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2º LIBRO - Pasado y Presente









25.
Lo que Denzel calla

—Hm… Hm… —murmuraba Denzel, con una cara muy seria y pensativa.

Naminé, sentada en la mesa del comedor con una taza de té, observaba al hombre dar vueltas de un lado a otro por el salón sin cesar, mientras James y Lu Kai, con cinta adhesiva en las bocas, intentaban liberarse de las sillas donde Denzel los había atado con dos metros de cuerda. Naminé prefería no pensar qué tendrían que haber hecho para que acabaran así, era algo que había visto tantas veces que ya le parecía normal.

Llegó un momento, tras unos minutos, en que Denzel dejó de dar vueltas y se acercó a los gemelos. Sólo les quitó la cinta de la boca.

—Bien. Ahora que ya me he calmado y se me pasaron las ganas de mataros —les dijo con tono severo—. ¿Dónde habéis estado y qué habéis estado haciendo todo este tiempo desde que aparecisteis aquí, aparte de destruir la ciudad? Con vuestra labia y desvergüenza habríais podido encontrarme a mí o a alguien de la Asociación en cuestión de minutos nada más llegar aquí.

—Nos entretuvimos jugando a las canicas —contestó James, y Lu Kai acompañó con una sonrisa.

—Ah… —asintió Denzel, y miró a su hija mayor—. Creo que dicen que prefieren ser interrogados por ti, love.

—Con gusto, padre —Naminé dejó la taza sobre la mesa y ya comenzó a levantarse de su silla.

—¡NO! ¡Cualquiera menos ella! —gritaron los gemelos de inmediato, de repente muy atemorizados—. Sólo estábamos tratando de huir —dijo Lu Kai—. Sí, no hemos tenido más remedio que ir a escondernos de un lugar a otro todo el tiempo —dijo James—. ¡No podemos confiar en nadie de aquí! —concluyó Lu Kai.

—¿Qué? ¿Huir? ¿De quién? —intentó entender Denzel.

—Ah... —se encogieron de hombros—. No nos parece justo... —dijo James.

—... que explicaciones nos pidas... —dijo Lu Kai.

—... después de atarnos como animales...

—... para nuestro disgusto...

—... pues preguntas también tenemos...

—... y bien nos escama...

—... el tercer en tu pelo...

—... mechón blanco que vemos...

—... y tu aspecto más que el nuestro crecido...

—... lo que en definitiva...

—... a pensar nos lleva...

—... que al futuro nos hemos ido —concluyeron al mismo tiempo.

—Mmm... —balbució Denzel, casi como un sollozo melancólico, e hizo que se secaba una lágrima tras las gafas—. ¿Cómo puedo enfadarme con ellos? —le preguntó a Naminé—. ¡Son adorables, hacen poemas!

—Ahorraos esos juegos de voces y versos y de gemelos espeluznantes —bufó Naminé, poniendo los ojos en blanco—. Con nosotros no funciona, sabemos lo pirados que estáis.

—¡Pues este par de pirados son los consejeros del emperador! —le espetaron los gemelos a su hermana.

—Cuando envejezcan no serán tan graciosos... —siguió gimoteando Denzel, pero volvió a centrarse en el tema y recuperó enseguida su semblante severo—. A ver. Quiero me expliquéis ahora mismo por qué habéis sido tan irresponsables desde que aparecisteis aquí, qué demonios os ha llevado a tomar decisiones tan erradas.

—Ni hablar —le espetó James.

—Muchacho… —se enfadó Denzel por ese tono, levantándole un dedo de advertencia.

—¿Cómo podemos saber siquiera que podemos confiar en ti? —insistió James, receloso.

—¡Jimmy! ¿¡Qué pasa contigo!? —protestó Denzel.

—¿¡Qué esperas de nosotros!? —dijo Lu Kai en defensa de su hermano—. Aparecemos en esta época distinta. Solos. En esta ciudad infernal. No sabemos dónde estamos, a dónde ir, a quién acudir. ¡Y a los dos primeros iris que conseguimos encontrar y pedirles ayuda, de repente tratan de amordazarnos y cubrirnos las cabezas con sacos y llevarnos arrastras a algún lugar sin explicaciones!

—¿Qué? —se sorprendieron tanto Denzel como Naminé.

—Logramos escapar —continuó James—. No hemos parado de hacerlo hasta ahora. Si no podemos confiar en los iris de aquí, ¿en quién vamos a confiar? Aquellos nos amordazaron, igual que tú nos has hecho ahora, así que ¿quién nos garantiza que no estás al servicio de ellos? —movió los brazos, apresados por la cuerda.

—Llevo atándoos a sillas desde que teníais 3 años porque es la única forma de manteneros quietos cuando estáis de los nervios —se defendió Denzel.

—No sabemos nada sobre ti —objetó Lu Kai—. Eres un extraño —dijo James.

—¡Chicos! —intervino Naminé, indignada—. ¿¡De qué vais!? ¿¡Os habéis golpeado la cabeza!? ¿¡Cómo no reconocéis a nuestro propio padre!? Tiene un aspecto algo más mayor, ¡pero es el mismo!

Sin embargo, los gemelos se mantuvieron sorprendentemente serios y callados, observando con recelo a Denzel, firmes en su postura. Naminé hizo otro gesto incomprensible y miró a su padre, esperando que les dijera algo, pero el taimu también se quedó en silencio.

James y Lu Kai tenían toda la razón. Una peculiaridad que tenían estos gemelos, es que la mayor parte del tiempo podían parecer unos estúpidos locos o escandalosos, unos completos insensatos comportándose como críos, pero en realidad tenían una extraordinaria inteligencia social. Se les daban muy bien las personas, leerlas, calarlas, interpretarlas, y de ahí, manejarlas. Para James y Lu Kai, ese de ahí era un Denzel dos siglos diferente de su padre. Bien sabían que, si cualquier persona de este mundo podía cambiar mucho en un año, mucho más podía cambiar en dos siglos. Y ellos tenían bien en cuenta qué tipo de criatura era su padre, física y mentalmente atada a la voluntad de los Dioses del Yin, que en todos estos años podían haber convertido a su padre en otra persona.

¿Cómo estar cien por cien seguros de que este Denzel seguía siendo fiel a la Asociación o a una mentalidad Yang? ¿Hasta qué punto este Denzel podría haber olvidado a sus propios hijos con el tiempo, o dejado muy atrás lo que sentía por ellos? ¿Quién les podía decir que este Denzel no estaba trabajando para esos mismos iris que habían estado a punto de capturarlos, siendo probablemente enfermos de majin, o incluso arki?

Denzel no pudo evitarlo. Por una parte, le ofendía y le dolía que dudaran de él. Pero, por otra, le enorgullecía su perspicacia. Por eso, los gemelos fruncieron el ceño, cuando lo vieron sonreír.

Antes de que Denzel pudiera responderles algo, se oyó un estruendo seco en la entrada de la casa y unos pasos corriendo por el pasillo hasta el salón con mucho ruido, entonces apareció Link en el salón con cara de haber visto un fantasma. El momento quedó en pausa cuando su mirada se cruzó con la de los gemelos.

Gege! —exclamaron estos con alivio.

—¡Monstruitos! —contestó Link, mientras corría hacia ellos con los brazos abiertos.

«Vaya, sí que ha venido rápido» pensó Denzel, mientras los tres chicos compartían un feliz abrazo fraternal y después Link los desataba. Un segundo después, apareció Owen allí con ellos, que había entrado en la casa con Link, y se quedó observando la escena amargamente.

—Oh, no... —masculló—. Esperaba encontrar a estos dos insoportables los últimos.

—No hacía falta que vinierais —les dijo Denzel—. Os escribí porque sólo quería que supierais que ya había encontrado a James y a Lu Kai.

—Ya conoces a Link —Owen negó con la cabeza—. Son sus hermanos preferi... ¡Uagh!

Inesperadamente, Owen se dio de boca contra el suelo cuando los gemelos se le echaron encima y lo apresaron.

—¡Quitaos de encima, tarados! —se enfadó Owen.

—¡Estamos aquí por tu culpa, cuatro ojos! —le espetó Lu Kai.

—¿¡Cómo que por mi culpa!?

—¡James y yo estábamos a punto de derribar a la intrusa que estaba atacando a padre, y nos hiciste tropezar con tu telequinesia!

—¡Yo estaba punto de hacerla tropezar a ella con mi telequinesia, pero vosotros os pusisteis en el maldito medio! —replicó Owen.

—¡Tuviste otros dos intentos antes de eso! ¡26 años y tu puntería sigue dando asco! —insistió James.

—¡Habría acertado en el primer intento si Naminé no hubiera acelerado el movimiento de la intrusa cuando estaba retrocediendo hacia la esquina del estudio!

—¿¡Cómo te atreves a culparme a mí, Owen!? —se enfadó esta—. ¡Yo estaba cumpliendo mi parte cuando Lu-Lu me distorsionó el espacio delante de mi cara! ¡Justo los que hablan de tener buena puntería…!

—¡Primero, no me llames Lu-Lu! —se impuso Lu Kai—. ¡Y segundo, apunté mal mi distorsión espacial porque An Ju no me hizo caso cuando le dije que se agachara!

—¡An Ju tiene una barriga de seis meses, no podías esperar que ella se agachara tan rápido como le pedías! —gruñó Naminé.

—¿¡Quién la dejó entrar en el estudio y participar en la lucha en primer lugar, estando embarazada!?

—¡Yo no! ¡La dejó Christine! ¡Lo que no sé es por qué!

—¡Porque ella es junto a Robin la mejor de nosotros usando el Poder de los Sellos! —defendió Owen—. ¡Nosotros con nuestros diminutos poderes espaciotemporales no estábamos logrando más que entorpecerlo todo! ¡La que no debería haber estado ahí es Christine! ¡Ella y An Ju son las únicas que no han nacido con ninguna habilidad espaciotemporal, pero al menos An Ju sabe manejar el Poder de los Sellos!

—¡Eh, oye, no subestimes a Chris! —saltó James—. ¡No tiene habilidad de taimuki y dibuja demasiado mal para usar el Poder de los Sellos, pero es una experta artista marcial!

—¡Si le hubiéramos facilitado a Chris acercarse a la intrusa a menos de un metro, ella la habría noqueado en el suelo en un instante con una de sus llaves de kung fu! —corroboró Lu Kai.

—¡Podría todo haber sido más efectivo si Link hubiera ralentizado el tiempo justo cuando yo tenía a la intrusa en el punto de mira! —dijo Owen.

—¡Link sólo puede ralentizar el tiempo de algo o alguien 2 míseros segundos! —objetó James—. ¡La misma ridícula cantidad de tiempo que nosotros podemos usar nuestras respectivas habilidades!

—¡Por eso necesitábamos hacer uso del Poder de los Sellos, y con una intrusa así, tenían que participar An Ju y Robin! —dijo Naminé.

Owen, Naminé y los gemelos siguieron discutiendo entre ellos sin parar. Link, meciéndose la barba, al lado de Denzel, los observaba pacientemente, ahí al margen junto a la mesa del comedor.

—Me niego a creer que echases de menos esto —le comentó Link cuando vio que su padre tenía una sonrisa nostálgica en la cara.

—¿Te refieres a los momentos más insoportables, estresantes y problemáticos que me hacíais pasar? —Denzel lo miró sin borrar esa sonrisa—. Vendería mi alma por volver a vivirlos todos otra vez.

Link no dijo nada, pero le entristeció oírle decir eso, doscientos años después de esa vida que dejó atrás. Luego observó discretamente el anillo que Denzel llevaba en su dedo. Sabía que no era otro anillo, que seguía siendo el mismo con el que se casó con su madre. No se lo había quitado en dos siglos.

—Padre… Desde que llegué aquí, hay una pregunta que no ha parado de rondar por mi inmenso cajón de la curiosidad, pero… no sé si podría molestarte que te lo pregunte…

—No —respondió Denzel.

—¿No qué?

El taimu suspiró y lo miró.

—No he vuelto a casarme ni he tenido más hijos desde que vosotros y vuestra madre fallecisteis.

—Pero… ¿No has estado siquiera con más mujeres…?

—Sí, he estado con algunas mujeres. Pero no. No he vuelto a casarme ni a formar ninguna nueva familia. —Denzel empezó a mostrarse incómodo con esta conversación, algo que creía que podía evitar, pero estaba viendo que no. Se sentó en una de las sillas de la mesa del comedor y se pellizcó el entrecejo.

Link se agachó, apoyando una rodilla en el suelo frente a él, para mirarlo a los ojos con una lástima que Denzel ya se esperaba pero que no quería recibir.

—Dime que es porque no has querido, y no porque padeces un miedo tan grande que te oprime esa opción.

—No vamos a hablar de esto, Link.

—Padre —insistió el fornido hombre, posando una mano en la rodilla del taimu—. Es solo que… desde que nos encontramos aquí… estoy viendo algunas cosas que me preocupan.

Denzel al principio no entendió a qué se refería. Pero miró esa mano. Y la súplica en los ojos de Link.

—¿Sobre mí? —se sorprendió el taimu—. ¿Pero qué es esto? ¿Tú también desconfías de mí, como James y Lu Kai?

—Jamás dudaría de ti. Pero… —Link miró para los lados, incapaz de saber cómo explicárselo adecuadamente—. Hah… —suspiró—. Padre… escucha… si necesitas ayuda…

—Detente ahí —lo calló Denzel, poniéndose en pie de pronto.

Su voz y su mirada se tornaron tan repentinamente severas que Link cerró la boca y no dijo nada más. Aun así, ya se lo esperaba. Su padre siempre había odiado hablar de ese tema. Y la idea de pedir ese tipo de ayuda, siempre la había evitado, y no por orgullo, sino por rabia. Link se resignó a obedecer respetuosamente y también se puso en pie, cabizbajo. Denzel llegó a mostrar un leve gesto de duda, porque sabía que Link tenía sólidas razones para preocuparse, y también el deseo de ayudarlo de corazón. Pero no quería admitir que, para empezar, sí tenía un problema, desde hace mucho, mucho tiempo, y que se estaba haciendo claramente visible ahora, con el suceso de este salto en el tiempo de “los ocho”.

Denzel aún estaba aprendiendo todo lo que conllevaba ser un taimu. La vida de un taimu era todavía algo desconocido y que estaba conociendo de primera mano por su propia experiencia. No podía tomar de referencia al resto de humanos, o a los iris o a los Zou, porque ellos seguían siendo seres diferentes. Él conocía qué tipo de vida solía tener el resto de personas, limitadas a cien años o menos, y los sufrimientos que cabían dentro de ese corto tiempo. Pero cuando uno estaba programado para vivir al menos unos 800 años, ¿qué tipo de vida, de sufrimientos, de experiencias y de emociones podía esperar conocer al paso de tantos años? ¿Y cuántas veces?

La única persona de referencia que tenía era Agatha. Por supuesto, ella había tenido otro tipo de vida y otro tipo de decisiones. Ella se había casado nueve veces y había tenido nueve familias. Y había traído a la vida a 28 hijos, a los que después había tenido que enterrar. Denzel la había visto destrozada nueve veces. Lo que no podía comprender, era que, si ella sufrió tanto crear como despedir a una primera familia y luego a una segunda familia, ¿qué la empujaba a repetir una tercera, cuarta… novena vez? ¿Por qué siguió creando familias sabiendo el dolor que venía después de que su tiempo se acabara?

Hace tiempo que Denzel se aferró a la creencia de que Agatha era tan diferente de él como el resto de seres. Nunca se apoyó en ella o buscó respuestas en ella, porque estaba convencido de que él y Agatha no eran iguales. Empezando por cómo ambos fueron creados. Agatha no estaba hecha de células humanas naturales, sino de una mezcla de energías y materia orgánica que las imitaba en apariencia y funcionamiento. Ni siquiera tenía sangre. Lo que corría por sus venas era energía Yin que cumplía la función de repartir oxígeno y nutrientes a sus células orgánicas artificiales –lo cual también le permitió gestar bebés en su útero artificial–, y energía Yin al resto de su materia no orgánica.

No. Para Denzel, Agatha seguía siendo una criatura diferente, no sólo con un cuerpo que funcionaba diferente, sino también con una mente distinta. Que ella, a sus 767 años, hubiera podido soportar esta maldición del tiempo, vivir en el mundo humano y disfrutarlo y sufrirlo a partes iguales durante tanto tiempo, y ahora mismo ser una anciana tan mentalmente estable y normal… Denzel no veía eso posible para sí mismo. Él, a diferencia de Agatha, era medio humano. Y una parte humana siempre acarreaba las más desconocidas de las expectativas. “Si me ocurriera esto, ¿cómo me afectaría? Si me hicieran esto, ¿cómo reaccionaría? Si sobrevivo todo este tiempo, ¿en qué tipo de persona me convertiría al final?”.

Este muy antiguo miedo de Denzel se intensificó el doble el día que Yako se convirtió en iris. Porque esto demostró el claro ejemplo de que, hasta en seres tan poderosos como los Zou, la parte humana que poseían era capaz de transformarse inesperadamente en algo que no tenían el control de evitar. Denzel había tenido la gran fortuna, dentro de la pena, de no haber tenido que percibir una muerte terrible o injusta en ninguno de sus hijos ni ningún otro ser querido, ni siquiera de sus nietos, a los que había estado igual de unido.

Por eso, tras la conversión en iris de Yako, Denzel se preguntaba: “Si tengo que ver morir de una forma horrible a alguien a quien me he atrevido a amar, ¿tendría mi parte humana la capacidad de convertirse en iris también?”. Pero de ser así, había un problema. La energía natural y original de Denzel era el Yin. Yako se convirtió en iris directamente porque él sólo tenía energía Yang. Entonces, si Denzel se convertía, no sería en iris, sino directamente en arki. Y si un arki, con su inevitable mentalidad rota, egoísta y furiosa con el mundo, ostentaba además el poder divino de controlar el espacio y el tiempo… ¿Podrían los dioses frenarlo antes de que le hiciera algo terrible al mundo?

Siendo consciente él mismo de lo real e importante que era este riesgo, Denzel sabía que no tenía derecho a evadir o ignorar el tema, ni decirles a los demás que no debían preocuparse.

—Tenemos un problema —le dijo Link entonces, poniéndose inesperadamente serio.

Dado que Link solamente se mostraba así de serio cuando había un motivo grave, Denzel se sorprendió un poco, y pensó que se refería a ellos dos.

—No, hijo… —intentó apaciguar—. Es sólo que no es buen momento para hablar de…

—Con la búsqueda —le interrumpió Link.

—¿Qué?

—¡Hey! ¡Todo el mundo! —exclamó el hermano mayor hacia los otros cuatro—. ¡Se acabó la pelea! ¡Silencio ahora mismo! Venid todos aquí ahora mismo.

En un instante, Owen, Naminé y los gemelos, que se estaban tirando de los pelos y ahorcando los unos a los otros, se quedaron mudos y se pusieron firmes ante el potente vozarrón que Link sacó de sus pulmones. Sin duda, Link podía ser la mayor parte del tiempo el bienhumorado, inofensivo y torpe con los objetos hombre con el que todos se llevaban bien, pero seguía siendo el mayor de ocho hermanos que desde bien pequeño había asumido el papel de cuidar y proteger al resto de la familia, y de ayudar a sus padres a mantener el orden.

Los cinco taimuki se sentaron en la mesa del comedor y Link le indició a su padre que se sentara también.

—¿Qué problema hay? —se preocupó el taimu.

—Como sabes, Owen y yo hemos seguido buscando a Chris, An Ju y Robin por separado por la ciudad, pero ambos hemos sido víctimas del mismo espionaje.

—Ah, sí… —dijo Owen, subiéndose las gafas sobre la nariz—. Link dice que detectó a dos encapuchados siguiéndolo y observándolo, y lo mismo me ha pasado a mí en otra zona de la ciudad. Tanto él como yo hemos hecho la prueba del cambio de rutas y de los veinte minutos. Hemos confirmado que nos seguían y nos vigilaban expresamente a nosotros. Hasta que se esfumaron.

—Y por la forma que tenían de desplazarse, sólo podía tratarse o de iris o de almaati —añadió Link—. Saltaban sobre los edificios, y se movían veloces.

De repente Denzel y Naminé miraron con sorpresa a los gemelos.

—¿Nos crees ahora? —le dijo James a su padre, todavía enfurruñado.

—Oye, yo nunca dije que no os creyera —le encaró Denzel también—. Antes de que irrumpiera Link, estábamos ocupados discutiendo sobre vuestra desconfianza hacia mí —se señaló con énfasis.

—Nunca antes nos habías atado a las sillas con nudos tan fuertes —se defendió James.

—¡Os habéis pasado la maldita mañana conduciendo un coche por toda la ciudad como locos pudiendo haber matado a alguien! —se enfadó el taimu—. ¡Y además acabáis detenidos por la policía en la mismísima Comisaría Central donde encima se encontraba el mismísimo Hatori! ¡Tenéis suerte de que haya usado cuerda y no cadenas con alambre de pincho!

—¿Quién es Hatori? —preguntó James.

—¿Tan grave es? —bufó Lu Kai con indiferencia.

—¿Que si es grave? —a Denzel se le hinchó una vena en la frente—. ¡Debí dejar que Sarah os metiera entre rejas!

—En cualquier caso, estamos más tranquilos viendo que Link está aquí y que parece confiar en ti. Si Link confía en ti, nosotros también —concluyó James.

—Qué detalle, hijo, gracias —rezongó Denzel con sarcasmo.

—A pesar de que hay cosas que no nos cuadran —añadió Lu Kai, con una mirada suspicaz hacia su padre.

—Chicos, ¿en serio? —se hartó Naminé.

—¿De qué hablas? —dijo Denzel, molesto.

—Tu aspecto —contestó Lu Kai.

—¿Otra vez? —suspiró el taimu con paciencia—. Os lo he dicho mil veces. Mi aspecto sí cambia. Pero con el paso de muchos años…

—En doscientos años —le interrumpió Lu Kai— parece que sólo has envejecido siete.

Denzel de repente se quedó mudo.

—En doscientos años —corroboró James— se supone que deberías haber envejecido veinte.

—Pareces de la edad de Owen —continuó Lu Kai.

—Pero deberías parecer mayor que Link —concluyó James.

En ese momento, incluso Owen y Naminé fruncieron el ceño, porque se dieron cuenta de lo cierto que era ese detalle, y miraron a su padre en busca de alguna explicación. El único que miraba a otro rincón del salón era Link. Él no compartía ese interrogante porque desde el primer momento en que se encontró con Denzel a las puertas del instituto y vio su apariencia, ya sospechaba cuál era la razón detrás de lo que James y Lu Kai habían señalado. Lo cual era, a su vez, otro motivo por el que este Denzel de casi cuatro siglos de edad le preocupaba.

—¿Desde cuándo vosotros vais a saber más sobre cómo funciona mi cuerpo que los propios dioses? —replicó Denzel entonces, disimulando que esa acusación lo había puesto algo nervioso.

—Tú mismo nos explicaste que teóricamente envejeces diez veces más lento que un humano —apuntó James—. Lo que significa que en cien años envejeces diez. Por eso en nuestra época, con casi 200 años, aparentas casi 20 años. Y ahora, con casi 400 años, deberías aparentar casi 40 años.

—Y aparentas poco más de 25 —apuntó Lu Kai.

—Exacto. Teóricamente —remarcó Denzel—. Es una teoría, una aproximación. Agatha es la única referencia que hay, y ella más o menos ha demostrado que su cuerpo taimu envejece diez veces más lento y por eso cada siglo aparenta diez años más. Yo no sé cuántos años estoy programado para vivir, 800 es lo estimado, pero podrían ser 900, ¡o 1000 años! Puede que yo envejezca incluso más lento que Agatha —empezó a agobiarse con este tema y se pellizcó el entrecejo—. Muchachos, de verdad que no tenemos tiempo para discutir sobre estas nimiedades. Tenemos un problema muy gordo que resolver como familia, porque este salto en el tiempo parece haber sido ocasionado por una taimu desconocida y suelta por ahí, y ya sabéis lo alarmantemente preocupante que es eso.

—Sólo queremos asegurarnos, padre —le dijo James con un tono más suave—. De que sigues defendiendo los mismos valores y principios que el de nuestra época. Y que sigues perteneciendo a la Asociación y siendo amigo de los Zou.

—Y que los dioses no te han hecho nada malo, ni te han cambiado ni están usándote en contra de tu voluntad —dijo Lu Kai, sentado a su lado, agarrando su mano sobre la mesa.

Denzel al fin pudo relajarse un poco al ver que los gemelos terminaron por ceder. Esto no era extraño para él. Sus encuentros con Link, Owen y Naminé habían sido inofensivos y emotivos, pero ya se olía que con los gemelos iba a tener un rato difícil, y no porque estos hubieran estado ocasionando alboroto por la ciudad, sino por la parte en que iban a cuestionarle todo lo que ellos vieran que no encajaba. Los gemelos eran expertos en esto, y además era su trabajo como consejeros del emperador ya a sus tempranos 17 años de edad. Cada uno de los hijos de Denzel tenía un talento particular, y el de James y Lu Kai era el de poner a prueba a la gente para saber qué cosas ocultaban y saber si eran de fiar.

Las cosas que ambos hermanos habían señalado contra su padre estaban bastante justificadas. Por mucho que lo conocieran y por mucho que le quisieran, “los ocho” no olvidaban que Denzel seguía siendo un demonio Yin atado a los hilos de los Dioses del Yin.

—Una cosa más —dijo Lu Kai seriamente.

—Hah… Lu Kai, por favor… —suspiró Denzel, agotado de más interrogatorio.

—Estamos muertos de hambre —le informó el chico.

—Por lo que más quieras, danos algo de comer —le rogó James—. ¡Y agua potable!

—Ah… —se sorprendió Denzel, y de repente se dio cuenta de que los otros tres también lo miraban con las mismas caras de ojos suplicantes.

—La verdad es que yo también tengo algo de hambre —dijo Link, y Owen y Naminé asintieron con la cabeza.

—Vale. A ver que me aclare —Denzel se levantó y se fue a la cocina, que conectaba con el comedor mediante una ventana en la pared, y les habló desde allí mientras se ponía a preparar algo de comida—. James y Lu Kai, decís que unos iris han intentado capturaros durante este último par de días perdidos por la ciudad. Y Link y Owen, decís que unos iris, o quizá almaati, os han estado espiando de cerca hoy.

—Yo creo que también eran iris, nuestros perseguidores —dijo Owen—. Al menos a uno de los míos le vi que le brillaba un ojo por un segundo bajo su capucha.

—Nami, ¿te ha pasado algo similar antes de que te encontráramos? —le preguntó su padre.

—Sin duda. Desde que aparecí en esta ciudad, he tenido algunos problemas con tres malhechores. Uno de ellos fue la misma noche que vine aquí y aparecí en una calle llena de bares y borrachos, se me acercó un hombre con intenciones lascivas, agarrándome y abrazándome sin parar…

¡CLANK! Denzel clavó su cuchillo de carne en la tabla de madera con un golpe fuerte.

—Dame su descripción completa ahora mismo —gruñó con un aura demoníaca.

—Tranquilo, sólo era un pobre hombre ebrio que nada más empujarlo a un lado se quedó dormido en el suelo. Al día siguiente, me moví por unas calles que parecían poco seguras, un chico joven me amenazó con una navaja y me pidió mi bolso. Y se lo di. Es decir, le di un bolsazo en la cara. Y lo desarmé y lo ahuyenté con el dibujo de un oso, nada fuera de lo común. Pero —levantó un dedo—. Antes de tener aquel altercado con aquellos brutos y con el francés atractivo…

—¿Quién? —preguntaron los gemelos.

—… sí que noté que una mujer encapuchada me perseguía. Me persiguió toda la mañana, yo ya estaba de los nervios, no conseguía evadirla. Me metí en aquella gran calle bulliciosa llena de gente para protegerme. Ahí fue cuando ese francés tan guapo casi me arrolló, y luego esos brutos que iban tras él, a los que vapuleé a bolsazos. Luego aparecisteis vosotros. ¿Creéis que esa encapuchada también podía ser una iris? ¿Y los otros brutos que abatí?

—No, esos brutos que perseguían a Neuval eran almaati desertores que al parecer tenían una cuenta pendiente con él —dijo Denzel—. Pero la encapuchada que mencionas… tiene toda la pinta de ser del mismo grupo de encapuchados que han perseguido a tus hermanos.

—Vale, ahora la pregunta es —dijo Link—: ¿por qué hay iris vigilándonos de manera hostil o intentando capturarnos? Y: ¿qué otros iris aparte de la RS de Yako Zou saben siquiera sobre nosotros y sobre nuestra existencia aquí?

—¿La RS… de un Zou? —repitió Lu Kai, sin entender eso.

—Bueno, la SRS es aliada de la KRS y seguramente ya están enterados sobre este salto en el tiempo vuestro —inquirió Denzel, terminando de preparar el quinto plato de arroz con pollo y verduras, los sostuvo sobre una bandeja y se teletransportó con ella de la cocina al comedor en una fracción de segundo—. Neuval tiene a sus chicos avisados porque le pedí que nos echara un cable para encontraros, y se lo habrá comunicado a Pipi por lo mismo, pero ya le dije que no quería que nadie más se enterara de que estáis en esta época. Sé que nadie de la KRS ni de la SRS ha informado a nadie más sobre este asunto, así como que ninguno de ellos son los iris que al parecer os han ido persiguiendo de forma hostil.

—Lo que quiere decir que hay otra RS que sabe que estamos aquí, y que no le gusta que estemos aquí —rezongó Link, mientras les repartía los platos a sus hermanos y comenzaban a comer—. O no les gusta que estemos “sueltos”.

—¿Y pod qué a noddotros nods dratan de cazar pero a voddotros sólo os edspían? —preguntó James, con la boca excesivamente llena de comida.

—Hm… —murmuró Denzel, pensativo—. Porque deben de saber que Link y Owen estaban a la búsqueda del resto de vosotros. Y quizá les interesaba seguir vuestra línea de búsqueda para ver si a través de vosotros encontraban también al resto. Tal vez, si hubieran visto que por ejemplo Owen hallaba a uno de sus hermanos por las calles, tenían intención de cazaros a los dos, para así no cazar sólo a Owen.

—Vale. Eso de “cazar” es un verbo que no me gusta —protestó Owen—. Si hay iris de verdad intentando darnos caza como los gemelos insoportables dicen que les ha ocurrido, es obvio que son enfermos de majin.

—Sí, pero ¿por qué unos iris enfermos querrían capturarnos? —dijo Naminé—. Es decir… ¿qué les hemos hecho? Acabamos de llegar. ¿Qué problema tendría nadie con nosotros? Se supone que solamente tenemos de enemiga a esa taimu desconocida.

—Espera, espera, espera —brincaron los gemelos—. ¿Va en serio eso? ¿Hay una nueva y desconocida taimu? ¿La que atacó a padre en su estudio es una taimu de verdad?

Mientras Link les explicaba a sus hermanos las cosas que sabían por ahora sobre la susodicha y comían, Denzel se acercó muy pensativo hacia la ventana del salón, y se quedó varios minutos allá en silencio mirando las vistas de la ciudad. Intentó encajar piezas, aunque algunas no terminaran de encajar para él.

Para empezar, estaba esta nueva taimu, que, gracias a la descripción que Link y los otros proporcionaron, sabían que estaba cerca del bicentenario de edad. Lo que no encajaba de esto, es precisamente lo mismo que los gemelos señalaron antes en su padre. Si esta taimu tenía entre 190 y 200 años, debería tener la apariencia de una chica de unos 20 años, y no de 12. Pero, de nuevo, Denzel conocía la razón de esta discordancia entre la edad real y el aspecto aparente y por ahora no quería hablar de ello. Era lo que pasaba cuando un taimu se excedía a la hora de realizar Pactos. El crecimiento o envejecimiento natural y biológico de su cuerpo se desequilibraba y se ralentizaba. Y eso no quería decir que fuera algo bueno, como un método que hiciera a un taimu mantener su juventud mucho más tiempo. Le ralentizaba el envejecimiento natural del cuerpo al mismo tiempo que le quitaba la vitalidad.

«Así que ella también tiene un problema de adicción con los Pactos...» pensó el profesor, y se frotó los párpados debajo de las gafas, como gesto de cansancio, pero también de una secreta vergüenza propia. «Creo que entonces las piezas sí van encajando. Esa taimu se ha propasado haciendo Pactos, desde que tenía la apariencia de una niña de 12, eso es, desde que tenía al menos 120 años. Ha estado más de 70 años haciéndolo y ni nosotros ni los dioses se han dado cuenta. Su discreción es impecable. ¿Cómo lo ha hecho? Ese no es el tema».

«El tema es que ahora mismo está haciendo uno con alguien. Lo sabemos porque, según lo que Naminé presenció, la taimu tuvo problemas de precisión a la hora de aparecer en la fecha y lugar correctos. Esto ocurre mientras se está haciendo un Pacto con alguien, porque la mitad del don taimu se queda dentro del amo temporal como fianza. Así que, esta taimu sólo tiene disponible la mitad de su poder, hasta que cumpla los deseos de su amo y él le dé a cambio lo que ella desea».

«Eso quiere decir que la idea de atacarme e intentar matarme en el pasado no viene de ella. Ella está ahora cumpliendo las órdenes de su amo temporal, quienquiera que sea. Así que la pregunta es, ¿quién quiere matarme? ¿Y por qué a mi “yo” de hace 200 años?».

«Este misterio junto con el de aquella intrusa con el aspecto físico de Clover que intentó robarme el anillo la noche del otro lunes son dos sucesos extraños que han ocurrido con una semana de diferencia. Por supuesto que he pensado en la idea de que estén relacionados, pero no hallo dicha relación por ningún lado. Pueden ser dos sucesos totalmente independientes. No es la primera vez, ni la segunda ni la trigésima, que algún indeseable se cuela en mi hogar, o me ataca o me engaña para robarme alguno de mis objetos, mis libros o incluso alguna parte de mi cuerpo. Y la mayoría de las veces, han sido Knive. Además, la taimu no pudo ser esa intrusa, porque solamente un Knive podría proyectar ese truco visual, adoptando el aspecto de otra persona temporalmente, sobre sí mismo. Quienquiera que se colara en mi casa la otra noche con el aspecto de Clover no puede ser otro que un Knive. Me lanzó la Mirada de Ewah nada más ponerme las gafas, y por eso lo vi con el aspecto y tamaño exactos de Clover, y eligió un aspecto tan chocante para confundirme».

«Ahora, ¿qué Knive quiere mi anillo?» se miró dicho objeto en el dedo de su mano. «Si ahora no es más que... un trozo de metal inerte... ¿Sería un Knive de la rama primaria, alguno de los altos mandos, o algún peón inferior? Hmm... ¿Y si fue Jannik? ¿Podría realmente ser él? Bajo un brote de majin... No... lo dudo... no sé...» suspiró exasperado y hecho un lío. «De ser así, ¡Alvion lo sabría! ¿Me estoy dejando llevar demasiado por mis prejuicios? Creo que he sido demasiado duro con ese niño esta tarde... Pero es que no puede ser tanta casualidad, que pase esto justo cuando a ese pequeño Knive se le ocurre matricularse en la misma escuela donde yo trabajo y empezar a ser tan amiguito de Clover Saehara».

«Esta es una de las piezas que no terminan de encajar, porque, de ser cierto que fue Jannik, o su majin, quien intentó robarme mi anillo el otro lunes, significaría que Jannik es el único Knive estúpido de la historia. Nadie de su sangre dejaría entrever tantas coincidencias. ¿Sería entonces muy osado pensar... que hay alguien más detrás de todo esto... forzándome a ver esas casualidades... y con ello forzándome a sospechar de Jannik... para que así mi atención esté desviada hacia la persona equivocada?».

«No sé si debería olvidarme del intento de robo del otro lunes y considerarlo como eso, otro de tantos intentos fallidos de ladrones indeseables. El tema más grave aquí es el intento de asesinato que ha sufrido mi “yo” de hace dos siglos por primera vez en una nueva línea temporal, a manos de una taimu que ni conozco, que actúa bajo las órdenes de un amo temporal mediante un Pacto. Esa es la pregunta más importante. ¿Quién está detrás de la misteriosa taimu y por qué la envió al pasado a atacar a mi joven “yo”? ¿Y si no pretendía matarme, sino producir precisamente este resultado, llevar a mis ocho hijos a esta época y así crear un “nudo latente”? Hmmm... esta es otra pieza que no me termina de encajar. Nadie en su sano juicio querría producir un “nudo latente”, son incordios, sólo traen problemas y no benefician a nadie, son puros accidentes temporales que, si no se resuelven a tiempo, sumirán al mundo y a la realidad al caos. Los Knive odian el caos. Son lo contrario a eso. Y para cualquiera de ellos, primarios o secundarios, sería una terrible vergüenza e imperdonable humillación hacer un Pacto con un taimu. Así que al menos sé que el amo actual de esa taimu no es un Knive».

«Y aquí entra esta nueva cuestión. Hay otras personas, que probablemente son iris enfermos, que han intentado perseguir y capturar a mis hijos, ¿desde el mismo momento en que aparecieron aquí hace dos días? Así que hay varios majin por ahí... que se enteraron de este salto en el tiempo los primeros de todos, ¿y ahora están intentando capturar a “los ocho”? ¿Con qué fin? ¿Arreglar el “nudo latente”? ¿O tienen otra cosa en mente? Lo único que mi intuición saca de esto, es que el actual amo de la nueva taimu sea, probablemente, otro iris enfermo».

—¿Son varios majin, entonces, quienes andan detrás de todo este embrollo con la taimu desconocida y el salto en el tiempo de “los ocho”? Nos faltan varias piezas aún... —se dijo en voz alta tras ese rato sumergido en sus pensamientos—. Las mayores incógnitas son: quién está detrás y por qué ha querido matar a mi “yo” de 193 años. ¿Qué consigue con eso, aparte de crear una nueva línea temporal borrándome de la historia de los últimos 200 años? Es decir, si esa persona es de esta época y le estoy estorbando en algo, ¿por qué no matarme a mí, a mi “yo” actual, estando solo, sin... —se le apagó un poco la voz, y agachó la mirada—... una familia que me proteja?

Después se giró un poco y miró hacia los cinco taimuki, allá en la mesa del comedor terminando de comer, conversando alegremente. Qué dolor... qué dolorosísima nostalgia... Se tocó el anillo de su dedo casi sin darse cuenta.

¡Patam! Alguien aterrizó de repente sobre la repisa de la ventana, causando un ruido tan fuerte e inesperado que Denzel dio un gran brinco, se chocó contra el mueble que había al lado de la ventana y casi se cayó al suelo. Pero se repuso, con una mano en el pecho, encontrando los ojos plateados y la enorme sonrisa maquiavélica de ese chiflado ahí, de cuclillas sobre la repisa, saludándolo con la mano al otro lado del cristal. Iba elegantemente vestido con traje, corbata y un largo abrigo de tela, por lo que seguramente venía directamente desde su empresa.

—¡Pero...! —gruñó Denzel, abriendo la ventana, y el otro pasó adentro—. ¿¡Qué te he dicho sobre entrar por mi ventana!?

—Qué de gente hay aquí, ¿no? —se sorprendió Neuval, mientras se quitaba la bufanda y observaba al resto.

—¡Ahh! —Naminé dio un respingo desde la mesa del comedor y lo señaló con el dedo—. ¡El francés guapo de ayer!

—¡Ahh! La taimuki peleona —la imitó Neuval.

—¿Qué? Pero... —Owen se acercó a ellos y se asomó un momento por la ventana, pero Denzel la cerró enseguida porque entraba bastante frío—. ¿Cómo ha “caído” sobre la ventana? No ha venido saltando desde abajo... ¡Dioses! ¿¡Es que usted puede volar!? —le preguntó con ojos como platos.

—¿Vosotros no? —bromeó Neuval.

—¡Hey! Gracias por ayudarnos ayer —lo saludó Link desde la mesa.

—¡Haha! Guau... Nunca había visto tantos taimuki en una habitación desde que conocí a Yong y a sus hermanas —se les acercó Neuval, celebrando verlos sanos y salvos—. ¡Aquí están! —señaló a los gemelos sentados a la mesa con las bocas llenas de comida—. Sarah acaba de contármelo, que ha encontrado a estos dos chicos. ¡Qué buena noticia! —miró a Denzel.

—Sí, desde luego —dijo este, apoyándose contra el respaldo del sofá del salón y cruzándose de brazos—. Una buena noticia para las víctimas del caos que han ocasionado esta tarde...

En ese momento, Naminé se levantó discretamente de su silla y fue rodeando la mesa, acercándose disimuladamente a Neuval.

—Qué curioso, habla usted un chino perfecto —le dijo James—. ¡Más incluso que un nativo!

—Raro, viniendo de un europeo —dijo Lu Kai—. Y solemos tratar con muchos.

—Técnicamente soy hongkonés —dijo Neuval—. Y francés. Es una larga historia. Encantado de conoceros, James y Lu Kai, ¿verdad?

—¡Uh! ¡Ay! —gritó Naminé de repente, fingiendo que se resbalaba y se caía justo al lado de Neuval.

Como era propio de los reflejos de un iris, él la sujetó a tiempo antes de que cayera al suelo, y Naminé se quedó ahí, en horizontal, colgando de sus brazos.

—Qué torpeza la mía, discúlpeme —dijo toda dramática, llevándose el dorso de la mano a la frente.

—No hay nada que disculpar —le sonrió Neuval, mirándola desde arriba.

Los otros chicos estaban contemplando la escena con caras de gran incredulidad por semejante teatro de su hermana, mientras que la cara de Denzel era de mosqueo.

—Qué brazos tan fuertes... —murmuró Naminé.

—Qué piel tan suave —respondió Neuval amablemente.

—Será posi-... ¡Ajem! —carraspeó Denzel fuertemente—. ¡Que estoy aquí! ¿Os importa? —fue hasta ellos y los separó enseguida—. Niña, compórtate, ¡que estás casada!

—¡Déjame alegrarme un poco la vista, padre! —protestó ella—. Sigo amando a mi marido más que a nadie, ¿pero acaso esas lentes que llevas no te dejan ver la evidencia? —cuchicheó, señalando a Neuval con las dos manos—. ¡Parece un dios!

—No te pongas así, viejo demonio, que ahora estoy con Hana y le debo toda mi fidelidad —se burló Neuval, mientras curioseaba por el salón, como buscando algo—. La cual, por cierto, se muere por conocerte.

—¿Qué? ¿Tu pareja? ¿Y eso por qué? —se extrañó Denzel.

—Porque desde que le hablé de tu existencia y de tu don, está fascinada con tu historia y con las grandes obras y hazañas que has hecho por el mundo y tu creación de las Técnicas y tal.

Neuval siguió merodeando por el salón, hasta que por fin captó con la vista la cartera negra que Denzel solía llevar al trabajo, reposando en una mesilla pequeña junto a una butaca en un rincón de la estancia. Estaba medio abierta y asomaba un taco de hojas en uno de los bolsillos.

Mon Dieu! ¿Será lo que creo que es? —murmuró para sí mismo con emoción, corriendo hacia allá; se agachó frente a la mesilla, sacó todo ese taco de hojas y comenzó a revisarlas una por una.

—¿Qué haces? No tengo nada importante en esa cartera. ¿Se puede saber por qué has aparecido aquí sin previo aviso? —le preguntó Denzel pacientemente—. Dime que no te has metido en otro lío y vienes a que te salve...

—Nooo, estoy intentando portarme bien después del caótico día de ayer. Sólo quería consultarte una cuestión, respecto a las Técnicas, precisamente. Pero antes... ¿alguna novedad sobre tu caso familiar? —le preguntó, girándose para mirarlo un segundo.

—A trozos sueltos, aunque hace un rato me acabo de enterar de algunos datos de cierta gravedad —dijo el taimu, compartiendo un gesto resignado con Link y los otros—. Me los guardo por ahora, si no te importa. Primero quiero terminar de encontrar a Robin, a Chris y a An Ju. Podrían tal vez tener más información. Necesito darles sentido a algunas cosas.

—Como quieras. Mi KRS y la SRS de Pipi siguen con la atención puesta en toda la ciudad.

—Lo sé. Al fin y al cabo, tengo a los gemelos aquí gracias a la rápida reacción de tu Hosha.

—No sé si se le puede llamar “mi Hosha”. Por desgracia, Sarah no puede volver a mi RS. No quiere ponernos en riesgo por su actual delicada situación, trabajando tan cerca de Hatori y eso... —decía Neuval, sin apartar los ojos de cada hoja que iba pasando entre sus dedos.

—Es una lástima, a Sarah le ha tocado una venganza casi imposible.

—¡Ahhh! —Neuval dio un respingo, encontrando la hoja que buscaba.

—¿Qué? Eh, vamos, Neuval, no hagas eso —fue hasta él y lo obligó a darle ese taco de hojas—. Es material escolar privado.

—Sólo quiero ver qué tal ha hecho Cleven su examen...

—Lo sabrás cuando yo lo corrija, le informe de la nota a ella y ella te lo comunique a ti.

—No me dirá nada si ha suspendido —rezongó.

—En ese caso, sabrás que ha suspendido —repuso el taimu.

Denzel le hizo un gesto autoritario con la mano. Neuval suspiró con resignación y acabó dándole todas esas hojas de examen, con las que Denzel se teletransportó a su habitación para dejarlas allí y volver a aparecer en el salón en un segundo.

—¿Tiene hijos, Fuujin-sama? —le preguntó Link con interés, todavía allá sentado en la mesa de comedor con sus hermanos.

—¿Cómo serán los hijos de aquel que nuestro padre describe como “el iris más poderoso de la historia”? —comentó Owen con curiosidad.

—Oh, son tres especímenes increíbles, os lo aseguro —les dijo Neuval.

—Sin duda, ayer tu hija casi me ahorca al enterarse de que posponía el examen —le dijo Denzel.

—¿¡Qué!? —exclamó Neuval—. ¡Eso es porque le está poniendo interés al estudio! ¡Sí, señor! —cerró el puño con victoria—. ¡Esa es mi niña!

Los taimuki no podían evitar reírse, viendo que el verdadero espécimen ahí era este majara y excéntrico Fuu, mientras Denzel ponía cara de perro por su total falta de preocupación por la agresión de Cleven.

—Neu, tengo mucho lío encima.

—¿Pueden dos iris combinar dos Técnicas, compartiéndolas por unos instantes? —fue al grano entonces.

—¿Cómo dices? No. No se puede.

—No de las físicas, sino de las mentales.

—¿Cuáles? —Denzel entornó los ojos, denotando curiosidad.

—Localización y Telepatía.

Link y los otros cuchichearon con sorpresa ante esa idea. Denzel se quedó pensativo un rato, considerando esa posibilidad.

—Nunca se ha probado... ¿Quieres intentar eso con Pipi? ¿Por qué?

—Necesito localizar a Haru lo antes posible. Está en su periodo vacacional después de su gira y está totalmente desconectado.

—No puedes perturbar el periodo vacacional de un iris.

—Tranquilo, se lo voy a compensar, y Pipi le cederá otro periodo vacacional en otro momento. Antes de hacer nada quiero que me confirmes si es posible, y en ese caso, si es seguro.

—Dando por sentado que lo haréis de la forma en creo que la haréis, de lo primero creo que sí, y de lo segundo no tengo ni idea. En principio, no debería pasar nada malo, porque os daría tiempo a desactivarlas si notáis que algo no va bien. Pero si lo hacéis confiados y sin tomar precauciones y se os derrite el cerebro, la culpa será vuestra. Si en cambio lo conseguís y os da tiempo a experimentar su resultado, me gustaría que me lo redactaras en un informe para añadir esos datos a mis estudios.

—Bueno, para mí es suficiente —sonrió Neuval, y se fue poniendo la bufanda y los guantes mientras se dirigía de vuelta a la ventana del salón—. Un placer otra vez, taimuki —se despidió de ellos con la mano, y estos le despidieron del mismo modo.

—Neu —lo detuvo Denzel antes de que abriera la ventana, cerrando la distancia con él y con una sonrisa suave—. Es un gusto volver verte así —le dijo, pero el otro levantó una ceja, sin entender—. Ya sabes. Siendo así. El verdadero tú.

El Fuu entendió y también sonrió, aunque con una pizca de melancolía.

Cuando hay cosas que te salen bien cuando creías que saldrían mal, la alegría y el alivio que sientes hay que atesorarlos lo máximo posible —le dijo Neuval—. No suelen durar mucho tiempo.

—Ya —asintió el taimu, agachando un poco la cabeza, y su sonrisa se apagó un poco—. No duran mucho.

Neuval se despidió de él, abrió la ventana y salió por ella, al tiempo que los cinco taimuki se acercaban corriendo para verlo alejándose por el cielo nublado y quedando asombrados, siendo la primera vez que veían volar a alguien que no era un Zou.

—Padre, hay algo que aún no os hemos contado —dijo James, y miró a su gemelo.

—Robin estaba con nosotros —declaró Lu Kai.

—¿¡Qué!? —exclamaron los demás—. ¿¡Estabais con él!? ¿¡Y dónde está ahora!? —se alteró Naminé—. ¿¡Por qué dejó de estar con vosotros!? ¿¡Lo habéis perdido!?

—¡No! ¡Se perdió él solo! —se defendió Lu Kai.

—¡Tiene 13 años, y vosotros 17! ¡Erais responsables de él! —insistió su hermana, muy disgustada.

—¡No nos escuchó y se largó a otra parte! —dijo James.

—Calma —ordenó Denzel entre los gemelos y la mujer—. Explicad mejor eso.

—Nos aparecimos los tres juntos en esta ciudad —habló James—. Ayer intentaron perseguirnos dos veces, los encapuchados de los que hablábamos antes, que seguramente son iris enfermos —dijo mirando a sus otros hermanos—. Pero cuando comenzamos a ser perseguidos otra vez esta mañana al amanecer, eran como cinco personas y fueron muy persistentes.

—Estuvimos más de media hora intentando distraerlos, escondiéndonos, corriendo por todas partes —continuó Lu Kai—. Nos estaban pisando los talones cuando Robin se tropezó y cayó al suelo. Cuando nos dimos la vuelta para buscarlo, vimos a nuestros perseguidores pasando de largo por su lado.

—¿Qué? —murmuró Owen.

—Continuaron corriendo hacia nosotros —prosiguió James—. Casi nos agarran, pero logramos esquivarlos, y le gritamos a Robin que se escondiera, que nos dejara Sellos guía para que luego pudiéramos volver a esa zona, buscarlo y encontrarlo.

—Cuando rato después despistamos a los perseguidores, regresamos a esa callejuela, ¿y qué nos encontramos? Un mensaje de Robin escrito en su tinta especial en la esquina de la pared diciendo: “Olvidaos de mí, voy a investigar”.

—Enano tocapelotas —refunfuñó su gemelo.

—Ayyy, Dios... —Denzel dejó salir un largo suspiro estresado mientras se pellizcaba el entrecejo.

—No le veo sentido a eso —dijo Owen—. ¿Por qué pasaron de Robin? ¿Por qué lo ignoraron?

—Ni idea...

—Es extraño, pero es un alivio, ¿no? —dijo Naminé.

—¿Lo verían como alguien demasiado pequeño y sin utilidad? —caviló Link—. ¿Sólo nos quieren a nosotros los mayores?

—Acabemos con esto —interrumpió Denzel, y pasó de largo entre ellos directamente a la entrada para coger su abrigo y ponerse los zapatos—. Lincoln y Owen, sigamos buscando a vuestros hermanos.

—¡Vamos! —saltaron los gemelos.

You two! —exclamó Denzel—. De aquí no os movéis.

—¡Pero…!

—Nami, quédate aquí con ellos, eres la única que sabe mantenerlos a raya.

—Me halagas y me ofendes al mismo tiempo, padre —dijo ella, mientras los otros dos taimuki se preparaban para irse.

—Lo siento, pero estaré más tranquilo sabiendo que estos dos permanecen quietos aquí en casa bajo tu control. Y necesito que alguien esté aquí, por si Chris, o An Ju o Robin descubren mi dirección y consiguen llegar aquí.









25.
Lo que Denzel calla

—Hm… Hm… —murmuraba Denzel, con una cara muy seria y pensativa.

Naminé, sentada en la mesa del comedor con una taza de té, observaba al hombre dar vueltas de un lado a otro por el salón sin cesar, mientras James y Lu Kai, con cinta adhesiva en las bocas, intentaban liberarse de las sillas donde Denzel los había atado con dos metros de cuerda. Naminé prefería no pensar qué tendrían que haber hecho para que acabaran así, era algo que había visto tantas veces que ya le parecía normal.

Llegó un momento, tras unos minutos, en que Denzel dejó de dar vueltas y se acercó a los gemelos. Sólo les quitó la cinta de la boca.

—Bien. Ahora que ya me he calmado y se me pasaron las ganas de mataros —les dijo con tono severo—. ¿Dónde habéis estado y qué habéis estado haciendo todo este tiempo desde que aparecisteis aquí, aparte de destruir la ciudad? Con vuestra labia y desvergüenza habríais podido encontrarme a mí o a alguien de la Asociación en cuestión de minutos nada más llegar aquí.

—Nos entretuvimos jugando a las canicas —contestó James, y Lu Kai acompañó con una sonrisa.

—Ah… —asintió Denzel, y miró a su hija mayor—. Creo que dicen que prefieren ser interrogados por ti, love.

—Con gusto, padre —Naminé dejó la taza sobre la mesa y ya comenzó a levantarse de su silla.

—¡NO! ¡Cualquiera menos ella! —gritaron los gemelos de inmediato, de repente muy atemorizados—. Sólo estábamos tratando de huir —dijo Lu Kai—. Sí, no hemos tenido más remedio que ir a escondernos de un lugar a otro todo el tiempo —dijo James—. ¡No podemos confiar en nadie de aquí! —concluyó Lu Kai.

—¿Qué? ¿Huir? ¿De quién? —intentó entender Denzel.

—Ah... —se encogieron de hombros—. No nos parece justo... —dijo James.

—... que explicaciones nos pidas... —dijo Lu Kai.

—... después de atarnos como animales...

—... para nuestro disgusto...

—... pues preguntas también tenemos...

—... y bien nos escama...

—... el tercer en tu pelo...

—... mechón blanco que vemos...

—... y tu aspecto más que el nuestro crecido...

—... lo que en definitiva...

—... a pensar nos lleva...

—... que al futuro nos hemos ido —concluyeron al mismo tiempo.

—Mmm... —balbució Denzel, casi como un sollozo melancólico, e hizo que se secaba una lágrima tras las gafas—. ¿Cómo puedo enfadarme con ellos? —le preguntó a Naminé—. ¡Son adorables, hacen poemas!

—Ahorraos esos juegos de voces y versos y de gemelos espeluznantes —bufó Naminé, poniendo los ojos en blanco—. Con nosotros no funciona, sabemos lo pirados que estáis.

—¡Pues este par de pirados son los consejeros del emperador! —le espetaron los gemelos a su hermana.

—Cuando envejezcan no serán tan graciosos... —siguió gimoteando Denzel, pero volvió a centrarse en el tema y recuperó enseguida su semblante severo—. A ver. Quiero me expliquéis ahora mismo por qué habéis sido tan irresponsables desde que aparecisteis aquí, qué demonios os ha llevado a tomar decisiones tan erradas.

—Ni hablar —le espetó James.

—Muchacho… —se enfadó Denzel por ese tono, levantándole un dedo de advertencia.

—¿Cómo podemos saber siquiera que podemos confiar en ti? —insistió James, receloso.

—¡Jimmy! ¿¡Qué pasa contigo!? —protestó Denzel.

—¿¡Qué esperas de nosotros!? —dijo Lu Kai en defensa de su hermano—. Aparecemos en esta época distinta. Solos. En esta ciudad infernal. No sabemos dónde estamos, a dónde ir, a quién acudir. ¡Y a los dos primeros iris que conseguimos encontrar y pedirles ayuda, de repente tratan de amordazarnos y cubrirnos las cabezas con sacos y llevarnos arrastras a algún lugar sin explicaciones!

—¿Qué? —se sorprendieron tanto Denzel como Naminé.

—Logramos escapar —continuó James—. No hemos parado de hacerlo hasta ahora. Si no podemos confiar en los iris de aquí, ¿en quién vamos a confiar? Aquellos nos amordazaron, igual que tú nos has hecho ahora, así que ¿quién nos garantiza que no estás al servicio de ellos? —movió los brazos, apresados por la cuerda.

—Llevo atándoos a sillas desde que teníais 3 años porque es la única forma de manteneros quietos cuando estáis de los nervios —se defendió Denzel.

—No sabemos nada sobre ti —objetó Lu Kai—. Eres un extraño —dijo James.

—¡Chicos! —intervino Naminé, indignada—. ¿¡De qué vais!? ¿¡Os habéis golpeado la cabeza!? ¿¡Cómo no reconocéis a nuestro propio padre!? Tiene un aspecto algo más mayor, ¡pero es el mismo!

Sin embargo, los gemelos se mantuvieron sorprendentemente serios y callados, observando con recelo a Denzel, firmes en su postura. Naminé hizo otro gesto incomprensible y miró a su padre, esperando que les dijera algo, pero el taimu también se quedó en silencio.

James y Lu Kai tenían toda la razón. Una peculiaridad que tenían estos gemelos, es que la mayor parte del tiempo podían parecer unos estúpidos locos o escandalosos, unos completos insensatos comportándose como críos, pero en realidad tenían una extraordinaria inteligencia social. Se les daban muy bien las personas, leerlas, calarlas, interpretarlas, y de ahí, manejarlas. Para James y Lu Kai, ese de ahí era un Denzel dos siglos diferente de su padre. Bien sabían que, si cualquier persona de este mundo podía cambiar mucho en un año, mucho más podía cambiar en dos siglos. Y ellos tenían bien en cuenta qué tipo de criatura era su padre, física y mentalmente atada a la voluntad de los Dioses del Yin, que en todos estos años podían haber convertido a su padre en otra persona.

¿Cómo estar cien por cien seguros de que este Denzel seguía siendo fiel a la Asociación o a una mentalidad Yang? ¿Hasta qué punto este Denzel podría haber olvidado a sus propios hijos con el tiempo, o dejado muy atrás lo que sentía por ellos? ¿Quién les podía decir que este Denzel no estaba trabajando para esos mismos iris que habían estado a punto de capturarlos, siendo probablemente enfermos de majin, o incluso arki?

Denzel no pudo evitarlo. Por una parte, le ofendía y le dolía que dudaran de él. Pero, por otra, le enorgullecía su perspicacia. Por eso, los gemelos fruncieron el ceño, cuando lo vieron sonreír.

Antes de que Denzel pudiera responderles algo, se oyó un estruendo seco en la entrada de la casa y unos pasos corriendo por el pasillo hasta el salón con mucho ruido, entonces apareció Link en el salón con cara de haber visto un fantasma. El momento quedó en pausa cuando su mirada se cruzó con la de los gemelos.

Gege! —exclamaron estos con alivio.

—¡Monstruitos! —contestó Link, mientras corría hacia ellos con los brazos abiertos.

«Vaya, sí que ha venido rápido» pensó Denzel, mientras los tres chicos compartían un feliz abrazo fraternal y después Link los desataba. Un segundo después, apareció Owen allí con ellos, que había entrado en la casa con Link, y se quedó observando la escena amargamente.

—Oh, no... —masculló—. Esperaba encontrar a estos dos insoportables los últimos.

—No hacía falta que vinierais —les dijo Denzel—. Os escribí porque sólo quería que supierais que ya había encontrado a James y a Lu Kai.

—Ya conoces a Link —Owen negó con la cabeza—. Son sus hermanos preferi... ¡Uagh!

Inesperadamente, Owen se dio de boca contra el suelo cuando los gemelos se le echaron encima y lo apresaron.

—¡Quitaos de encima, tarados! —se enfadó Owen.

—¡Estamos aquí por tu culpa, cuatro ojos! —le espetó Lu Kai.

—¿¡Cómo que por mi culpa!?

—¡James y yo estábamos a punto de derribar a la intrusa que estaba atacando a padre, y nos hiciste tropezar con tu telequinesia!

—¡Yo estaba punto de hacerla tropezar a ella con mi telequinesia, pero vosotros os pusisteis en el maldito medio! —replicó Owen.

—¡Tuviste otros dos intentos antes de eso! ¡26 años y tu puntería sigue dando asco! —insistió James.

—¡Habría acertado en el primer intento si Naminé no hubiera acelerado el movimiento de la intrusa cuando estaba retrocediendo hacia la esquina del estudio!

—¿¡Cómo te atreves a culparme a mí, Owen!? —se enfadó esta—. ¡Yo estaba cumpliendo mi parte cuando Lu-Lu me distorsionó el espacio delante de mi cara! ¡Justo los que hablan de tener buena puntería…!

—¡Primero, no me llames Lu-Lu! —se impuso Lu Kai—. ¡Y segundo, apunté mal mi distorsión espacial porque An Ju no me hizo caso cuando le dije que se agachara!

—¡An Ju tiene una barriga de seis meses, no podías esperar que ella se agachara tan rápido como le pedías! —gruñó Naminé.

—¿¡Quién la dejó entrar en el estudio y participar en la lucha en primer lugar, estando embarazada!?

—¡Yo no! ¡La dejó Christine! ¡Lo que no sé es por qué!

—¡Porque ella es junto a Robin la mejor de nosotros usando el Poder de los Sellos! —defendió Owen—. ¡Nosotros con nuestros diminutos poderes espaciotemporales no estábamos logrando más que entorpecerlo todo! ¡La que no debería haber estado ahí es Christine! ¡Ella y An Ju son las únicas que no han nacido con ninguna habilidad espaciotemporal, pero al menos An Ju sabe manejar el Poder de los Sellos!

—¡Eh, oye, no subestimes a Chris! —saltó James—. ¡No tiene habilidad de taimuki y dibuja demasiado mal para usar el Poder de los Sellos, pero es una experta artista marcial!

—¡Si le hubiéramos facilitado a Chris acercarse a la intrusa a menos de un metro, ella la habría noqueado en el suelo en un instante con una de sus llaves de kung fu! —corroboró Lu Kai.

—¡Podría todo haber sido más efectivo si Link hubiera ralentizado el tiempo justo cuando yo tenía a la intrusa en el punto de mira! —dijo Owen.

—¡Link sólo puede ralentizar el tiempo de algo o alguien 2 míseros segundos! —objetó James—. ¡La misma ridícula cantidad de tiempo que nosotros podemos usar nuestras respectivas habilidades!

—¡Por eso necesitábamos hacer uso del Poder de los Sellos, y con una intrusa así, tenían que participar An Ju y Robin! —dijo Naminé.

Owen, Naminé y los gemelos siguieron discutiendo entre ellos sin parar. Link, meciéndose la barba, al lado de Denzel, los observaba pacientemente, ahí al margen junto a la mesa del comedor.

—Me niego a creer que echases de menos esto —le comentó Link cuando vio que su padre tenía una sonrisa nostálgica en la cara.

—¿Te refieres a los momentos más insoportables, estresantes y problemáticos que me hacíais pasar? —Denzel lo miró sin borrar esa sonrisa—. Vendería mi alma por volver a vivirlos todos otra vez.

Link no dijo nada, pero le entristeció oírle decir eso, doscientos años después de esa vida que dejó atrás. Luego observó discretamente el anillo que Denzel llevaba en su dedo. Sabía que no era otro anillo, que seguía siendo el mismo con el que se casó con su madre. No se lo había quitado en dos siglos.

—Padre… Desde que llegué aquí, hay una pregunta que no ha parado de rondar por mi inmenso cajón de la curiosidad, pero… no sé si podría molestarte que te lo pregunte…

—No —respondió Denzel.

—¿No qué?

El taimu suspiró y lo miró.

—No he vuelto a casarme ni he tenido más hijos desde que vosotros y vuestra madre fallecisteis.

—Pero… ¿No has estado siquiera con más mujeres…?

—Sí, he estado con algunas mujeres. Pero no. No he vuelto a casarme ni a formar ninguna nueva familia. —Denzel empezó a mostrarse incómodo con esta conversación, algo que creía que podía evitar, pero estaba viendo que no. Se sentó en una de las sillas de la mesa del comedor y se pellizcó el entrecejo.

Link se agachó, apoyando una rodilla en el suelo frente a él, para mirarlo a los ojos con una lástima que Denzel ya se esperaba pero que no quería recibir.

—Dime que es porque no has querido, y no porque padeces un miedo tan grande que te oprime esa opción.

—No vamos a hablar de esto, Link.

—Padre —insistió el fornido hombre, posando una mano en la rodilla del taimu—. Es solo que… desde que nos encontramos aquí… estoy viendo algunas cosas que me preocupan.

Denzel al principio no entendió a qué se refería. Pero miró esa mano. Y la súplica en los ojos de Link.

—¿Sobre mí? —se sorprendió el taimu—. ¿Pero qué es esto? ¿Tú también desconfías de mí, como James y Lu Kai?

—Jamás dudaría de ti. Pero… —Link miró para los lados, incapaz de saber cómo explicárselo adecuadamente—. Hah… —suspiró—. Padre… escucha… si necesitas ayuda…

—Detente ahí —lo calló Denzel, poniéndose en pie de pronto.

Su voz y su mirada se tornaron tan repentinamente severas que Link cerró la boca y no dijo nada más. Aun así, ya se lo esperaba. Su padre siempre había odiado hablar de ese tema. Y la idea de pedir ese tipo de ayuda, siempre la había evitado, y no por orgullo, sino por rabia. Link se resignó a obedecer respetuosamente y también se puso en pie, cabizbajo. Denzel llegó a mostrar un leve gesto de duda, porque sabía que Link tenía sólidas razones para preocuparse, y también el deseo de ayudarlo de corazón. Pero no quería admitir que, para empezar, sí tenía un problema, desde hace mucho, mucho tiempo, y que se estaba haciendo claramente visible ahora, con el suceso de este salto en el tiempo de “los ocho”.

Denzel aún estaba aprendiendo todo lo que conllevaba ser un taimu. La vida de un taimu era todavía algo desconocido y que estaba conociendo de primera mano por su propia experiencia. No podía tomar de referencia al resto de humanos, o a los iris o a los Zou, porque ellos seguían siendo seres diferentes. Él conocía qué tipo de vida solía tener el resto de personas, limitadas a cien años o menos, y los sufrimientos que cabían dentro de ese corto tiempo. Pero cuando uno estaba programado para vivir al menos unos 800 años, ¿qué tipo de vida, de sufrimientos, de experiencias y de emociones podía esperar conocer al paso de tantos años? ¿Y cuántas veces?

La única persona de referencia que tenía era Agatha. Por supuesto, ella había tenido otro tipo de vida y otro tipo de decisiones. Ella se había casado nueve veces y había tenido nueve familias. Y había traído a la vida a 28 hijos, a los que después había tenido que enterrar. Denzel la había visto destrozada nueve veces. Lo que no podía comprender, era que, si ella sufrió tanto crear como despedir a una primera familia y luego a una segunda familia, ¿qué la empujaba a repetir una tercera, cuarta… novena vez? ¿Por qué siguió creando familias sabiendo el dolor que venía después de que su tiempo se acabara?

Hace tiempo que Denzel se aferró a la creencia de que Agatha era tan diferente de él como el resto de seres. Nunca se apoyó en ella o buscó respuestas en ella, porque estaba convencido de que él y Agatha no eran iguales. Empezando por cómo ambos fueron creados. Agatha no estaba hecha de células humanas naturales, sino de una mezcla de energías y materia orgánica que las imitaba en apariencia y funcionamiento. Ni siquiera tenía sangre. Lo que corría por sus venas era energía Yin que cumplía la función de repartir oxígeno y nutrientes a sus células orgánicas artificiales –lo cual también le permitió gestar bebés en su útero artificial–, y energía Yin al resto de su materia no orgánica.

No. Para Denzel, Agatha seguía siendo una criatura diferente, no sólo con un cuerpo que funcionaba diferente, sino también con una mente distinta. Que ella, a sus 767 años, hubiera podido soportar esta maldición del tiempo, vivir en el mundo humano y disfrutarlo y sufrirlo a partes iguales durante tanto tiempo, y ahora mismo ser una anciana tan mentalmente estable y normal… Denzel no veía eso posible para sí mismo. Él, a diferencia de Agatha, era medio humano. Y una parte humana siempre acarreaba las más desconocidas de las expectativas. “Si me ocurriera esto, ¿cómo me afectaría? Si me hicieran esto, ¿cómo reaccionaría? Si sobrevivo todo este tiempo, ¿en qué tipo de persona me convertiría al final?”.

Este muy antiguo miedo de Denzel se intensificó el doble el día que Yako se convirtió en iris. Porque esto demostró el claro ejemplo de que, hasta en seres tan poderosos como los Zou, la parte humana que poseían era capaz de transformarse inesperadamente en algo que no tenían el control de evitar. Denzel había tenido la gran fortuna, dentro de la pena, de no haber tenido que percibir una muerte terrible o injusta en ninguno de sus hijos ni ningún otro ser querido, ni siquiera de sus nietos, a los que había estado igual de unido.

Por eso, tras la conversión en iris de Yako, Denzel se preguntaba: “Si tengo que ver morir de una forma horrible a alguien a quien me he atrevido a amar, ¿tendría mi parte humana la capacidad de convertirse en iris también?”. Pero de ser así, había un problema. La energía natural y original de Denzel era el Yin. Yako se convirtió en iris directamente porque él sólo tenía energía Yang. Entonces, si Denzel se convertía, no sería en iris, sino directamente en arki. Y si un arki, con su inevitable mentalidad rota, egoísta y furiosa con el mundo, ostentaba además el poder divino de controlar el espacio y el tiempo… ¿Podrían los dioses frenarlo antes de que le hiciera algo terrible al mundo?

Siendo consciente él mismo de lo real e importante que era este riesgo, Denzel sabía que no tenía derecho a evadir o ignorar el tema, ni decirles a los demás que no debían preocuparse.

—Tenemos un problema —le dijo Link entonces, poniéndose inesperadamente serio.

Dado que Link solamente se mostraba así de serio cuando había un motivo grave, Denzel se sorprendió un poco, y pensó que se refería a ellos dos.

—No, hijo… —intentó apaciguar—. Es sólo que no es buen momento para hablar de…

—Con la búsqueda —le interrumpió Link.

—¿Qué?

—¡Hey! ¡Todo el mundo! —exclamó el hermano mayor hacia los otros cuatro—. ¡Se acabó la pelea! ¡Silencio ahora mismo! Venid todos aquí ahora mismo.

En un instante, Owen, Naminé y los gemelos, que se estaban tirando de los pelos y ahorcando los unos a los otros, se quedaron mudos y se pusieron firmes ante el potente vozarrón que Link sacó de sus pulmones. Sin duda, Link podía ser la mayor parte del tiempo el bienhumorado, inofensivo y torpe con los objetos hombre con el que todos se llevaban bien, pero seguía siendo el mayor de ocho hermanos que desde bien pequeño había asumido el papel de cuidar y proteger al resto de la familia, y de ayudar a sus padres a mantener el orden.

Los cinco taimuki se sentaron en la mesa del comedor y Link le indició a su padre que se sentara también.

—¿Qué problema hay? —se preocupó el taimu.

—Como sabes, Owen y yo hemos seguido buscando a Chris, An Ju y Robin por separado por la ciudad, pero ambos hemos sido víctimas del mismo espionaje.

—Ah, sí… —dijo Owen, subiéndose las gafas sobre la nariz—. Link dice que detectó a dos encapuchados siguiéndolo y observándolo, y lo mismo me ha pasado a mí en otra zona de la ciudad. Tanto él como yo hemos hecho la prueba del cambio de rutas y de los veinte minutos. Hemos confirmado que nos seguían y nos vigilaban expresamente a nosotros. Hasta que se esfumaron.

—Y por la forma que tenían de desplazarse, sólo podía tratarse o de iris o de almaati —añadió Link—. Saltaban sobre los edificios, y se movían veloces.

De repente Denzel y Naminé miraron con sorpresa a los gemelos.

—¿Nos crees ahora? —le dijo James a su padre, todavía enfurruñado.

—Oye, yo nunca dije que no os creyera —le encaró Denzel también—. Antes de que irrumpiera Link, estábamos ocupados discutiendo sobre vuestra desconfianza hacia mí —se señaló con énfasis.

—Nunca antes nos habías atado a las sillas con nudos tan fuertes —se defendió James.

—¡Os habéis pasado la maldita mañana conduciendo un coche por toda la ciudad como locos pudiendo haber matado a alguien! —se enfadó el taimu—. ¡Y además acabáis detenidos por la policía en la mismísima Comisaría Central donde encima se encontraba el mismísimo Hatori! ¡Tenéis suerte de que haya usado cuerda y no cadenas con alambre de pincho!

—¿Quién es Hatori? —preguntó James.

—¿Tan grave es? —bufó Lu Kai con indiferencia.

—¿Que si es grave? —a Denzel se le hinchó una vena en la frente—. ¡Debí dejar que Sarah os metiera entre rejas!

—En cualquier caso, estamos más tranquilos viendo que Link está aquí y que parece confiar en ti. Si Link confía en ti, nosotros también —concluyó James.

—Qué detalle, hijo, gracias —rezongó Denzel con sarcasmo.

—A pesar de que hay cosas que no nos cuadran —añadió Lu Kai, con una mirada suspicaz hacia su padre.

—Chicos, ¿en serio? —se hartó Naminé.

—¿De qué hablas? —dijo Denzel, molesto.

—Tu aspecto —contestó Lu Kai.

—¿Otra vez? —suspiró el taimu con paciencia—. Os lo he dicho mil veces. Mi aspecto sí cambia. Pero con el paso de muchos años…

—En doscientos años —le interrumpió Lu Kai— parece que sólo has envejecido siete.

Denzel de repente se quedó mudo.

—En doscientos años —corroboró James— se supone que deberías haber envejecido veinte.

—Pareces de la edad de Owen —continuó Lu Kai.

—Pero deberías parecer mayor que Link —concluyó James.

En ese momento, incluso Owen y Naminé fruncieron el ceño, porque se dieron cuenta de lo cierto que era ese detalle, y miraron a su padre en busca de alguna explicación. El único que miraba a otro rincón del salón era Link. Él no compartía ese interrogante porque desde el primer momento en que se encontró con Denzel a las puertas del instituto y vio su apariencia, ya sospechaba cuál era la razón detrás de lo que James y Lu Kai habían señalado. Lo cual era, a su vez, otro motivo por el que este Denzel de casi cuatro siglos de edad le preocupaba.

—¿Desde cuándo vosotros vais a saber más sobre cómo funciona mi cuerpo que los propios dioses? —replicó Denzel entonces, disimulando que esa acusación lo había puesto algo nervioso.

—Tú mismo nos explicaste que teóricamente envejeces diez veces más lento que un humano —apuntó James—. Lo que significa que en cien años envejeces diez. Por eso en nuestra época, con casi 200 años, aparentas casi 20 años. Y ahora, con casi 400 años, deberías aparentar casi 40 años.

—Y aparentas poco más de 25 —apuntó Lu Kai.

—Exacto. Teóricamente —remarcó Denzel—. Es una teoría, una aproximación. Agatha es la única referencia que hay, y ella más o menos ha demostrado que su cuerpo taimu envejece diez veces más lento y por eso cada siglo aparenta diez años más. Yo no sé cuántos años estoy programado para vivir, 800 es lo estimado, pero podrían ser 900, ¡o 1000 años! Puede que yo envejezca incluso más lento que Agatha —empezó a agobiarse con este tema y se pellizcó el entrecejo—. Muchachos, de verdad que no tenemos tiempo para discutir sobre estas nimiedades. Tenemos un problema muy gordo que resolver como familia, porque este salto en el tiempo parece haber sido ocasionado por una taimu desconocida y suelta por ahí, y ya sabéis lo alarmantemente preocupante que es eso.

—Sólo queremos asegurarnos, padre —le dijo James con un tono más suave—. De que sigues defendiendo los mismos valores y principios que el de nuestra época. Y que sigues perteneciendo a la Asociación y siendo amigo de los Zou.

—Y que los dioses no te han hecho nada malo, ni te han cambiado ni están usándote en contra de tu voluntad —dijo Lu Kai, sentado a su lado, agarrando su mano sobre la mesa.

Denzel al fin pudo relajarse un poco al ver que los gemelos terminaron por ceder. Esto no era extraño para él. Sus encuentros con Link, Owen y Naminé habían sido inofensivos y emotivos, pero ya se olía que con los gemelos iba a tener un rato difícil, y no porque estos hubieran estado ocasionando alboroto por la ciudad, sino por la parte en que iban a cuestionarle todo lo que ellos vieran que no encajaba. Los gemelos eran expertos en esto, y además era su trabajo como consejeros del emperador ya a sus tempranos 17 años de edad. Cada uno de los hijos de Denzel tenía un talento particular, y el de James y Lu Kai era el de poner a prueba a la gente para saber qué cosas ocultaban y saber si eran de fiar.

Las cosas que ambos hermanos habían señalado contra su padre estaban bastante justificadas. Por mucho que lo conocieran y por mucho que le quisieran, “los ocho” no olvidaban que Denzel seguía siendo un demonio Yin atado a los hilos de los Dioses del Yin.

—Una cosa más —dijo Lu Kai seriamente.

—Hah… Lu Kai, por favor… —suspiró Denzel, agotado de más interrogatorio.

—Estamos muertos de hambre —le informó el chico.

—Por lo que más quieras, danos algo de comer —le rogó James—. ¡Y agua potable!

—Ah… —se sorprendió Denzel, y de repente se dio cuenta de que los otros tres también lo miraban con las mismas caras de ojos suplicantes.

—La verdad es que yo también tengo algo de hambre —dijo Link, y Owen y Naminé asintieron con la cabeza.

—Vale. A ver que me aclare —Denzel se levantó y se fue a la cocina, que conectaba con el comedor mediante una ventana en la pared, y les habló desde allí mientras se ponía a preparar algo de comida—. James y Lu Kai, decís que unos iris han intentado capturaros durante este último par de días perdidos por la ciudad. Y Link y Owen, decís que unos iris, o quizá almaati, os han estado espiando de cerca hoy.

—Yo creo que también eran iris, nuestros perseguidores —dijo Owen—. Al menos a uno de los míos le vi que le brillaba un ojo por un segundo bajo su capucha.

—Nami, ¿te ha pasado algo similar antes de que te encontráramos? —le preguntó su padre.

—Sin duda. Desde que aparecí en esta ciudad, he tenido algunos problemas con tres malhechores. Uno de ellos fue la misma noche que vine aquí y aparecí en una calle llena de bares y borrachos, se me acercó un hombre con intenciones lascivas, agarrándome y abrazándome sin parar…

¡CLANK! Denzel clavó su cuchillo de carne en la tabla de madera con un golpe fuerte.

—Dame su descripción completa ahora mismo —gruñó con un aura demoníaca.

—Tranquilo, sólo era un pobre hombre ebrio que nada más empujarlo a un lado se quedó dormido en el suelo. Al día siguiente, me moví por unas calles que parecían poco seguras, un chico joven me amenazó con una navaja y me pidió mi bolso. Y se lo di. Es decir, le di un bolsazo en la cara. Y lo desarmé y lo ahuyenté con el dibujo de un oso, nada fuera de lo común. Pero —levantó un dedo—. Antes de tener aquel altercado con aquellos brutos y con el francés atractivo…

—¿Quién? —preguntaron los gemelos.

—… sí que noté que una mujer encapuchada me perseguía. Me persiguió toda la mañana, yo ya estaba de los nervios, no conseguía evadirla. Me metí en aquella gran calle bulliciosa llena de gente para protegerme. Ahí fue cuando ese francés tan guapo casi me arrolló, y luego esos brutos que iban tras él, a los que vapuleé a bolsazos. Luego aparecisteis vosotros. ¿Creéis que esa encapuchada también podía ser una iris? ¿Y los otros brutos que abatí?

—No, esos brutos que perseguían a Neuval eran almaati desertores que al parecer tenían una cuenta pendiente con él —dijo Denzel—. Pero la encapuchada que mencionas… tiene toda la pinta de ser del mismo grupo de encapuchados que han perseguido a tus hermanos.

—Vale, ahora la pregunta es —dijo Link—: ¿por qué hay iris vigilándonos de manera hostil o intentando capturarnos? Y: ¿qué otros iris aparte de la RS de Yako Zou saben siquiera sobre nosotros y sobre nuestra existencia aquí?

—¿La RS… de un Zou? —repitió Lu Kai, sin entender eso.

—Bueno, la SRS es aliada de la KRS y seguramente ya están enterados sobre este salto en el tiempo vuestro —inquirió Denzel, terminando de preparar el quinto plato de arroz con pollo y verduras, los sostuvo sobre una bandeja y se teletransportó con ella de la cocina al comedor en una fracción de segundo—. Neuval tiene a sus chicos avisados porque le pedí que nos echara un cable para encontraros, y se lo habrá comunicado a Pipi por lo mismo, pero ya le dije que no quería que nadie más se enterara de que estáis en esta época. Sé que nadie de la KRS ni de la SRS ha informado a nadie más sobre este asunto, así como que ninguno de ellos son los iris que al parecer os han ido persiguiendo de forma hostil.

—Lo que quiere decir que hay otra RS que sabe que estamos aquí, y que no le gusta que estemos aquí —rezongó Link, mientras les repartía los platos a sus hermanos y comenzaban a comer—. O no les gusta que estemos “sueltos”.

—¿Y pod qué a noddotros nods dratan de cazar pero a voddotros sólo os edspían? —preguntó James, con la boca excesivamente llena de comida.

—Hm… —murmuró Denzel, pensativo—. Porque deben de saber que Link y Owen estaban a la búsqueda del resto de vosotros. Y quizá les interesaba seguir vuestra línea de búsqueda para ver si a través de vosotros encontraban también al resto. Tal vez, si hubieran visto que por ejemplo Owen hallaba a uno de sus hermanos por las calles, tenían intención de cazaros a los dos, para así no cazar sólo a Owen.

—Vale. Eso de “cazar” es un verbo que no me gusta —protestó Owen—. Si hay iris de verdad intentando darnos caza como los gemelos insoportables dicen que les ha ocurrido, es obvio que son enfermos de majin.

—Sí, pero ¿por qué unos iris enfermos querrían capturarnos? —dijo Naminé—. Es decir… ¿qué les hemos hecho? Acabamos de llegar. ¿Qué problema tendría nadie con nosotros? Se supone que solamente tenemos de enemiga a esa taimu desconocida.

—Espera, espera, espera —brincaron los gemelos—. ¿Va en serio eso? ¿Hay una nueva y desconocida taimu? ¿La que atacó a padre en su estudio es una taimu de verdad?

Mientras Link les explicaba a sus hermanos las cosas que sabían por ahora sobre la susodicha y comían, Denzel se acercó muy pensativo hacia la ventana del salón, y se quedó varios minutos allá en silencio mirando las vistas de la ciudad. Intentó encajar piezas, aunque algunas no terminaran de encajar para él.

Para empezar, estaba esta nueva taimu, que, gracias a la descripción que Link y los otros proporcionaron, sabían que estaba cerca del bicentenario de edad. Lo que no encajaba de esto, es precisamente lo mismo que los gemelos señalaron antes en su padre. Si esta taimu tenía entre 190 y 200 años, debería tener la apariencia de una chica de unos 20 años, y no de 12. Pero, de nuevo, Denzel conocía la razón de esta discordancia entre la edad real y el aspecto aparente y por ahora no quería hablar de ello. Era lo que pasaba cuando un taimu se excedía a la hora de realizar Pactos. El crecimiento o envejecimiento natural y biológico de su cuerpo se desequilibraba y se ralentizaba. Y eso no quería decir que fuera algo bueno, como un método que hiciera a un taimu mantener su juventud mucho más tiempo. Le ralentizaba el envejecimiento natural del cuerpo al mismo tiempo que le quitaba la vitalidad.

«Así que ella también tiene un problema de adicción con los Pactos...» pensó el profesor, y se frotó los párpados debajo de las gafas, como gesto de cansancio, pero también de una secreta vergüenza propia. «Creo que entonces las piezas sí van encajando. Esa taimu se ha propasado haciendo Pactos, desde que tenía la apariencia de una niña de 12, eso es, desde que tenía al menos 120 años. Ha estado más de 70 años haciéndolo y ni nosotros ni los dioses se han dado cuenta. Su discreción es impecable. ¿Cómo lo ha hecho? Ese no es el tema».

«El tema es que ahora mismo está haciendo uno con alguien. Lo sabemos porque, según lo que Naminé presenció, la taimu tuvo problemas de precisión a la hora de aparecer en la fecha y lugar correctos. Esto ocurre mientras se está haciendo un Pacto con alguien, porque la mitad del don taimu se queda dentro del amo temporal como fianza. Así que, esta taimu sólo tiene disponible la mitad de su poder, hasta que cumpla los deseos de su amo y él le dé a cambio lo que ella desea».

«Eso quiere decir que la idea de atacarme e intentar matarme en el pasado no viene de ella. Ella está ahora cumpliendo las órdenes de su amo temporal, quienquiera que sea. Así que la pregunta es, ¿quién quiere matarme? ¿Y por qué a mi “yo” de hace 200 años?».

«Este misterio junto con el de aquella intrusa con el aspecto físico de Clover que intentó robarme el anillo la noche del otro lunes son dos sucesos extraños que han ocurrido con una semana de diferencia. Por supuesto que he pensado en la idea de que estén relacionados, pero no hallo dicha relación por ningún lado. Pueden ser dos sucesos totalmente independientes. No es la primera vez, ni la segunda ni la trigésima, que algún indeseable se cuela en mi hogar, o me ataca o me engaña para robarme alguno de mis objetos, mis libros o incluso alguna parte de mi cuerpo. Y la mayoría de las veces, han sido Knive. Además, la taimu no pudo ser esa intrusa, porque solamente un Knive podría proyectar ese truco visual, adoptando el aspecto de otra persona temporalmente, sobre sí mismo. Quienquiera que se colara en mi casa la otra noche con el aspecto de Clover no puede ser otro que un Knive. Me lanzó la Mirada de Ewah nada más ponerme las gafas, y por eso lo vi con el aspecto y tamaño exactos de Clover, y eligió un aspecto tan chocante para confundirme».

«Ahora, ¿qué Knive quiere mi anillo?» se miró dicho objeto en el dedo de su mano. «Si ahora no es más que... un trozo de metal inerte... ¿Sería un Knive de la rama primaria, alguno de los altos mandos, o algún peón inferior? Hmm... ¿Y si fue Jannik? ¿Podría realmente ser él? Bajo un brote de majin... No... lo dudo... no sé...» suspiró exasperado y hecho un lío. «De ser así, ¡Alvion lo sabría! ¿Me estoy dejando llevar demasiado por mis prejuicios? Creo que he sido demasiado duro con ese niño esta tarde... Pero es que no puede ser tanta casualidad, que pase esto justo cuando a ese pequeño Knive se le ocurre matricularse en la misma escuela donde yo trabajo y empezar a ser tan amiguito de Clover Saehara».

«Esta es una de las piezas que no terminan de encajar, porque, de ser cierto que fue Jannik, o su majin, quien intentó robarme mi anillo el otro lunes, significaría que Jannik es el único Knive estúpido de la historia. Nadie de su sangre dejaría entrever tantas coincidencias. ¿Sería entonces muy osado pensar... que hay alguien más detrás de todo esto... forzándome a ver esas casualidades... y con ello forzándome a sospechar de Jannik... para que así mi atención esté desviada hacia la persona equivocada?».

«No sé si debería olvidarme del intento de robo del otro lunes y considerarlo como eso, otro de tantos intentos fallidos de ladrones indeseables. El tema más grave aquí es el intento de asesinato que ha sufrido mi “yo” de hace dos siglos por primera vez en una nueva línea temporal, a manos de una taimu que ni conozco, que actúa bajo las órdenes de un amo temporal mediante un Pacto. Esa es la pregunta más importante. ¿Quién está detrás de la misteriosa taimu y por qué la envió al pasado a atacar a mi joven “yo”? ¿Y si no pretendía matarme, sino producir precisamente este resultado, llevar a mis ocho hijos a esta época y así crear un “nudo latente”? Hmmm... esta es otra pieza que no me termina de encajar. Nadie en su sano juicio querría producir un “nudo latente”, son incordios, sólo traen problemas y no benefician a nadie, son puros accidentes temporales que, si no se resuelven a tiempo, sumirán al mundo y a la realidad al caos. Los Knive odian el caos. Son lo contrario a eso. Y para cualquiera de ellos, primarios o secundarios, sería una terrible vergüenza e imperdonable humillación hacer un Pacto con un taimu. Así que al menos sé que el amo actual de esa taimu no es un Knive».

«Y aquí entra esta nueva cuestión. Hay otras personas, que probablemente son iris enfermos, que han intentado perseguir y capturar a mis hijos, ¿desde el mismo momento en que aparecieron aquí hace dos días? Así que hay varios majin por ahí... que se enteraron de este salto en el tiempo los primeros de todos, ¿y ahora están intentando capturar a “los ocho”? ¿Con qué fin? ¿Arreglar el “nudo latente”? ¿O tienen otra cosa en mente? Lo único que mi intuición saca de esto, es que el actual amo de la nueva taimu sea, probablemente, otro iris enfermo».

—¿Son varios majin, entonces, quienes andan detrás de todo este embrollo con la taimu desconocida y el salto en el tiempo de “los ocho”? Nos faltan varias piezas aún... —se dijo en voz alta tras ese rato sumergido en sus pensamientos—. Las mayores incógnitas son: quién está detrás y por qué ha querido matar a mi “yo” de 193 años. ¿Qué consigue con eso, aparte de crear una nueva línea temporal borrándome de la historia de los últimos 200 años? Es decir, si esa persona es de esta época y le estoy estorbando en algo, ¿por qué no matarme a mí, a mi “yo” actual, estando solo, sin... —se le apagó un poco la voz, y agachó la mirada—... una familia que me proteja?

Después se giró un poco y miró hacia los cinco taimuki, allá en la mesa del comedor terminando de comer, conversando alegremente. Qué dolor... qué dolorosísima nostalgia... Se tocó el anillo de su dedo casi sin darse cuenta.

¡Patam! Alguien aterrizó de repente sobre la repisa de la ventana, causando un ruido tan fuerte e inesperado que Denzel dio un gran brinco, se chocó contra el mueble que había al lado de la ventana y casi se cayó al suelo. Pero se repuso, con una mano en el pecho, encontrando los ojos plateados y la enorme sonrisa maquiavélica de ese chiflado ahí, de cuclillas sobre la repisa, saludándolo con la mano al otro lado del cristal. Iba elegantemente vestido con traje, corbata y un largo abrigo de tela, por lo que seguramente venía directamente desde su empresa.

—¡Pero...! —gruñó Denzel, abriendo la ventana, y el otro pasó adentro—. ¿¡Qué te he dicho sobre entrar por mi ventana!?

—Qué de gente hay aquí, ¿no? —se sorprendió Neuval, mientras se quitaba la bufanda y observaba al resto.

—¡Ahh! —Naminé dio un respingo desde la mesa del comedor y lo señaló con el dedo—. ¡El francés guapo de ayer!

—¡Ahh! La taimuki peleona —la imitó Neuval.

—¿Qué? Pero... —Owen se acercó a ellos y se asomó un momento por la ventana, pero Denzel la cerró enseguida porque entraba bastante frío—. ¿Cómo ha “caído” sobre la ventana? No ha venido saltando desde abajo... ¡Dioses! ¿¡Es que usted puede volar!? —le preguntó con ojos como platos.

—¿Vosotros no? —bromeó Neuval.

—¡Hey! Gracias por ayudarnos ayer —lo saludó Link desde la mesa.

—¡Haha! Guau... Nunca había visto tantos taimuki en una habitación desde que conocí a Yong y a sus hermanas —se les acercó Neuval, celebrando verlos sanos y salvos—. ¡Aquí están! —señaló a los gemelos sentados a la mesa con las bocas llenas de comida—. Sarah acaba de contármelo, que ha encontrado a estos dos chicos. ¡Qué buena noticia! —miró a Denzel.

—Sí, desde luego —dijo este, apoyándose contra el respaldo del sofá del salón y cruzándose de brazos—. Una buena noticia para las víctimas del caos que han ocasionado esta tarde...

En ese momento, Naminé se levantó discretamente de su silla y fue rodeando la mesa, acercándose disimuladamente a Neuval.

—Qué curioso, habla usted un chino perfecto —le dijo James—. ¡Más incluso que un nativo!

—Raro, viniendo de un europeo —dijo Lu Kai—. Y solemos tratar con muchos.

—Técnicamente soy hongkonés —dijo Neuval—. Y francés. Es una larga historia. Encantado de conoceros, James y Lu Kai, ¿verdad?

—¡Uh! ¡Ay! —gritó Naminé de repente, fingiendo que se resbalaba y se caía justo al lado de Neuval.

Como era propio de los reflejos de un iris, él la sujetó a tiempo antes de que cayera al suelo, y Naminé se quedó ahí, en horizontal, colgando de sus brazos.

—Qué torpeza la mía, discúlpeme —dijo toda dramática, llevándose el dorso de la mano a la frente.

—No hay nada que disculpar —le sonrió Neuval, mirándola desde arriba.

Los otros chicos estaban contemplando la escena con caras de gran incredulidad por semejante teatro de su hermana, mientras que la cara de Denzel era de mosqueo.

—Qué brazos tan fuertes... —murmuró Naminé.

—Qué piel tan suave —respondió Neuval amablemente.

—Será posi-... ¡Ajem! —carraspeó Denzel fuertemente—. ¡Que estoy aquí! ¿Os importa? —fue hasta ellos y los separó enseguida—. Niña, compórtate, ¡que estás casada!

—¡Déjame alegrarme un poco la vista, padre! —protestó ella—. Sigo amando a mi marido más que a nadie, ¿pero acaso esas lentes que llevas no te dejan ver la evidencia? —cuchicheó, señalando a Neuval con las dos manos—. ¡Parece un dios!

—No te pongas así, viejo demonio, que ahora estoy con Hana y le debo toda mi fidelidad —se burló Neuval, mientras curioseaba por el salón, como buscando algo—. La cual, por cierto, se muere por conocerte.

—¿Qué? ¿Tu pareja? ¿Y eso por qué? —se extrañó Denzel.

—Porque desde que le hablé de tu existencia y de tu don, está fascinada con tu historia y con las grandes obras y hazañas que has hecho por el mundo y tu creación de las Técnicas y tal.

Neuval siguió merodeando por el salón, hasta que por fin captó con la vista la cartera negra que Denzel solía llevar al trabajo, reposando en una mesilla pequeña junto a una butaca en un rincón de la estancia. Estaba medio abierta y asomaba un taco de hojas en uno de los bolsillos.

Mon Dieu! ¿Será lo que creo que es? —murmuró para sí mismo con emoción, corriendo hacia allá; se agachó frente a la mesilla, sacó todo ese taco de hojas y comenzó a revisarlas una por una.

—¿Qué haces? No tengo nada importante en esa cartera. ¿Se puede saber por qué has aparecido aquí sin previo aviso? —le preguntó Denzel pacientemente—. Dime que no te has metido en otro lío y vienes a que te salve...

—Nooo, estoy intentando portarme bien después del caótico día de ayer. Sólo quería consultarte una cuestión, respecto a las Técnicas, precisamente. Pero antes... ¿alguna novedad sobre tu caso familiar? —le preguntó, girándose para mirarlo un segundo.

—A trozos sueltos, aunque hace un rato me acabo de enterar de algunos datos de cierta gravedad —dijo el taimu, compartiendo un gesto resignado con Link y los otros—. Me los guardo por ahora, si no te importa. Primero quiero terminar de encontrar a Robin, a Chris y a An Ju. Podrían tal vez tener más información. Necesito darles sentido a algunas cosas.

—Como quieras. Mi KRS y la SRS de Pipi siguen con la atención puesta en toda la ciudad.

—Lo sé. Al fin y al cabo, tengo a los gemelos aquí gracias a la rápida reacción de tu Hosha.

—No sé si se le puede llamar “mi Hosha”. Por desgracia, Sarah no puede volver a mi RS. No quiere ponernos en riesgo por su actual delicada situación, trabajando tan cerca de Hatori y eso... —decía Neuval, sin apartar los ojos de cada hoja que iba pasando entre sus dedos.

—Es una lástima, a Sarah le ha tocado una venganza casi imposible.

—¡Ahhh! —Neuval dio un respingo, encontrando la hoja que buscaba.

—¿Qué? Eh, vamos, Neuval, no hagas eso —fue hasta él y lo obligó a darle ese taco de hojas—. Es material escolar privado.

—Sólo quiero ver qué tal ha hecho Cleven su examen...

—Lo sabrás cuando yo lo corrija, le informe de la nota a ella y ella te lo comunique a ti.

—No me dirá nada si ha suspendido —rezongó.

—En ese caso, sabrás que ha suspendido —repuso el taimu.

Denzel le hizo un gesto autoritario con la mano. Neuval suspiró con resignación y acabó dándole todas esas hojas de examen, con las que Denzel se teletransportó a su habitación para dejarlas allí y volver a aparecer en el salón en un segundo.

—¿Tiene hijos, Fuujin-sama? —le preguntó Link con interés, todavía allá sentado en la mesa de comedor con sus hermanos.

—¿Cómo serán los hijos de aquel que nuestro padre describe como “el iris más poderoso de la historia”? —comentó Owen con curiosidad.

—Oh, son tres especímenes increíbles, os lo aseguro —les dijo Neuval.

—Sin duda, ayer tu hija casi me ahorca al enterarse de que posponía el examen —le dijo Denzel.

—¿¡Qué!? —exclamó Neuval—. ¡Eso es porque le está poniendo interés al estudio! ¡Sí, señor! —cerró el puño con victoria—. ¡Esa es mi niña!

Los taimuki no podían evitar reírse, viendo que el verdadero espécimen ahí era este majara y excéntrico Fuu, mientras Denzel ponía cara de perro por su total falta de preocupación por la agresión de Cleven.

—Neu, tengo mucho lío encima.

—¿Pueden dos iris combinar dos Técnicas, compartiéndolas por unos instantes? —fue al grano entonces.

—¿Cómo dices? No. No se puede.

—No de las físicas, sino de las mentales.

—¿Cuáles? —Denzel entornó los ojos, denotando curiosidad.

—Localización y Telepatía.

Link y los otros cuchichearon con sorpresa ante esa idea. Denzel se quedó pensativo un rato, considerando esa posibilidad.

—Nunca se ha probado... ¿Quieres intentar eso con Pipi? ¿Por qué?

—Necesito localizar a Haru lo antes posible. Está en su periodo vacacional después de su gira y está totalmente desconectado.

—No puedes perturbar el periodo vacacional de un iris.

—Tranquilo, se lo voy a compensar, y Pipi le cederá otro periodo vacacional en otro momento. Antes de hacer nada quiero que me confirmes si es posible, y en ese caso, si es seguro.

—Dando por sentado que lo haréis de la forma en creo que la haréis, de lo primero creo que sí, y de lo segundo no tengo ni idea. En principio, no debería pasar nada malo, porque os daría tiempo a desactivarlas si notáis que algo no va bien. Pero si lo hacéis confiados y sin tomar precauciones y se os derrite el cerebro, la culpa será vuestra. Si en cambio lo conseguís y os da tiempo a experimentar su resultado, me gustaría que me lo redactaras en un informe para añadir esos datos a mis estudios.

—Bueno, para mí es suficiente —sonrió Neuval, y se fue poniendo la bufanda y los guantes mientras se dirigía de vuelta a la ventana del salón—. Un placer otra vez, taimuki —se despidió de ellos con la mano, y estos le despidieron del mismo modo.

—Neu —lo detuvo Denzel antes de que abriera la ventana, cerrando la distancia con él y con una sonrisa suave—. Es un gusto volver verte así —le dijo, pero el otro levantó una ceja, sin entender—. Ya sabes. Siendo así. El verdadero tú.

El Fuu entendió y también sonrió, aunque con una pizca de melancolía.

Cuando hay cosas que te salen bien cuando creías que saldrían mal, la alegría y el alivio que sientes hay que atesorarlos lo máximo posible —le dijo Neuval—. No suelen durar mucho tiempo.

—Ya —asintió el taimu, agachando un poco la cabeza, y su sonrisa se apagó un poco—. No duran mucho.

Neuval se despidió de él, abrió la ventana y salió por ella, al tiempo que los cinco taimuki se acercaban corriendo para verlo alejándose por el cielo nublado y quedando asombrados, siendo la primera vez que veían volar a alguien que no era un Zou.

—Padre, hay algo que aún no os hemos contado —dijo James, y miró a su gemelo.

—Robin estaba con nosotros —declaró Lu Kai.

—¿¡Qué!? —exclamaron los demás—. ¿¡Estabais con él!? ¿¡Y dónde está ahora!? —se alteró Naminé—. ¿¡Por qué dejó de estar con vosotros!? ¿¡Lo habéis perdido!?

—¡No! ¡Se perdió él solo! —se defendió Lu Kai.

—¡Tiene 13 años, y vosotros 17! ¡Erais responsables de él! —insistió su hermana, muy disgustada.

—¡No nos escuchó y se largó a otra parte! —dijo James.

—Calma —ordenó Denzel entre los gemelos y la mujer—. Explicad mejor eso.

—Nos aparecimos los tres juntos en esta ciudad —habló James—. Ayer intentaron perseguirnos dos veces, los encapuchados de los que hablábamos antes, que seguramente son iris enfermos —dijo mirando a sus otros hermanos—. Pero cuando comenzamos a ser perseguidos otra vez esta mañana al amanecer, eran como cinco personas y fueron muy persistentes.

—Estuvimos más de media hora intentando distraerlos, escondiéndonos, corriendo por todas partes —continuó Lu Kai—. Nos estaban pisando los talones cuando Robin se tropezó y cayó al suelo. Cuando nos dimos la vuelta para buscarlo, vimos a nuestros perseguidores pasando de largo por su lado.

—¿Qué? —murmuró Owen.

—Continuaron corriendo hacia nosotros —prosiguió James—. Casi nos agarran, pero logramos esquivarlos, y le gritamos a Robin que se escondiera, que nos dejara Sellos guía para que luego pudiéramos volver a esa zona, buscarlo y encontrarlo.

—Cuando rato después despistamos a los perseguidores, regresamos a esa callejuela, ¿y qué nos encontramos? Un mensaje de Robin escrito en su tinta especial en la esquina de la pared diciendo: “Olvidaos de mí, voy a investigar”.

—Enano tocapelotas —refunfuñó su gemelo.

—Ayyy, Dios... —Denzel dejó salir un largo suspiro estresado mientras se pellizcaba el entrecejo.

—No le veo sentido a eso —dijo Owen—. ¿Por qué pasaron de Robin? ¿Por qué lo ignoraron?

—Ni idea...

—Es extraño, pero es un alivio, ¿no? —dijo Naminé.

—¿Lo verían como alguien demasiado pequeño y sin utilidad? —caviló Link—. ¿Sólo nos quieren a nosotros los mayores?

—Acabemos con esto —interrumpió Denzel, y pasó de largo entre ellos directamente a la entrada para coger su abrigo y ponerse los zapatos—. Lincoln y Owen, sigamos buscando a vuestros hermanos.

—¡Vamos! —saltaron los gemelos.

You two! —exclamó Denzel—. De aquí no os movéis.

—¡Pero…!

—Nami, quédate aquí con ellos, eres la única que sabe mantenerlos a raya.

—Me halagas y me ofendes al mismo tiempo, padre —dijo ella, mientras los otros dos taimuki se preparaban para irse.

—Lo siento, pero estaré más tranquilo sabiendo que estos dos permanecen quietos aquí en casa bajo tu control. Y necesito que alguien esté aquí, por si Chris, o An Ju o Robin descubren mi dirección y consiguen llegar aquí.





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