque había visto morir a su hermano. Sentía como si él fuera la sustitución de Yousuke. Y eso era muy injusto. Era doloroso. 

Convertirse en iris no es una elección para nadie, es un accidente, nadie espera convertirse en ello, nadie lo desea por obvias razones. No es un evento que se planea, ni un cambio que se decide hacer, ni una profesión que se elige desempeñar.

La vida de Kyo había cambiado por accidente, sin su permiso, por culpa de un tipo de tragedia que nadie ve venir. Pero no es una tragedia desconocida, especialmente para aquellos que han crecido toda la vida conociendo el secreto de la Asociación, teniendo iris en la familia o en amigos cercanos. Kyo no podía hacer nada por remediar el pasado, ni podía quitarse ese iris que había nacido en su mente y alma. Sólo le quedaba actuar en el presente, y hacer algo positivo y productivo con este nuevo poder que había surgido en él. 

Esta era su vida ahora. Y lo mínimo que podía hacer en su primer mes como iris entrenado, era demostrar a sus compañeros de la KRS que podían confiar en él y contar con él, tanto para proteger el pergamino que les pertenecía, como para sobrevivir a las misiones reales contra peores enemigos a vida o muerte.


Raijin dejó de soñar despierto cuando se percató de una luz que se movía a gran velocidad entre los árboles, una luz roja. Adivinó que se trataba del ojo de Kyo. «Ya está aquí» pensó, y se puso en marcha. Mientras se ponía en pie sobre el tejado, miró fijamente una por una las farolas que había en el lugar, y las fue apagando todas con la mente.

«¿¡Eh!?» se sorprendió Kyo cuando vio que las farolas que tenía ya cerca se apagaban, y se detuvo, en tensión. Apagó sus esferas de fuego y guiñó su ojo de luz también. «Ya hay alguien ahí» pensó alerta. «¿Será alguno de la MRS? Oh, no... ¿Qué hago ahora?».

No tenía más remedio que seguir, pues ya sentía a los que estaban persiguiéndolo muy cerca, tenía que seguir con el plan. De todas maneras, debía encontrarse allí con sus perseguidores de la MRS. Solo que temía que, si ya estaban en el templo, le tendiesen una emboscada, cuatro contra uno, de lo que saldría herido seguramente.

Llegó a la explanada donde estaba el ruinoso edificio y se adentró con cautela en el patio principal, que aún conservaba su pavimento de losas de piedra y un par de estatuas. El edificio principal era alto, y de él partían dos pasarelas techadas y con filas de columnas, rodeando ambos lados del patio. Escudriñó los alrededores con atención, valiéndose de la tenue luz que ofrecía la luna en el cielo. Todo estaba oscuro, en un silencio sepulcral.

Kyo sólo oía su respiración y el latido incesante de su corazón en la garganta, exhausto. Se adentró entre las columnas de una de las pasarelas laterales para tener una visión periférica del lugar y se fue aproximando al edificio principal, mirando por cada rincón, esperando ver a alguien. Cada segundo sus nervios aumentaban, se sentía observado, alguien lo observaba, pero ¿desde dónde?

—Kyo...

Oyó un susurro a dos centímetros de su oreja y, acto seguido, sintió un calambre que le puso los pelos de punta, literalmente.

—¡Uagh! —exclamó con gran sorpresa, y cayó al suelo al notar que los músculos de sus piernas se agarrotaban a causa del calambre.

Alzó la vista. Para su mayor alivio en varios días, vio que se trataba de Raijin, el cual también lo miraba a él con cara de susto. El rubio se miró las manos, entre sus dedos surgían pequeñas corrientes eléctricas.

—Perdona. Olvidé que aún estaba cargado —se excusó Raijin, recordando que hacía unos minutos había absorbido la electricidad de las farolas.

—Aparte del calambrazo, ¡me has dado un susto de muerte! —saltó Kyo en voz baja.

—Procura estar tranquilo.

—Es difícil, teniendo en cuenta que la oscuridad me pone muy nervioso desde que tengo este iris.

—Es normal. A mí me pasa lo mismo. Los elementos de tipo luz tenemos que lidiar con eso de vez en cuando.

—Ay… ¿Qué me has hecho? —intentó levantarse, pero seguía con los músculos agarrotados.

—Ha sido sin querer, se te pasará en un momento —lo ayudó.

Kyo se mantuvo en pie, sujetándose a los brazos de su compañero, con las piernas temblando.

—Bueno, ¿qué haces aquí, Raijin? Los de la MRS están al caer.

—Lo sé, escucha —comenzó a explicarle—. Ya hemos averiguado gracias a los cuervos de Sam lo que has estado haciendo. ¿Tienes los dos pergaminos? —Kyo asintió con la cabeza—. Bien. Sigue con tu plan.

—Eso está claro —se extrañó—. Pero Raijin, cuando les dé la réplica, temo que se den cuenta del engaño demasiado pronto y vuelvan a por mí.

—Por eso estoy aquí, no me has dejado acabar. Cuando les des la réplica te dejarán marchar...

—Pero ¿cómo sabes que no me dirán que no me vaya hasta que lo comprueben?

—Ay... —suspiró, y Kyo hizo un gesto con las manos, calmándose, dejándolo hablar a él—. Mira... Una de las mayores y más útiles habilidades que tenemos los iris es la de actuar. Engañar, fingir, manipular. Una buena actuación te hace conseguir lo que quieres con mucha más frecuencia y facilidad que peleando o disparando. 

—¿Funciona incluso con otros iris?

—Depende de cómo sean. Y te aseguro que la MRS peca de orgullo lo suficiente para pasar por alto cuándo un contrincante al que consideran inferior los está engañando. Te van a subestimar en todos los sentidos. Si finges estar asustado, se lo van a creer con total facilidad.

—Qué simpáticos… —masculló Kyo, ofendido.

—Pues bien. Vuelve al patio principal y escóndete en un lugar no muy bueno, para que te vean pero al mismo tiempo no sospechen que te has dejado ver aposta. Cuando vengan, haz como si no te lo esperases. Te comportarás como ellos esperan que te comportes, con miedo, nervioso y acorralado. Como el novato torpe que creen que eres. Cuando hagas el engaño, te largas, ¿me oyes? Te largas a casa pitando.

Kyo asintió con la cabeza seriamente.

—Yako y Sam están también al llegar —añadió Raijin—, y nos encargaremos de detener a esos cuatro cuando, una vez descubran la trampa, decidan ir tras de ti y el pergamino auténtico otra vez.

—¿Entonces de qué sirve que haya hecho la réplica? —se extrañó—. Sin ella, también podríamos haber hecho este plan, os hubieseis enfrentado a ellos igualmente. Si me cogen ahora con el pergamino original, Shokubutsujin-san, Dobutsujin-san y tú lucharíais contra ellos y recuperaríais el pergamino. ¿De qué sirve ahora la réplica?

—No es tan sencillo, Ka-chan —discrepó—. Imagina que no hay réplica, te cogen y se apoderan del pergamino, luego te dejan marchar. Comprueban su autenticidad e intervenimos Yako, Sam y yo para recuperarlo. Entablaríamos una lucha los siete en el que el pergamino no estaría a salvo con ninguno de nosotros en ningún momento, podría acabar destrozado. En esta lucha, el pergamino sería el principal objetivo, por lo tanto, una molestia. 

»Si en vez de todo esto lo hacemos con la réplica, el único objetivo de la lucha será derrotar al contrincante, porque el pergamino original, el cual te vas a llevar contigo y así estará completamente a salvo, ya estará fuera de su alcance y la MRS sólo tendrá que preocuparse de nosotros tres. Entonces, la norma de esta lucha se convertirá en: si gana la MRS, tendrá permitido volver a hacer el intento de robarnos el pergamino y volveremos a lo mismo del principio; pero si pierde, no tendrá permitido volver a molestarnos y deberán aceptar su derrota. Es como un duelo.

—¿Por qué no me enseñaron nada de esto en el Monte?

—Porque esto no es algo oficial. Es un acuerdo entre RS, y no es igual en todos los países. Son “normas de la calle”, como suelen llamarlas algunos. Aunque dos RS sean enemigas, tienen la obligación de respetarlas. Por desgracia para la MRS, es que no saben que van a acabar metidos en un duelo y se verán obligados a seguir la norma, comprendiendo a la fuerza que todo dependerá del resultado de la lucha. La réplica sólo servirá para darnos ventaja, una ventaja que nos será muy útil.

—Caray… ¿La MRS no ha podido deducir antes que algo así ocurriría?

—Hm… Lo único que hicieron con éxito fue separarte de nosotros y hacerte salir de la ciudad y obligarte a no poder usar dispositivos de comunicación con el que un iris Hosha pudiera localizarte. Pero no han contado con los cuervos de Sam, y que nosotros lograríamos encontrarte aquí y ahora con un plan de duelo. 

Kyo comprendió que no todo se aprendía en el Monte, sino que muchas cosas más se seguían aprendiendo después del entramiento, durante el trabajo real. Por eso los iris jamás trabajaban en solitario o de forma independiente. De hecho, estaba prohibido. Siempre en grupo, siempre en RS, porque si no fuera por sus compañeros, Kyo no podría seguir aprendiendo, ser corregido cuando fuese por un mal camino o ser constantemente motivado y llevado por las decisiones más eficaces. 

Después de todo, la meta de un iris no era ser poderoso y convertirse en el mejor; era salvar y proteger a los buenos humanos con la mayor probabilidad de éxito posible. Y esto, en grupo, era mayor garante que en solitario.

Por supuesto, todo tenía un comienzo: una persona cualquiera del planeta veía a un ser querido ser asesinado injustamente, y desarrollaba un trauma especial, y con él, nacía una energía nueva, el iris. Se manifestaba a través de la luz en un ojo, y en un principio es una luz gris, anónima, triste, sin personalidad. Esta persona se volvía loca, agresiva y peligrosa. Entonces Alvion, que captaba el nacimiento de un nuevo iris a distancia, informaba de su paradero ya bien a Agatha o a Denzel para recogerlo, es decir, ir hasta donde estaba esa persona, explicarle todo lo que tenía que hacer por su propio bien, y llevarla al Monte Zou. Para los taimu no suponía apenas esfuerzo, ya que podían teletransportarse y teletransportar cosas con ellos.

Así, el iris nuevo pasaba un año entero en el Monte Zou, un año de entrenamiento. En los primeros seis meses, se le llamaba iris tohum, que significaba “semilla”, y era entrenado por los monjes, y aprendía artes de lucha, manejo de armas y vehículos, habilidades físicas extraordinarias, control del dolor, concentración bajo crisis, desarrollo de los cinco sentidos, conocimientos sobre todo lo relacionado con el espionaje y los sistemas de gobierno, y sobre todos los tipos de enemigos que existían en el mundo… discreción, apariencia, cabeza fría… 

En los otros seis meses, era llamado iris filiz, que significaba “brote”, y pasaba a ser entrenado por Alvion, el cual ya le enseñaba a dominar ese elemento, esa materia primaria con la que la mente superdesarrollada del iris se había compatibilizado, y la luz del ojo dejaba de ser gris para relucir el vivo color del elemento.

El hecho de dominar un elemento era la clave para mantener controlado el peligroso trauma que encerraba el iris, ayudaba a canalizar la energía y a mantener la mente fuerte.

Después de acabar el entrenamiento, se le daba a conocer al nuevo iris oficial los variados principios y objetivos que tenía cada RS del mundo, por lo que así el iris elegía dónde meterse si el Líder lo aprobaba. Empezaba así una doble vida, ocultando su verdadera y nueva identidad ante los humanos, aquello que él fue una vez, y por supuesto, ante el Gobierno.

Después, estaba el tema de los apodos. Para cada elemento se ponía uno, siguiendo con los términos lingüísticos japoneses y chinos, y tenían una terminación diferente según el nivel de poder sobre el elemento. Era un medio simple de identificación. Había tres niveles, el bajo, el medio y el alto. El bajo tenía la terminación -chan. Para el Viento, era Fuu-chan; para la Electricidad, era Den-chan; para el Agua, era Sui-chan; el Fuego, Ka-chan; la Radiación, Hosha-chan; la Planta, Shokubutsu-chan; el Animal, Dobutsu-chan; la Oscuridad, Yami-chan, y para la Arena, Suna-chan.

El nivel medio tenía la terminación -san, y el nivel alto la terminación -sama, y en estos dos casos a la palabra del elemento se le añadía la partícula jin, referido a “persona”. Así, para el Viento era Fuujin-san y Fuujin-sama; para la Electricidad era Denjin-san y Denjin-sama; para el Agua era Suijin-san y Suijin-sama; el Fuego, Kajin-san y Kajin-sama; la Radiación, Hoshajin-san y Hoshajin-sama; la Planta, Shokubutsujin-san y Shokubutusjin-sama; el Animal, Dobutsujin-san y Dobutsujin-sama; la Oscuridad, Yamijin-san y Yamijin-sama; y la Arena, Sunajin-san y Sunajin-sama. 

A pesar de que Raijin era un Denjin-sama, cuando llegó a este nivel máximo, la gente de su entorno comenzó a llamarlo Raijin porque así es como se denomina al Dios del Trueno de la mitología japonesa, de modo que Raijin era un apodo no oficial, simplemente dado por los demás como un guiño a esta deidad mitológica, porque, al fin y al cabo, el rubio había sido el primer y único iris Den en llegar al máximo nivel, y el segundo iris en alcanzar este último nivel de su elemento después de Fuujin, quien, igualmente, debía poseer el apodo oficial de Fuujin-sama, pero todos lo llamaban Fuujin siendo este el nombre del Dios del Viento de la mitología japonesa.

Si algún otro iris de la Electricidad o del Viento llegara a alcanzar el nivel alto como ellos, estos iris sí serían apodados como Denjin-sama y Fuujin-sama, los apodos oficiales.

El nivel de poder más alto sólo lo habían conseguido cuatro iris en toda la Asociación de cuatro elementos distintos, y se les denominaba “dioses iris”. Una de ellos era Angie Kingsley, una Suijin-sama, en Estados Unidos; otro era Václav Fajkusová, un Shokubutsujin-sama, en Europa; y Raijin y Neuval, un Denjin-sama y un Fuujin-sama respectivamente, en Japón. No obstante, había rumores de que existía también un Yamijin-sama, alguien que poseía el dominio completo del elemento Oscuridad. Pero todos estaban seguros de que se trataba de Ichi, un iris que abandonó su organización hace años y desde entonces no se supo nada de él, es más, muchos dudaban de que siguiese en la Asociación.

Con todo esto, como después de salir del Monte Zou el iris podía ir aumentando su poder, se subía de nivel y la terminación de su apodo cambiaba. Se sabía cuándo uno subía de nivel cuando aprendía determinadas nuevas técnicas a emplear de su elemento. Por ejemplo, el elemento Electricidad de la MRS, la mujer con la que se enfrentaron Nakuru y Drasik, este supo que ella podía desplazarse a la velocidad de la luz cuando oyó que su compañero la llamó Denjin-san, ya que esta capacidad entraba en el nivel medio del elemento Electricidad.


—Venga, ponte en marcha de una vez —le ordenó Raijin.

—¡Espera! —le pidió Kyo—. Necesito saberlo. ¿Has estado con mi hermana?

Como la pregunta fue un poco inesperada y formulada de esa manera, Raijin se sonrojó un poco durante dos segundos, incluso sin variar su semblante serio.

—¿Qué?

—Me refiero a que si la has visto. Si habéis hablado con ella de esta situación o ella os ha preguntado algo…

—Sí, Mei Ling no ha parado de preguntarnos por ti. Ha estado bastante preocupada.

—Hah… Lo suponía —lamentó Kyo—. Tengo que hablar con ella cuando llegue a casa. Va a tener que acostumbrarse a que ahora yo soy un iris y que me pasen este tipo de cosas. Todavía tiene algo de estrés postraumático desde que perdimos a Yousuke.

—Kyo, no pienses ahora en ello. Tienes que gestionar las prioridades de sentimientos y pensamientos en sus respectivos momentos. Cuidar del bienestar emocional de nuestros familiares humanos es un deber muy importante, pero no ahora en tu caso.

—Sí. Cierto. Dividir la atención, ordenar y priorizar.

—Vamos —le dio un empujón en dirección al patio principal.

Kyo recuperó el equilibrio del empujón y, cogiendo aire, se dirigió de nuevo a dicho lugar. Buscó rápidamente con la mirada y escogió la fabulosa estatua de un León de Fu, así que se subió a ella y se encajó en una hendidura entre las patas del ser mitológico. A continuación, silencio. No se oía ningún ruido, pero Kyo estaba convencido de que ya habían llegado. El joven estaba totalmente calmado, ahora que sabía que estaba respaldado por sus compañeros, sin embargo, tenía que tener en cuenta que debía actuar al contrario, para no dar sospechas a sus enemigos.

El crujido de una hoja seca le sobresaltó un momento, y giró la cabeza para oír bien. Alguien estaba detrás de él. Se atrevió a asomarse un poquito durante un segundo y volvió a su puesto. Sonrió. Había visto a un hombre en el árbol pelado que había a unos metros, con las palmas de las manos y las de los pies descalzos pegadas al tronco, y además estaba olisqueando con detenimiento cada espacio de aire, igual que un perro.

«Es el elemento Animal de la MRS» pensó. «Ha modificado la piel de sus manos y pies en imitación a la de una salamandra, pero al mismo tiempo usa su olfato, propio de otro tipo de animal, así que, si es capaz de usar al mismo tiempo dos aspectos de dos animales distintos, está en el nivel medio. Es un Dobutsujin-san». Se apresuró a sacar de su mochila la réplica del pergamino y la guardó en el bolsillo derecho interno de su abrigo, el opuesto a donde estaba el original.

—Te pillé.

—¡Ah! —saltó Kyo al ver dos ojos amarillos, cuyas pupilas negras tenían forma de rendija, y se le escapó sin querer una llamarada de fuego que ascendió sobre sus cabezas hasta que cesó.

—¡Wow, tranqui, chaval! —rio el hombre, dando un brinco hasta posarse a cuatro patas sobre la cabeza del León de Fu, y acto seguido las uñas de una de sus manos crecieron y se afilaron instantáneamente, yendo directamente a rajar al chico.

Pero Kyo lo esquivó rotando sobre sí mismo y cayó de pie sobre el suelo, en guardia, adoptando adrede una cara de miedo hacia su oponente. Este se rio socarronamente, deslizando una larga lengua entre sus labios. Kyo, haciéndose parecer temeroso y sorprendido, corrió dando traspiés al centro del patio, haciendo como que huía.

—¡Pobre chico! —carcajeó el hombre.

Kyo se tropezó a propósito con una baldosa del camino que sobresalía y cayó al suelo de espaldas. Soltó un gemido de apuro y su oponente, sonriendo con malicia, puso la postura típica de un gato cuando estaba a punto de embestir a su presa, apuntando hacia él.

—Dobutsujin-san —lo detuvo una voz desde las sombras.

«Aquí están» sonrió Kyo para sí, y a continuación empezó a respirar con más rapidez y mirando a un lado y a otro con aprieto, como perdido. El iris Dobutsu pegó un salto y se posó a unos metros delante de Kyo, al mismo tiempo que a su lado aparecían tres personas más aterrizando desde el aire. Una de ellas era una chica de no más de 18 años. Con respecto a los otros dos, uno era un hombre ya maduro, de unos 50 años, y el otro un poco más joven. Ninguno se molestaba en llevar sus capuchas puestas para ocultar el color de sus elementos de la luz de sus ojos. Como había dicho Raijin, a ninguno le parecía que Kyo fuese una amenaza, además de que pensaban que estaban solos.

—¿Creías que podías escapar de nosotros eternamente? —bufó el más mayor.

Kyo permaneció tal cual, y aprovechó el momento para visualizar bien a cada uno de ellos. «Ah, mira qué listo, Raijin ha apagado las luces para ver sus iris en esta oscuridad» se sorprendió, porque, en efecto, veía las luces de sus ojos. El hombre más mayor era el Líder de la MRS, y la luz de su ojo era de color verde claro, por lo tanto, su elemento era la Planta. A su izquierda estaba el Dobutsujin-san, con su luz verde oscuro, el cual había vuelto a adoptar su forma humana completa y desde luego estaba distinto a antes, estaba muy serio. Luego, a su derecha estaba la chica, y para sorpresa de Kyo, desprendía la misma luz roja que él, su elemento también era el Fuego.

Ella, a diferencia de sus compañeros, no parecía tener muchas ganas de estar ahí. «Esa chica… creo que la conozco de antes» pensó Kyo. Finalmente, el otro hombre, un poco más joven que el Líder, y seguramente era el Segundo de a bordo de la organización, desprendía la luz azul clara propia del elemento Agua. Kyo lo reconoció, era el feo que vio desde la ventana de la casa de Xaviero. «Serán desorganizados y demasiado impulsivos» pensó Kyo, «pero estoy seguro de que eso no significa que no tengan un alto nivel de poder».

—No nos hagas perder más el tiempo —dijo el Líder—. Tratándose de un novato sin experiencia como tú, estoy seguro de que serás sensato y nos darás ese pergamino que tienes escondido.

—¿O qué? —le espetó Kyo, fingiendo.

—Hm… ¿De verdad lo preguntas? —sonrió el Líder—. Te lo quitamos a golpes. Ka-chan, enséñale —dio una orden, pero no se refirió a Kyo, sino a la chica joven que estaba ahí entre ellos que compartía su mismo elemento y nivel.

«Mierda» pensó Kyo, «Una pelea, con una iris con más experiencia. Debo seguir en mi papel, pero también procurar no acabar malherido». No le dio tiempo a pensar en nada más, pues la chica había salido disparada hacia él. Kyo tuvo que ponerse en pie de un salto para esquivar la patada vertical de ella, que acabó impactando en el suelo y rompió las losas de piedra. A partir de ahí, Kyo fue protegiéndose de sus ataques, esquivándolos, bloqueándolos, todo el rato a la defensiva.

«Esto es un poco raro» pensó el muchacho, «No tiene sentido que el Líder le haya encargado a su Ka enfrentarse a mí, que soy otro Ka, y el fuego no me afecta, y soy igual de fuerte. ¿Por qué no le ha ordenado a su Sui atacarme? Su Sui ya me habría noqueado, usando agua y hielo. Mira cómo sonríe…». Kyo se fijó en la sonrisa del Líder. Había una pequeña burla en ella. «Le ha dicho a esta chica que se enfrente a mí por una razón» comprendió, «pero no sé cuál. ¿Hay algo que no sé?».

La otra chica seguía atacando, pero lo hacía de una forma un tanto ansiosa. Fingía estar relajada por fuera, confiar en su superioridad de experiencia, pero había una extraña rabia en sus ataques, y Kyo la percibía y le confundía un poco. Es como si tuviera algo personal contra él. Ella era la única que seguía llevando la capucha puesta y no se le veía bien la cara en esa oscuridad, menos con el contraste de la luz roja de su ojo. Kyo se preguntaba cada vez más: “¿No la conoceré de algo?”

—Maestro —dijo la chica, quedándose quieta de repente frente a Kyo, sin quitarle la vista de encima—. Que nos dé el pergamino y se largue. Este sólo se defiende, no es divertido.

«¿Debería ofenderme o agradecérselo?» se dijo Kyo, manteniendo los puños en alto, por si las moscas.

—Hahh… Tú misma lo pediste, ¿qué esperabas que ocurriese? —suspiró el Líder, pero la chica se quedó en un silencio extraño, sin dejar de mirar a Kyo—. Muy bien, chico. Ya has oído. El pergamino, o enfrentarte a todos a la vez.

Kyo se mantuvo callado unos segundos, se mordió los labios con rabia. Para ser más creíble, debía mostrar algo de resistencia al menos.

—Eso es —dijo el Líder—. Toma la decisión correcta.

—Si os lo doy, me dejaréis ir en paz —dijo Kyo.

—Es todo lo que queremos.

—No más persecuciones, ni represalias ni peleas.

—Estás exhausto. Lo entendemos. Líbrate de la carga de una vez y vete a casa a dormir —le tendió una mano abierta.

Kyo hizo un gesto de agotamiento y rendición bastante creíble –en parte, porque lo primero era verdad–. A regañadientes, sacó el pergamino falso. Mirando al suelo con vergüenza y fastidio, dejó que el Líder lo cogiera.

—¡Juj! ¡Qué fácil! —carcajeó el Dobutsujin-san.

—¿Qué esperabas? —gruñó el elemento Agua, el feo—. Sólo es un cobarde más.

—No me extraña, la KRS sin Fuujin ha perdido todo su honor, heheh... —siguió mofándose.

—¡Ja! —rio el Líder con triunfo, alzando el rollo de pergamino—. Aquí está, la magnífica Técnica de Denzel de Telepatía y Memoria. Fuujin ya no será el único que la ejecute para beneficio propio.

«Uf, menos mal» suspiró Kyo, mientras Raijin, en otra parte, se dedicaba a intentar capturar una luciérnaga desde su escondite, aburrido.

—Muy bien, chaval —le sonrió el Líder—. Anda, lárgate antes de que cambiemos de opinión con respecto a ti. Y deja de temblar, gusano.

Kyo sonrió por dentro, pero por fuera siguió con la cara de miedo. Torpemente a propósito dio unos pasos atrás, y ya, por fin, salió pitando del lugar, perdiéndose entre la espesura del bosque, con el pergamino original bien asegurado en su bolsillo. Raijin, una vez vio que Kyo ya estaba libre, cambió su lugar de escondite para tener una perspectiva más clara hacia sus oponentes. Así, desde las ramas de un árbol, los observó detenidamente.

«Qué idiota» pensó la joven chica de la MRS, contemplando a sus tres compañeros que estaban celebrando su victoria. «Yo no lo habría dejado marchar tal cual hasta asegurar el objetivo por completo». El Líder empezó a ir llamando a los hombres que tenía en Tokio, y para ello se arremangó un brazo, en el que tenía el tatuaje de su organización. Lo tocó con la palma de la mano, emitiendo un impulso energético un par de veces, el cual sería transmitido a los tatuajes de los otros compañeros.

Una vez lo hizo, le entregó el pergamino al Suijin-san, el feo, quien, mientras los otros dos charlaban y esperaban con la chica a que los demás llegasen, lo abrió y lo analizó con detenimiento. Sonrió para sí, era de verdad, seguro, con la firma de Denzel y de Alvion, el Sello del brujo Zhen Yu y todo. Sólo había una cosa que no le cuadraba mucho.

—Maestro —lo llamó, levantando la vista del papel.

—¿Qué?

—¿El Sello de Zhen Yu no suele brillar cuando un iris coloca el pulgar encima?

—Déjame ver —masculló, arrebatándoselo de mala gana, y lo intentó él mismo.

A ninguno de los otros dos le gustó mucho la cara que estaba poniendo su Líder, y la chica, por otra parte, se limitaba a ojear los alrededores con desconfianza. El Líder empezó a darle la vuelta al papel, a mirarlo por arriba y por abajo, por un lado y por otro…

—¡Hijo de perra! —exclamó de pronto, tirando el pergamino al suelo, y miró a sus hombres con unos ojos furiosos, haciendo que el izquierdo brillase de su luz verde claro con más intensidad—. ¡Nos la ha jugado el muy cabrón!

—¿¡Cómo!? —saltaron los otros dos, volviendo a recoger el rollo del suelo y analizándolo—. ¡No puede ser falso, no se puede hacer una copia tan perfecta!

—Si el Sello no brilla, ¡el pergamino no sirve! —repuso el Líder—. No sé si habrá anulado el Sello o si ha conseguido de algún modo fabricar un pergamino que parece de 350 años, ¡pero de nada nos sirve si el Sello no brilla!

—¿¡Cómo va a poder anular el Sello un simple iris!? Sólo Denzel tiene ese poder.

—¿¡Y si el chico es uno de sus taimuki!? ¡Los taimuki también pueden manipular algunos de los poderes de Denzel!

—¡No seáis idiotas! —intervino esta vez la chica joven—. Kyo no es un descendiente de Denzel.

—¿¡Tú qué sabes!? Hay iris que lo son en otras partes del mundo, pero lo mantienen en secreto porque Denzel quiere protegerlos de posibles problemas con los dioses.

—¡Si lo fuera, su hermano también lo habría sido, y yo lo hubiera sabido! —replicó ella—. Eso es obra del maldito Replicador. Es una máquina que inventó Fuujin, capaz de reproducir objetos y materias idénticos a otros, incluso usando materias primas diferentes.

—¿Tú sabías que esa máquina existe y que el chico la usaría? —siseó el Líder con recelo.

—Ni me acordaba de que existía ni tenía idea de que él la usaría hasta ahora mismo, viendo este pergamino perfecto pero de Sello inútil. No se me ocurre otra posibilidad, es más, sé que es la única explicación. Os la ha jugado, huyó a la ciudad de Yokohama seguramente para usar la máquina. ¿Cómo adivinar que la máquina está ahí y no en Tokio?

—¿“Os”? —repitió el Líder, y la chica se cruzó de brazos, callada, mirando a otra parte—. Llevas un año entero en mi MRS, Miki. Tú viniste a mí. Y juraste que no guardabas sentimientos por tu anterior RS y… sus aliados.

—¡No los guardo! —se enfadó ella.

—O estás con nosotros, o estás fuera.

—¡Joder, basta de cháchara! ¡Si nos damos prisa, lo alcanzaremos! —interrumpió el feo Suijin-san.

Cuando los cuatro estuvieron a punto de despegar un pie del suelo, Raijin hizo presencia delante de todos ellos, aterrizando desde la nada como un rayo. Estos pegaron un brinco de la sorpresa, pero cuando reconocieron quién era, manifestaron un claro gesto de fastidio, comprendiendo, pues, toda la situación, toda la trampa.

—Vaya, un “dios iris” nos honra con su presencia, un mismísimo Denjin-sama. El famoso Raijin merodeaba por aquí después de todo, protegiendo a su compañero como un buen Guardián —le sonrió el Líder con calma—. Has crecido algo más en el último par de años. Niñito.

—Elogiando mi nivel máximo de poder, pero tratando de ofenderme por mi joven edad… Detecto algo de envidia de alguien que ya empieza a tener canas y sigue en el nivel -san, Akira —le espetó Raijin.

—Sí, ¿qué podemos hacer los iris comunes contra un prodigio innato como tú? No sé qué es peor. No haber sido nunca humano y ser diferente a todos, o ser iris “normales” sin problemas de entender y socializar con los demás.

—Yo no me he divorciado tres veces en diez años —dijo Raijin.

—¡Jaj! —al Dobutsu se le escapó una carcajada, pero se tapó la boca corriendo, mirando a su Líder.

—¿Quieres hablar de familias, criajo? —dijo Akira, sin embargo, manteniendo esa sonrisa calmada—. Sabemos lo que te pasó cuando tenías 15 años. ¿Vas diciendo por ahí que tienes unos hermanitos pequeños?

—Cuidado —le advirtió Raijin, alterándose enseguida.

Pero no, no debía caer en esos juegos sucios. Suspiró para calmarse. Lo único que debía hacer era ganar tiempo y esperar a que Yako y Sam llegasen. Se limitó a cerrar los ojos y a recapacitar. El Suijin-san de la MRS tenía parte de ventaja, sabía que había un lago cerca del templo y seguro que iba a usar su agua. Luego, el Líder se encontraba completamente en su propio campo de batalla, rodeado de tantos árboles. Menos mal que Yako estaría en la misma situación favorable que él, al ser del mismo elemento y del mismo nivel. El Dobutsujin-san no necesitaba nada de su alrededor, todo lo que precisaba era su propio cuerpo. Y, por último, la chica Ka-chan no parecía ser una amenaza, a juzgar por lo callada y quieta que estaba, pero Raijin había aprendido a no subestimar a la gente.

—¿Sabes? —continuó hablando el Dobutsujin-san con su compañero Suijin-san, burlón—. Me acuerdo de que hace unos años veía a este chico rondar por las calles de vez en cuando con una fulana.

Raijin abrió los ojos de golpe.

—Oh, sí... —recordó el Suijin-san, poniendo el mismo tono—. Yo sé quién era, la hija adoptiva de dos altos cargos del Gobierno —miró a Raijin con una sonrisa socarrona—. Dime, ¿te la acabaste tirando? Lástima que muriera. No sabía que te gustasen tanto las niñas pijas como esa... ¡Ngh!

Raijin lo había agarrado bruscamente del cuello con una mano, en una fracción de segundo, y le clavó una mirada temible. Los otros tres se sobresaltaron.

—¡Eh! —saltó el Líder, agarrando el brazo de Raijin—. Cuidado con lo que haces, no estás en un buen momento a tu favor.

Era cierto, pero no porque se estuviese enfrentando él solo a cuatro personas, sino porque no debería haber reaccionado de aquella manera. Tenía que mantener la calma y vigilar bien sus propios movimientos, ese acto no había sido buena idea, dejaba más vía libre para que perdiese el control, lo que le podría perjudicar. Pero habían tenido que meter a Yue en esto, tenían que haberla mencionado, y peor aún, la habían insultado. Eso no se lo iba a perdonar.

Siguió apretando el cuello del Suijin-san, pese a todo. Pero no podía dejarse contagiar por sus sentimientos y provocar por sus palabras. Poder contagiarse de los sentimientos de otros significaba que también le podían contagiar un majin, la enfermedad que padecían algunos iris. Raijin nunca había desarrollado esta enfermedad por sí mismo porque, siendo iris de nacimiento y, por tanto, un iris puro sin parte humana alguna, no era posible que su mente la generara. Pero sí que había sido contagiado de ella por parte de otros iris varias veces en el pasado, y debía tener cuidado con eso. Los brotes o los episodios de majin eran temporales, según el grado de la enfermedad podían durar segundos, o minutos, horas, días, meses, o ser permanente en el último y peor grado, pero, en cualquier caso, al terminar dicho episodio, el iris no sabía ni recordaba nada de lo que hubiese podido hacer durante el mismo. Dado que Raijin era el único iris conocido hasta ahora que había nacido siéndolo, su forma de funcionar todavía era algo nuevo para Asociación, incluso para él mismo, ya que él no tenía la referencia de nadie que hubiese nacido como él. Por eso Raijin, no sólo tenía problemas para comprender al resto de la gente que funcionaba diferente, sino también para entenderse a sí mismo.

La chica y el Dobutsujin-san se habían puesto en guardia, mientras su Líder seguía agarrando su brazo con advertencia, aunque el Suijin-san esbozó una sonrisa hacia él.

—¿Qué pasa? —le susurró—. ¿Tú, que no naciste humano, y que por lo tanto nunca has poseído los sentimientos propios de los humanos, te estás contagiando ahora? No eres como nosotros, Raijin. Todos los iris sabemos que eres el único distinto. A diferencia de nosotros, naciste directamente siendo un iris puro. Eres el ser más racional que existe. Y por eso… tú nunca podrás comprender nada. Nunca podrás comprender a nadie. No tiene sentido que alguien como tú viva en este mundo tan irracional. No encajas en ningún sentido. Por eso estás solo, y siempre lo estarás.

De una sola sacudida, Raijin lo lanzó con gran fuerza contra la estatua del León de Fu como si de un muñeco se tratase. La escultura se hizo pedazos y se levantó una nube de polvo, al mismo tiempo que los otros dos hombres se le echaban encima, amordazándole cuello, brazos y piernas, ya que Raijin tenía intenciones de volver a por el Suijin-san.

—Jajaja... —se oyó reír a este, poniéndose en pie entre la polvareda con escombros a su alrededor, y se limpió la sangre que le caía del labio partido—. Eres muy divertido, así que tienes un punto débil.

—Cabrón de mierda... —masculló Raijin, intentando librarse de los otros dos para ir hacia él.

—Quietecito —le susurró el Líder a su oído, apretándole el cuello con el brazo.

—Deberíamos dejarnos de estupideces y acabar con él —intervino la chica, molesta.

—Cierra la boca, Ka-chan —le espetó su Líder—. Ya es nuestro.

Raijin apretó los dientes con rabia, le había salido mal, se maldijo a sí mismo unas cuantas veces. Se sentía un verdadero idiota por haber caído en sus provocaciones, como un novato. Lo único que deseaba en ese momento era que Yako y Sam apareciesen de una vez allí para echarle una mano.

No lo podía soportar. Se suponía que él era inmune a los sentimientos humanos. Sin embargo… había una razón muy especial por la que en los últimos años comenzó a llenarse de humanidad inevitablemente. Mucho tiempo atrás, las palabras de ese enemigo no le habrían afectado en absoluto. Mucho tiempo atrás, era un ser que no sentía nada; un iris puro. Pero hasta para alguien como él, los sentimientos de los humanos eran una enfermedad contagiosa, sobre todo cuando te juntas demasiado a ellos, cuando creces con ellos.









20.
El intercambio del pergamino

Corriendo entre la espesura, rodeado de oscuridad, Kyo fue esquivando con destreza todo obstáculo del camino, que podía divisar gracias a la luz roja que emitía su ojo izquierdo, la cual iluminaba lo suficiente. Cuatro personas iban detrás de él, más lejos, pero que no tardarían en alcanzarlo.

Kyo estaba nervioso. Era la primera vez que se enfrentaba a algo así, lo único que tenía en mente era asegurarse de que el pergamino siguiese seguro en su bolsillo interno del abrigo, y la réplica metida en la mochila, donde también llevaba sus libros del instituto, ya que todo había empezado nada más salir de allí y además seguía con el uniforme puesto; hecho una pena, pero aún le abrigaba. Los sonidos de la noche, pájaros y demás animales nocturnos era lo único que oía, además de sus pasos sobre la tierra.

Inesperadamente, no vio una raíz que sobresalía del suelo y tropezó con ella, cayendo al suelo con brusquedad. Volvió a levantarse lo más rápido que pudo y miró hacia atrás, con la intención de asegurarse de que sus perseguidores seguían lo suficientemente lejos como para que le diese tiempo a llegar al templo. Después, mirando al frente, divisó las pequeñas luces de su destino ya a pocas decenas de metros, así que antes de emprender la marcha, decidió iluminar más el camino para evitar otro traspié.

Con sólo levantar un poco las manos con las palmas hacia arriba, concentró parte de su energía sobre ellas y no tardaron en generarse dos bolas de fuego, cuya luz permitió tener una visión más clara de los alrededores.

Sabía que esto no era más que un enfrentamiento de rivalidad contra otra RS, pero precisamente por ser un asunto mucho más inofensivo que una misión real contra terroristas, no podía defraudar a sus compañeros con una tarea que era relativamente sencilla. Si no era capaz de proteger un objeto que pertenecía a su RS, ¿qué diría eso de él como iris? ¿O qué diría eso de la fuerza y eficacia de la KRS? Caería en vergüenza, una RS que antaño había sido de las mejores del mundo.

Además, la presión sobre Kyo era mucho más grande que sobre la mayoría de los iris. Su abuelo, el viejo Kei Lian Lao, era el iris más veterano de la Asociación, con récord histórico de 57 años de servicio, y también, había sido calificado como la persona más fuerte del mundo. Su tío, Neuval, que a ojos de la Asociación también era un Lao, se había convertido en el iris más poderoso de la historia y en el Líder más famoso y aclamado. Y su hermano gemelo, Yousuke, que fue iris desde los 6 años hasta los 15, había demostrado estar a la altura del apellido Lao también, a pesar de que muriera el año pasado en medio de una terrible misión. 


Todo comenzó con el viejo Lao, y con los padres de Katya.

El viejo Lao tampoco tuvo unos inicios fáciles. Nada más nacer, fue abandonado junto a su hermano gemelo a las puertas de un orfanato en Hong Kong. Era más o menos la época de la Segunda Guerra Mundial, y crecer en un orfanato en ese tiempo era un proceso de supervivencia más. Lao jamás supo lo que era tener padres, ni un hogar, ni sentirse seguro durante más de una hora seguida. Pero fue un niño feliz, porque tenía a su inseparable hermano. Hasta que lo vio morir a manos de unos criminales cuando tenían 10 años. Se convirtió en iris, y Agatha lo llevó al Monte Zou. Allí, el pequeño Lao conoció a Alvion, quien a sus ojos fue lo más parecido a un padre que tuvo. Le cambió la vida.

Cuando Lao empezó su año de entrenamiento en el Monte Zou a los 10 años, fue cuando conoció a Hideki Saehara, un niño japonés un par de años más joven que él, pero todo un prodigio. Se hicieron mejores amigos. Pero Hideki terminó su entrenamiento medio año antes que él y tuvo que regresar a Japón. Lao terminó su entrenamiento seis meses después, y comenzó a trabajar en la HRS de Hong Kong, labrándose una vida llena de emocionantes misiones, victorias, aumento de poder y reconocimiento ante el resto de la Asociación. Por lo visto, Hideki también estuvo logrando lo mismo en su país.

No fue hasta años después cuando Lao y Hideki se reencontraron. Entonces, Lao ya tenía 22 años, estaba casado con su adorada Ming Jie, humana, y con un bebé en camino al que llamarían Sai. Igualmente, Hideki también estaba casado, pero con una iris, natural de Rusia, Emiliya Smirkova, la cual se había vuelto una legendaria joven iris igual a ellos dos, y además, también estaban con una bebé en camino, a la que llamarían Ekaterina, con su diminutivo Katya.

Hideki estaba en mitad de proceso de convertirse en el Líder de su propia RS, la SRS de Tokio, y Emiliya iba a ser su Segunda. Estaban reclutando miembros, y cuando se lo propuso a su viejo y querido amigo, Lao no dudó en cambiarse de RS y convertirse, así, en el Guardián de la SRS de aquel entonces. A pesar de que Lao siguió viviendo en Hong Kong y de que Hideki y su SRS vivían en Tokio, se las arreglaron para trabajar juntos aunque fuera desde la distancia la mayor parte del tiempo.

Diez años después de aquello, todo iba sobre ruedas. La SRS de Tokio se había convertido en una de las mejores RS del mundo, por no decir la mejor, con un expediente récord de misiones cumplidas. La única dificultad con la que Lao, Hideki y Emiliya tenían que lidiar, era con la de proteger a sus familias, ya que Lao tenía a su mujer Ming Jie y a su hijo Sai humanos, y Hideki y Emiliya tenían a su hija Katya humana. Y aun así, ninguna amenaza era rival para los tres mejores iris de la Asociación. 

Entonces, un día de verano, Lao se encontraba haciendo ejercicio en la calle cuando pasó al lado de un callejón oscuro y sucio. Y la más oportuna de las casualidades hizo que llegara a divisar, de reojo, un reflejo de luz, como la de un vidrio o cristal. Y también, la clara melena enmarañada de un niño extranjero junto a un contenedor de basura, con un trozo de cristal en una mano, a punto de hacerse algo que horripiló a Lao lo suficientemente a tiempo para detenerlo. En un primer momento, lo confundió con una niña, pero porque en ese entonces Neuval tenía el cabello muy largo, y su rostro, a pesar de la suciedad, era como el de un ángel de ojos plateados. 

Sus primeros momentos con él no fueron nada fáciles, pues aquel Neuval de 10 años era casi como un animal salvaje, violento, hostil, traumatizado, siempre a la defensiva. Lao no se rindió con él, especialmente cuando descubrió que era un pequeño iris que no había recibido ningún tratamiento. Necesitó varios días para ganarse su confianza, además de pasar por un terrible suceso.

Para finales de verano, Lao y Ming Jie ya habían adoptado a Neuval, quien por primera vez en su vida conoció lo que era ser feliz y tener una familia de verdad. Sai y él conectaron enseguida y se convirtieron en auténticos hermanos. Pero primero, Neuval tuvo que hacer su año de entrenamiento en el Monte Zou, y allí conoció a Pipi, otro niño iris de su misma edad, que acabó convirtiéndose en su mejor amigo. Ambos se convirtieron en iris oficiales con 12 años, y fueron acogidos juntos en la SRS de Hideki. A partir de entonces, Neuval comenzó a trabajar en la Asociación junto con Lao, y junto con Pipi, admirando a Hideki como su Líder y maestro, y a Emiliya también.

No obstante, no fue hasta los 17 años cuando Neuval conoció en persona a la hija de Hideki y de Emiliya. Se enamoró perdidamente de ella. Y ganarse su corazón fue su misión más difícil, porque en aquel entonces Katya lo odiaba y tenía varios motivos. Las cosas cambiaron un año después, tras una drástica misión. Muchas cosas sucedieron. 

Al final, los Lao se mudaron a Japón, y la vida de todos tuvo su época dorada: Neuval y Katya acabaron juntos, estudiaron sus respectivas carreras en la universidad, se casaron con 20 años, una edad temprana pero no demasiado rara en esos tiempos, aunque hubo una razón mayor, que era la inesperada pero deseada llegada de Lex, un nacimiento que llenó a ambas familias Lao y Saehara de alegría, pues nada hizo más felices al viejo Lao, a Hideki y a Emiliya que tener un nieto en común. Poco después, Sai, el hermano de Neuval, también se casó y tuvo a Mei Ling. Y además, Neuval y Lao fundaron juntos la empresa Hoteitsuba.

Sin embargo, ninguna época feliz dura para siempre. Algunos años después, cuando Sai estaba esperando el nacimiento de sus hijos gemelos Kyosuke y Yousuke, y Neuval y Katya estaban esperando el nacimiento de Cleven, unos viejos enemigos de la SRS, los peores terroristas humanos con los que la Asociación había lidiado, acabaron con la vida de Hideki y de Emiliya en medio de una misión contra ellos. Fue un golpe extremadamente duro para todos. Neuval ya llevaba los años anteriores planeando crear su propia RS y convertirse en el Líder. Aquella tragedia fue lo que al final le empujó a hacerlo realidad. Tal como Hideki quería, Pipi, el mejor amigo de Neuval, heredó el liderazgo de la SRS, y entonces Neuval creó la KRS, en la que fue integrando a nuevos iris poco a poco. Yako… Drasik… Sam… Nakuru… Raijin… y algunos más.

La siguiente tragedia vino seis años después, cuando los mismos enemigos de antes, para hacerle al viejo Lao el peor de los daños, acabaron con la vida de su hijo Sai, a pesar de que era un simple humano inocente. El pequeño Yousuke de 6 años presenció esta muerte de su padre y se convirtió en iris. Neuval empezó a tener graves problemas con su iris. Perder a sus maestros y suegros Hideki y Emiliya, y después a su hermano Sai, comenzó a hacer grave mella en él, a romper algo muy peligroso dentro de él.

¿Qué se podía esperar cuando, tres años después de perder a su hermano, Neuval perdió de la forma más inesperada a Katya, a manos de unos completos desconocidos misteriosos? La mitad de Japón acabó arrasada y destruida por un terrorífico poder sobrehumano sin igual que Neuval desató cuando quedó cegado por la ira. Suficiente para que Denzel y Agatha se vieran obligados a detener el tiempo en todo el Sistema Solar, para que sólo Alvion y unos pocos autorizados de la Asociación pudieran seguir moviéndose y arreglar toda aquella destrucción. Denzel y Agatha no devolvieron el tiempo a su movimiento hasta que todo quedó como estaba, de modo que los humanos, el resto del mundo, jamás se enteró o no recordó nada sobre la destrucción que provocó Neuval. Y él recibió tratamiento urgente para recuperar la cordura. Una vez se estabilizó, decidió su exilio.

La KRS y la SRS no existirían de no ser por el viejo Lao, por Hideki y por Emiliya. Los tres habían creado una gran familia, tanto humana como de iris. Ahora, sólo quedaban trozos sueltos de ella. El viejo Lao había perdido a sus mejores amigos, a su hijo biológico, lo que encima provocó su divorcio con Ming Jie, y luego a su nuera Katya, y después a uno de sus nietos… incluso había perdido a Neuval, figurativamente hablando. Era quien más había perdido, y, sin embargo, quien más en pie permanecía.

Y Kyo no quería ser menos.


Kyo había sido, como su hermana Mei Ling, un humano normal y corriente toda su vida, pero directamente ligado a los iris y a la vida de la Asociación desde que nació. El destino había querido que ahora él se convirtiera en iris porque había visto morir a su hermano. Sentía como si él fuera la sustitución de Yousuke. Y eso era muy injusto. Era doloroso. 

Convertirse en iris no es una elección para nadie, es un accidente, nadie espera convertirse en ello, nadie lo desea por obvias razones. No es un evento que se planea, ni un cambio que se decide hacer, ni una profesión que se elige desempeñar.

La vida de Kyo había cambiado por accidente, sin su permiso, por culpa de un tipo de tragedia que nadie ve venir. Pero no es una tragedia desconocida, especialmente para aquellos que han crecido toda la vida conociendo el secreto de la Asociación, teniendo iris en la familia o en amigos cercanos. Kyo no podía hacer nada por remediar el pasado, ni podía quitarse ese iris que había nacido en su mente y alma. Sólo le quedaba actuar en el presente, y hacer algo positivo y productivo con este nuevo poder que había surgido en él. 

Esta era su vida ahora. Y lo mínimo que podía hacer en su primer mes como iris entrenado, era demostrar a sus compañeros de la KRS que podían confiar en él y contar con él, tanto para proteger el pergamino que les pertenecía, como para sobrevivir a las misiones reales contra peores enemigos a vida o muerte.


Raijin dejó de soñar despierto cuando se percató de una luz que se movía a gran velocidad entre los árboles, una luz roja. Adivinó que se trataba del ojo de Kyo. «Ya está aquí» pensó, y se puso en marcha. Mientras se ponía en pie sobre el tejado, miró fijamente una por una las farolas que había en el lugar, y las fue apagando todas con la mente.

«¿¡Eh!?» se sorprendió Kyo cuando vio que las farolas que tenía ya cerca se apagaban, y se detuvo, en tensión. Apagó sus esferas de fuego y guiñó su ojo de luz también. «Ya hay alguien ahí» pensó alerta. «¿Será alguno de la MRS? Oh, no... ¿Qué hago ahora?».

No tenía más remedio que seguir, pues ya sentía a los que estaban persiguiéndolo muy cerca, tenía que seguir con el plan. De todas maneras, debía encontrarse allí con sus perseguidores de la MRS. Solo que temía que, si ya estaban en el templo, le tendiesen una emboscada, cuatro contra uno, de lo que saldría herido seguramente.

Llegó a la explanada donde estaba el ruinoso edificio y se adentró con cautela en el patio principal, que aún conservaba su pavimento de losas de piedra y un par de estatuas. El edificio principal era alto, y de él partían dos pasarelas techadas y con filas de columnas, rodeando ambos lados del patio. Escudriñó los alrededores con atención, valiéndose de la tenue luz que ofrecía la luna en el cielo. Todo estaba oscuro, en un silencio sepulcral.

Kyo sólo oía su respiración y el latido incesante de su corazón en la garganta, exhausto. Se adentró entre las columnas de una de las pasarelas laterales para tener una visión periférica del lugar y se fue aproximando al edificio principal, mirando por cada rincón, esperando ver a alguien. Cada segundo sus nervios aumentaban, se sentía observado, alguien lo observaba, pero ¿desde dónde?

—Kyo...

Oyó un susurro a dos centímetros de su oreja y, acto seguido, sintió un calambre que le puso los pelos de punta, literalmente.

—¡Uagh! —exclamó con gran sorpresa, y cayó al suelo al notar que los músculos de sus piernas se agarrotaban a causa del calambre.

Alzó la vista. Para su mayor alivio en varios días, vio que se trataba de Raijin, el cual también lo miraba a él con cara de susto. El rubio se miró las manos, entre sus dedos surgían pequeñas corrientes eléctricas.

—Perdona. Olvidé que aún estaba cargado —se excusó Raijin, recordando que hacía unos minutos había absorbido la electricidad de las farolas.

—Aparte del calambrazo, ¡me has dado un susto de muerte! —saltó Kyo en voz baja.

—Procura estar tranquilo.

—Es difícil, teniendo en cuenta que la oscuridad me pone muy nervioso desde que tengo este iris.

—Es normal. A mí me pasa lo mismo. Los elementos de tipo luz tenemos que lidiar con eso de vez en cuando.

—Ay… ¿Qué me has hecho? —intentó levantarse, pero seguía con los músculos agarrotados.

—Ha sido sin querer, se te pasará en un momento —lo ayudó.

Kyo se mantuvo en pie, sujetándose a los brazos de su compañero, con las piernas temblando.

—Bueno, ¿qué haces aquí, Raijin? Los de la MRS están al caer.

—Lo sé, escucha —comenzó a explicarle—. Ya hemos averiguado gracias a los cuervos de Sam lo que has estado haciendo. ¿Tienes los dos pergaminos? —Kyo asintió con la cabeza—. Bien. Sigue con tu plan.

—Eso está claro —se extrañó—. Pero Raijin, cuando les dé la réplica, temo que se den cuenta del engaño demasiado pronto y vuelvan a por mí.

—Por eso estoy aquí, no me has dejado acabar. Cuando les des la réplica te dejarán marchar...

—Pero ¿cómo sabes que no me dirán que no me vaya hasta que lo comprueben?

—Ay... —suspiró, y Kyo hizo un gesto con las manos, calmándose, dejándolo hablar a él—. Mira... Una de las mayores y más útiles habilidades que tenemos los iris es la de actuar. Engañar, fingir, manipular. Una buena actuación te hace conseguir lo que quieres con mucha más frecuencia y facilidad que peleando o disparando. 

—¿Funciona incluso con otros iris?

—Depende de cómo sean. Y te aseguro que la MRS peca de orgullo lo suficiente para pasar por alto cuándo un contrincante al que consideran inferior los está engañando. Te van a subestimar en todos los sentidos. Si finges estar asustado, se lo van a creer con total facilidad.

—Qué simpáticos… —masculló Kyo, ofendido.

—Pues bien. Vuelve al patio principal y escóndete en un lugar no muy bueno, para que te vean pero al mismo tiempo no sospechen que te has dejado ver aposta. Cuando vengan, haz como si no te lo esperases. Te comportarás como ellos esperan que te comportes, con miedo, nervioso y acorralado. Como el novato torpe que creen que eres. Cuando hagas el engaño, te largas, ¿me oyes? Te largas a casa pitando.

Kyo asintió con la cabeza seriamente.

—Yako y Sam están también al llegar —añadió Raijin—, y nos encargaremos de detener a esos cuatro cuando, una vez descubran la trampa, decidan ir tras de ti y el pergamino auténtico otra vez.

—¿Entonces de qué sirve que haya hecho la réplica? —se extrañó—. Sin ella, también podríamos haber hecho este plan, os hubieseis enfrentado a ellos igualmente. Si me cogen ahora con el pergamino original, Shokubutsujin-san, Dobutsujin-san y tú lucharíais contra ellos y recuperaríais el pergamino. ¿De qué sirve ahora la réplica?

—No es tan sencillo, Ka-chan —discrepó—. Imagina que no hay réplica, te cogen y se apoderan del pergamino, luego te dejan marchar. Comprueban su autenticidad e intervenimos Yako, Sam y yo para recuperarlo. Entablaríamos una lucha los siete en el que el pergamino no estaría a salvo con ninguno de nosotros en ningún momento, podría acabar destrozado. En esta lucha, el pergamino sería el principal objetivo, por lo tanto, una molestia. 

»Si en vez de todo esto lo hacemos con la réplica, el único objetivo de la lucha será derrotar al contrincante, porque el pergamino original, el cual te vas a llevar contigo y así estará completamente a salvo, ya estará fuera de su alcance y la MRS sólo tendrá que preocuparse de nosotros tres. Entonces, la norma de esta lucha se convertirá en: si gana la MRS, tendrá permitido volver a hacer el intento de robarnos el pergamino y volveremos a lo mismo del principio; pero si pierde, no tendrá permitido volver a molestarnos y deberán aceptar su derrota. Es como un duelo.

—¿Por qué no me enseñaron nada de esto en el Monte?

—Porque esto no es algo oficial. Es un acuerdo entre RS, y no es igual en todos los países. Son “normas de la calle”, como suelen llamarlas algunos. Aunque dos RS sean enemigas, tienen la obligación de respetarlas. Por desgracia para la MRS, es que no saben que van a acabar metidos en un duelo y se verán obligados a seguir la norma, comprendiendo a la fuerza que todo dependerá del resultado de la lucha. La réplica sólo servirá para darnos ventaja, una ventaja que nos será muy útil.

—Caray… ¿La MRS no ha podido deducir antes que algo así ocurriría?

—Hm… Lo único que hicieron con éxito fue separarte de nosotros y hacerte salir de la ciudad y obligarte a no poder usar dispositivos de comunicación con el que un iris Hosha pudiera localizarte. Pero no han contado con los cuervos de Sam, y que nosotros lograríamos encontrarte aquí y ahora con un plan de duelo. 

Kyo comprendió que no todo se aprendía en el Monte, sino que muchas cosas más se seguían aprendiendo después del entramiento, durante el trabajo real. Por eso los iris jamás trabajaban en solitario o de forma independiente. De hecho, estaba prohibido. Siempre en grupo, siempre en RS, porque si no fuera por sus compañeros, Kyo no podría seguir aprendiendo, ser corregido cuando fuese por un mal camino o ser constantemente motivado y llevado por las decisiones más eficaces. 

Después de todo, la meta de un iris no era ser poderoso y convertirse en el mejor; era salvar y proteger a los buenos humanos con la mayor probabilidad de éxito posible. Y esto, en grupo, era mayor garante que en solitario.

Por supuesto, todo tenía un comienzo: una persona cualquiera del planeta veía a un ser querido ser asesinado injustamente, y desarrollaba un trauma especial, y con él, nacía una energía nueva, el iris. Se manifestaba a través de la luz en un ojo, y en un principio es una luz gris, anónima, triste, sin personalidad. Esta persona se volvía loca, agresiva y peligrosa. Entonces Alvion, que captaba el nacimiento de un nuevo iris a distancia, informaba de su paradero ya bien a Agatha o a Denzel para recogerlo, es decir, ir hasta donde estaba esa persona, explicarle todo lo que tenía que hacer por su propio bien, y llevarla al Monte Zou. Para los taimu no suponía apenas esfuerzo, ya que podían teletransportarse y teletransportar cosas con ellos.

Así, el iris nuevo pasaba un año entero en el Monte Zou, un año de entrenamiento. En los primeros seis meses, se le llamaba iris tohum, que significaba “semilla”, y era entrenado por los monjes, y aprendía artes de lucha, manejo de armas y vehículos, habilidades físicas extraordinarias, control del dolor, concentración bajo crisis, desarrollo de los cinco sentidos, conocimientos sobre todo lo relacionado con el espionaje y los sistemas de gobierno, y sobre todos los tipos de enemigos que existían en el mundo… discreción, apariencia, cabeza fría… 

En los otros seis meses, era llamado iris filiz, que significaba “brote”, y pasaba a ser entrenado por Alvion, el cual ya le enseñaba a dominar ese elemento, esa materia primaria con la que la mente superdesarrollada del iris se había compatibilizado, y la luz del ojo dejaba de ser gris para relucir el vivo color del elemento.

El hecho de dominar un elemento era la clave para mantener controlado el peligroso trauma que encerraba el iris, ayudaba a canalizar la energía y a mantener la mente fuerte.

Después de acabar el entrenamiento, se le daba a conocer al nuevo iris oficial los variados principios y objetivos que tenía cada RS del mundo, por lo que así el iris elegía dónde meterse si el Líder lo aprobaba. Empezaba así una doble vida, ocultando su verdadera y nueva identidad ante los humanos, aquello que él fue una vez, y por supuesto, ante el Gobierno.

Después, estaba el tema de los apodos. Para cada elemento se ponía uno, siguiendo con los términos lingüísticos japoneses y chinos, y tenían una terminación diferente según el nivel de poder sobre el elemento. Era un medio simple de identificación. Había tres niveles, el bajo, el medio y el alto. El bajo tenía la terminación -chan. Para el Viento, era Fuu-chan; para la Electricidad, era Den-chan; para el Agua, era Sui-chan; el Fuego, Ka-chan; la Radiación, Hosha-chan; la Planta, Shokubutsu-chan; el Animal, Dobutsu-chan; la Oscuridad, Yami-chan, y para la Arena, Suna-chan.

El nivel medio tenía la terminación -san, y el nivel alto la terminación -sama, y en estos dos casos a la palabra del elemento se le añadía la partícula jin, referido a “persona”. Así, para el Viento era Fuujin-san y Fuujin-sama; para la Electricidad era Denjin-san y Denjin-sama; para el Agua era Suijin-san y Suijin-sama; el Fuego, Kajin-san y Kajin-sama; la Radiación, Hoshajin-san y Hoshajin-sama; la Planta, Shokubutsujin-san y Shokubutusjin-sama; el Animal, Dobutsujin-san y Dobutsujin-sama; la Oscuridad, Yamijin-san y Yamijin-sama; y la Arena, Sunajin-san y Sunajin-sama. 

A pesar de que Raijin era un Denjin-sama, cuando llegó a este nivel máximo, la gente de su entorno comenzó a llamarlo Raijin porque así es como se denomina al Dios del Trueno de la mitología japonesa, de modo que Raijin era un apodo no oficial, simplemente dado por los demás como un guiño a esta deidad mitológica, porque, al fin y al cabo, el rubio había sido el primer y único iris Den en llegar al máximo nivel, y el segundo iris en alcanzar este último nivel de su elemento después de Fuujin, quien, igualmente, debía poseer el apodo oficial de Fuujin-sama, pero todos lo llamaban Fuujin siendo este el nombre del Dios del Viento de la mitología japonesa.

Si algún otro iris de la Electricidad o del Viento llegara a alcanzar el nivel alto como ellos, estos iris sí serían apodados como Denjin-sama y Fuujin-sama, los apodos oficiales.

El nivel de poder más alto sólo lo habían conseguido cuatro iris en toda la Asociación de cuatro elementos distintos, y se les denominaba “dioses iris”. Una de ellos era Angie Kingsley, una Suijin-sama, en Estados Unidos; otro era Václav Fajkusová, un Shokubutsujin-sama, en Europa; y Raijin y Neuval, un Denjin-sama y un Fuujin-sama respectivamente, en Japón. No obstante, había rumores de que existía también un Yamijin-sama, alguien que poseía el dominio completo del elemento Oscuridad. Pero todos estaban seguros de que se trataba de Ichi, un iris que abandonó su organización hace años y desde entonces no se supo nada de él, es más, muchos dudaban de que siguiese en la Asociación.

Con todo esto, como después de salir del Monte Zou el iris podía ir aumentando su poder, se subía de nivel y la terminación de su apodo cambiaba. Se sabía cuándo uno subía de nivel cuando aprendía determinadas nuevas técnicas a emplear de su elemento. Por ejemplo, el elemento Electricidad de la MRS, la mujer con la que se enfrentaron Nakuru y Drasik, este supo que ella podía desplazarse a la velocidad de la luz cuando oyó que su compañero la llamó Denjin-san, ya que esta capacidad entraba en el nivel medio del elemento Electricidad.


—Venga, ponte en marcha de una vez —le ordenó Raijin.

—¡Espera! —le pidió Kyo—. Necesito saberlo. ¿Has estado con mi hermana?

Como la pregunta fue un poco inesperada y formulada de esa manera, Raijin se sonrojó un poco durante dos segundos, incluso sin variar su semblante serio.

—¿Qué?

—Me refiero a que si la has visto. Si habéis hablado con ella de esta situación o ella os ha preguntado algo…

—Sí, Mei Ling no ha parado de preguntarnos por ti. Ha estado bastante preocupada.

—Hah… Lo suponía —lamentó Kyo—. Tengo que hablar con ella cuando llegue a casa. Va a tener que acostumbrarse a que ahora yo soy un iris y que me pasen este tipo de cosas. Todavía tiene algo de estrés postraumático desde que perdimos a Yousuke.

—Kyo, no pienses ahora en ello. Tienes que gestionar las prioridades de sentimientos y pensamientos en sus respectivos momentos. Cuidar del bienestar emocional de nuestros familiares humanos es un deber muy importante, pero no ahora en tu caso.

—Sí. Cierto. Dividir la atención, ordenar y priorizar.

—Vamos —le dio un empujón en dirección al patio principal.

Kyo recuperó el equilibrio del empujón y, cogiendo aire, se dirigió de nuevo a dicho lugar. Buscó rápidamente con la mirada y escogió la fabulosa estatua de un León de Fu, así que se subió a ella y se encajó en una hendidura entre las patas del ser mitológico. A continuación, silencio. No se oía ningún ruido, pero Kyo estaba convencido de que ya habían llegado. El joven estaba totalmente calmado, ahora que sabía que estaba respaldado por sus compañeros, sin embargo, tenía que tener en cuenta que debía actuar al contrario, para no dar sospechas a sus enemigos.

El crujido de una hoja seca le sobresaltó un momento, y giró la cabeza para oír bien. Alguien estaba detrás de él. Se atrevió a asomarse un poquito durante un segundo y volvió a su puesto. Sonrió. Había visto a un hombre en el árbol pelado que había a unos metros, con las palmas de las manos y las de los pies descalzos pegadas al tronco, y además estaba olisqueando con detenimiento cada espacio de aire, igual que un perro.

«Es el elemento Animal de la MRS» pensó. «Ha modificado la piel de sus manos y pies en imitación a la de una salamandra, pero al mismo tiempo usa su olfato, propio de otro tipo de animal, así que, si es capaz de usar al mismo tiempo dos aspectos de dos animales distintos, está en el nivel medio. Es un Dobutsujin-san». Se apresuró a sacar de su mochila la réplica del pergamino y la guardó en el bolsillo derecho interno de su abrigo, el opuesto a donde estaba el original.

—Te pillé.

—¡Ah! —saltó Kyo al ver dos ojos amarillos, cuyas pupilas negras tenían forma de rendija, y se le escapó sin querer una llamarada de fuego que ascendió sobre sus cabezas hasta que cesó.

—¡Wow, tranqui, chaval! —rio el hombre, dando un brinco hasta posarse a cuatro patas sobre la cabeza del León de Fu, y acto seguido las uñas de una de sus manos crecieron y se afilaron instantáneamente, yendo directamente a rajar al chico.

Pero Kyo lo esquivó rotando sobre sí mismo y cayó de pie sobre el suelo, en guardia, adoptando adrede una cara de miedo hacia su oponente. Este se rio socarronamente, deslizando una larga lengua entre sus labios. Kyo, haciéndose parecer temeroso y sorprendido, corrió dando traspiés al centro del patio, haciendo como que huía.

—¡Pobre chico! —carcajeó el hombre.

Kyo se tropezó a propósito con una baldosa del camino que sobresalía y cayó al suelo de espaldas. Soltó un gemido de apuro y su oponente, sonriendo con malicia, puso la postura típica de un gato cuando estaba a punto de embestir a su presa, apuntando hacia él.

—Dobutsujin-san —lo detuvo una voz desde las sombras.

«Aquí están» sonrió Kyo para sí, y a continuación empezó a respirar con más rapidez y mirando a un lado y a otro con aprieto, como perdido. El iris Dobutsu pegó un salto y se posó a unos metros delante de Kyo, al mismo tiempo que a su lado aparecían tres personas más aterrizando desde el aire. Una de ellas era una chica de no más de 18 años. Con respecto a los otros dos, uno era un hombre ya maduro, de unos 50 años, y el otro un poco más joven. Ninguno se molestaba en llevar sus capuchas puestas para ocultar el color de sus elementos de la luz de sus ojos. Como había dicho Raijin, a ninguno le parecía que Kyo fuese una amenaza, además de que pensaban que estaban solos.

—¿Creías que podías escapar de nosotros eternamente? —bufó el más mayor.

Kyo permaneció tal cual, y aprovechó el momento para visualizar bien a cada uno de ellos. «Ah, mira qué listo, Raijin ha apagado las luces para ver sus iris en esta oscuridad» se sorprendió, porque, en efecto, veía las luces de sus ojos. El hombre más mayor era el Líder de la MRS, y la luz de su ojo era de color verde claro, por lo tanto, su elemento era la Planta. A su izquierda estaba el Dobutsujin-san, con su luz verde oscuro, el cual había vuelto a adoptar su forma humana completa y desde luego estaba distinto a antes, estaba muy serio. Luego, a su derecha estaba la chica, y para sorpresa de Kyo, desprendía la misma luz roja que él, su elemento también era el Fuego.

Ella, a diferencia de sus compañeros, no parecía tener muchas ganas de estar ahí. «Esa chica… creo que la conozco de antes» pensó Kyo. Finalmente, el otro hombre, un poco más joven que el Líder, y seguramente era el Segundo de a bordo de la organización, desprendía la luz azul clara propia del elemento Agua. Kyo lo reconoció, era el feo que vio desde la ventana de la casa de Xaviero. «Serán desorganizados y demasiado impulsivos» pensó Kyo, «pero estoy seguro de que eso no significa que no tengan un alto nivel de poder».

—No nos hagas perder más el tiempo —dijo el Líder—. Tratándose de un novato sin experiencia como tú, estoy seguro de que serás sensato y nos darás ese pergamino que tienes escondido.

—¿O qué? —le espetó Kyo, fingiendo.

—Hm… ¿De verdad lo preguntas? —sonrió el Líder—. Te lo quitamos a golpes. Ka-chan, enséñale —dio una orden, pero no se refirió a Kyo, sino a la chica joven que estaba ahí entre ellos que compartía su mismo elemento y nivel.

«Mierda» pensó Kyo, «Una pelea, con una iris con más experiencia. Debo seguir en mi papel, pero también procurar no acabar malherido». No le dio tiempo a pensar en nada más, pues la chica había salido disparada hacia él. Kyo tuvo que ponerse en pie de un salto para esquivar la patada vertical de ella, que acabó impactando en el suelo y rompió las losas de piedra. A partir de ahí, Kyo fue protegiéndose de sus ataques, esquivándolos, bloqueándolos, todo el rato a la defensiva.

«Esto es un poco raro» pensó el muchacho, «No tiene sentido que el Líder le haya encargado a su Ka enfrentarse a mí, que soy otro Ka, y el fuego no me afecta, y soy igual de fuerte. ¿Por qué no le ha ordenado a su Sui atacarme? Su Sui ya me habría noqueado, usando agua y hielo. Mira cómo sonríe…». Kyo se fijó en la sonrisa del Líder. Había una pequeña burla en ella. «Le ha dicho a esta chica que se enfrente a mí por una razón» comprendió, «pero no sé cuál. ¿Hay algo que no sé?».

La otra chica seguía atacando, pero lo hacía de una forma un tanto ansiosa. Fingía estar relajada por fuera, confiar en su superioridad de experiencia, pero había una extraña rabia en sus ataques, y Kyo la percibía y le confundía un poco. Es como si tuviera algo personal contra él. Ella era la única que seguía llevando la capucha puesta y no se le veía bien la cara en esa oscuridad, menos con el contraste de la luz roja de su ojo. Kyo se preguntaba cada vez más: “¿No la conoceré de algo?”

—Maestro —dijo la chica, quedándose quieta de repente frente a Kyo, sin quitarle la vista de encima—. Que nos dé el pergamino y se largue. Este sólo se defiende, no es divertido.

«¿Debería ofenderme o agradecérselo?» se dijo Kyo, manteniendo los puños en alto, por si las moscas.

—Hahh… Tú misma lo pediste, ¿qué esperabas que ocurriese? —suspiró el Líder, pero la chica se quedó en un silencio extraño, sin dejar de mirar a Kyo—. Muy bien, chico. Ya has oído. El pergamino, o enfrentarte a todos a la vez.

Kyo se mantuvo callado unos segundos, se mordió los labios con rabia. Para ser más creíble, debía mostrar algo de resistencia al menos.

—Eso es —dijo el Líder—. Toma la decisión correcta.

—Si os lo doy, me dejaréis ir en paz —dijo Kyo.

—Es todo lo que queremos.

—No más persecuciones, ni represalias ni peleas.

—Estás exhausto. Lo entendemos. Líbrate de la carga de una vez y vete a casa a dormir —le tendió una mano abierta.

Kyo hizo un gesto de agotamiento y rendición bastante creíble –en parte, porque lo primero era verdad–. A regañadientes, sacó el pergamino falso. Mirando al suelo con vergüenza y fastidio, dejó que el Líder lo cogiera.

—¡Juj! ¡Qué fácil! —carcajeó el Dobutsujin-san.

—¿Qué esperabas? —gruñó el elemento Agua, el feo—. Sólo es un cobarde más.

—No me extraña, la KRS sin Fuujin ha perdido todo su honor, heheh... —siguió mofándose.

—¡Ja! —rio el Líder con triunfo, alzando el rollo de pergamino—. Aquí está, la magnífica Técnica de Denzel de Telepatía y Memoria. Fuujin ya no será el único que la ejecute para beneficio propio.

«Uf, menos mal» suspiró Kyo, mientras Raijin, en otra parte, se dedicaba a intentar capturar una luciérnaga desde su escondite, aburrido.

—Muy bien, chaval —le sonrió el Líder—. Anda, lárgate antes de que cambiemos de opinión con respecto a ti. Y deja de temblar, gusano.

Kyo sonrió por dentro, pero por fuera siguió con la cara de miedo. Torpemente a propósito dio unos pasos atrás, y ya, por fin, salió pitando del lugar, perdiéndose entre la espesura del bosque, con el pergamino original bien asegurado en su bolsillo. Raijin, una vez vio que Kyo ya estaba libre, cambió su lugar de escondite para tener una perspectiva más clara hacia sus oponentes. Así, desde las ramas de un árbol, los observó detenidamente.

«Qué idiota» pensó la joven chica de la MRS, contemplando a sus tres compañeros que estaban celebrando su victoria. «Yo no lo habría dejado marchar tal cual hasta asegurar el objetivo por completo». El Líder empezó a ir llamando a los hombres que tenía en Tokio, y para ello se arremangó un brazo, en el que tenía el tatuaje de su organización. Lo tocó con la palma de la mano, emitiendo un impulso energético un par de veces, el cual sería transmitido a los tatuajes de los otros compañeros.

Una vez lo hizo, le entregó el pergamino al Suijin-san, el feo, quien, mientras los otros dos charlaban y esperaban con la chica a que los demás llegasen, lo abrió y lo analizó con detenimiento. Sonrió para sí, era de verdad, seguro, con la firma de Denzel y de Alvion, el Sello del brujo Zhen Yu y todo. Sólo había una cosa que no le cuadraba mucho.

—Maestro —lo llamó, levantando la vista del papel.

—¿Qué?

—¿El Sello de Zhen Yu no suele brillar cuando un iris coloca el pulgar encima?

—Déjame ver —masculló, arrebatándoselo de mala gana, y lo intentó él mismo.

A ninguno de los otros dos le gustó mucho la cara que estaba poniendo su Líder, y la chica, por otra parte, se limitaba a ojear los alrededores con desconfianza. El Líder empezó a darle la vuelta al papel, a mirarlo por arriba y por abajo, por un lado y por otro…

—¡Hijo de perra! —exclamó de pronto, tirando el pergamino al suelo, y miró a sus hombres con unos ojos furiosos, haciendo que el izquierdo brillase de su luz verde claro con más intensidad—. ¡Nos la ha jugado el muy cabrón!

—¿¡Cómo!? —saltaron los otros dos, volviendo a recoger el rollo del suelo y analizándolo—. ¡No puede ser falso, no se puede hacer una copia tan perfecta!

—Si el Sello no brilla, ¡el pergamino no sirve! —repuso el Líder—. No sé si habrá anulado el Sello o si ha conseguido de algún modo fabricar un pergamino que parece de 350 años, ¡pero de nada nos sirve si el Sello no brilla!

—¿¡Cómo va a poder anular el Sello un simple iris!? Sólo Denzel tiene ese poder.

—¿¡Y si el chico es uno de sus taimuki!? ¡Los taimuki también pueden manipular algunos de los poderes de Denzel!

—¡No seáis idiotas! —intervino esta vez la chica joven—. Kyo no es un descendiente de Denzel.

—¿¡Tú qué sabes!? Hay iris que lo son en otras partes del mundo, pero lo mantienen en secreto porque Denzel quiere protegerlos de posibles problemas con los dioses.

—¡Si lo fuera, su hermano también lo habría sido, y yo lo hubiera sabido! —replicó ella—. Eso es obra del maldito Replicador. Es una máquina que inventó Fuujin, capaz de reproducir objetos y materias idénticos a otros, incluso usando materias primas diferentes.

—¿Tú sabías que esa máquina existe y que el chico la usaría? —siseó el Líder con recelo.

—Ni me acordaba de que existía ni tenía idea de que él la usaría hasta ahora mismo, viendo este pergamino perfecto pero de Sello inútil. No se me ocurre otra posibilidad, es más, sé que es la única explicación. Os la ha jugado, huyó a la ciudad de Yokohama seguramente para usar la máquina. ¿Cómo adivinar que la máquina está ahí y no en Tokio?

—¿“Os”? —repitió el Líder, y la chica se cruzó de brazos, callada, mirando a otra parte—. Llevas un año entero en mi MRS, Miki. Tú viniste a mí. Y juraste que no guardabas sentimientos por tu anterior RS y… sus aliados.

—¡No los guardo! —se enfadó ella.

—O estás con nosotros, o estás fuera.

—¡Joder, basta de cháchara! ¡Si nos damos prisa, lo alcanzaremos! —interrumpió el feo Suijin-san.

Cuando los cuatro estuvieron a punto de despegar un pie del suelo, Raijin hizo presencia delante de todos ellos, aterrizando desde la nada como un rayo. Estos pegaron un brinco de la sorpresa, pero cuando reconocieron quién era, manifestaron un claro gesto de fastidio, comprendiendo, pues, toda la situación, toda la trampa.

—Vaya, un “dios iris” nos honra con su presencia, un mismísimo Denjin-sama. El famoso Raijin merodeaba por aquí después de todo, protegiendo a su compañero como un buen Guardián —le sonrió el Líder con calma—. Has crecido algo más en el último par de años. Niñito.

—Elogiando mi nivel máximo de poder, pero tratando de ofenderme por mi joven edad… Detecto algo de envidia de alguien que ya empieza a tener canas y sigue en el nivel -san, Akira —le espetó Raijin.

—Sí, ¿qué podemos hacer los iris comunes contra un prodigio innato como tú? No sé qué es peor. No haber sido nunca humano y ser diferente a todos, o ser iris “normales” sin problemas de entender y socializar con los demás.

—Yo no me he divorciado tres veces en diez años —dijo Raijin.

—¡Jaj! —al Dobutsu se le escapó una carcajada, pero se tapó la boca corriendo, mirando a su Líder.

—¿Quieres hablar de familias, criajo? —dijo Akira, sin embargo, manteniendo esa sonrisa calmada—. Sabemos lo que te pasó cuando tenías 15 años. ¿Vas diciendo por ahí que tienes unos hermanitos pequeños?

—Cuidado —le advirtió Raijin, alterándose enseguida.

Pero no, no debía caer en esos juegos sucios. Suspiró para calmarse. Lo único que debía hacer era ganar tiempo y esperar a que Yako y Sam llegasen. Se limitó a cerrar los ojos y a recapacitar. El Suijin-san de la MRS tenía parte de ventaja, sabía que había un lago cerca del templo y seguro que iba a usar su agua. Luego, el Líder se encontraba completamente en su propio campo de batalla, rodeado de tantos árboles. Menos mal que Yako estaría en la misma situación favorable que él, al ser del mismo elemento y del mismo nivel. El Dobutsujin-san no necesitaba nada de su alrededor, todo lo que precisaba era su propio cuerpo. Y, por último, la chica Ka-chan no parecía ser una amenaza, a juzgar por lo callada y quieta que estaba, pero Raijin había aprendido a no subestimar a la gente.

—¿Sabes? —continuó hablando el Dobutsujin-san con su compañero Suijin-san, burlón—. Me acuerdo de que hace unos años veía a este chico rondar por las calles de vez en cuando con una fulana.

Raijin abrió los ojos de golpe.

—Oh, sí... —recordó el Suijin-san, poniendo el mismo tono—. Yo sé quién era, la hija adoptiva de dos altos cargos del Gobierno —miró a Raijin con una sonrisa socarrona—. Dime, ¿te la acabaste tirando? Lástima que muriera. No sabía que te gustasen tanto las niñas pijas como esa... ¡Ngh!

Raijin lo había agarrado bruscamente del cuello con una mano, en una fracción de segundo, y le clavó una mirada temible. Los otros tres se sobresaltaron.

—¡Eh! —saltó el Líder, agarrando el brazo de Raijin—. Cuidado con lo que haces, no estás en un buen momento a tu favor.

Era cierto, pero no porque se estuviese enfrentando él solo a cuatro personas, sino porque no debería haber reaccionado de aquella manera. Tenía que mantener la calma y vigilar bien sus propios movimientos, ese acto no había sido buena idea, dejaba más vía libre para que perdiese el control, lo que le podría perjudicar. Pero habían tenido que meter a Yue en esto, tenían que haberla mencionado, y peor aún, la habían insultado. Eso no se lo iba a perdonar.

Siguió apretando el cuello del Suijin-san, pese a todo. Pero no podía dejarse contagiar por sus sentimientos y provocar por sus palabras. Poder contagiarse de los sentimientos de otros significaba que también le podían contagiar un majin, la enfermedad que padecían algunos iris. Raijin nunca había desarrollado esta enfermedad por sí mismo porque, siendo iris de nacimiento y, por tanto, un iris puro sin parte humana alguna, no era posible que su mente la generara. Pero sí que había sido contagiado de ella por parte de otros iris varias veces en el pasado, y debía tener cuidado con eso. Los brotes o los episodios de majin eran temporales, según el grado de la enfermedad podían durar segundos, o minutos, horas, días, meses, o ser permanente en el último y peor grado, pero, en cualquier caso, al terminar dicho episodio, el iris no sabía ni recordaba nada de lo que hubiese podido hacer durante el mismo. Dado que Raijin era el único iris conocido hasta ahora que había nacido siéndolo, su forma de funcionar todavía era algo nuevo para Asociación, incluso para él mismo, ya que él no tenía la referencia de nadie que hubiese nacido como él. Por eso Raijin, no sólo tenía problemas para comprender al resto de la gente que funcionaba diferente, sino también para entenderse a sí mismo.

La chica y el Dobutsujin-san se habían puesto en guardia, mientras su Líder seguía agarrando su brazo con advertencia, aunque el Suijin-san esbozó una sonrisa hacia él.

—¿Qué pasa? —le susurró—. ¿Tú, que no naciste humano, y que por lo tanto nunca has poseído los sentimientos propios de los humanos, te estás contagiando ahora? No eres como nosotros, Raijin. Todos los iris sabemos que eres el único distinto. A diferencia de nosotros, naciste directamente siendo un iris puro. Eres el ser más racional que existe. Y por eso… tú nunca podrás comprender nada. Nunca podrás comprender a nadie. No tiene sentido que alguien como tú viva en este mundo tan irracional. No encajas en ningún sentido. Por eso estás solo, y siempre lo estarás.

De una sola sacudida, Raijin lo lanzó con gran fuerza contra la estatua del León de Fu como si de un muñeco se tratase. La escultura se hizo pedazos y se levantó una nube de polvo, al mismo tiempo que los otros dos hombres se le echaban encima, amordazándole cuello, brazos y piernas, ya que Raijin tenía intenciones de volver a por el Suijin-san.

—Jajaja... —se oyó reír a este, poniéndose en pie entre la polvareda con escombros a su alrededor, y se limpió la sangre que le caía del labio partido—. Eres muy divertido, así que tienes un punto débil.

—Cabrón de mierda... —masculló Raijin, intentando librarse de los otros dos para ir hacia él.

—Quietecito —le susurró el Líder a su oído, apretándole el cuello con el brazo.

—Deberíamos dejarnos de estupideces y acabar con él —intervino la chica, molesta.

—Cierra la boca, Ka-chan —le espetó su Líder—. Ya es nuestro.

Raijin apretó los dientes con rabia, le había salido mal, se maldijo a sí mismo unas cuantas veces. Se sentía un verdadero idiota por haber caído en sus provocaciones, como un novato. Lo único que deseaba en ese momento era que Yako y Sam apareciesen de una vez allí para echarle una mano.

No lo podía soportar. Se suponía que él era inmune a los sentimientos humanos. Sin embargo… había una razón muy especial por la que en los últimos años comenzó a llenarse de humanidad inevitablemente. Mucho tiempo atrás, las palabras de ese enemigo no le habrían afectado en absoluto. Mucho tiempo atrás, era un ser que no sentía nada; un iris puro. Pero hasta para alguien como él, los sentimientos de los humanos eran una enfermedad contagiosa, sobre todo cuando te juntas demasiado a ellos, cuando creces con ellos.





Comentarios