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2º LIBRO - Pasado y Presente

1.
Bienvenido

Los jóvenes “iris” de la KRS se fueron aproximando a la Torre de Tokio, viendo su punta asomando entre los rascacielos y cada vez más cercana. Drasik era el que estaba más emocionado, y Yako y Sam, por su parte, seguían con la duda sobre qué estaba pasando. Ellos no habían visto a su maestro desde hacía años, no como Raijin, Kyo y Nakuru, que habían tenido un encuentro con él no hace mucho. Sin embargo, la sorpresa de su llamada a través de su tatuaje no faltaba en ninguno de ellos.

Así era como se comunicaban los “iris” de una misma RS entre sí. Era una comunicación sensorial. Ese tatuaje especial podía transmitir el estado del “iris” o el estado físico de uno de los miembros a los demás. Si un compañero estaba malherido, esto era transmitido a los demás como una alarma. Podría decirse que fue Denzel quien creó esta Técnica, pero en realidad fue otra persona, hace varios siglos, quien además era, como se decía en aquellos tiempos, un joven brujo, llamado Zhen Qing Xiaolang. E iba siempre en compañía de su hermana melliza, también bruja, Mó Xiaolang.

Cuando Raijin volvió a impulsarse con los pies en el borde de la azotea de un edificio para saltar al siguiente, vio una enorme figura que, de no ser por sus rápidos reflejos, se habría estampado en su cara. El rubio dio un viraje en el aire con sobresalto y se pegó, literalmente, a una viga vertical de hierro que sobresalía de un edificio en obras, a través del electromagnetismo de su cuerpo.

—¡Uy, perdona, Brey! —exclamó Lao, aterrizando sobre el edificio de enfrente.

—¡Abuelo, también lo has notado! —dijo Kyo, y se paró con los demás por los edificios de alrededor.

—¡Claro que sí! ¡Jajaja! —carcajeó el viejo sonoramente, hinchándose de júbilo y poniendo sus musculosos brazos en jarra al verlos todos ahí—. ¡Yako, Sam, me alegro de veros! ¡Hace ya un tiempo!

—¡Hey, Kajin-san! —Yako saltó a donde estaba él, sonriente—. Duo xiang ni ya! You shen me xi qi de? —le habló en chino.

Mei you —contestó Lao—. Ni ne?

Hen hao.

—¡Eh, eh, basta de cháchara! ¡La impaciencia me va a matar! —intervino Drasik, levantando la palma de la mano.

—Jamás llegué a imaginar que volveríamos a estar todos juntos otra vez —se emocionó Nakuru.

—Y una vez más, Fuujin es la causa —contestó Lao—. ¡Pero vamos! ¿Qué hacéis ahí parados? ¡Que nos está esperando!

Los siete “iris” se apresuraron a aterrizar en el suelo junto a las patas de la torre roja, a esas horas cerrada como atracción. No había ni un alma por toda la zona, así que supusieron que Fuujin estaba en las alturas, como siempre. No obstante, no tuvieron que esperar mucho. Todos vieron cómo una figura negra con un destello blanco bajaba entre las vigas de la torre a gran velocidad, hasta que, con un último viraje, se sentó en una de las vigas de una de las patas de la torre, a cinco metros sobre sus cabezas. El parisino les sonrió sin decir nada.

Para Yako, Sam, Nakuru, Drasik y Kyo, verlo aparecer de esa forma por primera vez en años, descendiendo desde las alturas como un “iris”, con su ojo abierto emitiendo su luz blanca propia del elemento viento en aquella penumbra, era como ver a un fantasma. Se quedaron mudos observándolo, respirando fuertemente con expectación. Ver a Neuval no era lo mismo que ver a Fuujin. Uno era un ciudadano normal, típico empresario con traje, elegante, serio, aburrido… y el otro era una bomba nuclear. Neuval llevaba demasiado tiempo siendo lo primero, y para sus jóvenes compañeros de la KRS, ver su verdadera esencia ahí personificada después de siete años, era la mayor sorpresa de sus vidas.

 Neuval apoyó la cabeza en una mano y siguió sonriéndoles, disfrutando con sus caras boquiabiertas. Sabía que todos, menos Lao, se estaban haciendo la misma pregunta: “¿Esta llamada a través del tatuaje por primera vez en siete años significaba su regreso oficial?”.

—¿Cómo están mis pequeños “iris” marginados? —saludó Neuval entonces.

Los demás se miraron compartiendo una risa de emoción, excepto Raijin, que se cruzó de brazos sin más con un gruñido típico de los suyos. Neuval los llamaba así porque es lo que eran antes de que los acogiese en su KRS. Como muchos otros de aquella época, fueron “iris” marginados nada más acabar su entrenamiento porque ninguna RS quería acogerlos, ya bien fuera por motivo de su corta edad, como Nakuru y Sam, o por otras circunstancias, como Yako, o por ambas cosas, como Drasik. Hasta que Neuval promovió la iniciativa, entre él y otras RS, de darles una oportunidad a los más jóvenes. Raijin, Kyo y Lao eran otro caso por ser sus familiares.

—Maestro, antes que nada —dijo Yako, dando un paso adelante—. ¿Nos… nos puedes aclarar esto? ¿Es lo que creemos que es? Porque nos has llamada a través de la Marca, y sólo un “iris” oficial tiene Marca… ¿Vuelves a tener tu tatuaje por la razón que creemos o es por otra razón?

Neuval saltó de la viga, aterrizando frente a ellos. Caminó hacia Yako, parándose delante de él.

—¿Qué otra razón va a haber? —le sonrió.

Con eso era suficiente para confirmarlo, por lo que Yako no pudo evitar el impulso de saltar sobre él para darle un gran abrazo.

—¡Hey, Yako, que ya no eres un niño! —se rio Neuval—. Ya pesas…

Sin embargo, Sam, Kyo, Drasik y Nakuru se unieron a Yako y compartieron el abrazo, con tanta emoción que al final lo tiraron al suelo. A Drasik casi se le escapó un lloriqueo.

—¡Bugh! ¡Ni que haya resucitado de entre los muertos! —agonizó Neuval, con cinco personas sobre él.

—¡Sándwich, yo también quiero! —se aventuró el viejo Lao y se tiró en plancha sobre todos ellos.

—¡Uaaagh! ¡Que pesas un quintal, Kajin-san! —exclamaron los jóvenes.

Raijin se mantuvo ahí distante, observándolos como si fueran todos unos bichos raros. «Todos locos» pensó el rubio, dando un suspiro. Después de un rato, todos dejaron respirar a Fuujin un poco, reunidos en corro a los pies de la torre, en la penumbra, donde la luz de las farolas de la calle no iluminaba mucho. Por eso, en ese lugar destacaban ocho lucecitas de diferentes colores que emitían por sus ojos izquierdos.

C’est magnifique, cómo habéis crecido todos… —les decía Neuval, contento—. Dejad que os eche un vistazo —se puso delante de Sam, que estaba a su derecha, y lo miró de hito en hito—. Sammy, ¡vas a acabar midiendo dos metros como tu padre! Con 10 años aún no habías dado el estirón —se rio—. Me ha dicho Lao que ascendiste al nivel Dobutsujin-san hace tres años.

—Sí —afirmó, poniéndose firme.

—Te doy mi enhorabuena, es un gran mérito para tu edad. Vas a tener que enseñarme tus nuevas capacidades.

Sam asintió con la cabeza, sonriendo con ilusión como pocas veces solía mostrar. Neuval siguió el orden y se paró frente a Kyo. Ambos se miraron alegremente y el hombre le posó una mano en la cabeza. Se acercó a su oído un momento.

—¿Pudo Drasik hacerte el opurita? —le susurró.

—Sí. Y ya me lo he tomado.

—¿Cómo estás?

—Bien, por ahora.

Neuval volvió a erguirse y ya habló en voz alta.

—Bienvenido a la KRS, Kyosuke, Ka-chan —declaró—. Ahora que he vuelto, debo decírtelo, no sin estar orgulloso. Espero que tus compañeros te ayuden a integrarte del todo tal como han estado haciendo desde que eres un “iris” oficial.

—Daré lo mejor de mí, tío Neu —contestó Kyo.

Neuval asintió con la cabeza y se puso delante de Yako.

—El primer niño que formó parte de mi iniciativa —dijo Neuval.

Yako sonrió con cierta burla.

—¿Al final Alvion consiguió cazarte, maestro? Sé que ha estado en la ciudad buscándote.

—Sí, y en un momento poco oportuno —dijo esto mirando a Raijin de reojo—. También te felicito por tu ascenso a Shokubutsujin-san, aunque fuese ya hace seis años.

—¡Ja! —lanzó una carcajada irónica Nakuru—. Como si para él supusiera algún esfuerzo.

—Nak, no seas mala —refunfuñó Yako.

—Has nacido con el poder de dominar la energía Yang, las mentes de todos los “iris” y todos los elementos naturales a la vez, y de alcanzar sus niveles máximos en cuestión de pocos años, Yako. Si te conviertes en “iris” a los 3 años y a los 15 es cuando subes de nivel, no es porque te costara doce años alcanzarlo.

—¿Qué hay de malo en tomarme las cosas con calma y disfrutar del avance? —se defendió este—. Soy medio “iris”, y mi “iris” funciona como el vuestro, se siente más compatible con un elemento, en mi caso la planta.

—Yo siempre me he preguntado, ¿no puede tu mitad Zou ejercer algún efecto sobre otras materias aunque no hayas aprendido el dominio? —quiso saber Kyo.

Los demás esperaron que Yako respondiera de nuevo lo que siempre solía responder, que sólo era un “iris” normal con el dominio de un elemento normal… pero su repentino silencio captó toda la atención de todos. Lo miraron con las mismas caras de sorpresa. Excepto Raijin, que ya lo sabía.

—¿En serio? —le preguntó Neuval, intrigado.

—A ver… fue de manera accidental… —intentó explicar Yako, un poco tímido—. Una sartén en la cocina de mi cafetería se puso a arder en llamas. Reaccioné por instinto, no sé qué hice, moví un brazo para alcanzar un trapo, y aunque estaba a varios metros de distancia, las llamas vinieron hacia mis manos y me envolvieron los brazos… No me quemaron, pero yo creía que sí, entonces sacudí los brazos, las llamas se apagaron, pero provoqué de alguna manera dos torbellinos de aire y me volcaron una olla llena de agua, y al ver que iba a derramarse, hice algún gesto y la olla acabó cayendo al suelo, pero el agua de su interior de repente se había convertido en hielo…

Yako dejó de hablar porque de pronto tenía a todos mirándolo con ojos abiertos como búhos y sonrisas cargadas de interés y curiosidad.

—No me miréis como si fuera algo alucinante, ¡casi me cargo la cafetería!

—Yako —le dijo Drasik—. Dime que tienes cámaras de vigilancia en la cocina y que todo eso quedó grabado.

—No.

—Espera… —lo apuntó Sam con un dedo, pasmado—. ¿No fue ese día hace dos años, que de repente saliste corriendo de la cocina hasta la calle gritando cosas en alemán y sujetándote las manos bajo cada axila cubiertas con dos enormes manoplas?

—Es que entré un poquito en pánico —se excusó Yako, y los demás se echaron a reír—. Pero sigo siendo un Shokubutsu y estoy contento siendo sólo un Shokubutsu.

—Bueno, no lo atosiguemos más con ese tema —apaciguó Neuval, pasando un brazo sobre los hombros de Yako—. Tomó una decisión y debemos respetarla, ¿vale? Veo que habéis evolucionado bastante en mi ausencia. Los Líderes de las otras RS ya pueden morirse de envidia, ni sus “iris” habrían conseguido esto siendo tan jóvenes. Ellos escogieron a otros que creían más capaces y la inmensa mayoría se quedaron atascados en un mismo nivel durante años como unos muermos.

Todos rieron levemente por el comentario, sin poder evitar sentirse orgullosos. Era cierto. Ellos, que al principio nadie esperaba nada de ellos, y ahora eran dignos de admirar por “iris” de su edad y mayores. “Niños marginados” que se habían convertido en poderosos “iris” por encima de la media.

—Ojalá el maestro Hideki siguiera vivo para ver con sus propios ojos que al final logré crear la mejor RS del mundo —sonrió Neuval felizmente.

—A pesar de que mi padre te advertía constantemente de los riesgos que eso conllevaba —le dijo Raijin.

—Tú calla, Hideki júnior —le espetó Neuval—. No es tu turno.

Siguió el paso y se puso frente a Nakuru para continuar con su revisión.

—Bueno, ¿qué decirte, Nak? A ti te veo a menudo en casa.

—Sí, y ya no podré hacerlo —apuntó la joven—, ya que iba con motivo de visitar a Cleven.

—Pero nunca he podido decirte tranquilamente lo mucho que te agradezco que cuides tanto de Cleven. Realmente, Nakuru... —le posó una mano en el hombro—... eres una de las grandes razones por las que Cleven ha podido seguir adelante. Y por ende, yo también.

Nakuru se asombró al oír eso, pero luego sonrió halagada. Neuval siguió con el siguiente, Drasik. El chico, al verlo ya delante de él, se puso firme como un soldado, en tensión. Neuval lo observó un rato, analizándolo con interés. Drasik se puso más nervioso aún, preguntándose qué iba a decirle. Como el otro seguía mirándolo, se empezó a preocupar, deseando que no sacara cierto tema.

—¿Sigues persiguiendo a las chicas como cuando tenías 6 años? —preguntó entonces Fuujin.

—¿Qué? ¡No! ¡Si yo no...! ¡Pero si yo no hago eso! —explotó como un puro nervio, esa era la pregunta que se temía porque podía acabar relacionándola con cierta pelirroja, ahora que Drasik acababa de enterarse, o de recordar, que era su hija—. ¿¡Po-Por qué lo dices!?

—Pues... —le vaciló, rascándose la barba tranquilamente—. Denzel me ha comentado que este año vas a la misma clase de cierta persona y...

—¿¡Qué!? ¡S… si lo dices por la princesa...! ¡Digo, por Cleventine! ¡Yo no la he tocado, yo no...! ¡O sea, que no me he acercado a ella... bueno, quizá un poco... pero no he hecho nada! ¡Si a mí no...!

—Drasik... cállate... no la cagues más... —le susurró Yako entre dientes, pegándole codazos.

«Así que sabe que Cleven es mi hija» pensó Neuval. «Normal, me lo esperaba. Van a la misma clase, se ven todos los días y sabe su nombre y apellido. Sólo espero que no recuerde nada más».

—¡Y si Denzel te ha dicho algo, es mentira! —continuó Drasik—. ¡Mentira!

—Quieto, quieto... —lo tranquilizó Neuval—. No pasa nada, hombre, no sé por qué te pones así.

—Hehehe... —le entró la risa nerviosa, preguntándose si de verdad se había enterado de sus intentos de flirteo con Cleven o no sospechaba nada—. Yo no...

Se calló cuando Neuval le puso una mano en el hombro y se acercó a su oído.

—Me alegro de que sigas tan animado —le susurró—. Te falta mucho por crecer y por madurar todavía. Pero nunca cambies quién eres, Dras, sé lo que vi cuando te acogí en la KRS y tengo grandes planes para ti en el futuro. Oh, y gracias por hacerle a Kyo el opurita sin hacer preguntas, tan leal como siempre.

Drasik se quedó sin habla cuando oyó esa frase del medio. ¿Planes para el futuro? En ese momento no entendió a qué se refería y le intrigaba que se lo hubiese dicho en voz baja como si no quisiera que los demás lo oyesen. Miró a su maestro con un interrogante, pero Fuujin se limitó a darle unas palmaditas con esa sonrisa tan normal pero tan misteriosa. Lo cierto es que no era la primera vez que Neuval le soltaba una indirecta o comentario de ese tipo y nunca entendía por qué.

Neuval dio otro paso hacia la izquierda y se paró frente a Raijin. Ambos compartieron una mirada desafiante. Raijin pensó que ahora empezaría a soltarle algún comentario respecto a lo que había pasado con Cleven o respecto a cualquier otra queja que tuviera de él. Y si eso iba a ser así, Raijin no se iba a callar.

Ya está, Neuval se acercó más a él y lo miró más fijamente, seguro que iba a decirle algo…

—Brey. Gracias por haber cuidado de todos durante estos siete años.

Raijin abrió los ojos, desconcertado. Eso no se lo esperaba. Ahí estaba. La gratitud que dos días atrás le mencionó que le debía, pero que en el fondo nunca esperó escuchar. Le costó asimilar que realmente lo había dicho con sinceridad. Siempre hubo rivalidad entre ellos dos, pero fue por culpa del rubio. Cuando él nació, Neuval ya estaba casado con Katz, y Raijin siempre sintió celos de él porque pensaba que ese hombre le estaba robando a su querida hermana. Pero sobre todo, el majin de Raijin, que había obtenido por contagio y no de forma natural y había crecido mucho en muy poco tiempo, había minado más la confianza que Neuval tenía sobre él. O sea que Neuval no tenía un problema con él, sino con su majin.

Al final, Raijin asintió con la cabeza, un poco pensativo. Luego volvió a mirar a Fuujin a los ojos. Él también tenía que agradecerle algo.

—Y a ti... por haber dejado a Cleven quedarse conmigo.

—Cuídala —dijo Neuval severamente—, o como le pase algo te arrepentirás de ser mi cuñado.

—Es obvio que lo haré. Yo también la quiero.

—Ya lo sé. Y os lo digo a todos, una vez más —Neuval se volvió hacia los demás—, que hace poco me he enterado de que Cleven anda con todos vosotros. Mantenedla alejada de todo este mundo “iris”.

—Descuida, Neuval —afirmó Yako—. La pequeña Cleven no volverá a ver lo que tanto le hizo sufrir en el pasado.

—Y no sólo eso —señaló Neuval—. Os advierto que mi Técnica puede degenerarse con el tiempo. Y no sólo hablo de las nubes. También puede ocurrir con los recuerdos fuertemente sepultados. No siempre, pero mejor prevenir.

—¿A qué te refieres? —preguntó Sam.

—Una palabra clave, o una imagen, un sueño, un nombre o gesto muy específico —explicó—. Pueden dar indicios a recordar algo, por muchos años que hayan pasado. Tened cuidado con lo que hagáis y digáis delante de ella. Si le vuelvo a borrar la memoria, podría causarle una lesión cerebral. 

Todos asintieron con la cabeza firmemente. Nakuru miró a Drasik por el rabillo del ojo. Parecía sorprendido por esta noticia, ya que él no sabía quién era Cleven hasta hace unas horas durante la tonta pelea entre ella y Raijin y los mellizos, y por lo tanto, tampoco sabía que Fuujin le había borrado la memoria de todo lo que ocurrió en el pasado relacionado con ella. Nakuru le había aclarado a Drasik antes que Fuujin les puso una nube a todos y que por eso no la recordaba. Pero Drasik sentía algo raro, sentía que su amiga no estaba siendo totalmente sincera, porque si él había tenido una nube como los demás y esta ya se había disipado al terminar de descubrir quién era Cleven en realidad, ¿por qué los demás parecían haber recuperado recuerdos de Cleven del pasado y él todavía no lograba recordar absolutamente nada de ella, de su presencia o de su existencia en el pasado?

«¿Será que mi nube no se ha disipado del todo?» se preguntaba el chico, «Yako y Sam hablan de ella como si ya la conocieran del pasado. Pero para mí, Cleventine sigue siendo una desconocida. ¿Por qué yo no me acuerdo de haberla visto antes, si se supone que la hija de Fuujin se relacionaba con nosotros en otra época? Entiendo que la nube era para evitar reconocernos mutuamente al pasar por la calle y evitar entablar contacto durante estos años… Pero si el contacto ya ha sucedido inevitablemente… ¿por qué mi nube no se va? ¿O acaso yo tuve escaso contacto o relación con ella en el pasado y por eso no tengo recuerdos de ella?».

Nakuru podía sentir los pensamientos que se cruzaban por la mente de Drasik. Miró al suelo, apesadumbrada. «Es obvio que Dras percibe algunas cosas que no encajan y que se va a hacer preguntas. A él no le pusieron una nube. Fuujin le borró la memoria a Drasik igual que se la borró a Cleven, el uno del otro. Pero, con suerte, se le quitará ese interés por Cleven como hace con todas las chicas y dejará de hacérselas».

—Bueno, ¿y a mí no me dices nada? —protestó el viejo Lao, sintiéndose marginado de la emotiva reunión entre un Líder y sus discípulos—. ¿No me dices un discursito de Líder superguay? ¿No me das unas palmaditas en la espalda?

Neuval se lo quedó mirando con cara de aburrimiento.

—Ven, deja que te ayude —dijo Lao; agarró la mano de Neuval y se la puso sobre su propio hombro, obligándole a darle palmaditas—. “Y tú… Kei Lian… ¿qué decirte?” —Lao imitó la voz de Neuval pero añadiendo dramatismo—. “Nada de esto habría sido posible sin tus incesantes consejos, apoyo moral e insistencias para que regresara, no sólo a la Asociación, sino también a mi verdadero yo… mi verdadero e insoportable yo… tan arrogante y rebelde y terco… Oh, Kei Lian, siento mucho todos los problemas y dolores de cabeza que te he causado desde que era pequeño. Para compensártelo, mandaré que te hagan una placa bien grande que diga ‘Mejor padre y empleado del año’, lo cual viene acompañado de un mes de vacaciones extra en el trabajo, por lo que yo me ocuparé de todos tus deberes y reuniones y…”

—¡No te emociones tanto! —le interrumpió Neuval, soltándose de su mano.

—¡Qué hijo más malo…! —lloró Lao desconsoladamente.

Los demás no paraban de reírse. Habían añorado incluso esas tontas y divertidas escenas entre Neuval y Lao. Después vieron que su Líder daba un largo suspiro. Les llamó la atención, porque de repente se había puesto serio, y un poco nervioso. Parecía que quería decirles algo importante.

—Chicos… sé que esto es extremadamente inesperado y repentino para vosotros —les dijo Neuval—. Pero también lo ha sido para mí. Ni siquiera hace una semana esto entraba en mis planes.

—¿¡Qué!? ¿Lo de volver a la Asociación es una decisión que has tomado en una semana? —se quedó desconcertado Drasik.

—Han pasado… una serie de cosas complicadas en esta última semana. Cosas muy serias —les explicó—. Aunque los motivos han sido varios y recientes, mi decisión de volver a la Asociación es algo que en realidad nunca ha dejado de rondar por mi cabeza. Ya sabéis que… mi duelo por la muerte de Katz fue un duro golpe.

Raijin bajó la mirada al suelo con pesar.

—Pero al cabo del tiempo —continuó Neuval—, algo dentro de mí sabía que mi exilio no iba a ser para siempre. Sabía que algún día regresaría. No sabía cuándo, pero algún día. Por un motivo o por otro que me empujase definitivamente a hacerlo. No quiero aburriros explicándoos todos los motivos, pero sí algunos de ellos.

En ese momento, Kyo y Drasik se miraron con inquietud. Ellos dos sabían que uno de esos motivos era que Izan había vuelto a dar señales de vida y que estaba en Tokio tramando algo. Se preguntaban si Neuval se lo diría a los demás, ya que él mismo les había pedido a ellos dos no revelar esta información. Pero sabían que no iba a decirlo, especialmente porque Raijin estaba ahí con ellos y esta noticia sería terriblemente recibida.

—Hatori finalmente se ha salido con la suya y ha conseguido ocupar el puesto de su padre —les contó Neuval, y los demás asintieron con la cabeza, no sin expresar algo de rabia—. Ya no es solo un jefe de policía cuyo padre, como ministro, lo mantenía al margen de la caza de “iris”. Desconozco por completo por qué Takeshi ha pasado esta última década con la Caza paralizada, y sobre todo, por qué siempre ha mantenido a su hijo Hatori apartado de cualquier asunto de “iris”, si Hatori siempre ha tenido el mismo espíritu anti-“iris” que él. Pero ahora… Hatori tiene el mando del Ministerio, de todos los cuerpos de seguridad del país. Ahora él tiene el poder de reanudar la Caza de los “iris” si quiere, de posiblemente contactar con otros países para unir fuerzas y recursos policiales e incluso militares, de llevar el cumplimiento de las leyes y los procedimientos policiales a su manera…

—Lo sabemos —lamentó Nakuru—. Y debo decir por parte de todos que es un alivio que hayas regresado a la Asociación ahora que el gobierno puede convertirse, una vez más, en un verdadero problema para nosotros.

Los demás asintieron.

—No podía quedarme de brazos cruzados, continuando tranquilamente con mi vida humana, pensando cómo Hatori iba a complicarles las cosas a todos mis hermanos “iris” mientras yo me quedaba al margen. Sin embargo, hay otro motivo igual de malo que condicionó mi decisión. No es algo que deba preocuparos. Pero creo… que merecéis saberlo, porque si voy a volver a ser vuestro Líder, no puedo tener este secreto ante vosotros.

Kyo y Drasik volvieron a mirarse, preguntándose otra vez si esta vez se refería a lo de Izan.

Neuval tardó en hablar. Por un momento, miró al viejo Lao, y este le asintió con la cabeza dándole su apoyo.

—He… Hace unos días asesiné a doce humanos… involuntariamente —confesó Neuval finalmente.

De pronto, todos los demás se quedaron mudos. Por un momento reinó un silencio súbito por toda la zona. Sus caras de desconcierto no eran por el hecho de haber matado a doce personas, sino por el hecho de que este suceso hubiese vuelto a ocurrir. No era ningún secreto para ninguno de ellos el comportamiento extremadamente cruel y maligno que Neuval había llegado a manifestar varias veces en su vida. Algo que consideraban un efecto normal de un majin tan alto como el suyo, que estaba en el sexto grado de siete.

—¿Eran… inocentes? —preguntó Yako con un tono cuidadoso.

—No. Lo cierto es que resultaban ser criminales, y de los peores. Torturadores, violadores…

—¡Ah! —interrumpió Yako, dando una feliz carcajada, sorprendiendo a los demás—. ¿Y por qué pones esa cara tan preocupada entonces?

—Porque no supe que eran criminales hasta que investigué sobre ellos después de matarlos. Los maté sin asegurarme primero de si eran inocentes o no. Fue una pérdida de control bastante grave. Hacía años que no la tenía.

—Bueno, Neuval, pero al final resultaban no ser inocentes —insistió Yako—. Al final no has hecho nada malo, ha resultado ser algo correcto. No le des muchas vueltas, no deberías atormentarte por ello.

—Hm… Yako, sabes que tu abuelo no quiere que las cosas se hagan de esa manera.

—Maestro, solamente has adelantado su trabajo. Si Alvion no condenó a esos criminales aún, lo iba a hacer de todos modos algún día. Tú le has ahorrado esa tarea, y le has ahorrado al mundo doce monstruos menos —sonrió cálidamente.

Los demás miraban a Yako un poco inquietos. Ellos, como “iris” comunes, sólo tenían la mentalidad con la que habían sido entrenados y les habían enseñado a tener en la Asociación, y tenían estrictamente aprendido que Alvion y sólo Alvion juzgaba y decidía a qué criminales detenían y metían en prisión o en programas de reforma, y a cuáles debían matar directamente. Ellos no cuestionaban ni reflexionaban sobre quién era un condenado y por qué lo era.

Yako, como “iris”, tenía también que cumplir con esas normas. Pero no tenía en absoluto aquella mentalidad. Por mucho que le hubiesen entrenado como a los demás “iris”, Yako seguía siendo un tipo de criatura que, como todos sus antepasados, había nacido para juzgar y decidir sobre la vida y la muerte de esos seres inferiores llamados “humanos”, con el fin de crear un mundo bueno para todo aquel que fuera bueno, y donde los malos no tenían cabida. El radicalismo de Yako sobre esta materia era el normal y natural en todos los Zou desde hacía siglos. Defensores del bien y de la energía Yang hasta la médula, y odiadores del Yin y de toda persona que fuera mala e hiciera el mal contra los inocentes.

Sin embargo, de todas las generaciones Zou, sólo uno de ellos había nacido un poco diferente… Alvion había sido el único de su linaje en valorar hacer las cosas de otro modo, prefiriendo luchar contra los humanos malos intentando transformarlos o cambiarlos, en lugar de eliminarlos del mapa sin más como venían haciendo sus antepasados.

El caso es que, aunque los “iris” estaban obligados a obedecer las normas de Alvion, mentalmente siempre habían tenido más afinidad por el modus operandi de los demás Zou. Para la mentalidad “iris” y de los Zou en general, era mucho más racional y eficaz eliminar a la persona mala sin más, acabar con ella y pasar a otro asunto. Pero para los “iris” no era ningún conflicto que Alvion quisiese hacer las cosas un poco más moderadas, ya que para ellos era mucho más importante ser cien por cien leal al Zou que los dirigía, fuese cual fuese su modo de dirigir.

Solamente existía un “iris” que, mentalmente y desde lo más hondo de su ser, entendía y estaba completamente de acuerdo con la ideología diferente de Alvion. Y es por eso que a Neuval siempre le había costado tanto obedecer las normas tradicionales de la Asociación impuestas por los Zou más radicales de antaño.

—El caso es… que lo que hice ha llamado toda la atención de Hatori y de la policía y que seguramente lo anda investigando exhaustivamente, y que sospecha del famoso Fuujin como responsable —continuó contándoles Neuval—. Pero no os preocupéis. Eso ya es problema mío. Sólo quería que supierais que lamentablemente mi majin sigue siendo tan problemático como antes. Por eso, tanto yo como el resto del mundo estamos más seguros si mi “iris” está bajo el control de Alvion.

—Tu majin no es ningún problema, hemos lidiado con él antes y seguiremos haciéndolo —declaró Drasik con firmeza.

—Y es lógico pensar que, si este regreso a la KRS junto a nosotros y luchando contra el mal te ha traído una nueva felicidad, tu majin tendrá mucha más dificultad para salir —apuntó Sam.

—¡Haha! Eso es cierto —sonrió Neuval, revolviendo los cabellos tanto de Sam como de Drasik—. La felicidad que siento ahora me hace más fuerte. Si he tenido que necesitar siete años para recuperar las fuerzas, haré que mi regreso merezca la pena. Os compensaré todos estos años, chicos. Nunca jamás volveré a marcharme. Incluso acabaréis hartos de mí.

Yako, Sam, Drasik, Kyo y Nakuru volvieron a abrazarlo con fuerza.

—Bueno, chicos —se impuso Neuval, volviendo a su posición frente a ellos, palpando la cartera que colgaba de su hombro—. En esta cartera tengo mucho trabajo para nosotros. Os voy a poner las pilas.

—¡Sí! —celebró Drasik, dando un puñetazo al aire.

—Pero antes... —terció—. ¿Vas a seguir ahí escondida o te unes a la reunión, Hooshajin-san?

—¿¡Hooshajin-san!? —saltaron todos, mirando a su alrededor con gran desconcierto.

—Vaya, y yo que quería ser discreta —se quejó Sarah, saliendo de detrás de una de las patas de la torre.

Absolutamente todos, menos Neuval, la contemplaron con la mandíbula pegada al suelo. No podían creérselo.

—¿¡Sarah!? —exclamó Yako.

—¡Sarah! —exclamó Nakuru corriendo hacia ella, y los demás la siguieron.

La rodearon con gran entusiasmo. Sarah era como la hermana mayor de todos, ya que después de Lao y Neuval, era la mayor de la familia de la KRS con 23 años. Nakuru la abrazó con fuerza, feliz de verla, y Yako y Drasik también. Raijin y Sam permanecieron un poco aparte, pero estaban igual de contentos de verla. Kyo, por el contrario, no tenía tanta confianza con ella, pero le gustó ver esa reunión.

—Cómo habéis cambiado, idiotas —dijo Sarah—. Sois unos malditos cursis con tanto abracito. Soltadme de una vez.

Todos se rieron, aunque obedecieron. Ya la conocían, Sarah era así de cariñosa, a su manera.

—¿Dónde te has metido todo este tiempo, Hooshajin-san? —preguntó Yako.

—¿¡Tú también vas a volver!? —se sorprendió Drasik.

—Vale ya, chicos, me gustaría hablar a solas con Fuujin —discrepó la mujer.

—¡No sabemos nada de ti en años y ahora nos quieres echar! —protestó Nakuru.

—Vale, vale… —se rio—. Sí que os gusta el sentimentalismo, qué niños tan tiernos… A ver, Yako, Sammy, Nak... —les fue nombrando—. El idiota... —miró a Drasik.

—¡Eh! —se ofendió.

—Raijin —continuó, pero a él se lo quedó mirando más tiempo—. Raijin, he oído algo sobre ti hace ya tiempo que me dejó bastante alucinada.

—Sus polluelos —saltó Drasik.

—¡Sui-chan! —gruñó Raijin.

—Efectivamente —declaró Sarah—. Así que tienes hijos... ¿Quién lo iba a decir? Ese niño tan huraño y tan racional de mis recueros, un "delincuente" al que me ha costado ocultar a la policía... con dos pollitos.

—¿Eh? —se extrañó Raijin—. ¿Cómo que “ocultar”?

—¿Es que nunca te has preguntado cómo la policía nunca daba contigo en tus años de “delincuencia infiltrada” mientras tú ibas tan tranquilo por la calle? —sonrió—. Ya sabes, esos años en los que pasabas mucho tiempo solo y te ibas por tu cuenta a hacer pequeñas misiones que tanto molestan al Gobierno. Bobo, todos los delincuentes comunes caían como moscas en aquella época y tú salías de rositas. Supe de ti cuando un banco denunció un atraco por parte de un niño de 14 años. Desde entonces traté de darte ventaja engañando a mis compañeros de la policía constantemente para que no te cazasen.

—¿¡Robaste un banco!? —exclamó Drasik.

—Eso fue por un trabajito que “me encargó” una mafia —se defendió Raijin—. Me hice pasar por “muchacho de los recados” infiltrado. La mafia que dirigía ese banco en secreto planeaba hacerlo desaparecer con todo el dinero, y me dejaron vía libre confiando en mí, esperando que les ayudase en el golpe, pero a la hora de la verdad robé todo el dinero y se lo devolví a la gente inocente de forma anónima y la mafia se quedó con los mocos colgando.

—¿No os he dicho mil veces que no hagáis “delincuencia infiltrada” con ese tipo de mafias? —intervino Neuval—. Es muy peligroso hacer eso en solitario. Si querías hacer misiones anticrimen tú solito, haber recurrido a otras RS, como todos hacen cuando no tienen otras misiones pendientes.

—Alvion me pagó muy bien por el servicio —replicó Raijin.

—Alvion te tiene muy mimado por ser el único “iris” puro del mundo —masculló Neuval—. Don Perfecto.

Sí, era una cosa normal entre los “iris” buscarse otros trabajitos voluntarios. Había veces que las RS no tenían una misión grande que hacer, y mientras esperaban a que Alvion les diese una, algunos se dedicaban a presentarse voluntarios para ayudar a una RS aliada con una misión o recurrir a otro tipo de gente para hacer trabajillos sucios, como matar a alguien siempre que fuese un condenado de Alvion, robar tesoros, robar archivos confidenciales del Gobierno... lo normal.

Era algo que hacían, especialmente, aquellos “iris” que tenían la constante necesidad de usar el “iris” como desahogo, aquellos a los que les costaba más apaciguar su sentimiento de rabia y odio, y ese constante uso del “iris” era el principal causante de que su poder aumentase. Como Neuval y Brey, que durante sus vidas lo habían usado tanto que ya se habían convertido en “dioses iris”, del nivel -sama.

También eso dependía de la energía física y mental que tuvieran, unos nacían con una más poderosa que otros, y de su fuerza de voluntad por luchar contra el mal, fuente que la alimentaba. Pero, sobre todo, solía haber una razón detrás, una motivación sentimental. Brey, por ejemplo, se convirtió en un Denjin-sama tras la muerte de Yue y el nacimiento de Clover y Daisuke. Y Neuval se convirtió en un Fuujin-sama cuando nació Lex.

—Lao, ¿por qué te escondes detrás de Fuujin? —preguntó Sarah.

—Aún recuerdo tu mal carácter. Siempre que me acercaba a ti me pegabas patadas.

—Porque eres un mimoso con la gente —se rio—. También me alegro de verte, no has envejecido nada.

—¡Ooh! —sollozó el viejo, abalanzándose hacia ella lleno de felicidad; esa frase era música para sus oídos.

Entonces Sarah reparó en Kyo, que estaba a su lado. La mujer lo observó con el ceño fruncido y una leve sonrisa.

—¿Yousuke? —preguntó.

Kyo abrió los ojos con sorpresa, pero luego bajó la mirada. Claro, cuando ella estaba en la KRS era cuando estaba You. Al fin y al cabo, You murió hacía tan sólo un año.

—No, soy Kyo —sonrió con pesar.

Sarah borró su sonrisa poco a poco.

—Kyosuke... —murmuró—. Me alegro de verte, pero... ¿cómo es que estás aquí? —preguntó, sin embargo, algo le llamó la atención y le levantó suavemente la barbilla para fijarse en su tenue luz roja, que con esa penumbra en la zona brillaba un poco—. ¿Eres un “iris” oficial? ¿¡Desde cuándo!?

—Desde hace unas semanas —contestó Neuval.

—Pero... —se extrañó Sarah, mirando a Fuujin—. ¿Y You?

Todos apartaron la mirada, con caras afligidas. Ahí Sarah palideció.

—¿¡Cuándo!? ¿¡Por qué!? ¡Respondedme!

—Yousuke murió hace un año —contestó Lao, no sin sentir dolor en el pecho—. En una de las misiones más complicadas que tuvimos. Kyo estuvo presente, y aquí lo ves.

Sarah volvió la vista hacia Kyo como el rayo, ofuscada.

—¿¡Por qué no me lo dijisteis!? ¡Me fui de la KRS por una razón que conocéis bien, pero seguís siendo mis compañeros! ¡Joder, he crecido con vosotros!

—Es que cuando sucedió aquello, tú estabas en Estados Unidos, y... —trató de explicarle Nakuru—. Sabemos lo estresante y complicada que ya es tu venganza contra Hatori.

—Y no queríamos perjudicar tu majin con más malas noticias —afirmó Sam.

—Sé que tengo un majin de grado IV, pero… oh… —musitó Sarah tristemente—. You... joder... —masculló, y abrazó a Kyo, para sorpresa de este—. Cuánto lo siento, Kyo. Si lo hubiese sabido antes... No me puedo creer… que ya no vaya a ver a You jamás…

—Yo también lo siento —contestó Kyo, pero de repente Sarah lo agarró de los hombros y le clavó la mirada.

—Más vale que les des su merecido a los responsables, más vale que lo hagas. ¿¡Quiénes fueron!?

—Los terroristas de Bin-Bak —le contestó Raijin, y Sarah lo miró—. Los mismos que mataron a Sai, y a mis padres.

—No puede ser —se turbó Sarah—. Esa gente… son los peores enemigos que hemos tenido jamás. Su maldito jefe, Djävul, primero mató a Hideki y a Emily hace dieciséis años en plena misión, y hace diez años su hermano Jörgen asesinó a Sai —miró al viejo Lao—, pero después de eso dejaron de dar señales, desaparecieron otra vez durante mucho tiempo.

—Hasta ahora. Volvieron a aparecer en el mapa hace un año —le explicó Lao—. Aparecieron para robar uno de los cargamentos de armas militares más importantes de esta época que Japón iba a exportar a Estados Unidos en un buque. Fue una misión más contra ellos, interferimos con ayuda de la SRS de Pipi, la MuRS de Nobu y la CRS de Kanon, y aunque pudimos eliminar a un tercio de ellos, el resto acabó logrando su objetivo. Interceptaron el buque en pleno Pacífico y se perdió su rastro, escaparon con él. En esa ocasión no estuvo Djävul. Su hermano Jörgen manejó el cotarro. Y Yousuke trató de ir a por él para vengar a su padre. Pero...

No acabó la frase, aunque no era necesario. Todos guardaron un rato de pesado silencio, pensando en esos eventos del pasado. 

—Pude haber participado... —masculló Neuval con fastidio—. Y de haber sido así, tened por seguro que habría acabado con toda esa banda criminal de una vez por todas. Pero en esas fechas me encontraba en un simple viaje de trabajo en Finlandia. Para cuando me enteré de lo que pasaba, la lucha había terminado con ese terrible resultado. No estuve ahí... por un simple viaje de trabajo... por mi mero exilio...

Nakuru miró afligida a su maestro. Recordaba muy bien que en aquella fecha Cleven llegó a comentarle que había estado viendo a su padre durante una semana entera con los ojos enrojecidos y sin dirigirle la palabra a nadie. Cleven siempre creyó que fue a causa de trabajar tanto, que era lo único que le importaba. Pero Nakuru sabía la verdad. Después de todo, Sai fue el hermano de Neuval, y era humano, o sea que no estaba metido en los asuntos y luchas de la Asociación, y cuando eran pequeños, le prometió que siempre lo protegería. No pudo hacerlo ni con él ni con Yousuke.

Y el dolor que Neuval guardaba dentro por Sai y por You, y por sus mentores Hideki y Emily, y también por su hermana Monique, y sobre todo por Katz, no tenía parangón. Por eso, Nakuru acabó estremeciéndose, pues era la única que en ese momento estaba mirando los ojos plateados de su maestro inyectados en algo indescriptible, aterrador, inhumano. Fue por un fugaz momento.

—Dad por hecho que algún día acabaremos con ellos —Kyo cortó el silencio con un tono cargado de fuerza, sorprendiendo a Sarah, que estaba acostumbrada al Kyo humano, calmado y amable de antaño—. Cada vez que aparecen, conseguimos algún dato más sobre ellos. No importa cuánto se escondan. Yo mataré a Jörgen por mi padre y por mi hermano, y Brey matará a Djävul por sus padres.

—Con ayuda de todos —intervino Nakuru enseguida, mirando a su amigo muy de cerca como si le estuviera advirtiendo—. Los mataréis con ayuda de todos, Kyo, nada de venganza en solitario, ¿de acuerdo? Esos criminales serán humanos, pero no son unos cualesquiera, y mucho menos Djävul —miró a Brey para buscar su opinión afín a la suya—. Son los más peligrosos enemigos con los que nos hemos topado. Y acabamos de contar las razones.

—En eso Nakuru tiene razón —aseveró Neuval—. La venganza de Kyo es peligrosa, pero la de Brey es sin duda la más peligrosa de todas las que existen. Por supuesto que no irá a por Djävul él solo. No te ofendas, Brey, pero vengar a tus padres también me concierne. Fueron mis maestros desde mis 12 años.

—Pues cuando llegue la ocasión, si es que Djävul vuelve a dar señales de vida algún día después de diez años en la incógnita, más vale que uses tu cociente intelectual superior al resto para averiguar cómo acabar con él y con su banda de una puta vez sin que volvamos a perder a nadie —dijo el rubio, cruzándose de brazos con tono molesto—, porque por muy humano que sea Djävul, es superdotado, quizá tanto como tú o como Yako.

—Todos pensaremos en algo cuando llegue el momento —apaciguó Yako—. Y así daríamos fin de una vez a aquel que Alvion ha calificado como el peor humano de la historia. Por favor, calmaos, ahora no es momento de trabajar ni de pensar en cosas malas.

Los demás captaron la petición escondida en la última frase de Yako. Se miraron entre ellos, y descubrieron con sorpresa que todos tenían el ojo "iris" emitiendo sus respectivas luces de forma intermitente, inestable, ansiosa y sobrecargada. Después miraron a Yako; a él no le brillaba su ojo, pero los tenía entrecerrados, como si sintiera un dolor de cabeza.

—Yako, perdona. Nuestros "iris" alterados te están causando molestia —se dio cuenta Neuval, acercándose a él preocupado.

—Estamos juntos de nuevo —dijo Yako, sonriéndoles feliz pese a eso—. Como la familia que éramos. Puede que nos falten personas, pero seguimos siendo afortunados. Yo... me siento muy afortunado con vosotros aquí. Sois mi única familia. Con vosotros no me siento diferente del resto del mundo, porque me tratáis como a un igual. Y nada deseo más que emprender nuevas misiones con vosotros contra enemigos de verdad. Contra enemigos que Hideki y Emily, y Katz, Sai, Yousuke... disfrutaban tanto venciendo.

El grupo respiró hondo, el tema de aquellas muertes les cargó de determinación. Pero Yako tenía razón, también volver a estar todos ahí reunidos, después de tanto tiempo, les llenaba de fuerzas para un futuro aún incierto de asuntos pendientes y sueños por cumplir. Brey siempre había sentido debilidad por Yako, por eso se puso a su lado y le posó una mano en el hombro para transmitirle su apoyo. Todos decidieron dejar ese tema al margen y seguir el consejo de Yako de seguir adelante con los nuevos asuntos.

—En fin —declaró Neuval—. Sarah, ¿venías a darme una respuesta?

Sarah se volvió hacia él.

—Más que nada he venido porque tenía ganas de veros a todos. Con respecto a ese tema, querría hablarlo contigo tranquilamente en privado, maestro.

—Oh... así que no has venido con una respuesta —lamentó.

—No, tengo que explicarte algunas cosas. Ya tengo una respuesta, pero quiero que sepas por qué he decidido eso.

—De acuerdo —asintió—. Si quieres ven mañana por la tarde a verme, cuando tengas tiempo.

—Vale.

—Bueno, chicos —suspiró Neuval, empezando a sacar de su cartera los informes de Alvion—. Hay mucho trabajo por delante. Al parecer, se cuece un futuro atentado terrorista aquí en Tokio, a manos de un grupo desconocido de criminales cuyas identidades debemos averiguar infiltrándonos y destruyendo una serie de bases militares clandestinas que se han encargado de la compra y fabricación de explosivos químicos de clase A en colaboración de esos desconocidos, recopilando los datos que guarden estas bases sobre ellos para así poder llegar hasta ellos antes de que perpetren el ataque. También hay algunos condenados seleccionados por Alvion, así que hay que matar a algunos de los militares corruptos que ya llevan muchos años cometiendo graves crímenes sin capacidad de arrepentimiento. No es del tipo de misiones más emocionantes que hemos hecho, pero no está mal para empezar, ¿eh? Aún tengo que organizarla, así que ya os iré pasando vuestra parte cuando vea el...

Se calló un momento, y todos los demás también guardaron silencio. Al ver que los chicos estaban con la vista fija al frente, con caras de asombro, Neuval se dio la vuelta y se encontró con un centenar de personas rodeando la torre, rodeándolos a ellos. Pipi estaba en primera fila con el pequeño Jannik Knive, y detrás, el resto de la SRS. Al lado estaban todos los de la CRS. Al otro lado otra de las RS aliadas, y al otro lado otra, y otra... Había como seis RS aliadas del país con todos sus miembros, incluidos los Menores humanos. Una centena de personas ahí quietas y en silencio, mirándolos.

—¿Pero qué es esto? —saltó Neuval.

—Estás en mi lugar de reuniones, gabacho —le espetó Pipi, con una sonrisa socarrona—. La torre es mía. ¿Te crees que porque esta sea una réplica de la Torre Eiffel te puedes apoderar de ella como gabacho egocéntrico que eres?

—Dudo que hayas venido a reunirte ahora, chulapo —entornó los ojos con escama.

—Pasábamos por aquí... —titubeó la Líder de la CRS.

—Sí —se rio Neuval—. De paseo, ¿no?

—No seas maleducado, Fuujin —le dijo el Líder de la MuRS—. Hemos venido a saludarte.

—¿A saludarme? ¿Quién os ha dicho que estaba aquí y ahora? —se mosqueó.

—Ha sido Pipi —declaró Effie, señalando a su Líder.

—Qué bocazas eres, Nicolás —le dijo Neuval a Pipi, negando con la cabeza.

—Fuujin —le sonrió la Líder de la CRS de nuevo—. Esto es una bienvenida, podrías ser más considerado.

Neuval frunció el ceño, ofuscado. Pero los demás de la KRS sonrieron. No les extrañaba que todos hubiesen venido, a pesar de lo tarde que era, a pesar del frío que hacía. Neuval no se daba cuenta en ese momento, pero todos estaban ahí por él, por su vuelta. Al fin y al cabo, para ellos Fuujin siempre había sido, más que un aliado, un gran amigo, cuya vuelta a la gran familia de la Asociación significaba mucho.

Pipi se adelantó unos pasos y se puso delante de Neuval. Lo estuvo mirando un rato, sonriendo.

—Neu... De verdad, te he echado de menos. Acostumbrado a estar juntos desde que teníamos 12 años, se me estaba haciendo difícil adaptarme a que te distanciaras cada vez más en estos últimos años —le dijo con tono fuera de bromas, y le tendió la mano—. Gracias por haber vuelto.

Neuval miró esa mano que le tendía esperando que se la estrechase. Sonrió con una negación de la cabeza, ignorándola, y abrazó a Pipi con fuerza.

—Gracias a ti por ayudar a mis chicos a rescatar a Kyo el otro día —le dijo—. Por estar siempre ahí. Sabes que eres como mi hermano.

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