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2º LIBRO - Pasado y Presente









22.
La decisión de Hana

Después de salir del despacho para dejar que Neuval trabajara, Lao y Hana fueron juntos por el pasillo. Hana iba con la vista clavada al suelo de camino a los ascensores, reflexiva sobre todo lo que había oído.

Neuval ya le contó resumidamente de qué se trataba el majin el día anterior, pero ahora, dándole más vueltas en la cabeza, y con la historia de Izan, ya lo iba comprendiendo, y desde luego le resultaba una desgracia para los iris. Era como el cáncer en los humanos, u otro tipo de enfermedad. Nadie elige tener una enfermedad, ya sea física o mental. Se supone que los iris surgieron para ser “humanos mejorados” o “personas perfeccionadas” para servir de ejemplo como defensores del bien y la justicia eficaz. La mayoría de los iris eran estos seres perfectos. Desgraciadamente, había un porcentaje menos afortunado.

Ichi se hizo iris a los 7 años por la pérdida de un íntimo amigo de la infancia, pero fue dos años después, por la trágica muerte de sus padres, cuando brotó su primer grado de majin. Que hubiera iris con una alta sensibilidad era normal, pero había algunos que tenían una sensibilidad que sobrepasaba un poco esa altura estándar. El majin en ellos crecía con mucha más facilidad y fuerza.

Ichi lo supo desde el principio. Pero decidió ocultarlo y tratar de solucionarlo por sí mismo, intentando como podía aferrarse a todas las cosas positivas que se le ocurriesen o que viese. Empezando por su actitud. Se forzaba a sí mismo, todos los días, a reprimir los malos sentimientos, a tener siempre una sonrisa en la cara, a comportarse siempre alegre y cercano a la gente. Pero no le funcionó. Ichi realmente quería ser ese tipo de persona, el que ayuda, el que trae alegría, el que cuida de sus seres queridos, el que lucha contra los males de forma victoriosa… Su majin no paraba de crecer en un segundo plano.

Quizá el error final fue cuando, a sus 15 años, él y Brey decidieron quitarle tanta carga y preocupaciones a su hermana Katya e irse a vivir a otro lugar, a hogares de acogida. Lo hicieron con intención de que Katya y Neuval pudieran tener más tranquilidad y espacio para criar a sus tres hijos, y para reducir el nivel de riesgo que suponía que cuatro iris vivieran en la misma casa, incluyendo a Yenkis. Por mucho que Neuval y Katya les dijeron que no necesitaban irse a vivir a otro sitio, que podían quedarse y que no eran ninguna carga, Ichi insistió y Brey estaba de acuerdo con sus razones.

Alejarse de ellos sí que suponía más seguridad para ellos como iris ante las sospechas del Gobierno. Pero también hacía que lo que alimentaba el iris de Ichi, la compañía y cercanía diaria de sus seres queridos, menguase. Sobre todo cuando, por la diferencia de edad, no pudo estar en el mismo hogar de acogida que Brey y se tuvo que ir a otro. Ichi no tuvo el problema de Brey de caer en un hogar de acogida fraudulento con mal ambiente, pero la distancia que acabó teniendo con sus dos hermanos y sus sobrinos, sentirse solo la mayor parte del tiempo a pesar de que siempre se veía y quedaba con su familia y con su KRS… le afectaba más de lo que él creía.

Pero se empeñó y se empeñó en tratar de resolverlo por sí solo. No quería que nadie, absolutamente nadie, tuviera que preocuparse por él. No quería ser una molestia para sus seres queridos, no quería traerles o contagiarles su oscuridad, no quería pedir ayuda. Pasó años pensando “es algo pasajero, me sentiré mejor algún día, sólo tengo que esperar”.

El mundo no se lo ponía fácil. Cada vez cultivaba más pensamientos negativos. Cada vez que él o sus compañeros iris lograban salvar a unos humanos de unos criminales, pensaba cosas como “¿y de qué ha servido esto? Mañana o el mes que viene estarán otra vez corriendo peligro. ¿Y de qué sirve matar o detener a estos criminales? En el tiempo que nos lleva hacerlo, hay otros diez mil humanos convirtiéndose en criminales ahora mismo por el mundo. Segamos, y vuelve a crecer. Arrancamos, y crece en otro lado. Nada… nada de todo esto… tiene sentido. La humanidad está podrida desde que existe y no hay nada ni nadie que pueda cambiarlo… hasta que todo se extinga”.

A los 16 años y medio, ya fue demasiado tarde. Su buena voluntad no era lo suficientemente fuerte para contrarrestar todo el peso de majin que había estado acumulando durante años, y rápidamente llegó al grado VI. En este penúltimo grado, su “yo” real y su “yo” del majin estaban en una lucha por el control total del cuerpo, así que el desesperado “yo” real de Ichi decidió alejarse de todo, asumiendo ya que no tenía remedio y que pronto se convertiría en otra persona, en un peligro.

A los 17 años se fue, se marchó lejos, lo más lejos posible de sus seres queridos, para alejar de ellos el peligro en el que se estaba convirtiendo. Alvion hizo lo posible por no perder la conexión mental con él, y le decía sin cesar que dejara de moverse, que iría inmediatamente a donde estaba con uno de los taimu para llevárselo al Monte y ayudarlo. Pero cuanto más grande era un majin, más le costaba a Alvion mantenerse conectado a la menguante energía blanca del iris. Llegó un momento en que Alvion, finalmente, perdió toda conexión con él. Ya no podía detectarlo, ni localizarlo, ni comunicarse con él ni nada. La energía blanca del iris había sido consumida por la energía negra del arki. Y ya no se supo nada más de Ichi.

Así que, el arki, o el majin de grado VII, acabó dejando en la cuneta al buen Ichi para siempre y fue sustituido por Izan, que era como ahora quería que lo llamasen, ya que “Ichi” era el mote con el que Neuval y sus compañeros solían llamarlo cuando era iris y representaba a su “yo” bueno del pasado. Izan ahora era otra persona distinta. No sentía, ni pensaba ni tenía los mismos valores, principios y deseos que Ichi. Era una persona que abrazaba la soledad y buscaba el beneficio propio y nada más.

Lo ocurrido con Ichi, el famoso hijo de los famosos Hideki y Emily, terminó sabiéndose por toda la Asociación. Ahora, en forma de rumores, era el desertor, el arki desaparecido, y el hecho de que estuviera suelto por ahí preocupó a muchos. Sin embargo, habían pasado ya tantos años sin tener noticias de Izan Saehara, que actualmente los iris ya ni lo mencionaban y lo tenían olvidado.

Entonces, hace una semana, después de años en la más pura incógnita, Kyo fue el primero en tener un encuentro con él y en experimentar la prueba de que, sin duda, era un arki. Sólo sabían de ello Drasik, Kyo, Lao y Neuval. Y estaba en manos de Neuval decidir advertir a los demás o no, pero hasta que no averiguase qué se estaba trayendo Izan entre manos exactamente, no quería dar la alarma a Alvion, porque podría ser peor.

Lo que Neuval siempre lamentó es que Ichi cometiese el error de esconder el desarrollo de su majin. Si lo hubiese mencionado desde un principio, tal vez se podría haber solucionado y ahora Ichi seguiría siendo el de siempre. Tal vez.


Con todas las cosas que Hana había oído y aprendido durante ese rato en el despacho de Neuval, ya no podía quitárselas de la cabeza. Le intrigaba e inquietaba lo complicada que podía llegar a ser la mente humana, y que un suceso sobrenatural que ocurría en todos los rincones del mundo pudiera mantenerse tan bien oculto y organizado. Así es como lo ideó Wei Zou, y así fue como su hijo Leander construyó y estableció el sistema final. ¿Qué haría la humanidad si a estas alturas se enterase de la existencia de los iris y los Zou, seres sobrenaturales manejando asuntos de gran magnitud por el mundo, la larga batalla entre justicia e injusticia, criminales e inocentes, el bien y el mal? Por no hablar de la existencia de los diez dioses del Yin y el Yang, en contra de las creencias de otras religiones humanas.

Por eso a Hana aún le costaba asimilarlo todo, pero eso era precisamente el proceso más natural y más sano de aceptar la realidad. Nunca creer ciegamente en algo, nunca aceptarlo de primeras. Cuestionar cosas, dudar de otras, reflexionar bien sobre si es algo que le gusta o no le gusta, consolidar una opinión siempre propia y jamás contagiada por la mayoría o por influencia cercana, y, con el tiempo, tomar una posición activa.

Por tanto, a Hana todo este mundo recién descubierto no le daba miedo, o rechazo, sino todo lo contrario. Este asunto la atraía considerablemente, su opinión ya se estaba consolidando, y, mientras caminaba por los pasillos junto a Lao, empezó a sentir una sensación extraña en el cuerpo, como si algo la estuviese impulsando a hacer algo, a tomar una posición activa. Tenía tantas cosas metidas en la cabeza sobre todo este asunto de los iris, y le fascinaba tanto, que sentía ganas de hacer algo, algo como lo que hacían los iris.

—Lao —lo llamó, cuando entraron en el ascensor.

—¿Mm?

—¿Tú tienes en tu interior esa voluntad, esas ganas de luchar contra los males?

—Claro, querida, como todos los míos —sonrió con orgullo.

—¿Pero la tenías antes de ser iris?

—Hah, ¡qué va! Yo, de pequeño, era un feliz e ignorante humano. Cuando me convertí en iris, el mundo de las injusticias se abrió a mi alrededor y de ahí me surgieron las ganas de luchar. Pero hay humanos que, sin necesidad de convertirse en iris, también poseen ese espíritu de actuar contra las injusticias. Gente que dice cosas como “estoy harto de todo esto, tengo que hacer algo”. ¿Por qué lo dices?

—Creo que quiero unirme a vosotros.

Silencio.

—¡Jajaja...! —empezó a reírse con ganas.

—¿¡Qué pasa!? —se enfadó Hana.

—Ah, que lo dices en serio... —se sorprendió el viejo—. Eh... Hana, ¿estás segura de lo que dices?

—Creo que sí. Siento que algo en mi interior me pide que haga algo, me dice que puedo hacer algo y debería aprovechar esa capacidad. Pensarás que es precipitado y una locura, dado que acabo de enterarme de todo esto, pero... No sé, creo que siempre tuve ese sentimiento de querer hacer algo más. No digo que me aburra mi trabajo, si me encanta, pero...

—Hana —interrumpió, mirándose en el espejo del ascensor para seguir buscando algún signo superviviente de juventud—. He oído ese tipo de declaración en incontables personas, y poco después se han convertido en almaati.

Hana abrió los ojos con sorpresa.

—Ese es el espíritu de los almaati —continuó el viejo—. Verás, quitando el iris, que es una energía o poder sobrehumano, los almaati no se diferencian mucho de nosotros, el sentimiento de justicia lo tenemos todos, por eso ellos también son parte de la Asociación. Al contrario que nosotros, a los almaati les surge la necesidad de hacer algo por el mundo sin tener que haber sufrido una tragedia personal primero, como por ejemplo el hecho de que cada vez se hartan más y más de ver en las noticias casos de asesinatos, violaciones, robos... o nada más viendo las infamias de su mismo entorno. Es como el policía que desea proteger su ciudad, o como el soldado que desea proteger su país.

»En el caso de los almaati, es algo más grande. Son humanos que quieren hacer lo mismo que los iris y no tienen por qué haber vivido una tragedia personal previa para decidirlo. Ellos, como nosotros, quieren ser capaces de proteger el mundo entero; nada de estupideces como las fronteras nacionales, la religión, la cultura o la raza. En la Asociación no hacemos distinción, la humanidad es un grupo único. Quieren cooperar por el bien de la humanidad y del planeta. Y Alvion les concede a los almaati ese deseo con mucho orgullo.

»La esposa de un antiguo Zou, que era egipcia, fue quien los bautizó con ese nombre, como una referencia a la diosa egipcia Maat, que también es un concepto que representa tres principios: la verdad, la justicia y la armonía cósmica. Los humanos que voluntariamente se entrenan en el Monte Zou para profesar estas tres cosas son “los pertenecientes a la maat”, o almaati. Dentro de este entrenamiento, pueden incluir uno especial, el Entrenamiento de la Areté, diseñado para despertar en humanos su mayor potencial energético. Los almaati que lo hacen acaban adquiriendo una velocidad, resistencia, agilidad y fuerza superiores al nivel humano normal, acercándose mucho al nivel iris.

Hana miró al suelo, escuchando con atención y considerando sus palabras.

—¿Hasta qué punto iris y almaati están obligados a servir a la Asociación? ¿Qué deberes y derechos tienen cada uno? De hecho, ¿cómo empieza la cosa?

—Hm… —sonrió el viejo, le enternecía la curiosidad incesante de Hana—. Te lo explicaré lo más sencillamente posible. Un humano, llamémoslo Bobby, presencia una tragedia insoportable, viendo con sus propios ojos cómo muere un ser muy querido a manos de otra u otras personas despreciables. Se vuelve loco de ira, rabia, tristeza… Literalmente, enloquece con las emociones más negativas y peligrosas. Tiene sed de sangre, quiere matar con sus propias manos a los responsables, pero, también, quiere destruir y hacer daño a todo lo que le rodea o se interponga en su camino, sin distinguir ya un inocente de un criminal, o el bien del mal.

»Si todo el mundo nace con un contenedor de energía Yin y Yang que juntas suman el 100 % de la energía mental humana, Bobby acaba de despertar una energía extra, otro 100 %. Pero esta nueva energía, en este momento, no es ni Yin ni Yang, es una energía gris agitada… la energía peligrosa que no distingue el bien del mal que te mencioné antes, la locura. Por eso, es crucial que tome un camino lo antes posible, o el blanco o el negro, con tal de salir de esa locura instintiva y tome una razón de ser. Preferiblemente, mejor que sea la Yang, claro.

»Pues bien. Bobby tiene un 200 % de energía mental, el doble de lo que tiene un humano, y con eso ya ha dejado de ser humano y se ha convertido en algo superior. El Zou es capaz de detectar con su mente suprema cuándo y dónde surge este 100 % de energía extra en una persona, y debe tratar su energía gris enloquecida lo antes posible para convertirla en energía blanca racional: en iris. Si Bobby está cerca del Monte Zou, basta con enviar a unos monjes a encontrarlo y traerlo. Si está más lejos, avisa a uno de los dos taimu, que pueden teletransportarse. Entonces, por ejemplo, Agatha, que ya se sabe el procedimiento y las instrucciones, se aparece ante Bobby. Lo calma, lo lleva a un lugar seguro, y le explica lo que le está pasando y lo que necesita hacer para ponerle remedio.

—¿Y Agatha le dice que tiene la obligación de ir al Monte Zou? ¿Qué pasa si Bobby no quiere?

—He ahí lo curioso de esta energía nueva, Hana. Nunca en la historia ha habido ningún iris que se haya negado a ir al Monte Zou ni haya rechazado la ayuda del Zou. Es… algo tan horrible… —el viejo se quedó mirándose a sí mismo en el reflejo del espejo, su rostro se tornó afligido—. Te sientes tan mal en ese momento, Hana… sientes tanto dolor, en la cabeza, en los huesos, en todo el cuerpo… sólo quieres gritar y llorar… pero al mismo tiempo quieres que ese sufrimiento desaparezca, que deje de doler…

—Kei Lian… —se apenó Hana al oírle rememorar su propia experiencia.

—Si aparece alguien prometiéndote que te ayudará a sentirte mejor… Es por eso que todos aceptamos a la primera. De todos modos, Denzel y Agatha, cuando vienen a recogernos, siempre tienen la obligación de contarnos toda la verdad: “Aunque te negaras a venir conmigo al Monte Zou ahora, yo tendré que llevarte igualmente. Estás obligado a ir de todas formas, porque no podemos dejar que un peligro como tú ande suelto por el mundo. Y eso tú lo entiendes. Porque tú no quieres provocarle a otra persona la misma tragedia que te acaba de suceder a ti, ¿verdad? Puedes hacer daño a alguien inocente aunque tú no lo quieras. Porque has perdido el control. Pero puedes volver a recuperarlo. Necesitas conocer, familiarizarte con esta nueva energía que posees, entrenarla, controlarla, y usarla para algo bueno”.

»“Estás obligado a someterte a este entrenamiento. Y será duro. Pero no será peor que tu vida a partir de ahora con esta energía enloquecida que no puedes controlar. Para asegurar que tu energía se va consolidando, deberás trabajar un mínimo periodo de tiempo en la Asociación. Pasado este periodo de prueba, tienes dos opciones: una, puedes elegir continuar siendo un iris al servicio de la Asociación; y dos, puedes elegir regresar a tu condición humana y a una vida humana normal. En el caso de elegir la opción dos, has de tener en cuenta dos cosas: una, si has cumplido tu venganza, el Zou te extraerá el iris con éxito y de forma segura, volverás a ser naturalmente humano y tu memoria será borrada de todo lo relacionado con los iris, con la Asociación y con el trauma que viviste, y tu nueva vida humana te será facilitada generosamente con todo lo que necesites: dinero, un nuevo trabajo, una nueva casa, lo que sea para empezar de cero y feliz; y dos, si no has cumplido tu venganza, el Zou no podrá extraerte el iris de forma segura, existe un riesgo del 50 % de que acabes muriendo, por lo que deberás meditar muy bien esta decisión que sólo te pertenece a ti”.

»“Por último, debes tener en cuenta algo más. Una promesa inquebrantable. El Zou te protegerá y te cuidará. Eres valioso para él, un ángel a sus ojos, un ser querido en su corazón. No hay forma ni motivo posible por el que debas temerlo o desconfiar de él, pues es un ser de pura energía Yang y, por lo tanto, es naturalmente imposible que un Zou te engañe, te oculte algo en beneficio propio, te hiera o te traicione”. Cuando Denzel me dijo eso a mis 10 años en mitad de mi dolor y mi agonía, yo no tenía por qué creerle, a pesar de que deseaba que fuera todo cierto. Pero en ese momento, no tienes opción. Una vez te llevan al Monte, pasas un par de días atormentándote, pensando en si habrás hecho bien, en si lo que te dijo ese taimu era verdad, en si existe alguna letra pequeña… Hm… —sonrió y cerró los ojos—. Llevo 59 años en la Asociación. Y mi vida en ella ha sido un regalo. A pesar, claro, de los riesgos que conlleva ser un iris. Pero lo importante de todo esto, es que te ponen todas las cartas sobre la mesa, te muestran todos los riesgos y beneficios existentes, y te permiten elegir libremente si quieres jugar o no. Y tú decides cómo jugar, conociendo y asumiendo los riesgos.

—Debe de ser, aparte de Hoteitsuba, la empresa más honesta y justa del mundo con sus empleados —dijo Hana, con ojos brillantes de admiración.

Al llegar a la planta baja, los dos salieron del ascensor. Como la zona de recepción estaba llena de gente, Lao le hizo un gesto a Hana para dirigirse a una de las zonas de descanso, donde había unas butacas entre grandes maceteros con plantas. Se sentaron en dos butacas juntas.

—En cuanto a los almaati —prosiguió Lao, poniéndose cómodo y haciendo gestos con las manos—, son humanos que se han enterado de la existencia de la Asociación por boca de iris de confianza. Como te ha pasado a ti a través de Neuval y de mí. No tienen más que presentarse en el Monte Zou por su cuenta, dar sus datos, exponer los motivos de su decisión, demostrar compromiso y lealtad…

—Como una empresa —insistió Hana.

—Sí. Solo que la Asociación acepta el ingreso de cualquier persona. Cualquiera. El entramiento es diferente dependiendo de las condiciones o cualidades de cada persona. Si a un chaval se le da bien la limpieza de cadáveres y reparación de destrozos, no lo vas a poner a aprenderse todos los tipos de armas y cómo desmontarlas, montarlas y usarlas. Si a una señora mayor se le da de fábula la puntería, el uso de armas y el montaje de escenarios que ocultan a los iris y despistan a la policía, no la vas a poner a estudiar informática.

»Al contrario que el entrenamiento de los iris, el de los almaati es cien por cien versátil, sin obligaciones de ningún tipo. Después de todo, ayudar al mundo es gratis. Tú eliges qué tipo de entrenamiento quieres hacer. Te metes en el grupo correspondiente, pruebas, y si no te gusta, pruebas otra cosa. Tu única obligación es seguir los horarios de esos entrenamientos que tú eliges, y seguir las directrices de los monjes para realizarlos. Puedes dejarlo cuando quieras, retomarlo cuando quieras, estar unos días, o una semana o un mes, volver a casa un tiempo, y después regresar al Monte a hacer más entrenamientos, los que te apetezcan. Los monjes tienen los programas siempre en funcionamiento, tú sólo tienes que unirte a la corriente, mientras no estorbes al resto.

—Ya entiendo. La idea del entrenamiento de los almaati es que tú eliges a cuáles de tus talentos quieres sacar partido o intentar aprender nuevos. La Asociación no busca un perfil o resultado específico de ti, sólo busca complacer tu deseo de aprender a hacer cosas que ayuden al mundo, a través de ayudar a los iris.

—Todos los humanos están capacitados para aportar ayuda para mejorar el mundo. La niña de 8 añitos que recoge una botella de plástico de la playa y la echa en un cubo de reciclaje ya está aportando ayuda. Un almaati es alguien que quiere desarrollar un poco más lo que como humano común ya sabe o puede hacer. Eres tú quien decide cómo de bueno y de útil quieres ser. Las RS contratan a almaati según las necesidades que tengan, a veces pueden necesitar más a los que dan apoyo táctico, u otras veces necesitan más a los que reparan destrozos… La Asociación califica porcentualmente tus capacidades. Si el 100 % es la perfección, pues un almaati puede tener, por ejemplo, 20 % en uso de armas, 70 % en limpieza de escenarios, 55 % en apoyo táctico o informático… Con esa calificación, las RS valorarán qué habilidades son las que más necesitan en un momento determinado.

—¿Y si a un almaati se le da muy mal todo y aun así desea ayudar a los iris?

—Ya te lo he dicho —sonrió—. Todos los humanos están capacitados para aportar ayuda para mejorar el mundo. Si a un almaati se le da mal lo que consideramos “trabajos de valor alto”, siempre se le podrá ofrecer los de menor valor, que no por ello no son valiosos. Por ejemplo, muchas RS que viven en ciudades costeras, como la nuestra, contratan a veces a almaati con pocas habilidades de valor alto para, simplemente, ayudar a limpiar la basura de los mares y costas.

A Hana no paraban de brillarle los ojos con más y más candor, conforme imaginaba en su cabeza todo lo que Lao le contaba. Se proyectaba a sí misma siendo más fuerte y veloz, dándole letales golpes a un grupo de delincuentes más grandes que ella, salvando o ayudando a inocentes… Le recorrían cosquilleos de ilusión por hacerlo realidad algún día.

—Espera, explícame una cosa —brincó la mujer—. Hablando del majin… Es un defecto psíquico que surge en algunos iris, normalmente los más sensibles. Si el iris es una energía extra Yang o blanca, el majin es una enfermedad que se alimenta de malas emociones y tiende a teñir de negro, poco a poco, la energía blanca del iris. Si aumenta de grados, hace que la energía del iris se vaya volviendo cada vez más negra, y se va convirtiendo poco a poco en su extremo opuesto, en arki, una energía Yin o negra. —Lao asintió con la cabeza—. Sin embargo, si un iris con majin cumple su venganza personal, se cura de ese majin para siempre, ¿no? —Lao volvió a asentir—. Y ahí es cuando la persona puede decidir volver a ser humana sin riesgo de muerte cuando el Zou le extrae el iris y tal. Pero, en esencia, cumplir la venganza es el mayor deseo de todo iris, y mucho más si está enfermo de majin, porque esto lo curaría. ¿Verdad?

—¿Quieres ir al grano?

—¿Por qué Jean sigue vivo? —preguntó de golpe, entonces.

El viejo puso una mueca de impacto.

—Hm... —murmuró, entendiendo, y se meció la barba—. Sí, tu compañero sentimental es algo especialito… —dijo con sorna.

—Sé que Neuval ha ido numerosas veces a Francia por trabajo, pero, al parecer, no ha hecho nada con respecto a él.

—Sobre todo porque ese cabrón estaba en la cárcel y eso es un lugar altamente vigilado y propiedad del Gobierno —apuntó—. Ahora es libre, y debe de estar en su casa, solo, pero dudo que Neu aproveche la ocasión para ir a matarlo ahora que tiene vía libre y Jean debe estar muy viejo.

—¿Qué te hace pensar eso?

—Bueno… —Lao ladeó la cabeza de un lado a otro—. Neuval es un bicho raro. Lo digo con cariño. Aparte de muchas otras rarezas, es el único iris del mundo que ha mostrado una inusual crueldad contra los peores criminales, pero en otras ocasiones de repente le da por sentir piedad por ellos. Y eso es malo para la Asociación, donde tenemos el deber de realizar un trabajo completo y eficaz el cien por cien de las veces, y donde un pequeño error o sentir duda puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, o entre una catástrofe y la paz. No lo entiendas mal. Neuval, al final, hace un trabajo iris sublime. Pero por dentro… no sé… se comporta, siente y piensa diferente al resto de iris. Y también diferente a los humanos. A veces expresa pensamientos y sentimientos que yo no logro comprender, y creo que él tampoco los comprende.

—¿Entonces… dices que él al final se ha apiadado de Jean?

—No lo sé con certeza. Pero si es así, no me cuadra. Porque toda su vida ha expresado muy claramente lo mucho que siempre odió a Jean. Siempre lo odió, desde que tiene memoria. No recuerda ni un periodo de su vida en que no lo haya odiado. Así que, la idea de que “a lo mejor se ha apiadado de Jean porque una parte de él recuerda que una vez le quiso como su padre” no es posible. Por eso, hay muchas cosas de Neuval que incluso después de estas décadas aún no entiendo. Cuando lo encontré y lo llevé al Monte y todo eso, esperaba que tuviera activa esa sed de venganza que tenemos todos los iris hasta que la cumplimos. Pero… nunca vi esa sed de venganza en él desde que lo encontré. Es como si ese niño, simplemente, únicamente, deseara vivir su vida y hacer cosas grandes en el mundo y nada más.

—¿A pesar de saber que cumplir su venganza puede curar su majin? Eso es lo que no entiendo. Lo he visto en sus ojos antes, Lao. A Neuval le aterroriza su majin. Estoy segura de que deshacerse de él es lo que más desea en este mundo ahora, porque padecerlo es lo único que le impedirá seguir haciendo realidad el resto de sus deseos. ¿Cómo no está ya mismo planeando un viaje a París para buscar a Jean y poder por fin matarlo?

Lao se quedó mirando en silencio otro punto de la estancia. No tenía una respuesta. Pero Hana percibió que se quedó callado, no porque no supiera responder, sino porque le daba rabia no saber responder. Ella, entonces, pudo entender algo nuevo de Lao, y es que él, al parecer, deseaba la venganza contra Jean incluso más de lo que debería hacer Neuval.

No obstante, después Lao sonrió y la miró.

—Te explicaré algo, Hana. Existe una diferencia entre una persona que hace felices a los demás para sentirse feliz, y una persona que hace felices a los demás para, simplemente, hacer felices a los demás.

Hana torció una mueca. Al principio no entendió bien eso, y pensó durante unos segundos.

—Creo que sé qué quieres decir. En este mundo hay muchas personas que destacan por ayudar a los demás de forma altruista. Se las considera personas buenísimas, maravillosas, y cuando alguien les pregunta por qué lo hacen, ellas responden: "Porque me hace feliz hacer felices a los demás". Pero lo que están diciendo con esta frase es, meramente, "lo estoy haciendo por mí" —se quedó un rato reflexiva, y luego miró a Lao de nuevo—. Pero esa parece ser la razón de toda persona buena. Todas suelen dar esa respuesta sobre por qué lo hacen. "Porque me hace feliz hacer o ver felices a los demás" —repitió.

—Esa es la misma razón por la que los iris trabajamos —sonrió Lao con astucia, contento de descubrir que Hana captaba bastante rápido las cosas—. Para sentirnos felices "nosotros". Tener buena energía, a través de hacer que el resto de la gente también la tenga, es lo que alimenta nuestro iris. Pero, si lo piensas... en realidad es una razón egoísta. ¿La única razón de que ayudas a la gente es porque te hace feliz ayudarla? O sea, que la ayudas para satisfacerte a ti mismo, ¿no? —se encogió de hombros.

—Pero ¿qué tiene que ver con Neu...?

—Él no es así —contestó enseguida, yendo al grano—. No es como los humanos altruistas comunes ni como los demás iris... ni como nadie en este mundo. Él quiere ser feliz, sí. Pero no ayuda a los demás para sentirse feliz. Esa no es su razón. Si le preguntas por qué quiere ayudar y hacer felices a los demás, te dirá: "Porque es lo correcto. Porque es lo que hay que hacer, y punto".

—Oh…

—Muchas veces, Neuval no ha tenido ganas de ayudar o de salvar a alguien, con personas que, diríamos, no lo merecen. ¿A quién le apetece ayudar a un imbécil que te molesta cada día en el trabajo, o incluso a un criminal que ha estado a punto de clavarte una navaja? —Hana agachó la cabeza con vergüenza al oír eso último—. A nadie. Pero Neu lo hace, y no para sentirse feliz, sino porque él está aferrado a la simple idea de "hay que hacerlo". Y no importa si él ha tenido un mal día, si está agotado, estresado o deprimido. Si tiene que ayudar a alguien, lo hará, incluso si después sigue estando cansado o deprimido.

—Caray, yo... —Hana se rascó la nuca, entendiendo ahora mismo muchas cosas que no se había planteado en tres años—. Siempre pensé... que Neu me ayudó a mí porque eso le traía satisfacción personal. Es decir, me parecía la razón más buena de todas, porque yo también he creído siempre eso, que las personas que dicen que se sienten felices ayudando a los demás son personas desinteresadas, generosas y maravillosas. Pero... la verdad es que... eso a veces me ha chocado un poco...

—¿El qué, querida?

—Neuval lo pasó muy, muy mal, durante todo un mes, intentando ayudarme. Se lo hice pasar fatal, seamos francos. A ver, ya me entiendes... —gesticuló con las manos, algo abochornada—... hasta intenté clavarle una navaja el día que nos conocimos. Aun así, cuando caí inconsciente porque en mis venas corrían más drogas que nutrientes, me llevó a su casa, y mientras intentaba ayudarme a recuperar mi salud, le hice la vida imposible. Había días en que yo veía claramente que él estaba pasándolo peor que yo. Pero él seguía ahí… aunque no tuviera gana alguna… dándome de comer, lavándome, quedándose despierto noches enteras vigilándome y pasándome el cubo cada vez que yo necesitaba vomitar… Me ayudó, sencillamente, porque yo necesitaba ayuda. Y sólo por eso.

Lao y ella compartieron la misma sonrisa de afecto sobre aquel de quien hablaban. Ambos se quedaron en silencio un rato, con miradas complacidas perdidas cada uno en algún punto de la ajetreada y amplia planta de recepción, iluminada por toda la luz del día que se colaba por la moderna fachada acristalada.

—Pero eso es triste, Lao. Quiere decir que a Neuval le da igual ser feliz o no. Que quiere que los demás sean felices aunque él no lo sea. A ver, eso es… hermoso, todo él, maravilloso de verdad. Pero...

—Triste. Sí —asintió Lao—. Y estúpido. —Hana lo miró contrariada—. No me malinterpretes. Para mí, Neuval es estúpido si ve y hace así las cosas, si su motivo por el que hacer las cosas y moverse por el mundo es perseguir únicamente el bienestar de los demás. Entiéndeme, él es mi hijo, y yo preferiría que él hiciera las cosas para que él se sienta feliz, que él persiga ese objetivo, que se acuerde de cuidar de sí mismo mientras cuida a los demás.

—Lo entiendo, eres su padre y quieres que él sea feliz antes que cualquier otro desconocido —sonrió.

—Quizá el motivo de Neu sea el más noble. Preocuparse por los demás sin darse importancia a sí mismo. Hay más gente que es así, pero son escasos. Si ayudar a los demás le hiciera infeliz, él seguiría haciéndolo, no saldría de esa línea. Ya era así cuando lo conocí. Y me sorprendió, y no me lo explicaba. Mucho tiempo pasé pensando que Neuval era así porque se odiaba a sí mismo y quería hacerse sufrir a sí mismo, como autocastigarse y menospreciarse. De hecho, esto es verdad, así pasó su adolescencia. Pero... más tarde me di cuenta de que no usaba el sacrificarse por los demás para castigarse; se castigaba por otro motivo, otros traumas de su pasado. Porque, cuando conoció a Katya y más tarde nació Lex, Neuval dejó de odiarse a sí mismo por fin, por completo. Katya le enseñó a quererse por primera vez en su vida. Y, aun así, Neuval siguió haciendo las cosas de esa manera, ayudar a los demás simplemente porque es necesario, por mucho que algunas veces no le apeteciera. Así que… la razón no es ni nunca fue autocastigarse ni satisfacerse a sí mismo. Es como… si hubiera nacido con esa idea o creencia aferrada en su alma. Como una misión vital. Como... el sentido de su existencia.

—¿El sentido de su existencia? ¿Crees que esta característica suya existe por un motivo mayor?

—Créeme, Hana. Intentar comprender a Neuval es lo más complicado del mundo. Nadie consigue ni ha conseguido darle una explicación a su mera persona. Ming Jie y yo nos acercamos mucho, pero Katya es la que más cerca estuvo de entender toda su complejidad, y aun así, no pudo hacerlo al cien por cien. Ni las personas más inteligentes que conozco, que son Alvion, Denzel y el propio Neu, han podido ofrecer una descripción adecuada sobre "quién es Neu y cómo es".

—¿Ni siquiera Neu se comprende a sí mismo?

—¿Por qué crees, lo de las drogas y otros vicios?

—Ooh… —asintió Hana—. Pero… no lo entiendo. Acabamos de describirle bastante bien. El Neuval del que acabamos de hablar… ese es Neuval. ¿No? Una buena persona, infinitamente generosa, con algunos traumas que lo atormentan, pero, ante todo, alguien que sigue resistiéndolos y procurando llevar una buena vida, amando a su familia y ayudando a los demás. ¿Por qué esto no aclara el “quién es Neu”?

—Porque eso… sólo es la mitad de él —contestó Lao con una voz amarga, y agachando un poco la cabeza.

—Él ya me contó algunas cosas malas que hizo por culpa de su majin. Pero él no es su majin. Su majin no es su otra mitad. Es sólo una enfermedad.

—Así es —Lao se alisó un poco las arrugas de su pantalón, distrayéndose un poco.

Hana arqueó una ceja, más confundida que antes. ¿Entonces? ¿A qué se refería?

—Kei Lian… ¿es que… hay algo más…?

—Hana —la interrumpió, y esta vez la miró a los ojos seriamente—. Lo primero que debe quedarte claro, es que Neuval jamás te hará daño. Nunca ha atacado a un ser querido.

—Lian… —murmuró preocupada.

—Tranquila. Simplemente se trata… de un misterio todavía sin resolver. Pero, en sus 45 años de vida, Neuval nunca ha resultado ser un peligro a gran escala, más allá de… bueno…

—¿De la vez que tuvo su mayor descontrol cuando Katya murió y arrasó medio Japón? —adivinó ella—. Pero eso fue su majin.

El viejo guardó un silencio que no hizo más que exasperar a Hana, la cual se incorporó en la butaca con un gesto impaciente.

—En teoría… fue un brote de majin, sí —la apaciguó Lao.

—¿En teoría?

—Cuando conocí a Neuval… —intentó explicarle el viejo—… bueno. Él nunca me lo explicó con claridad. Porque ni él sabía cómo explicarlo. Pero me advirtió que él… ya tenía “algo malo” dentro de sí incluso antes de convertirse en iris. Yo pensé: “Bueno, será la típica percepción de un rasgo de su personalidad que un niño pequeño todavía no puede comprender de sí mismo, y lo normal es que se vaya comprendiendo mientras crece”.

—¿Pero ahora crees que ese Neu de 10 años te estaba hablando de algo más literal de lo que creías?

Lao inspiró hondo por la nariz y soltó un largo suspiro. Hana podía ver que hablar de esto le causaba al viejo una sensación incómoda o intranquila. Casi culpable. Porque reconocer abiertamente que Neuval tenía algo malo que no era su majin, por un lado era darle la razón al propio Neuval, pero, por otro, como padre le hacía sentirse mal.

—La mayor parte de su vida… Neu ha sido esa persona brillante, generosa y admirable —dijo Lao—. Pero hay otra parte de su vida que, sea por el majin o no, ha sido el extremo opuesto. A veces era como… como si pulsaran un interruptor dentro de él. Y del hombre más bueno, de repente se convertía en el más maligno. Cuando era adolescente, tenía estos episodios bastante a menudo. Ming Jie y yo, incluso Sai, ya estábamos preparados porque ya sabíamos que tenía un majin, y en mi larga experiencia en la Asociación ya sabíamos cómo actuar. Sin embargo, a veces era… a veces se sentía… como algo diferente. Un majin actúa como un mal racional, ¿sabes? Hace cosas malas por una razón de beneficio propio. Pero a veces, esta extraña maldad de Neuval… era como pura, natural e instintiva… como si esta oscuridad realmente formara parte de él, tanto como su lado de luz.

—¿Es eso posible?

—Se supone que no. Todos los seres vivos que vivimos en este mundo, y los que son humanos o los que lo fuimos alguna vez, poseemos ambas energías Yin y Yang desde que nacemos. Excepto los Zou y otras personas que nacen sólo con una energía, o con un minúsculo porcentaje de una de ellas de forma permanente e invariable. Pues bien. Todos los humanos y todos los iris tenemos Yin y Yang. Los iris tenemos Yin de nuestra antigua parte humana, pero en un menor porcentaje que nuestro Yang humano. Y, además, tenemos un Yang extra, que es el iris, el cual, al sumarse al otro Yang humano que ya teníamos, pues sobrepasamos el límite Yang humano. Y por eso no somos humanos. En todo caso, las personas que poseemos ambas energías, o sea, casi todo el mundo, siempre vamos a tener más de una energía que de la otra, lo que determina que seamos personas más buenas o más malas, incluso a veces se equilibran, aunque es muy difícil.

—Vale, entiendo —le interrumpió Hana un momento—. Es como si todos naciésemos con un contenedor de energía, como dijiste antes. En los casos especiales de los Zou, ellos tienen su contenedor lleno de energía Yang al 100 % y nada más.

—O, a lo sumo, de 99’9 % de Yang y un 0’1 % de Yin, ya que sabemos que los Zou tienen una parte humana. Pero sí, ese porcentaje de Yang extremo es invariable en los Zou.

—Vale. Y el resto de la gente de todo este mundo, también nacemos con un único contenedor de energía, pero dentro de este contenedor hay energía Yin y energía Yang que, juntas, suman el 100 % de su capacidad. Si eres una buena persona, tendrías por ejemplo 80 % de Yang y 20 % de Yin, y si eres una mala persona, viceversa.

—Exactamente. Si una aumenta, la otra se reduce —asintió Lao—. Pero Neu no. Neuval es diferente. A juzgar por cómo es, por cómo ha sido... es como si tuviera una inmensa energía Yin por una parte, y una inmensa energía Yang por otra, separadas por alguna razón, porque eso explicaría los dos tipos tan distintos de comportamiento extremo que Neu ha mostrado en su vida. A veces es muy bueno, y otras veces puede llegar a ser muy malo. Eso en el resto del mundo es impensable; si eres bueno, eres bueno, y no cambias de la noche a la mañana. Es como si Neuval hubiese nacido con dos contenedores, uno con 100 % de Yang, y otro con 100 % de Yin, separados indistintamente.

»No obstante... —la miró a los ojos—... yo lo conozco bien. Quizá no al cien por cien, pero sí lo suficiente. Y sé que en la realidad él es un buen hombre. Es muy bueno —murmuró con una leve sonrisa—. Tiene un gran corazón que a veces esa misteriosa parte oscura de su interior reprime. Por eso, dudo que esté en la Asociación por su venganza. Está en ella porque es lo que él, desde que nació, siempre deseó ser. Por alguna razón, siente un gran instinto de protección sobre este mundo entero. Como si sintiera que es suyo —concluyó, pero frunció el ceño—. Aunque no sé si esto en concreto es bueno o malo.

—O sea que él siempre deseó convertirse en Fuujin, ¿eh? —sonrió Hana—. Incluso antes de que Jean hiciese lo que hizo.

—Así es —suspiró, y miró un momento el reloj de su muñeca para controlar el tiempo, pues tenía más trabajo que hacer.

—Lao —lo detuvo antes de que se levantara de la butaca—. Quiero convertirme en una almaati.

El viejo se mordió los labios y desvió la mirada.

—Mm… Neuval no lo permitirá.

—¿Por qué? —saltó.

Lao se puso en pie y Hana lo imitó, pero se quedó delante de él, impaciente.

—Si ya le duele pensar que Yenkis acabará por narices metido en esta vida —le contestó el viejo—, no soportará que tú te metas por voluntad propia. No soportaría la idea de que estés involucrada en algo tan peligroso. Se negará, te lo digo yo, y no trates de convencerlo, la cabezota que tiene es de concurso.

—¿Y tú qué piensas?

—Que no sabes lo que dices.

—¡Lao! —lo cogió del brazo bruscamente, irritada—. Lo digo en serio, quiero hacerlo.

—Debes tener motivos. No sólo el capricho.

—Los tengo —aseguró seriamente—. Tengo motivos que fomentan mi voluntad. Ahora más que nunca. Tú también conoces mi vida de antes de conocer a Neu. Tengo secuelas del pasado que me dan fuerzas para luchar.

Lao pegó un largo suspiro de agotamiento.

—Bueno, eso no puedo negártelo, cierto. Pero Neuval no lo aprobará y te dará mucho la lata una vez le menciones tus intenciones.

—¿No le parecerá bien que quiera contribuir por mejorar el mundo como él, aparte de reciclar plásticos o ayudar a una anciana a cruzar la carretera? —se cruzó de brazos con enfado.

—Eso le parecerá maravilloso. Lo que no le parecerá bien, es él mismo dejándote ir a convertirte en almaati en cuanto le digas que esa es tu intención.

—¿Y qué se supone que voy a hacer, seguir con mi vida actual, después de descubrir todo un mundo nuevo lleno de cosas fantásticas y posibilidades que…?

—Hana… —la interrumpió el viejo, sujetándola de los hombros—. Hana. Lo que intento decirte… —susurró, mirándola fijamente a los ojos—… es que Neuval se pondrá muy pesado… si le dices lo que quieres hacer —enfatizó es palabra.

—Oh… Aaaah… —entendió por fin.

—Es tu vida. Tu decisión. Si lo quieres hacer, hazlo. No pidas permiso a nadie, no des explicaciones o excusas a nadie. Puedes buscar la opinión de Neu si quieres, claro. Pero yo ya te he dicho cuál será. Si quieres evitarle preocupaciones y evitarte a ti su tozudez sobreprotectora, ejecuta tu decisión por tu cuenta como mujer libre y adulta que eres. Es… tu… decisión —repitió, y dibujó una sonrisa cómplice en los labios.

Hana también sonrió. Cuando Lao no se pasaba el tiempo molestándola o haciéndola rabiar, a veces llegaba a ser un amigo y un cómplice muy agradable. Era muy paternal. Lo era con Neuval e incluso con su nuera Suzu. No era la primera vez que también lo era con Hana, pero esta vez era quizá la conversación más importante que había tenido con él. Y eso ella se lo agradeció. Lao siempre estaba para apoyar y cuidar de su familia.









22.
La decisión de Hana

Después de salir del despacho para dejar que Neuval trabajara, Lao y Hana fueron juntos por el pasillo. Hana iba con la vista clavada al suelo de camino a los ascensores, reflexiva sobre todo lo que había oído.

Neuval ya le contó resumidamente de qué se trataba el majin el día anterior, pero ahora, dándole más vueltas en la cabeza, y con la historia de Izan, ya lo iba comprendiendo, y desde luego le resultaba una desgracia para los iris. Era como el cáncer en los humanos, u otro tipo de enfermedad. Nadie elige tener una enfermedad, ya sea física o mental. Se supone que los iris surgieron para ser “humanos mejorados” o “personas perfeccionadas” para servir de ejemplo como defensores del bien y la justicia eficaz. La mayoría de los iris eran estos seres perfectos. Desgraciadamente, había un porcentaje menos afortunado.

Ichi se hizo iris a los 7 años por la pérdida de un íntimo amigo de la infancia, pero fue dos años después, por la trágica muerte de sus padres, cuando brotó su primer grado de majin. Que hubiera iris con una alta sensibilidad era normal, pero había algunos que tenían una sensibilidad que sobrepasaba un poco esa altura estándar. El majin en ellos crecía con mucha más facilidad y fuerza.

Ichi lo supo desde el principio. Pero decidió ocultarlo y tratar de solucionarlo por sí mismo, intentando como podía aferrarse a todas las cosas positivas que se le ocurriesen o que viese. Empezando por su actitud. Se forzaba a sí mismo, todos los días, a reprimir los malos sentimientos, a tener siempre una sonrisa en la cara, a comportarse siempre alegre y cercano a la gente. Pero no le funcionó. Ichi realmente quería ser ese tipo de persona, el que ayuda, el que trae alegría, el que cuida de sus seres queridos, el que lucha contra los males de forma victoriosa… Su majin no paraba de crecer en un segundo plano.

Quizá el error final fue cuando, a sus 15 años, él y Brey decidieron quitarle tanta carga y preocupaciones a su hermana Katya e irse a vivir a otro lugar, a hogares de acogida. Lo hicieron con intención de que Katya y Neuval pudieran tener más tranquilidad y espacio para criar a sus tres hijos, y para reducir el nivel de riesgo que suponía que cuatro iris vivieran en la misma casa, incluyendo a Yenkis. Por mucho que Neuval y Katya les dijeron que no necesitaban irse a vivir a otro sitio, que podían quedarse y que no eran ninguna carga, Ichi insistió y Brey estaba de acuerdo con sus razones.

Alejarse de ellos sí que suponía más seguridad para ellos como iris ante las sospechas del Gobierno. Pero también hacía que lo que alimentaba el iris de Ichi, la compañía y cercanía diaria de sus seres queridos, menguase. Sobre todo cuando, por la diferencia de edad, no pudo estar en el mismo hogar de acogida que Brey y se tuvo que ir a otro. Ichi no tuvo el problema de Brey de caer en un hogar de acogida fraudulento con mal ambiente, pero la distancia que acabó teniendo con sus dos hermanos y sus sobrinos, sentirse solo la mayor parte del tiempo a pesar de que siempre se veía y quedaba con su familia y con su KRS… le afectaba más de lo que él creía.

Pero se empeñó y se empeñó en tratar de resolverlo por sí solo. No quería que nadie, absolutamente nadie, tuviera que preocuparse por él. No quería ser una molestia para sus seres queridos, no quería traerles o contagiarles su oscuridad, no quería pedir ayuda. Pasó años pensando “es algo pasajero, me sentiré mejor algún día, sólo tengo que esperar”.

El mundo no se lo ponía fácil. Cada vez cultivaba más pensamientos negativos. Cada vez que él o sus compañeros iris lograban salvar a unos humanos de unos criminales, pensaba cosas como “¿y de qué ha servido esto? Mañana o el mes que viene estarán otra vez corriendo peligro. ¿Y de qué sirve matar o detener a estos criminales? En el tiempo que nos lleva hacerlo, hay otros diez mil humanos convirtiéndose en criminales ahora mismo por el mundo. Segamos, y vuelve a crecer. Arrancamos, y crece en otro lado. Nada… nada de todo esto… tiene sentido. La humanidad está podrida desde que existe y no hay nada ni nadie que pueda cambiarlo… hasta que todo se extinga”.

A los 16 años y medio, ya fue demasiado tarde. Su buena voluntad no era lo suficientemente fuerte para contrarrestar todo el peso de majin que había estado acumulando durante años, y rápidamente llegó al grado VI. En este penúltimo grado, su “yo” real y su “yo” del majin estaban en una lucha por el control total del cuerpo, así que el desesperado “yo” real de Ichi decidió alejarse de todo, asumiendo ya que no tenía remedio y que pronto se convertiría en otra persona, en un peligro.

A los 17 años se fue, se marchó lejos, lo más lejos posible de sus seres queridos, para alejar de ellos el peligro en el que se estaba convirtiendo. Alvion hizo lo posible por no perder la conexión mental con él, y le decía sin cesar que dejara de moverse, que iría inmediatamente a donde estaba con uno de los taimu para llevárselo al Monte y ayudarlo. Pero cuanto más grande era un majin, más le costaba a Alvion mantenerse conectado a la menguante energía blanca del iris. Llegó un momento en que Alvion, finalmente, perdió toda conexión con él. Ya no podía detectarlo, ni localizarlo, ni comunicarse con él ni nada. La energía blanca del iris había sido consumida por la energía negra del arki. Y ya no se supo nada más de Ichi.

Así que, el arki, o el majin de grado VII, acabó dejando en la cuneta al buen Ichi para siempre y fue sustituido por Izan, que era como ahora quería que lo llamasen, ya que “Ichi” era el mote con el que Neuval y sus compañeros solían llamarlo cuando era iris y representaba a su “yo” bueno del pasado. Izan ahora era otra persona distinta. No sentía, ni pensaba ni tenía los mismos valores, principios y deseos que Ichi. Era una persona que abrazaba la soledad y buscaba el beneficio propio y nada más.

Lo ocurrido con Ichi, el famoso hijo de los famosos Hideki y Emily, terminó sabiéndose por toda la Asociación. Ahora, en forma de rumores, era el desertor, el arki desaparecido, y el hecho de que estuviera suelto por ahí preocupó a muchos. Sin embargo, habían pasado ya tantos años sin tener noticias de Izan Saehara, que actualmente los iris ya ni lo mencionaban y lo tenían olvidado.

Entonces, hace una semana, después de años en la más pura incógnita, Kyo fue el primero en tener un encuentro con él y en experimentar la prueba de que, sin duda, era un arki. Sólo sabían de ello Drasik, Kyo, Lao y Neuval. Y estaba en manos de Neuval decidir advertir a los demás o no, pero hasta que no averiguase qué se estaba trayendo Izan entre manos exactamente, no quería dar la alarma a Alvion, porque podría ser peor.

Lo que Neuval siempre lamentó es que Ichi cometiese el error de esconder el desarrollo de su majin. Si lo hubiese mencionado desde un principio, tal vez se podría haber solucionado y ahora Ichi seguiría siendo el de siempre. Tal vez.


Con todas las cosas que Hana había oído y aprendido durante ese rato en el despacho de Neuval, ya no podía quitárselas de la cabeza. Le intrigaba e inquietaba lo complicada que podía llegar a ser la mente humana, y que un suceso sobrenatural que ocurría en todos los rincones del mundo pudiera mantenerse tan bien oculto y organizado. Así es como lo ideó Wei Zou, y así fue como su hijo Leander construyó y estableció el sistema final. ¿Qué haría la humanidad si a estas alturas se enterase de la existencia de los iris y los Zou, seres sobrenaturales manejando asuntos de gran magnitud por el mundo, la larga batalla entre justicia e injusticia, criminales e inocentes, el bien y el mal? Por no hablar de la existencia de los diez dioses del Yin y el Yang, en contra de las creencias de otras religiones humanas.

Por eso a Hana aún le costaba asimilarlo todo, pero eso era precisamente el proceso más natural y más sano de aceptar la realidad. Nunca creer ciegamente en algo, nunca aceptarlo de primeras. Cuestionar cosas, dudar de otras, reflexionar bien sobre si es algo que le gusta o no le gusta, consolidar una opinión siempre propia y jamás contagiada por la mayoría o por influencia cercana, y, con el tiempo, tomar una posición activa.

Por tanto, a Hana todo este mundo recién descubierto no le daba miedo, o rechazo, sino todo lo contrario. Este asunto la atraía considerablemente, su opinión ya se estaba consolidando, y, mientras caminaba por los pasillos junto a Lao, empezó a sentir una sensación extraña en el cuerpo, como si algo la estuviese impulsando a hacer algo, a tomar una posición activa. Tenía tantas cosas metidas en la cabeza sobre todo este asunto de los iris, y le fascinaba tanto, que sentía ganas de hacer algo, algo como lo que hacían los iris.

—Lao —lo llamó, cuando entraron en el ascensor.

—¿Mm?

—¿Tú tienes en tu interior esa voluntad, esas ganas de luchar contra los males?

—Claro, querida, como todos los míos —sonrió con orgullo.

—¿Pero la tenías antes de ser iris?

—Hah, ¡qué va! Yo, de pequeño, era un feliz e ignorante humano. Cuando me convertí en iris, el mundo de las injusticias se abrió a mi alrededor y de ahí me surgieron las ganas de luchar. Pero hay humanos que, sin necesidad de convertirse en iris, también poseen ese espíritu de actuar contra las injusticias. Gente que dice cosas como “estoy harto de todo esto, tengo que hacer algo”. ¿Por qué lo dices?

—Creo que quiero unirme a vosotros.

Silencio.

—¡Jajaja...! —empezó a reírse con ganas.

—¿¡Qué pasa!? —se enfadó Hana.

—Ah, que lo dices en serio... —se sorprendió el viejo—. Eh... Hana, ¿estás segura de lo que dices?

—Creo que sí. Siento que algo en mi interior me pide que haga algo, me dice que puedo hacer algo y debería aprovechar esa capacidad. Pensarás que es precipitado y una locura, dado que acabo de enterarme de todo esto, pero... No sé, creo que siempre tuve ese sentimiento de querer hacer algo más. No digo que me aburra mi trabajo, si me encanta, pero...

—Hana —interrumpió, mirándose en el espejo del ascensor para seguir buscando algún signo superviviente de juventud—. He oído ese tipo de declaración en incontables personas, y poco después se han convertido en almaati.

Hana abrió los ojos con sorpresa.

—Ese es el espíritu de los almaati —continuó el viejo—. Verás, quitando el iris, que es una energía o poder sobrehumano, los almaati no se diferencian mucho de nosotros, el sentimiento de justicia lo tenemos todos, por eso ellos también son parte de la Asociación. Al contrario que nosotros, a los almaati les surge la necesidad de hacer algo por el mundo sin tener que haber sufrido una tragedia personal primero, como por ejemplo el hecho de que cada vez se hartan más y más de ver en las noticias casos de asesinatos, violaciones, robos... o nada más viendo las infamias de su mismo entorno. Es como el policía que desea proteger su ciudad, o como el soldado que desea proteger su país.

»En el caso de los almaati, es algo más grande. Son humanos que quieren hacer lo mismo que los iris y no tienen por qué haber vivido una tragedia personal previa para decidirlo. Ellos, como nosotros, quieren ser capaces de proteger el mundo entero; nada de estupideces como las fronteras nacionales, la religión, la cultura o la raza. En la Asociación no hacemos distinción, la humanidad es un grupo único. Quieren cooperar por el bien de la humanidad y del planeta. Y Alvion les concede a los almaati ese deseo con mucho orgullo.

»La esposa de un antiguo Zou, que era egipcia, fue quien los bautizó con ese nombre, como una referencia a la diosa egipcia Maat, que también es un concepto que representa tres principios: la verdad, la justicia y la armonía cósmica. Los humanos que voluntariamente se entrenan en el Monte Zou para profesar estas tres cosas son “los pertenecientes a la maat”, o almaati. Dentro de este entrenamiento, pueden incluir uno especial, el Entrenamiento de la Areté, diseñado para despertar en humanos su mayor potencial energético. Los almaati que lo hacen acaban adquiriendo una velocidad, resistencia, agilidad y fuerza superiores al nivel humano normal, acercándose mucho al nivel iris.

Hana miró al suelo, escuchando con atención y considerando sus palabras.

—¿Hasta qué punto iris y almaati están obligados a servir a la Asociación? ¿Qué deberes y derechos tienen cada uno? De hecho, ¿cómo empieza la cosa?

—Hm… —sonrió el viejo, le enternecía la curiosidad incesante de Hana—. Te lo explicaré lo más sencillamente posible. Un humano, llamémoslo Bobby, presencia una tragedia insoportable, viendo con sus propios ojos cómo muere un ser muy querido a manos de otra u otras personas despreciables. Se vuelve loco de ira, rabia, tristeza… Literalmente, enloquece con las emociones más negativas y peligrosas. Tiene sed de sangre, quiere matar con sus propias manos a los responsables, pero, también, quiere destruir y hacer daño a todo lo que le rodea o se interponga en su camino, sin distinguir ya un inocente de un criminal, o el bien del mal.

»Si todo el mundo nace con un contenedor de energía Yin y Yang que juntas suman el 100 % de la energía mental humana, Bobby acaba de despertar una energía extra, otro 100 %. Pero esta nueva energía, en este momento, no es ni Yin ni Yang, es una energía gris agitada… la energía peligrosa que no distingue el bien del mal que te mencioné antes, la locura. Por eso, es crucial que tome un camino lo antes posible, o el blanco o el negro, con tal de salir de esa locura instintiva y tome una razón de ser. Preferiblemente, mejor que sea la Yang, claro.

»Pues bien. Bobby tiene un 200 % de energía mental, el doble de lo que tiene un humano, y con eso ya ha dejado de ser humano y se ha convertido en algo superior. El Zou es capaz de detectar con su mente suprema cuándo y dónde surge este 100 % de energía extra en una persona, y debe tratar su energía gris enloquecida lo antes posible para convertirla en energía blanca racional: en iris. Si Bobby está cerca del Monte Zou, basta con enviar a unos monjes a encontrarlo y traerlo. Si está más lejos, avisa a uno de los dos taimu, que pueden teletransportarse. Entonces, por ejemplo, Agatha, que ya se sabe el procedimiento y las instrucciones, se aparece ante Bobby. Lo calma, lo lleva a un lugar seguro, y le explica lo que le está pasando y lo que necesita hacer para ponerle remedio.

—¿Y Agatha le dice que tiene la obligación de ir al Monte Zou? ¿Qué pasa si Bobby no quiere?

—He ahí lo curioso de esta energía nueva, Hana. Nunca en la historia ha habido ningún iris que se haya negado a ir al Monte Zou ni haya rechazado la ayuda del Zou. Es… algo tan horrible… —el viejo se quedó mirándose a sí mismo en el reflejo del espejo, su rostro se tornó afligido—. Te sientes tan mal en ese momento, Hana… sientes tanto dolor, en la cabeza, en los huesos, en todo el cuerpo… sólo quieres gritar y llorar… pero al mismo tiempo quieres que ese sufrimiento desaparezca, que deje de doler…

—Kei Lian… —se apenó Hana al oírle rememorar su propia experiencia.

—Si aparece alguien prometiéndote que te ayudará a sentirte mejor… Es por eso que todos aceptamos a la primera. De todos modos, Denzel y Agatha, cuando vienen a recogernos, siempre tienen la obligación de contarnos toda la verdad: “Aunque te negaras a venir conmigo al Monte Zou ahora, yo tendré que llevarte igualmente. Estás obligado a ir de todas formas, porque no podemos dejar que un peligro como tú ande suelto por el mundo. Y eso tú lo entiendes. Porque tú no quieres provocarle a otra persona la misma tragedia que te acaba de suceder a ti, ¿verdad? Puedes hacer daño a alguien inocente aunque tú no lo quieras. Porque has perdido el control. Pero puedes volver a recuperarlo. Necesitas conocer, familiarizarte con esta nueva energía que posees, entrenarla, controlarla, y usarla para algo bueno”.

»“Estás obligado a someterte a este entrenamiento. Y será duro. Pero no será peor que tu vida a partir de ahora con esta energía enloquecida que no puedes controlar. Para asegurar que tu energía se va consolidando, deberás trabajar un mínimo periodo de tiempo en la Asociación. Pasado este periodo de prueba, tienes dos opciones: una, puedes elegir continuar siendo un iris al servicio de la Asociación; y dos, puedes elegir regresar a tu condición humana y a una vida humana normal. En el caso de elegir la opción dos, has de tener en cuenta dos cosas: una, si has cumplido tu venganza, el Zou te extraerá el iris con éxito y de forma segura, volverás a ser naturalmente humano y tu memoria será borrada de todo lo relacionado con los iris, con la Asociación y con el trauma que viviste, y tu nueva vida humana te será facilitada generosamente con todo lo que necesites: dinero, un nuevo trabajo, una nueva casa, lo que sea para empezar de cero y feliz; y dos, si no has cumplido tu venganza, el Zou no podrá extraerte el iris de forma segura, existe un riesgo del 50 % de que acabes muriendo, por lo que deberás meditar muy bien esta decisión que sólo te pertenece a ti”.

»“Por último, debes tener en cuenta algo más. Una promesa inquebrantable. El Zou te protegerá y te cuidará. Eres valioso para él, un ángel a sus ojos, un ser querido en su corazón. No hay forma ni motivo posible por el que debas temerlo o desconfiar de él, pues es un ser de pura energía Yang y, por lo tanto, es naturalmente imposible que un Zou te engañe, te oculte algo en beneficio propio, te hiera o te traicione”. Cuando Denzel me dijo eso a mis 10 años en mitad de mi dolor y mi agonía, yo no tenía por qué creerle, a pesar de que deseaba que fuera todo cierto. Pero en ese momento, no tienes opción. Una vez te llevan al Monte, pasas un par de días atormentándote, pensando en si habrás hecho bien, en si lo que te dijo ese taimu era verdad, en si existe alguna letra pequeña… Hm… —sonrió y cerró los ojos—. Llevo 59 años en la Asociación. Y mi vida en ella ha sido un regalo. A pesar, claro, de los riesgos que conlleva ser un iris. Pero lo importante de todo esto, es que te ponen todas las cartas sobre la mesa, te muestran todos los riesgos y beneficios existentes, y te permiten elegir libremente si quieres jugar o no. Y tú decides cómo jugar, conociendo y asumiendo los riesgos.

—Debe de ser, aparte de Hoteitsuba, la empresa más honesta y justa del mundo con sus empleados —dijo Hana, con ojos brillantes de admiración.

Al llegar a la planta baja, los dos salieron del ascensor. Como la zona de recepción estaba llena de gente, Lao le hizo un gesto a Hana para dirigirse a una de las zonas de descanso, donde había unas butacas entre grandes maceteros con plantas. Se sentaron en dos butacas juntas.

—En cuanto a los almaati —prosiguió Lao, poniéndose cómodo y haciendo gestos con las manos—, son humanos que se han enterado de la existencia de la Asociación por boca de iris de confianza. Como te ha pasado a ti a través de Neuval y de mí. No tienen más que presentarse en el Monte Zou por su cuenta, dar sus datos, exponer los motivos de su decisión, demostrar compromiso y lealtad…

—Como una empresa —insistió Hana.

—Sí. Solo que la Asociación acepta el ingreso de cualquier persona. Cualquiera. El entramiento es diferente dependiendo de las condiciones o cualidades de cada persona. Si a un chaval se le da bien la limpieza de cadáveres y reparación de destrozos, no lo vas a poner a aprenderse todos los tipos de armas y cómo desmontarlas, montarlas y usarlas. Si a una señora mayor se le da de fábula la puntería, el uso de armas y el montaje de escenarios que ocultan a los iris y despistan a la policía, no la vas a poner a estudiar informática.

»Al contrario que el entrenamiento de los iris, el de los almaati es cien por cien versátil, sin obligaciones de ningún tipo. Después de todo, ayudar al mundo es gratis. Tú eliges qué tipo de entrenamiento quieres hacer. Te metes en el grupo correspondiente, pruebas, y si no te gusta, pruebas otra cosa. Tu única obligación es seguir los horarios de esos entrenamientos que tú eliges, y seguir las directrices de los monjes para realizarlos. Puedes dejarlo cuando quieras, retomarlo cuando quieras, estar unos días, o una semana o un mes, volver a casa un tiempo, y después regresar al Monte a hacer más entrenamientos, los que te apetezcan. Los monjes tienen los programas siempre en funcionamiento, tú sólo tienes que unirte a la corriente, mientras no estorbes al resto.

—Ya entiendo. La idea del entrenamiento de los almaati es que tú eliges a cuáles de tus talentos quieres sacar partido o intentar aprender nuevos. La Asociación no busca un perfil o resultado específico de ti, sólo busca complacer tu deseo de aprender a hacer cosas que ayuden al mundo, a través de ayudar a los iris.

—Todos los humanos están capacitados para aportar ayuda para mejorar el mundo. La niña de 8 añitos que recoge una botella de plástico de la playa y la echa en un cubo de reciclaje ya está aportando ayuda. Un almaati es alguien que quiere desarrollar un poco más lo que como humano común ya sabe o puede hacer. Eres tú quien decide cómo de bueno y de útil quieres ser. Las RS contratan a almaati según las necesidades que tengan, a veces pueden necesitar más a los que dan apoyo táctico, u otras veces necesitan más a los que reparan destrozos… La Asociación califica porcentualmente tus capacidades. Si el 100 % es la perfección, pues un almaati puede tener, por ejemplo, 20 % en uso de armas, 70 % en limpieza de escenarios, 55 % en apoyo táctico o informático… Con esa calificación, las RS valorarán qué habilidades son las que más necesitan en un momento determinado.

—¿Y si a un almaati se le da muy mal todo y aun así desea ayudar a los iris?

—Ya te lo he dicho —sonrió—. Todos los humanos están capacitados para aportar ayuda para mejorar el mundo. Si a un almaati se le da mal lo que consideramos “trabajos de valor alto”, siempre se le podrá ofrecer los de menor valor, que no por ello no son valiosos. Por ejemplo, muchas RS que viven en ciudades costeras, como la nuestra, contratan a veces a almaati con pocas habilidades de valor alto para, simplemente, ayudar a limpiar la basura de los mares y costas.

A Hana no paraban de brillarle los ojos con más y más candor, conforme imaginaba en su cabeza todo lo que Lao le contaba. Se proyectaba a sí misma siendo más fuerte y veloz, dándole letales golpes a un grupo de delincuentes más grandes que ella, salvando o ayudando a inocentes… Le recorrían cosquilleos de ilusión por hacerlo realidad algún día.

—Espera, explícame una cosa —brincó la mujer—. Hablando del majin… Es un defecto psíquico que surge en algunos iris, normalmente los más sensibles. Si el iris es una energía extra Yang o blanca, el majin es una enfermedad que se alimenta de malas emociones y tiende a teñir de negro, poco a poco, la energía blanca del iris. Si aumenta de grados, hace que la energía del iris se vaya volviendo cada vez más negra, y se va convirtiendo poco a poco en su extremo opuesto, en arki, una energía Yin o negra. —Lao asintió con la cabeza—. Sin embargo, si un iris con majin cumple su venganza personal, se cura de ese majin para siempre, ¿no? —Lao volvió a asentir—. Y ahí es cuando la persona puede decidir volver a ser humana sin riesgo de muerte cuando el Zou le extrae el iris y tal. Pero, en esencia, cumplir la venganza es el mayor deseo de todo iris, y mucho más si está enfermo de majin, porque esto lo curaría. ¿Verdad?

—¿Quieres ir al grano?

—¿Por qué Jean sigue vivo? —preguntó de golpe, entonces.

El viejo puso una mueca de impacto.

—Hm... —murmuró, entendiendo, y se meció la barba—. Sí, tu compañero sentimental es algo especialito… —dijo con sorna.

—Sé que Neuval ha ido numerosas veces a Francia por trabajo, pero, al parecer, no ha hecho nada con respecto a él.

—Sobre todo porque ese cabrón estaba en la cárcel y eso es un lugar altamente vigilado y propiedad del Gobierno —apuntó—. Ahora es libre, y debe de estar en su casa, solo, pero dudo que Neu aproveche la ocasión para ir a matarlo ahora que tiene vía libre y Jean debe estar muy viejo.

—¿Qué te hace pensar eso?

—Bueno… —Lao ladeó la cabeza de un lado a otro—. Neuval es un bicho raro. Lo digo con cariño. Aparte de muchas otras rarezas, es el único iris del mundo que ha mostrado una inusual crueldad contra los peores criminales, pero en otras ocasiones de repente le da por sentir piedad por ellos. Y eso es malo para la Asociación, donde tenemos el deber de realizar un trabajo completo y eficaz el cien por cien de las veces, y donde un pequeño error o sentir duda puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, o entre una catástrofe y la paz. No lo entiendas mal. Neuval, al final, hace un trabajo iris sublime. Pero por dentro… no sé… se comporta, siente y piensa diferente al resto de iris. Y también diferente a los humanos. A veces expresa pensamientos y sentimientos que yo no logro comprender, y creo que él tampoco los comprende.

—¿Entonces… dices que él al final se ha apiadado de Jean?

—No lo sé con certeza. Pero si es así, no me cuadra. Porque toda su vida ha expresado muy claramente lo mucho que siempre odió a Jean. Siempre lo odió, desde que tiene memoria. No recuerda ni un periodo de su vida en que no lo haya odiado. Así que, la idea de que “a lo mejor se ha apiadado de Jean porque una parte de él recuerda que una vez le quiso como su padre” no es posible. Por eso, hay muchas cosas de Neuval que incluso después de estas décadas aún no entiendo. Cuando lo encontré y lo llevé al Monte y todo eso, esperaba que tuviera activa esa sed de venganza que tenemos todos los iris hasta que la cumplimos. Pero… nunca vi esa sed de venganza en él desde que lo encontré. Es como si ese niño, simplemente, únicamente, deseara vivir su vida y hacer cosas grandes en el mundo y nada más.

—¿A pesar de saber que cumplir su venganza puede curar su majin? Eso es lo que no entiendo. Lo he visto en sus ojos antes, Lao. A Neuval le aterroriza su majin. Estoy segura de que deshacerse de él es lo que más desea en este mundo ahora, porque padecerlo es lo único que le impedirá seguir haciendo realidad el resto de sus deseos. ¿Cómo no está ya mismo planeando un viaje a París para buscar a Jean y poder por fin matarlo?

Lao se quedó mirando en silencio otro punto de la estancia. No tenía una respuesta. Pero Hana percibió que se quedó callado, no porque no supiera responder, sino porque le daba rabia no saber responder. Ella, entonces, pudo entender algo nuevo de Lao, y es que él, al parecer, deseaba la venganza contra Jean incluso más de lo que debería hacer Neuval.

No obstante, después Lao sonrió y la miró.

—Te explicaré algo, Hana. Existe una diferencia entre una persona que hace felices a los demás para sentirse feliz, y una persona que hace felices a los demás para, simplemente, hacer felices a los demás.

Hana torció una mueca. Al principio no entendió bien eso, y pensó durante unos segundos.

—Creo que sé qué quieres decir. En este mundo hay muchas personas que destacan por ayudar a los demás de forma altruista. Se las considera personas buenísimas, maravillosas, y cuando alguien les pregunta por qué lo hacen, ellas responden: "Porque me hace feliz hacer felices a los demás". Pero lo que están diciendo con esta frase es, meramente, "lo estoy haciendo por mí" —se quedó un rato reflexiva, y luego miró a Lao de nuevo—. Pero esa parece ser la razón de toda persona buena. Todas suelen dar esa respuesta sobre por qué lo hacen. "Porque me hace feliz hacer o ver felices a los demás" —repitió.

—Esa es la misma razón por la que los iris trabajamos —sonrió Lao con astucia, contento de descubrir que Hana captaba bastante rápido las cosas—. Para sentirnos felices "nosotros". Tener buena energía, a través de hacer que el resto de la gente también la tenga, es lo que alimenta nuestro iris. Pero, si lo piensas... en realidad es una razón egoísta. ¿La única razón de que ayudas a la gente es porque te hace feliz ayudarla? O sea, que la ayudas para satisfacerte a ti mismo, ¿no? —se encogió de hombros.

—Pero ¿qué tiene que ver con Neu...?

—Él no es así —contestó enseguida, yendo al grano—. No es como los humanos altruistas comunes ni como los demás iris... ni como nadie en este mundo. Él quiere ser feliz, sí. Pero no ayuda a los demás para sentirse feliz. Esa no es su razón. Si le preguntas por qué quiere ayudar y hacer felices a los demás, te dirá: "Porque es lo correcto. Porque es lo que hay que hacer, y punto".

—Oh…

—Muchas veces, Neuval no ha tenido ganas de ayudar o de salvar a alguien, con personas que, diríamos, no lo merecen. ¿A quién le apetece ayudar a un imbécil que te molesta cada día en el trabajo, o incluso a un criminal que ha estado a punto de clavarte una navaja? —Hana agachó la cabeza con vergüenza al oír eso último—. A nadie. Pero Neu lo hace, y no para sentirse feliz, sino porque él está aferrado a la simple idea de "hay que hacerlo". Y no importa si él ha tenido un mal día, si está agotado, estresado o deprimido. Si tiene que ayudar a alguien, lo hará, incluso si después sigue estando cansado o deprimido.

—Caray, yo... —Hana se rascó la nuca, entendiendo ahora mismo muchas cosas que no se había planteado en tres años—. Siempre pensé... que Neu me ayudó a mí porque eso le traía satisfacción personal. Es decir, me parecía la razón más buena de todas, porque yo también he creído siempre eso, que las personas que dicen que se sienten felices ayudando a los demás son personas desinteresadas, generosas y maravillosas. Pero... la verdad es que... eso a veces me ha chocado un poco...

—¿El qué, querida?

—Neuval lo pasó muy, muy mal, durante todo un mes, intentando ayudarme. Se lo hice pasar fatal, seamos francos. A ver, ya me entiendes... —gesticuló con las manos, algo abochornada—... hasta intenté clavarle una navaja el día que nos conocimos. Aun así, cuando caí inconsciente porque en mis venas corrían más drogas que nutrientes, me llevó a su casa, y mientras intentaba ayudarme a recuperar mi salud, le hice la vida imposible. Había días en que yo veía claramente que él estaba pasándolo peor que yo. Pero él seguía ahí… aunque no tuviera gana alguna… dándome de comer, lavándome, quedándose despierto noches enteras vigilándome y pasándome el cubo cada vez que yo necesitaba vomitar… Me ayudó, sencillamente, porque yo necesitaba ayuda. Y sólo por eso.

Lao y ella compartieron la misma sonrisa de afecto sobre aquel de quien hablaban. Ambos se quedaron en silencio un rato, con miradas complacidas perdidas cada uno en algún punto de la ajetreada y amplia planta de recepción, iluminada por toda la luz del día que se colaba por la moderna fachada acristalada.

—Pero eso es triste, Lao. Quiere decir que a Neuval le da igual ser feliz o no. Que quiere que los demás sean felices aunque él no lo sea. A ver, eso es… hermoso, todo él, maravilloso de verdad. Pero...

—Triste. Sí —asintió Lao—. Y estúpido. —Hana lo miró contrariada—. No me malinterpretes. Para mí, Neuval es estúpido si ve y hace así las cosas, si su motivo por el que hacer las cosas y moverse por el mundo es perseguir únicamente el bienestar de los demás. Entiéndeme, él es mi hijo, y yo preferiría que él hiciera las cosas para que él se sienta feliz, que él persiga ese objetivo, que se acuerde de cuidar de sí mismo mientras cuida a los demás.

—Lo entiendo, eres su padre y quieres que él sea feliz antes que cualquier otro desconocido —sonrió.

—Quizá el motivo de Neu sea el más noble. Preocuparse por los demás sin darse importancia a sí mismo. Hay más gente que es así, pero son escasos. Si ayudar a los demás le hiciera infeliz, él seguiría haciéndolo, no saldría de esa línea. Ya era así cuando lo conocí. Y me sorprendió, y no me lo explicaba. Mucho tiempo pasé pensando que Neuval era así porque se odiaba a sí mismo y quería hacerse sufrir a sí mismo, como autocastigarse y menospreciarse. De hecho, esto es verdad, así pasó su adolescencia. Pero... más tarde me di cuenta de que no usaba el sacrificarse por los demás para castigarse; se castigaba por otro motivo, otros traumas de su pasado. Porque, cuando conoció a Katya y más tarde nació Lex, Neuval dejó de odiarse a sí mismo por fin, por completo. Katya le enseñó a quererse por primera vez en su vida. Y, aun así, Neuval siguió haciendo las cosas de esa manera, ayudar a los demás simplemente porque es necesario, por mucho que algunas veces no le apeteciera. Así que… la razón no es ni nunca fue autocastigarse ni satisfacerse a sí mismo. Es como… si hubiera nacido con esa idea o creencia aferrada en su alma. Como una misión vital. Como... el sentido de su existencia.

—¿El sentido de su existencia? ¿Crees que esta característica suya existe por un motivo mayor?

—Créeme, Hana. Intentar comprender a Neuval es lo más complicado del mundo. Nadie consigue ni ha conseguido darle una explicación a su mera persona. Ming Jie y yo nos acercamos mucho, pero Katya es la que más cerca estuvo de entender toda su complejidad, y aun así, no pudo hacerlo al cien por cien. Ni las personas más inteligentes que conozco, que son Alvion, Denzel y el propio Neu, han podido ofrecer una descripción adecuada sobre "quién es Neu y cómo es".

—¿Ni siquiera Neu se comprende a sí mismo?

—¿Por qué crees, lo de las drogas y otros vicios?

—Ooh… —asintió Hana—. Pero… no lo entiendo. Acabamos de describirle bastante bien. El Neuval del que acabamos de hablar… ese es Neuval. ¿No? Una buena persona, infinitamente generosa, con algunos traumas que lo atormentan, pero, ante todo, alguien que sigue resistiéndolos y procurando llevar una buena vida, amando a su familia y ayudando a los demás. ¿Por qué esto no aclara el “quién es Neu”?

—Porque eso… sólo es la mitad de él —contestó Lao con una voz amarga, y agachando un poco la cabeza.

—Él ya me contó algunas cosas malas que hizo por culpa de su majin. Pero él no es su majin. Su majin no es su otra mitad. Es sólo una enfermedad.

—Así es —Lao se alisó un poco las arrugas de su pantalón, distrayéndose un poco.

Hana arqueó una ceja, más confundida que antes. ¿Entonces? ¿A qué se refería?

—Kei Lian… ¿es que… hay algo más…?

—Hana —la interrumpió, y esta vez la miró a los ojos seriamente—. Lo primero que debe quedarte claro, es que Neuval jamás te hará daño. Nunca ha atacado a un ser querido.

—Lian… —murmuró preocupada.

—Tranquila. Simplemente se trata… de un misterio todavía sin resolver. Pero, en sus 45 años de vida, Neuval nunca ha resultado ser un peligro a gran escala, más allá de… bueno…

—¿De la vez que tuvo su mayor descontrol cuando Katya murió y arrasó medio Japón? —adivinó ella—. Pero eso fue su majin.

El viejo guardó un silencio que no hizo más que exasperar a Hana, la cual se incorporó en la butaca con un gesto impaciente.

—En teoría… fue un brote de majin, sí —la apaciguó Lao.

—¿En teoría?

—Cuando conocí a Neuval… —intentó explicarle el viejo—… bueno. Él nunca me lo explicó con claridad. Porque ni él sabía cómo explicarlo. Pero me advirtió que él… ya tenía “algo malo” dentro de sí incluso antes de convertirse en iris. Yo pensé: “Bueno, será la típica percepción de un rasgo de su personalidad que un niño pequeño todavía no puede comprender de sí mismo, y lo normal es que se vaya comprendiendo mientras crece”.

—¿Pero ahora crees que ese Neu de 10 años te estaba hablando de algo más literal de lo que creías?

Lao inspiró hondo por la nariz y soltó un largo suspiro. Hana podía ver que hablar de esto le causaba al viejo una sensación incómoda o intranquila. Casi culpable. Porque reconocer abiertamente que Neuval tenía algo malo que no era su majin, por un lado era darle la razón al propio Neuval, pero, por otro, como padre le hacía sentirse mal.

—La mayor parte de su vida… Neu ha sido esa persona brillante, generosa y admirable —dijo Lao—. Pero hay otra parte de su vida que, sea por el majin o no, ha sido el extremo opuesto. A veces era como… como si pulsaran un interruptor dentro de él. Y del hombre más bueno, de repente se convertía en el más maligno. Cuando era adolescente, tenía estos episodios bastante a menudo. Ming Jie y yo, incluso Sai, ya estábamos preparados porque ya sabíamos que tenía un majin, y en mi larga experiencia en la Asociación ya sabíamos cómo actuar. Sin embargo, a veces era… a veces se sentía… como algo diferente. Un majin actúa como un mal racional, ¿sabes? Hace cosas malas por una razón de beneficio propio. Pero a veces, esta extraña maldad de Neuval… era como pura, natural e instintiva… como si esta oscuridad realmente formara parte de él, tanto como su lado de luz.

—¿Es eso posible?

—Se supone que no. Todos los seres vivos que vivimos en este mundo, y los que son humanos o los que lo fuimos alguna vez, poseemos ambas energías Yin y Yang desde que nacemos. Excepto los Zou y otras personas que nacen sólo con una energía, o con un minúsculo porcentaje de una de ellas de forma permanente e invariable. Pues bien. Todos los humanos y todos los iris tenemos Yin y Yang. Los iris tenemos Yin de nuestra antigua parte humana, pero en un menor porcentaje que nuestro Yang humano. Y, además, tenemos un Yang extra, que es el iris, el cual, al sumarse al otro Yang humano que ya teníamos, pues sobrepasamos el límite Yang humano. Y por eso no somos humanos. En todo caso, las personas que poseemos ambas energías, o sea, casi todo el mundo, siempre vamos a tener más de una energía que de la otra, lo que determina que seamos personas más buenas o más malas, incluso a veces se equilibran, aunque es muy difícil.

—Vale, entiendo —le interrumpió Hana un momento—. Es como si todos naciésemos con un contenedor de energía, como dijiste antes. En los casos especiales de los Zou, ellos tienen su contenedor lleno de energía Yang al 100 % y nada más.

—O, a lo sumo, de 99’9 % de Yang y un 0’1 % de Yin, ya que sabemos que los Zou tienen una parte humana. Pero sí, ese porcentaje de Yang extremo es invariable en los Zou.

—Vale. Y el resto de la gente de todo este mundo, también nacemos con un único contenedor de energía, pero dentro de este contenedor hay energía Yin y energía Yang que, juntas, suman el 100 % de su capacidad. Si eres una buena persona, tendrías por ejemplo 80 % de Yang y 20 % de Yin, y si eres una mala persona, viceversa.

—Exactamente. Si una aumenta, la otra se reduce —asintió Lao—. Pero Neu no. Neuval es diferente. A juzgar por cómo es, por cómo ha sido... es como si tuviera una inmensa energía Yin por una parte, y una inmensa energía Yang por otra, separadas por alguna razón, porque eso explicaría los dos tipos tan distintos de comportamiento extremo que Neu ha mostrado en su vida. A veces es muy bueno, y otras veces puede llegar a ser muy malo. Eso en el resto del mundo es impensable; si eres bueno, eres bueno, y no cambias de la noche a la mañana. Es como si Neuval hubiese nacido con dos contenedores, uno con 100 % de Yang, y otro con 100 % de Yin, separados indistintamente.

»No obstante... —la miró a los ojos—... yo lo conozco bien. Quizá no al cien por cien, pero sí lo suficiente. Y sé que en la realidad él es un buen hombre. Es muy bueno —murmuró con una leve sonrisa—. Tiene un gran corazón que a veces esa misteriosa parte oscura de su interior reprime. Por eso, dudo que esté en la Asociación por su venganza. Está en ella porque es lo que él, desde que nació, siempre deseó ser. Por alguna razón, siente un gran instinto de protección sobre este mundo entero. Como si sintiera que es suyo —concluyó, pero frunció el ceño—. Aunque no sé si esto en concreto es bueno o malo.

—O sea que él siempre deseó convertirse en Fuujin, ¿eh? —sonrió Hana—. Incluso antes de que Jean hiciese lo que hizo.

—Así es —suspiró, y miró un momento el reloj de su muñeca para controlar el tiempo, pues tenía más trabajo que hacer.

—Lao —lo detuvo antes de que se levantara de la butaca—. Quiero convertirme en una almaati.

El viejo se mordió los labios y desvió la mirada.

—Mm… Neuval no lo permitirá.

—¿Por qué? —saltó.

Lao se puso en pie y Hana lo imitó, pero se quedó delante de él, impaciente.

—Si ya le duele pensar que Yenkis acabará por narices metido en esta vida —le contestó el viejo—, no soportará que tú te metas por voluntad propia. No soportaría la idea de que estés involucrada en algo tan peligroso. Se negará, te lo digo yo, y no trates de convencerlo, la cabezota que tiene es de concurso.

—¿Y tú qué piensas?

—Que no sabes lo que dices.

—¡Lao! —lo cogió del brazo bruscamente, irritada—. Lo digo en serio, quiero hacerlo.

—Debes tener motivos. No sólo el capricho.

—Los tengo —aseguró seriamente—. Tengo motivos que fomentan mi voluntad. Ahora más que nunca. Tú también conoces mi vida de antes de conocer a Neu. Tengo secuelas del pasado que me dan fuerzas para luchar.

Lao pegó un largo suspiro de agotamiento.

—Bueno, eso no puedo negártelo, cierto. Pero Neuval no lo aprobará y te dará mucho la lata una vez le menciones tus intenciones.

—¿No le parecerá bien que quiera contribuir por mejorar el mundo como él, aparte de reciclar plásticos o ayudar a una anciana a cruzar la carretera? —se cruzó de brazos con enfado.

—Eso le parecerá maravilloso. Lo que no le parecerá bien, es él mismo dejándote ir a convertirte en almaati en cuanto le digas que esa es tu intención.

—¿Y qué se supone que voy a hacer, seguir con mi vida actual, después de descubrir todo un mundo nuevo lleno de cosas fantásticas y posibilidades que…?

—Hana… —la interrumpió el viejo, sujetándola de los hombros—. Hana. Lo que intento decirte… —susurró, mirándola fijamente a los ojos—… es que Neuval se pondrá muy pesado… si le dices lo que quieres hacer —enfatizó es palabra.

—Oh… Aaaah… —entendió por fin.

—Es tu vida. Tu decisión. Si lo quieres hacer, hazlo. No pidas permiso a nadie, no des explicaciones o excusas a nadie. Puedes buscar la opinión de Neu si quieres, claro. Pero yo ya te he dicho cuál será. Si quieres evitarle preocupaciones y evitarte a ti su tozudez sobreprotectora, ejecuta tu decisión por tu cuenta como mujer libre y adulta que eres. Es… tu… decisión —repitió, y dibujó una sonrisa cómplice en los labios.

Hana también sonrió. Cuando Lao no se pasaba el tiempo molestándola o haciéndola rabiar, a veces llegaba a ser un amigo y un cómplice muy agradable. Era muy paternal. Lo era con Neuval e incluso con su nuera Suzu. No era la primera vez que también lo era con Hana, pero esta vez era quizá la conversación más importante que había tenido con él. Y eso ella se lo agradeció. Lao siempre estaba para apoyar y cuidar de su familia.





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